El coaching de los ejecutivos es ya una estrategia de negocio que se ha abierto paso entre las organizaciones como una herramienta muy estimable capaz de sacar a relucir sus talentos escondidos o poco explotados. Pese a que pocos dudan de su utilidad, hay corrientes de escepticismo dentro de las empresas respecto a su eficacia. Ahora, dos investigadores están desarrollando un modo de valorar el retorno que las empresas tienen de su inversión en coaching.
Más y más empresas dan trabajo a “coaches” para potenciar el talento de sus ejecutivos y, como consecuencia, mejorar los resultados del negocio. Una encuesta llevada a cabo el año pasado por el Instituto de Capital Humano y DBM (una empresa de coaching) puso de manifiesto que el 60% de las empresas estadounidenses usan los servicios de un “coach”. El mismo estudio llegaba a la conclusión de que 472 empresas muy representativas del país y de todos los sectores consideraban que el coaching era una buena forma de que un directivo llegara a desarrollarse.
Pero quizá el elemento central no sean todos estos porcentajes, sino si hay realmente un retorno en la inversión que las empresas hacen en coaching. Esta es la pregunta que Derek Steinbrenner, de Cambria Consulting y Barry Scholosser, Strategic Executiv Advisors, se hicieron antes de empezar su investigación.
¿Una buena inversión?
Para llevarla a cabo, están trabajando con varias compañías que usan coaches habitualmente, como Wachovia, Credit Suisse, Deloitte o Citi. Su primera impresión es que “el coaching tiene un impacto real en el negocio”, comentan en una nota de prensa de la Society for Industrial and Organizational Psychology, donde presentarán los resultados de este investigación el mes que viene..
Ha habido muchos estudios que han mostrado claramente que el coaching es muy útil para los individuos, pero los directivos quieren saber, como es lógico, si su inversión en este sistema va a ser o no bueno para la empresa.
Steinbrenner y Scholosser consideran que todos los actores en el proceso de coaching (el coach, el directivo y quién recibe la formación) le atribuyen un valor positivo. Ahora bien, los segundos, los directivos se muestran menos entusiastas sobre sus beneficios.
“Buscan una evidencia creíble con la que poder mostrar a quienes están por encima de ellos que no es una perdida de tiempo y dinero”, dice Steinbrenner.
Eso es justamente lo que busca este estudio. Ambos investigadores están desarrollando un sistema científico de medición de la efectividad del coaching que será muy útil para que las organizaciones puedan diseñar sus programas de formación o tomar decisiones al respecto.
“Básicamente estamos tratando de determinar el impacto del coaching desde la perspectiva del coach, del directivo y de quién recibe este tipo de formación. El coaching afecta a cada actor de manera diferente y nosotros estamos desarrollando conclusiones que sean útiles para todos ellos”, afirma Scholosser.
Uno de los motivos por los que los directivos no se muestran muy entusiasmados con el coaching es porque no se les suele pedir que tomen parte activa en el proceso. Por ello, el estudio recomienda que todos los agentes involucrados en el coaching tengan en cuenta el papel de los directivos. “De lo contrario, éstos lo contemplarán como algo de escaso valor”.
Los beneficios
El coaching fue usado al principio para relanzar las carreras de ejecutivos que habían perdido el norte. Hoy en día, este tipo de “remedios” se usa menos, ya que el coaching es utilizado proactivamente para desarrollar las potencialidades de los empleados y que incluso éstos puedan entrar en las carreras de sucesión de los máximos dirigentes de una organización.
“El coaching es una técnica de desarrollo individualizado que está ganando terreno en algunas organizaciones, ya que revisa sistemáticamente sus talentos y sus planes de sucesión”, comenta Steinbrenner.
El estudio advierte que, aunque el coste del coaching (entre los 20.000 y los 40.000 dólares para una formación de 6 meses) es un factor a tener en cuenta, no es el único. Según sus autores, el coaching potencia el compromiso del empleado, hace aumentar su productividad, lo alinea con la estrategia de la empresa y mejora la capacidad de comunicación. “Todo ello puede tener un impacto positivo sobre los resultados de la empresa”
Pero quienes deben tomar la decisión de implantar en una empresa el coaching se basan sobre todo en el valor para tomar una decisión en un sentido o en otro. “En el estudio sugerimos que un directivo se fija más en el coste cuando no tiene una idea clara o de primera mano sobre el valor que aporta el coaching”.
Más y más empresas dan trabajo a “coaches” para potenciar el talento de sus ejecutivos y, como consecuencia, mejorar los resultados del negocio. Una encuesta llevada a cabo el año pasado por el Instituto de Capital Humano y DBM (una empresa de coaching) puso de manifiesto que el 60% de las empresas estadounidenses usan los servicios de un “coach”. El mismo estudio llegaba a la conclusión de que 472 empresas muy representativas del país y de todos los sectores consideraban que el coaching era una buena forma de que un directivo llegara a desarrollarse.
Pero quizá el elemento central no sean todos estos porcentajes, sino si hay realmente un retorno en la inversión que las empresas hacen en coaching. Esta es la pregunta que Derek Steinbrenner, de Cambria Consulting y Barry Scholosser, Strategic Executiv Advisors, se hicieron antes de empezar su investigación.
¿Una buena inversión?
Para llevarla a cabo, están trabajando con varias compañías que usan coaches habitualmente, como Wachovia, Credit Suisse, Deloitte o Citi. Su primera impresión es que “el coaching tiene un impacto real en el negocio”, comentan en una nota de prensa de la Society for Industrial and Organizational Psychology, donde presentarán los resultados de este investigación el mes que viene..
Ha habido muchos estudios que han mostrado claramente que el coaching es muy útil para los individuos, pero los directivos quieren saber, como es lógico, si su inversión en este sistema va a ser o no bueno para la empresa.
Steinbrenner y Scholosser consideran que todos los actores en el proceso de coaching (el coach, el directivo y quién recibe la formación) le atribuyen un valor positivo. Ahora bien, los segundos, los directivos se muestran menos entusiastas sobre sus beneficios.
“Buscan una evidencia creíble con la que poder mostrar a quienes están por encima de ellos que no es una perdida de tiempo y dinero”, dice Steinbrenner.
Eso es justamente lo que busca este estudio. Ambos investigadores están desarrollando un sistema científico de medición de la efectividad del coaching que será muy útil para que las organizaciones puedan diseñar sus programas de formación o tomar decisiones al respecto.
“Básicamente estamos tratando de determinar el impacto del coaching desde la perspectiva del coach, del directivo y de quién recibe este tipo de formación. El coaching afecta a cada actor de manera diferente y nosotros estamos desarrollando conclusiones que sean útiles para todos ellos”, afirma Scholosser.
Uno de los motivos por los que los directivos no se muestran muy entusiasmados con el coaching es porque no se les suele pedir que tomen parte activa en el proceso. Por ello, el estudio recomienda que todos los agentes involucrados en el coaching tengan en cuenta el papel de los directivos. “De lo contrario, éstos lo contemplarán como algo de escaso valor”.
Los beneficios
El coaching fue usado al principio para relanzar las carreras de ejecutivos que habían perdido el norte. Hoy en día, este tipo de “remedios” se usa menos, ya que el coaching es utilizado proactivamente para desarrollar las potencialidades de los empleados y que incluso éstos puedan entrar en las carreras de sucesión de los máximos dirigentes de una organización.
“El coaching es una técnica de desarrollo individualizado que está ganando terreno en algunas organizaciones, ya que revisa sistemáticamente sus talentos y sus planes de sucesión”, comenta Steinbrenner.
El estudio advierte que, aunque el coste del coaching (entre los 20.000 y los 40.000 dólares para una formación de 6 meses) es un factor a tener en cuenta, no es el único. Según sus autores, el coaching potencia el compromiso del empleado, hace aumentar su productividad, lo alinea con la estrategia de la empresa y mejora la capacidad de comunicación. “Todo ello puede tener un impacto positivo sobre los resultados de la empresa”
Pero quienes deben tomar la decisión de implantar en una empresa el coaching se basan sobre todo en el valor para tomar una decisión en un sentido o en otro. “En el estudio sugerimos que un directivo se fija más en el coste cuando no tiene una idea clara o de primera mano sobre el valor que aporta el coaching”.