El capital riesgo confía más en un modelo de negocio que en los directivos encargados de llevarlo a cabo. Según un estudio, más de la mitad de los directivos de empresas financiadas por firmas de capital riesgo en los Estados Unidos son sustituidos.
La legendaria figura del la industria del capital riesgo Arthur Rock solía decir que un brillante equipo de dirección es capaz de encontrar una buena oportunidad incluso dando un salto al vació desde el puesto que ocupe su empresa en el mercado. Con esto, sostenía que lo más importante no es apostar por un buen negocio, sino siempre hacerlo por un buen equipo de dirección.
En un momento econonómico como el actual, totalmente teñido de pesimismo (basado a veces en datos reales, y otras tantas en toda una política del miedo), parece lógico que las empresas se pongan en manos de directivos muy experimentados y con un historial exitoso a sus espaldas. Evidentemente, los inversores también están apoyando a aquellas empresas que cuentan en sus filas con brillantes gerentes y con brillantes modelos de negocio.
La visión de que un buen directivo puede marcar la diferencia para una empresa también ha llegado a las Escuelas de Negocio, donde si se pregunta a los estudiantes qué es lo más importante, si el “caballo” o el “jinete”, la mayor parte de ellos dirán, sin duda, que el “jinete”, es decir, el encargado de llevar las riendas de la empresa.
Un nuevo estudio, de próxima aparición en la revista Journal of Finance, ha puesto de manifiesto que en el mundo real, las empresas de capital riesgo están haciendo justamente lo contrario, es decir, poner más énfasis en el caballo que en el jinete.
Según informa The Economist, los autores del estudio, Steven Kaplan, de la Escuela de Negocio de Chicago, Berk Sensoy, de la Universidad Southern California, y Per Strömber, del Swedish Institute for Financial Research, buscaron ejemplos en 50 empresas apoyadas por compañías de capital riesgo. Para ello, examinaron sus primeros planes de negocio y después hicieron un seguimiento de su recorrido en años posteriores. El estudio comprendió empresas de sectores muy diversos entre los años 1995 y 1998.
Mismo caballo, diferente jinete
La investigación muestra que, durante el periodo en que fueron estudiadas, sólo una de las cincuenta empresas cambió su línea de negocio, y ninguna hizo adquisiciones fuera de su actividad principal. Es decir, y siguiendo con el símil hípico, los caballos siguieron el camino prefijado.
Sin embargo, el jinete cambió con mucha frecuencia. Al final del periodo cubierto por la investigación, sólo el 44% de los directivos eran los mismos que cuando fueron diseñados los planes de negocio iniciales. El estudio también muestra que en ese periodo hubo cambios significativos en otros ejecutivos senior, como directores financieros o jefes de marketing. Las implicaciones de esto son claras: los inversores tienden más a cambiar los directivos que la dirección estratégica de la empresa.
Para testar la validez de estas ideas, los investigadores estudiaron todas las Ofertas Públicas de Venta (operación que se realiza a través del mercado bursátil, en la que un ofertante quiere poner a la venta algún activo financiero de una empresa o sociedad) que tuvieron lugar en los Estados Unidos en 2004. De todas ellas, en sólo 88 de ellas había detrás una empresa de capital riesgo, y en únicamente un puñado se puede ver un cambio significativo de su plan de negocio original.
Importantes, pero no vitales
Las empresas, sin embargo, no tuvieron tanta fe en sus ejecutivos: durante ese periodo, la mitad de los directores ejecutivos fueron reemplazados por los dueños de las empresas, y sólo una cuarta parte de los directivos senior permanecieron en su puesto. Estos cambios no quieren decir que los directivos sean irrelevantes en las empresas nuevas (de hecho, a muchos de los directivos despedidos se les dio entre un 4% y un 5% de participaciones en las empresas que ayudaron a levantar), pero para la mayor parte de las empresas de capital riesgo no es un factor vital para llevar a cabo un plan de negocio “ganador”.
De hecho, muchos conocidos inversores han puesto su dinero en empresas de sectores que consideraban muy jugosos, incluso sin gustarles los directivos que había al frente. Uno de los casos más significativos fue el de la empresa de capital riesgo Sequoia Capital, que invirtió en una pequeña compañía llamada Cisco, aunque fue desestimada previamente por otros inversores porque consideraron que sus directivos eran muy débiles. Evidentemente, se equivocaron.
La legendaria figura del la industria del capital riesgo Arthur Rock solía decir que un brillante equipo de dirección es capaz de encontrar una buena oportunidad incluso dando un salto al vació desde el puesto que ocupe su empresa en el mercado. Con esto, sostenía que lo más importante no es apostar por un buen negocio, sino siempre hacerlo por un buen equipo de dirección.
En un momento econonómico como el actual, totalmente teñido de pesimismo (basado a veces en datos reales, y otras tantas en toda una política del miedo), parece lógico que las empresas se pongan en manos de directivos muy experimentados y con un historial exitoso a sus espaldas. Evidentemente, los inversores también están apoyando a aquellas empresas que cuentan en sus filas con brillantes gerentes y con brillantes modelos de negocio.
La visión de que un buen directivo puede marcar la diferencia para una empresa también ha llegado a las Escuelas de Negocio, donde si se pregunta a los estudiantes qué es lo más importante, si el “caballo” o el “jinete”, la mayor parte de ellos dirán, sin duda, que el “jinete”, es decir, el encargado de llevar las riendas de la empresa.
Un nuevo estudio, de próxima aparición en la revista Journal of Finance, ha puesto de manifiesto que en el mundo real, las empresas de capital riesgo están haciendo justamente lo contrario, es decir, poner más énfasis en el caballo que en el jinete.
Según informa The Economist, los autores del estudio, Steven Kaplan, de la Escuela de Negocio de Chicago, Berk Sensoy, de la Universidad Southern California, y Per Strömber, del Swedish Institute for Financial Research, buscaron ejemplos en 50 empresas apoyadas por compañías de capital riesgo. Para ello, examinaron sus primeros planes de negocio y después hicieron un seguimiento de su recorrido en años posteriores. El estudio comprendió empresas de sectores muy diversos entre los años 1995 y 1998.
Mismo caballo, diferente jinete
La investigación muestra que, durante el periodo en que fueron estudiadas, sólo una de las cincuenta empresas cambió su línea de negocio, y ninguna hizo adquisiciones fuera de su actividad principal. Es decir, y siguiendo con el símil hípico, los caballos siguieron el camino prefijado.
Sin embargo, el jinete cambió con mucha frecuencia. Al final del periodo cubierto por la investigación, sólo el 44% de los directivos eran los mismos que cuando fueron diseñados los planes de negocio iniciales. El estudio también muestra que en ese periodo hubo cambios significativos en otros ejecutivos senior, como directores financieros o jefes de marketing. Las implicaciones de esto son claras: los inversores tienden más a cambiar los directivos que la dirección estratégica de la empresa.
Para testar la validez de estas ideas, los investigadores estudiaron todas las Ofertas Públicas de Venta (operación que se realiza a través del mercado bursátil, en la que un ofertante quiere poner a la venta algún activo financiero de una empresa o sociedad) que tuvieron lugar en los Estados Unidos en 2004. De todas ellas, en sólo 88 de ellas había detrás una empresa de capital riesgo, y en únicamente un puñado se puede ver un cambio significativo de su plan de negocio original.
Importantes, pero no vitales
Las empresas, sin embargo, no tuvieron tanta fe en sus ejecutivos: durante ese periodo, la mitad de los directores ejecutivos fueron reemplazados por los dueños de las empresas, y sólo una cuarta parte de los directivos senior permanecieron en su puesto. Estos cambios no quieren decir que los directivos sean irrelevantes en las empresas nuevas (de hecho, a muchos de los directivos despedidos se les dio entre un 4% y un 5% de participaciones en las empresas que ayudaron a levantar), pero para la mayor parte de las empresas de capital riesgo no es un factor vital para llevar a cabo un plan de negocio “ganador”.
De hecho, muchos conocidos inversores han puesto su dinero en empresas de sectores que consideraban muy jugosos, incluso sin gustarles los directivos que había al frente. Uno de los casos más significativos fue el de la empresa de capital riesgo Sequoia Capital, que invirtió en una pequeña compañía llamada Cisco, aunque fue desestimada previamente por otros inversores porque consideraron que sus directivos eran muy débiles. Evidentemente, se equivocaron.