Las neurociencias nos dicen que el mundo está fuera y nuestra consciencia dentro del cuerpo, separada del mundo, lista para percibirlo. El investigador italiano Riccardo Manzotti propone en un libro reciente una sorprendente hipótesis alternativa: Que la consciencia de un objeto es el mismo objeto del que somos conscientes.
Una de las alteraciones patológicas y perdurables de la consciencia es el estado de mínima respuesta o de consciencia mínima. El neurólogo Lionel Naccache, director del equipo PICNIC Lab del Instituto del Cerebro y la Médula Espinal del CNRS /Inserm/UPMC propone en la revista “Brain” que se modifique la clasificación de este estado, para tener más en cuenta su relación con la corteza cerebral y así poder diagnosticarlo y tratarlo de manera más eficiente.
¿Cómo pueden los procesos cerebrales físicos dar lugar a la consciencia, que es inmaterial? En la relación entre la actividad neuronal y la escala cuántica del cosmos podría estar la respuesta, según algunos científicos. Es lo que proponen Dirk K F Meijer y Hans J.H. Geesink, de la Universidad de Groninga, en Holanda, en un artículo publicado en “NeuroQuantology”.
La vida humana mejoraría si fuéramos más conscientes, explica en esta entrevista el profesor Juan González Blasco, director de la Cátedra Consciencia y Desarrollo de la Universidad de Granada. Añade que en la actualidad la consciencia se ha convertido en una disciplina de estudio que necesita de distintos enfoques académicos para ser entendida.
En los últimos años, se han realizado diversos estudios sobre el funcionamiento del cerebro durante el sueño. Uno de los más recientes demuestra que, tanto en la fase REM como en la NREM del sueño, el cerebro se mantiene tan activo como en la vigilia, y en las mismas regiones. Esto supone que, mientras dormimos, el cerebro desarrolla una forma particular de consciencia, que incluye elementos como la memoria o la autorreflexión.
¿Cómo emerge, de un sustrato material como el del cerebro, una actividad consciente? La pregunta sigue siendo uno de los enigmas principales de la ciencia actual, y se ha afrontado en los últimos años desde distintos ángulos. Lo que de momento parecen señalar las matemáticas es que, si el cerebro funciona como una red, la consciencia podría estar en su núcleo principal (pero no solo).
Solemos pensar que los animales apenas tienen consciencia y capacidades cognitivas avanzadas, pero la ciencia va desmintiendo poco a poco esta creencia. En los últimos años se ha demostrado que diversas especies son mucho más inteligentes de lo que creíamos. Por ejemplo, que los cuervos planifican, los perros reconocen su propio olor o que elefantes tienen consciencia de su propio cuerpo.
Determinar si una persona que se encuentra en estado vegetativo tiene o no consciencia resulta fundamental para su tratamiento y recuperación. Hasta ahora, estos diagnósticos se habían centrado en el análisis del cerebro. Pero científicos del Inserm, en Francia, han ideado recientemente otra metodología: Atender a las fluctuaciones de los corazones de este tipo de pacientes, cuando se les presenta un estímulo sonoro.
A veces no vemos lo que estamos mirando, es decir, no somos conscientes de lo que vemos. ¿Por qué razón? Científicos de la Universidad de Bonn han descubierto que debido a una “desintegración” de las señales visuales que viajan desde el ojo y la corteza visual hacia el lóbulo frontal del cerebro.
Columbia Pictures ha estrenado recientemente “Flatliners”, un remake de la famosa “Línea mortal” de Joel Schumacher de 1990, en la que cinco estudiantes de medicina se provocaban la muerte a sí mismos para ver lo que pasaba “en el otro lado”. Aunque de ciencia ficción, la película invita a revisar lo que hasta ahora se sabe de la consciencia y su origen.