Lo ha destacado Dominique Moïsi en Les Echos: el Reino Unido se va de Europa y Estados Unidos se retira del mundo, después de abandonar el acuerdo nuclear con Irán. Esta constatación le lleva a evocar la política de contención formulada en 1947 por Estados Unidos hacia la entonces URSS, para que la influencia soviética no trascendiera sus fronteras. Dice que tal vez esa política sea la que los aliados tradicionales deban practicar hoy hacia Estados Unidos.
El hecho es que estamos ante un fenómeno inédito después de la segunda guerra mundial: el liderazgo global de Estados Unidos se desmorona ante el impulso aislacionista del presidente norteamericano. Europa constata que está sola ante los riesgos globales, al mismo tiempo que el egocentrismo norteamericano abandona también los ideales por los que tantos soldados de Estados Unidos murieron en Europa durante la segunda guerra mundial.
Der Spiegel lamenta la humillación acompañándolo con una elocuente portada: Trump se ha cargado la relación trasatlántica y abandona a su suerte a los aliados. Un gesto que cambia los ejes de la política global y que añade angustia e incertidumbre al futuro de Europa y del mundo.
Después de retirarse del Acuerdo de París sobre el clima y del acuerdo nuclear con Irán, Estados Unidos profundiza en su aislamiento y complica su relación con el resto de las naciones del mundo en unos momentos en los que la crisis global se agudiza y demanda mayor solidaridad internacional para preservar los valores comunes que han dado estabilidad durante los últimos 80 años.
Un signo precursor de nuevos tiempos: el mundo debe reorganizarse para afrontar los desafíos globales, de los que el cambio climático se ha convertido en la mayor amenaza para la supervivencia de nuestra especie, y Estados Unidos se desentiende de esa responsabilidad global pensando que no es su tema. Craso error que seguramente le relegará en el nuevo escenario internacional, en el que esos planteamientos no tienen cabida. La política de contención se vuelve así en su contra: hay que impedir que la influencia de Estados Unidos trascienda sus fronteras.
El hecho es que estamos ante un fenómeno inédito después de la segunda guerra mundial: el liderazgo global de Estados Unidos se desmorona ante el impulso aislacionista del presidente norteamericano. Europa constata que está sola ante los riesgos globales, al mismo tiempo que el egocentrismo norteamericano abandona también los ideales por los que tantos soldados de Estados Unidos murieron en Europa durante la segunda guerra mundial.
Der Spiegel lamenta la humillación acompañándolo con una elocuente portada: Trump se ha cargado la relación trasatlántica y abandona a su suerte a los aliados. Un gesto que cambia los ejes de la política global y que añade angustia e incertidumbre al futuro de Europa y del mundo.
Después de retirarse del Acuerdo de París sobre el clima y del acuerdo nuclear con Irán, Estados Unidos profundiza en su aislamiento y complica su relación con el resto de las naciones del mundo en unos momentos en los que la crisis global se agudiza y demanda mayor solidaridad internacional para preservar los valores comunes que han dado estabilidad durante los últimos 80 años.
Un signo precursor de nuevos tiempos: el mundo debe reorganizarse para afrontar los desafíos globales, de los que el cambio climático se ha convertido en la mayor amenaza para la supervivencia de nuestra especie, y Estados Unidos se desentiende de esa responsabilidad global pensando que no es su tema. Craso error que seguramente le relegará en el nuevo escenario internacional, en el que esos planteamientos no tienen cabida. La política de contención se vuelve así en su contra: hay que impedir que la influencia de Estados Unidos trascienda sus fronteras.