El sistema universitario español ha visto disminuir entre un 10% y un 20% los recursos públicos puestos a su disposición en el período 2008-2014, destaca el informe CYD 2015 presentado ayer. Contrasta con otro informe del Observatorio IUNE 2016, de mayo pasado, según el cual, aunque la universidad española ha perdido recursos e investigadores, al mismo tiempo ha mejorado su productividad y competitividad internacional.
Además, en la última década la producción científica de las universidades en Web of Science (una de las principales bases de datos de producción científica mundial) casi se ha duplicado, destaca IUNE. Otra reacción significativa: la Universidad Franco Española, creada la semana pasada por la Conferencia de Presidentes de Universidades francesas (CPU) y la CRUE para reforzar la cooperación ya existente entre universidades de ambos países y promover la creación de nuevos programas.
Puede que la crisis haya zarandeado a las universidades, pero el espíritu de los investigadores españoles sigue vivo. También en este sector de nuestra sociedad se pone en evidencia que no podemos seguir esperando por los políticos para relanzar el país.
Al igual que en otros sectores sociales, en el mundo universitario se está formando un espacio heterotópico (evocando a Foucault) que constituye la localización física (en este caso social) de la utopía de mantener la innovación y la investigación a pesar de la adversidad.
Diversas iniciativas ajenas a lo público se están agrupando en ese espacio heterotópico para cubrir el abandono por parte del sector público de este pilar estratégico del desarrollo español. Un ejemplo: el próximo noviembre, más de 100.000 Investigadores pertenecientes a las más de 20 Universidades y Centros de Investigación asociados al Global I+T, ponen a disposición de empresas e inversores su conocimiento para mejorar la competitividad y la innovación.
Además, en la última década la producción científica de las universidades en Web of Science (una de las principales bases de datos de producción científica mundial) casi se ha duplicado, destaca IUNE. Otra reacción significativa: la Universidad Franco Española, creada la semana pasada por la Conferencia de Presidentes de Universidades francesas (CPU) y la CRUE para reforzar la cooperación ya existente entre universidades de ambos países y promover la creación de nuevos programas.
Puede que la crisis haya zarandeado a las universidades, pero el espíritu de los investigadores españoles sigue vivo. También en este sector de nuestra sociedad se pone en evidencia que no podemos seguir esperando por los políticos para relanzar el país.
Al igual que en otros sectores sociales, en el mundo universitario se está formando un espacio heterotópico (evocando a Foucault) que constituye la localización física (en este caso social) de la utopía de mantener la innovación y la investigación a pesar de la adversidad.
Diversas iniciativas ajenas a lo público se están agrupando en ese espacio heterotópico para cubrir el abandono por parte del sector público de este pilar estratégico del desarrollo español. Un ejemplo: el próximo noviembre, más de 100.000 Investigadores pertenecientes a las más de 20 Universidades y Centros de Investigación asociados al Global I+T, ponen a disposición de empresas e inversores su conocimiento para mejorar la competitividad y la innovación.