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Francia obliga a hacerse autónomos a los agentes de la economía colaborativa

La mujer adquiere también un creciente protagonismo en este nuevo escenario


Francia obliga a los agentes de la economía colaborativa a cotizar a la seguridad social, según una nueva ley aprobada esta semana en la Asamblea Nacional. Los que ganen más de 23.000 euros por alquilar una vivienda o 7.720 euros por alquilar su coche, tendrán que hacerse autónomos. La mujer adquiere también un creciente protagonismo en ese nuevo escenario.


Marta Lorenzo
09/12/2016

Francia se ha convertido en uno de los países europeos pioneros en poner un marco legal y fiscal a la economía colaborativa.

Esta semana, la Asamblea Nacional ha aprobado una ley según la cual a partir de un cierto nivel de ingresos obtenidos por el alquiler de una vivienda o de un coche, los particulares deberán darse de alta a la seguridad social y cotizar como cualquier otro trabajador.

La nueva ley constituye un paso más en el proceso francés de regular la economía colaborativa. Otras leyes anteriores regulan las estaciones del año destinadas al hábitat participativo, las obligaciones de informar de actividades relacionadas con las plataformas de internet, y establece el estatuto de los trabajadores colaborativos.

Lo que establece la nueva ley es que cuando una persona obtiene ingresos superiores a los 23.000 euros por el alquiler de un apartamento o vivienda, o más de 7.720 euros al año por alquilar cualquier bien como un coche, esta persona debe afiliarse a la seguridad social y pagar la cotización correspondiente. Las plataformas colaborativas deberán asimismo gravar las estancias.

Pero Francia no sólo grava, también impulsa. El Gobierno lanzará a principios de año un proyecto para seleccionar 30 territorios colaborativos. También suprimió en 2014 el monopolio bancario sobre los préstamos remunerados y un decreto aprobado hace ahora un año autoriza a cualquier colectivo a recurrir a la financiación colectiva para realizar proyectos culturales y educativos.

Al igual que en otros países, las autoridades pretenden controlar un fenómeno que en Francia se manifiesta con fuerza: 9 de cada 10 franceses recurren a la economía colaborativa al menos una vez al año (datos de 2014). El mercado de esta economía se estima actualmente em 3.500 millones de euros y podría triplicarse de aquí a 2018.

Francia alberga además un total de 276 plataformas colaborativas, el 70% de ellas genuinamente francesas. Airbnb supera ya los 10 millones de estancias. Uber tiene 1,5 millones de usuarios en el país. Más de 2,3 millones de franceses han obtenido financiación para sus proyectos mediante sistemas colaborativos.

Como fenómeno social, el auge de la economía colaborativa desempeña un papel importante como impulsor del consumo en un país afectado por la caída del poder adquisitivo. Al mismo tiempo potencia el empleo, aunque sea precario.

Y como señala Les Echos, la economía colaborativa responde a nuevas aspiraciones sociales, ya sean generacionales (difunde una forma de vida emergente), ecológica (racionaliza el consumo), dinamiza las zonas rurales facilitando la movilidad y por último erosiona los monopolios que contienen la innovación.

Más información sobre la comparativa España-Francia en economía colaborativa

El caso de las mujeres

Otro  factor de cambio es la creciente importancia de las mujeres en el marco de la economía colaborativa, según se puso de manifiesto esta semana en el Foro de Mujeres celebrado en Deauville, más conocido como el Davos de las Mujeres.

En este foro se destacó que el  auge de la economía colaborativa favorece la feminización del trabajo. A medida que la economía colaborativa evoluciona hay quienes dicen que las mujeres pueden estar mejor preparadas para los cambios que van a llegar: no sólo están más habituadas a compartir, sino también al empleo precario.

“Tradicionalmente las mujeres eran las únicas con esta clase de empleos que no tienen la misma seguridad, incluso en la empresa tradicional. Ahora, un sector mucho más amplio de la sociedad está en idéntica situación. Podría argumentarse que los hombres se enfrentan ahora a los mismos problemas que las mujeres tienen desde hace tiempo”, explica la profesora de marketing de la Universidad de Londres, Giana Eckhardt, citada por Euronews.

El futuro de la mujer en esta forma de nueva economía está por descubrir, en opinión de la presidenta del Foro de Mujeres para la Economía y la Sociedad, Clara Gaymard, ya que nadie sabe qué va a ocurrir, ni los hombres y ni las mujeres. Pero ambos son actores del proceso porque estamos en un mundo horizontal. “Es menos jerárquico, se pueden romper barreras.

Así que es una herramienta de la que disponen las mujeres para empoderarse, actuar de la manera que quieren y participar activamente en este escenario”, señala.

El resumen de la reflexión del Davos de las Mujeres sobre la economía colaborativa señala que  se abre un nuevo capítulo en el que las mujeres pueden redefinir el mercado laboral y quizás, incluso, ser los actores principales en este nuevo escenario.



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