Cartel de la obra. Fuente: www.ternuranegra.blogspot.com.
La sala Mirador de Madrid ha tenido el acierto, para los amantes del buen teatro, de reestrenar la obra Ternura negra, la pasión de María Estuardo, escrita y dirigida por la dramaturga uruguaya Denise Despeyroux.
Como nadie ignora, la vida de María Estuardo fue una sucesión de despropósitos trágicos que acabaron con la muerte (asesinato) de su segundo marido, el rey consorte, a manos de su amante, Bothwell, lo que al cabo originó la pérdida del trono de Escocia, la huida y prisión y, tras tres largos lustros, la muerte por decapitación.
En medio, una vida de lujo y refinamiento en la corte francesa, soledad de viuda adolescente, el regreso a Escocia como reina de su país, acechanzas, diplomacias entrecruzadas y, sobre todo, la difícil relación con su “prima” Isabel, detentadora por carambola (al morir su hermanastro) del trono de Inglaterra, siendo ella, María, en tanto que heredera directa de Enrique VII, su principal rival y enemiga. Al final, su hijo, Jacobo, heredará el trono de Isabel.
Como nadie ignora, la vida de María Estuardo fue una sucesión de despropósitos trágicos que acabaron con la muerte (asesinato) de su segundo marido, el rey consorte, a manos de su amante, Bothwell, lo que al cabo originó la pérdida del trono de Escocia, la huida y prisión y, tras tres largos lustros, la muerte por decapitación.
En medio, una vida de lujo y refinamiento en la corte francesa, soledad de viuda adolescente, el regreso a Escocia como reina de su país, acechanzas, diplomacias entrecruzadas y, sobre todo, la difícil relación con su “prima” Isabel, detentadora por carambola (al morir su hermanastro) del trono de Inglaterra, siendo ella, María, en tanto que heredera directa de Enrique VII, su principal rival y enemiga. Al final, su hijo, Jacobo, heredará el trono de Isabel.
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Tres personajes y un fantasma
Esta vida tremenda ha dado lugar a multitud de obras literarias, películas (como la de John Ford) y, sobre todo, interpretaciones partidistas, siempre interesadas, sobre la culpabilidad o no de María en todo este tremebundo y apasionado enredo. La última, por ahora, en revisitar el tema, con originalidad y talento, ha sido Denise Despeyroux.
El argumento es simple, la estructura compleja, el tema, de gran hondura: una actriz repasa en su buhardilla, dirigida por el autor a través de skype, en una tienda de campaña en Inglaterra, al pie de un castillo donde estuvo presa la reina María Estuardo, el monólogo que la misma interpreta momentos antes de subir al patíbulo.
El autor del drama está obsesionado por saber si al final la reina de Escocia se entrevistó con su némesis, la reina Isabel, tal como sugiere Schiller en su drama, y para eso (¡!) ha decidido ir al castillo y entrevistar al fantasma de la reina.
Aparece un tercer personaje, un actor que va a interpretar, precisamente, a la reina Isabel, la hija de Ana Bolena. Durante hora y media se teje así, entre los tres, más el fantasma de la reina, una trama a ratos histórica (la tragedia de María Estuardo, tan admirablemente retratada por Stefan Zwig, a cuyo libro se hace mención en la obra), a ratos metateatral, a trancos surreal y cómica.
Asistir a algo grande
Al final, una espléndida (y divertida) reflexión sobre la frágil condición humana, el lugar que ocupan las pasiones, el papel del teatro en el conglomerado de los afectos y la capacidad que tiene (simbólicamente) de oficiar como medium entre el actor y su personaje.
Como decía siempre García Calvo en sus tertulias, cuando oímos en Hamlet: “Ser o no ser, esta es la cuestión”, quién lo dice, ¿el actor?, ¿el personaje?, ¿el autor?, ¿acaso uno mismo, reflejado, como espectáculo, en lo que allí acontece?
Si en Carne viva Denise Despeyroux jugaba con la puesta en escena simultánea en tres espacios diferentes, ya en La realidad, su anterior producción, apostaba por la interacción virtual a través de las nuevas tecnologías. Tras la inicial sorpresa del original planteamiento escénico, el espectador se sumerge, gozosamente, gracias a la gran interpretación de los tres actores (el grabado, Fernando Cayo, y los dos en escena) en esta farsa históricometateatral con toques de humor surreal.
Subrayemos el enorme trabajo de Ester Belver, quien tiene que hacer de Paloma, la actriz que representa a María Estuardo, del personaje de la reina en la obra escrita por su amigo, y de médium de la reina, cuando esta la “posee”: le cambia el gesto, la disposición corporal, la mirada de los ojos; da miedo.
En resumen, un placer, un gozo, una joya.
Una vuelta, original y modernísima, al teatro de siempre en su sentido más dionisíaco y catárquico. Los espacios y los tiempos escénicos, en el único de la buhardilla de Paloma, se multiplican y suceden, como las emociones, y uno sale al patio de la corrala, en pleno Lavapiés, con la sensación clara de haber asistido a algo grande. No dejen de verla.
Esta vida tremenda ha dado lugar a multitud de obras literarias, películas (como la de John Ford) y, sobre todo, interpretaciones partidistas, siempre interesadas, sobre la culpabilidad o no de María en todo este tremebundo y apasionado enredo. La última, por ahora, en revisitar el tema, con originalidad y talento, ha sido Denise Despeyroux.
El argumento es simple, la estructura compleja, el tema, de gran hondura: una actriz repasa en su buhardilla, dirigida por el autor a través de skype, en una tienda de campaña en Inglaterra, al pie de un castillo donde estuvo presa la reina María Estuardo, el monólogo que la misma interpreta momentos antes de subir al patíbulo.
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Subrayemos el enorme trabajo de Ester Belver, quien tiene que hacer de Paloma, la actriz que representa a María Estuardo, del personaje de la reina en la obra escrita por su amigo, y de médium de la reina, cuando esta la “posee”: le cambia el gesto, la disposición corporal, la mirada de los ojos; da miedo.
En resumen, un placer, un gozo, una joya.
Una vuelta, original y modernísima, al teatro de siempre en su sentido más dionisíaco y catárquico. Los espacios y los tiempos escénicos, en el único de la buhardilla de Paloma, se multiplican y suceden, como las emociones, y uno sale al patio de la corrala, en pleno Lavapiés, con la sensación clara de haber asistido a algo grande. No dejen de verla.
Referencia:
Texto y dirección: Denise Despeyroux.
Intérpretes: Ester Bellver, Fernando Cayo y Joan Carles Suau.
Producción: Carne viva, Rotura producciones y LAZONA.
Próximas representaciones: Hasta el 7 de febrero de 2016 en la Sala Mirador.
Horario: De jueves a sábado, a las 20 h. Domingo, 19:30 h
Texto y dirección: Denise Despeyroux.
Intérpretes: Ester Bellver, Fernando Cayo y Joan Carles Suau.
Producción: Carne viva, Rotura producciones y LAZONA.
Próximas representaciones: Hasta el 7 de febrero de 2016 en la Sala Mirador.
Horario: De jueves a sábado, a las 20 h. Domingo, 19:30 h