El buque de investigación Helmer Hanssen, de La Universidad Ártica de Noruega (UiT), en alta mar junto al archipiélago Svalbard. Crédito: Randall Hyman
El océano Ártico absorbe más dióxido de carbono que metano emite a la atmósfera, ha descubierto una investigación. Las aguas oceánicas superficiales del océano Ártico absorben 2.000 veces más dióxido de carbono de la atmósfera que la cantidad de metano que escapa a la atmósfera en las mismas aguas, según este estudio, realizado por el USGS Gas Hydrates Project .
El enfriamiento resultante de la absorción del dióxido de carbono es 230 veces superior que el efecto de calentamiento que puede esperarse de las cantidades de metano escapadas del océano en las mismas aguas, ha determinado esta investigación.
En consecuencia, el enfriamiento neto de la captura de CO2 sobrepasa el efecto del metano en más de 20.000%, según los investigadores, lo que significa que la absorción de CO2 derivada del escape del metano limita considerablemente el calentamiento global.
La explicación no es menos sorprendente: los científicos observaron que mientras se escapa, el metano se lleva consigo importantes nutrientes que, una vez llegan a la superficie del océano, alimentan a las algas, que de esta forma aceleran la captura de CO2 por el océano.
Investigaciones anteriores habían demostrado que cuando aguas frías y ricas en nutrientes vienen de las profundidades oceánicas, las algas cercanas a la superficie pueden utilizar esos nutrientes para mejorar sus procesos fotosintéticos, lo que resulta en más dióxido de carbono que se absorbe de la atmósfera. Sin embargo, este estudio es el primero en confirmar este proceso, que ocurre cuando las aguas ricas en metano suben a la superficie.
El descubrimiento, aunque constituye una sorpresa que revoluciona la comprensión del calentamiento climático, tiene un efecto limitado, ya que para que funcione, es necesario que el metano se escape de aguas poco profundas, con la finalidad de que los nutrientes puedan ser llevados hasta la superficie. Sin embargo, una gran parte del metano del Ártico no está bajo el agua, sino que sale de la tierra y se evapora directamente a la atmósfera.
El enfriamiento resultante de la absorción del dióxido de carbono es 230 veces superior que el efecto de calentamiento que puede esperarse de las cantidades de metano escapadas del océano en las mismas aguas, ha determinado esta investigación.
En consecuencia, el enfriamiento neto de la captura de CO2 sobrepasa el efecto del metano en más de 20.000%, según los investigadores, lo que significa que la absorción de CO2 derivada del escape del metano limita considerablemente el calentamiento global.
La explicación no es menos sorprendente: los científicos observaron que mientras se escapa, el metano se lleva consigo importantes nutrientes que, una vez llegan a la superficie del océano, alimentan a las algas, que de esta forma aceleran la captura de CO2 por el océano.
Investigaciones anteriores habían demostrado que cuando aguas frías y ricas en nutrientes vienen de las profundidades oceánicas, las algas cercanas a la superficie pueden utilizar esos nutrientes para mejorar sus procesos fotosintéticos, lo que resulta en más dióxido de carbono que se absorbe de la atmósfera. Sin embargo, este estudio es el primero en confirmar este proceso, que ocurre cuando las aguas ricas en metano suben a la superficie.
El descubrimiento, aunque constituye una sorpresa que revoluciona la comprensión del calentamiento climático, tiene un efecto limitado, ya que para que funcione, es necesario que el metano se escape de aguas poco profundas, con la finalidad de que los nutrientes puedan ser llevados hasta la superficie. Sin embargo, una gran parte del metano del Ártico no está bajo el agua, sino que sale de la tierra y se evapora directamente a la atmósfera.
La zona poco profunda del Océano Ártico ha sido una de las principales áreas de este estudio. Observatorios de los fondos oceánicos, barcos de investigación y aviones fueron desplegados en un área de 250 pozos de gas metano activos en el Océano Ártico. Ilustración: Torger Grytå, CAGE.
En el Ártico noruego
El estudio se realizó cerca del archipiélago Svalbard de Noruega, situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo.
Durante el estudio, los científicos midieron las concentraciones de metano y de dióxido de carbono en las aguas cercanas a la superficie y en el aire, justo por encima de la superficie del océano. Las mediciones se realizaron sobre campos de filtración de metano situados a una profundidad de entre 260 y 8.530 pies (entre 80 y 2.600 metros).
El análisis de los datos confirmó no sólo el escape de metano, sino que al mismo tiempo cantidades significativas de CO2 estaban siendo absorbidas por las mismas aguas que registraban los escapes de metano.
El metano es un potente gas de efecto invernadero. Su impacto sobre el calentamiento climático es de 25 a 30 veces más importante que el del dióxido de carbono, el temido CO2. El metano está presente en grandes cantidades en los subsuelos oceánicos del Ártico y, debido a las variaciones climáticas, se escapa hacia la superficie y a continuación a la atmósfera.
Efecto limitado
El estudio se realizó cerca del archipiélago Svalbard de Noruega, situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo, donde los científicos midieron las concentraciones de metano y de dióxido de carbono en las aguas cercanas a la superficie y en el aire, justo por encima de la superficie del océano. Las mediciones se realizaron sobre campos de filtración de metano situados a una profundidad de entre 260 y 8.530 pies (entre 80 y 2.600 metros).
El análisis de los datos confirmó no sólo el escape de metano, sino que al mismo tiempo cantidades significativas de CO2 estaban siendo absorbidas por las mismas aguas que registraban los escapes de metano.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este proceso ocurre en aguas frías y poco profundas y no se sabe si ocurriría lo mismo en aguas más cálidas y profundas. Lo más probable es que en estas aguas el metano liberado no consiga transportar nutrientes hasta la superficie, que es donde hay luz para que los organismos fotosintéticos hagan la fotosíntesis.
Otro problema es que si el mar sigue aumentando de temperatura, el proceso de liberación de metano podría incrementarse considerablemente debido a una liberación repentina de este gas desde los depósitos de clatrato de metano situados en los fondos oceánicos.
Esto provocaría una alteración del medio ambiente de los océanos y de la atmósfera de la Tierra similar a la que originó una extinción masiva hace aproximadamente 250 millones de años, o similar también al brusco cambio climático que marcó el fin del Paleoceno y el inicio del Eoceno, hace 55,8 millones de años, según los científicos.
El estudio se realizó cerca del archipiélago Svalbard de Noruega, situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo.
Durante el estudio, los científicos midieron las concentraciones de metano y de dióxido de carbono en las aguas cercanas a la superficie y en el aire, justo por encima de la superficie del océano. Las mediciones se realizaron sobre campos de filtración de metano situados a una profundidad de entre 260 y 8.530 pies (entre 80 y 2.600 metros).
El análisis de los datos confirmó no sólo el escape de metano, sino que al mismo tiempo cantidades significativas de CO2 estaban siendo absorbidas por las mismas aguas que registraban los escapes de metano.
El metano es un potente gas de efecto invernadero. Su impacto sobre el calentamiento climático es de 25 a 30 veces más importante que el del dióxido de carbono, el temido CO2. El metano está presente en grandes cantidades en los subsuelos oceánicos del Ártico y, debido a las variaciones climáticas, se escapa hacia la superficie y a continuación a la atmósfera.
Efecto limitado
El estudio se realizó cerca del archipiélago Svalbard de Noruega, situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo, donde los científicos midieron las concentraciones de metano y de dióxido de carbono en las aguas cercanas a la superficie y en el aire, justo por encima de la superficie del océano. Las mediciones se realizaron sobre campos de filtración de metano situados a una profundidad de entre 260 y 8.530 pies (entre 80 y 2.600 metros).
El análisis de los datos confirmó no sólo el escape de metano, sino que al mismo tiempo cantidades significativas de CO2 estaban siendo absorbidas por las mismas aguas que registraban los escapes de metano.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que este proceso ocurre en aguas frías y poco profundas y no se sabe si ocurriría lo mismo en aguas más cálidas y profundas. Lo más probable es que en estas aguas el metano liberado no consiga transportar nutrientes hasta la superficie, que es donde hay luz para que los organismos fotosintéticos hagan la fotosíntesis.
Otro problema es que si el mar sigue aumentando de temperatura, el proceso de liberación de metano podría incrementarse considerablemente debido a una liberación repentina de este gas desde los depósitos de clatrato de metano situados en los fondos oceánicos.
Esto provocaría una alteración del medio ambiente de los océanos y de la atmósfera de la Tierra similar a la que originó una extinción masiva hace aproximadamente 250 millones de años, o similar también al brusco cambio climático que marcó el fin del Paleoceno y el inicio del Eoceno, hace 55,8 millones de años, según los científicos.
Referencia
Enhanced CO2 uptake at a shallow Arctic Ocean seep field overwhelms the positive warming potential of emitted methane. PNAS, DOI: 10.1073/pnas.1618926114
Enhanced CO2 uptake at a shallow Arctic Ocean seep field overwhelms the positive warming potential of emitted methane. PNAS, DOI: 10.1073/pnas.1618926114