La revista Forbes revela los hallazgos de dos jóvenes investigadores universitarios que llegaron a la conclusión de que la fealdad implica entre un 5% y un 10% menos de salario en todas las ocupaciones.
Daniel Hamermesh, economista de la Universidad de Texas, y Jeff Biddle, economista de la Universidad del Estado de Michigan, realizaron estudios demográficos y tipológicos que les llevaron a la conclusión de que las apariencias son un elemento clave en la escalera del poder.
“La gente linda se distribuye en ocupaciones donde la belleza resulta más productiva” afirman los investigadores. “Pero el impacto de la presencia en los salarios es casi siempre independiente de la ocupación.”
Feo, pero listo
La regla de oro para los no-agraciados: jugar con las propias fortalezas. “Sugiero que cada uno haga hincapié en las características que lo hagan productivo” comenta Hamermesh desde su oficina de Texas. “Si eres listo, haz hincapié en tu rapidez mental; si eres fuerte, en tus músculos; y si tienes una fuerte personalidad, confía en ella”.
Los investigadores monitorearon variables tales como experiencia y educación. Sorprendentemente, la apariencia física es más importante para los hombres que para las mujeres.
Las mujeres poco atractivas tienen menor probabilidad de conseguir trabajo que sus contrapartes bonitas y es más probable que se casen con hombres de “capital humano increíblemente bajo”, que es una manera de aludir a hombres de poco talento, empuje o proyección de éxito.
En el ámbito de las leyes, conocido por su competitividad y su meritocracia, también se ha demostrado que unos lindos ojos, una melena cautivante o una sonrisa encantadora implican un salario mayor.
Larga historia
Hamermesh y Biddle analizaron el poder adquisitivo de estudiantes de derecho graduados de la misma escuela de leyes entre 1971 y 1978, y entre 1981 y 1988. Un panel de cuatro personas analizaron las fotografías de cada estudiante, incluyendo una persona menor de 35 años y al menos una mayor de dicha edad. Los estudiantes de derecho fueron clasificados en una escala de uno a cinco, siendo cinco el mejor puntaje en lo que hace a presencia física.
Los investigadores hallaron que, cinco años después de la graduación, los hombres que habían clasificado por encima del promedio ganaban un 10% más que sus compañeros que habían sido clasificados por debajo. Quince años después de la graduación, esa diferencia había llegado al 12%.
Las injusticias siguen latentes en el género humano. En esta época de minorías protegidas y discriminación oculta, tal vez habría que redefinir belleza y no mezclar peras con manzanas. O volver a la sabiduría de la abuela, cuando afirmaba meneando la cabeza: “Hijo, no todo lo que brilla es oro…”
Daniel Hamermesh, economista de la Universidad de Texas, y Jeff Biddle, economista de la Universidad del Estado de Michigan, realizaron estudios demográficos y tipológicos que les llevaron a la conclusión de que las apariencias son un elemento clave en la escalera del poder.
“La gente linda se distribuye en ocupaciones donde la belleza resulta más productiva” afirman los investigadores. “Pero el impacto de la presencia en los salarios es casi siempre independiente de la ocupación.”
Feo, pero listo
La regla de oro para los no-agraciados: jugar con las propias fortalezas. “Sugiero que cada uno haga hincapié en las características que lo hagan productivo” comenta Hamermesh desde su oficina de Texas. “Si eres listo, haz hincapié en tu rapidez mental; si eres fuerte, en tus músculos; y si tienes una fuerte personalidad, confía en ella”.
Los investigadores monitorearon variables tales como experiencia y educación. Sorprendentemente, la apariencia física es más importante para los hombres que para las mujeres.
Las mujeres poco atractivas tienen menor probabilidad de conseguir trabajo que sus contrapartes bonitas y es más probable que se casen con hombres de “capital humano increíblemente bajo”, que es una manera de aludir a hombres de poco talento, empuje o proyección de éxito.
En el ámbito de las leyes, conocido por su competitividad y su meritocracia, también se ha demostrado que unos lindos ojos, una melena cautivante o una sonrisa encantadora implican un salario mayor.
Larga historia
Hamermesh y Biddle analizaron el poder adquisitivo de estudiantes de derecho graduados de la misma escuela de leyes entre 1971 y 1978, y entre 1981 y 1988. Un panel de cuatro personas analizaron las fotografías de cada estudiante, incluyendo una persona menor de 35 años y al menos una mayor de dicha edad. Los estudiantes de derecho fueron clasificados en una escala de uno a cinco, siendo cinco el mejor puntaje en lo que hace a presencia física.
Los investigadores hallaron que, cinco años después de la graduación, los hombres que habían clasificado por encima del promedio ganaban un 10% más que sus compañeros que habían sido clasificados por debajo. Quince años después de la graduación, esa diferencia había llegado al 12%.
Las injusticias siguen latentes en el género humano. En esta época de minorías protegidas y discriminación oculta, tal vez habría que redefinir belleza y no mezclar peras con manzanas. O volver a la sabiduría de la abuela, cuando afirmaba meneando la cabeza: “Hijo, no todo lo que brilla es oro…”