Quedan aún dos semanas para disfrutar de una nueva divertida, profunda y original obra de la joven dramaturga Denise Despeyroux, que sigue derrochando talento e imaginación, convirtiendo cada estreno en una ocasión para urdir un mundo descacharrante.
Lo hace con toques esotéricos y surreales que proveen, como en bandeja, a esta autora de una enorme libertad poética para desplegar una serie de hondas cuestiones sobre la frágil e impredecible condición humana, lo cual en sus funciones mueve siempre y sin transición de la risa al corazón en un puño, con una –aparente- facilidad pasmosa.
Si tuviera que titular estas notas, no me lo pensaría dos veces: Constelaciones familiares. Y no precisamente porque una de las protagonistas sea versada en la materia y ponga a toda la familia en danza de tanto en tanto. Va más allá de lo epidérmico y ya lo anuncia el propio título de la función.
El espectador que conozca la trayectoria de Despeyroux reconocerá en esta obra varias marcas de la casa, a saber, el uso del esoterismo como resorte dramático y humorístico, la comunicación vía Internet para abrir las escenas a personajes lejanos con los que se dialoga en un falso y muy medido directo, las pinceladas de humor surreal, y, en fin, su fina indagación sobre las (complejas y llenas de aristas) relaciones familiares.
Lo hace con toques esotéricos y surreales que proveen, como en bandeja, a esta autora de una enorme libertad poética para desplegar una serie de hondas cuestiones sobre la frágil e impredecible condición humana, lo cual en sus funciones mueve siempre y sin transición de la risa al corazón en un puño, con una –aparente- facilidad pasmosa.
Si tuviera que titular estas notas, no me lo pensaría dos veces: Constelaciones familiares. Y no precisamente porque una de las protagonistas sea versada en la materia y ponga a toda la familia en danza de tanto en tanto. Va más allá de lo epidérmico y ya lo anuncia el propio título de la función.
El espectador que conozca la trayectoria de Despeyroux reconocerá en esta obra varias marcas de la casa, a saber, el uso del esoterismo como resorte dramático y humorístico, la comunicación vía Internet para abrir las escenas a personajes lejanos con los que se dialoga en un falso y muy medido directo, las pinceladas de humor surreal, y, en fin, su fina indagación sobre las (complejas y llenas de aristas) relaciones familiares.
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Trío femenino
Como en su estupenda La realidad, aquí también el conflicto arranca tras una conversación a través de skype entre Andrómeda y su hermana gemela Luz, que vive en la India.
Este papel doble lo realiza una estupenda Cecilia Freire, que, además, tiene que hacer de Andrómeda interpretando a Luz, acatando el deseo de esta, en un primer momento y, luego, por propia voluntad, tras ver el resultado que su suplantación ha obrado en la familia, sobre todo en su madre, una Ascen López en estado de gracia que tiene la habilidad de hacernos creer que siempre interpreta papeles a su medida.
El trío femenino lo cierra Ester Belver, en un momento de madurez interpretativa exquisita, llena de matices, miradas, gestos y posturas corporales. La actriz borda su complejo papel de Casandra, una chifleta y bondadosa madre, tía y hermana que se ha “iluminado” tras una sesión de ayahuasca y desea poner un poco de paz espiritual en su disparatada familia.
Por último, su hijo, y primo de las gemelas, también un estupendo Juan Ceacero, cuyo personaje compone a un joven cantautor de “pop lacaniano”, creo que eso ya lo dice todo.
Estos cuatro actores, más la hermana ausente/presente y un sexto personaje “virtual” o epistolar que, en un momento dado, se materializará también por teleconferencia, van a urdir una trama que, en su aparente y ligera y amable sucesión de escenas, compone un prisma, un caleidoscopio de emociones, anhelos, fantasías y miedos que abocetan magistralmente algunas de las carencias afectivas (y metafísicas) del ser humano, desde el cainismo y el complejo de Edipo, hasta la busca del príncipe azul, la huida de la realidad o la necesidad de indagar, hasta el final, en el sentido de todo esto.
Y en el fondo, una historia de amor (imposible) que se limpia y perdona en el bello monólogo final de Andrómeda en medio de la selva amazónica. No se la pierdan.
Como en su estupenda La realidad, aquí también el conflicto arranca tras una conversación a través de skype entre Andrómeda y su hermana gemela Luz, que vive en la India.
Este papel doble lo realiza una estupenda Cecilia Freire, que, además, tiene que hacer de Andrómeda interpretando a Luz, acatando el deseo de esta, en un primer momento y, luego, por propia voluntad, tras ver el resultado que su suplantación ha obrado en la familia, sobre todo en su madre, una Ascen López en estado de gracia que tiene la habilidad de hacernos creer que siempre interpreta papeles a su medida.
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Por último, su hijo, y primo de las gemelas, también un estupendo Juan Ceacero, cuyo personaje compone a un joven cantautor de “pop lacaniano”, creo que eso ya lo dice todo.
Estos cuatro actores, más la hermana ausente/presente y un sexto personaje “virtual” o epistolar que, en un momento dado, se materializará también por teleconferencia, van a urdir una trama que, en su aparente y ligera y amable sucesión de escenas, compone un prisma, un caleidoscopio de emociones, anhelos, fantasías y miedos que abocetan magistralmente algunas de las carencias afectivas (y metafísicas) del ser humano, desde el cainismo y el complejo de Edipo, hasta la busca del príncipe azul, la huida de la realidad o la necesidad de indagar, hasta el final, en el sentido de todo esto.
Y en el fondo, una historia de amor (imposible) que se limpia y perdona en el bello monólogo final de Andrómeda en medio de la selva amazónica. No se la pierdan.
Referencia:
Obra: Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales.
Autora y directora: Denise Despeyroux.
Escenografía, Mónica Boromello.
Iluminación, Pedro Yagüe.
Reparto, Ester Bellver, Juan Ceacero, Cecilia Freire, Ascen López.
Próximas representaciones: hasta el 10 de abril de 2016 en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid.
Obra: Los dramáticos orígenes de las galaxias espirales.
Autora y directora: Denise Despeyroux.
Escenografía, Mónica Boromello.
Iluminación, Pedro Yagüe.
Reparto, Ester Bellver, Juan Ceacero, Cecilia Freire, Ascen López.
Próximas representaciones: hasta el 10 de abril de 2016 en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid.