MEDEA Y YO
Medea.- Si te soy sincera, al entrar en el teatro y ver esa escenografía tan explícita me quedé un tanto gélida. Ya sabes que a mí no me van los montajes grandilocuentes ni los decorados monolíticos. Pero el caso es que el desarrollo del drama me sacó del marasmo inicial y consiguió seducirme desde los primeros minutos. En cierto modo es bueno jugar al desconcierto con el espectador, a truncar las expectativas que uno se hace al leer los programas de mano y colarte un buen gol.
Yo.- A ti lo que te pasa es que los montajes caros te resultan sospechosos. A estas alturas no te fías ni un pelo de la capacidad económica de una compañía de teatro, o mejor dicho, del reparto de subvenciones por el organismo de turno.
Medea.- ¡Y quién no! Más aún con la que está cayendo. Lo extraño es que todavía exista la posibilidad de montar una escenografía medianamente efectiva.
Yo.- La cuestión del saneamiento económico de una compañía es relativo. Ese tipo de capacidades puede estar relacionado con el buen funcionamiento a nivel de público. Y además, tengo la sensación de que lo de la escenografía, es un factor secundario.
Medea.- Es cierto, pero reconoce que un escenario bien ostentoso, donde el elemento más llamativo es un pedazo pilar de ocho metros cúbicos es, cuando menos, llamativo.
Yo.- Por supuesto que sí; pero la efectividad está en el texto y en la puesta en escena. Y no me negarás que los de T de TEATRE han conseguido ser algo más que efectivos. Yo diría que últimamente se llevan al espectador a su terreno sin concesiones a la simplonería.
Medea.- Por lo menos yo me he reído de mí misma tanto como de lo que los actores decían y hacían.
Yo.- Porque, en cierto modo, el texto nos atañía a cada uno de nosotros. Aventura es una parodia de un tipo de sociedad que conocemos por experiencia. Estamos hablando de la generación "progre", la de los altos ideales de presunta izquierda que llegó a triunfar en el mundo de los negocios a fuerza de saber venderse.
Medea.- Personalmente no me encuadraría en esa clase social, pero estoy de acuerdo contigo en que esta obra es un retrato bastante conseguido de nuestra progresía.
Medea.- Si te soy sincera, al entrar en el teatro y ver esa escenografía tan explícita me quedé un tanto gélida. Ya sabes que a mí no me van los montajes grandilocuentes ni los decorados monolíticos. Pero el caso es que el desarrollo del drama me sacó del marasmo inicial y consiguió seducirme desde los primeros minutos. En cierto modo es bueno jugar al desconcierto con el espectador, a truncar las expectativas que uno se hace al leer los programas de mano y colarte un buen gol.
Yo.- A ti lo que te pasa es que los montajes caros te resultan sospechosos. A estas alturas no te fías ni un pelo de la capacidad económica de una compañía de teatro, o mejor dicho, del reparto de subvenciones por el organismo de turno.
Medea.- ¡Y quién no! Más aún con la que está cayendo. Lo extraño es que todavía exista la posibilidad de montar una escenografía medianamente efectiva.
Yo.- La cuestión del saneamiento económico de una compañía es relativo. Ese tipo de capacidades puede estar relacionado con el buen funcionamiento a nivel de público. Y además, tengo la sensación de que lo de la escenografía, es un factor secundario.
Medea.- Es cierto, pero reconoce que un escenario bien ostentoso, donde el elemento más llamativo es un pedazo pilar de ocho metros cúbicos es, cuando menos, llamativo.
Yo.- Por supuesto que sí; pero la efectividad está en el texto y en la puesta en escena. Y no me negarás que los de T de TEATRE han conseguido ser algo más que efectivos. Yo diría que últimamente se llevan al espectador a su terreno sin concesiones a la simplonería.
Medea.- Por lo menos yo me he reído de mí misma tanto como de lo que los actores decían y hacían.
Yo.- Porque, en cierto modo, el texto nos atañía a cada uno de nosotros. Aventura es una parodia de un tipo de sociedad que conocemos por experiencia. Estamos hablando de la generación "progre", la de los altos ideales de presunta izquierda que llegó a triunfar en el mundo de los negocios a fuerza de saber venderse.
Medea.- Personalmente no me encuadraría en esa clase social, pero estoy de acuerdo contigo en que esta obra es un retrato bastante conseguido de nuestra progresía.
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Yo.- La divina progresía que trepó en el mercado hasta hacerse de oro. Aquellos que son capaces de vender a su madre si la operación tiene buenos réditos.
Medea.- A su madre, e incluso a ellos mismos. El éxito lleva implícita la pérdida del fuero interno. Lo de triunfar en este mundo nunca sale de balde.
Yo.- Pero lo que a mí me interesa de la obra es lo bien que funciona una propuesta deliberadamente desestructurada sobre una apariencia realista. A poco que te guste el teatro, te darás cuenta de lo eficiente que puede llegar a ser la ruptura de los discursos lineales. Todo eso de la narración tradicional por medio de un planteamiento, un nudo y un desenlace, acaba adormeciendo la conciencia y el juicio del espectador.
Medea.- Ahí está la gracia de la función; en la capacidad de un equipo actoral para llevarnos del despacho a la playa sin salir del mismo sitio.
Yo.- Y en sacarte unas risas de la hiel sin caer en la sal gorda.
Medea.- Porque nos reímos del discurso, y no con el discurso. Me refiero a esas peroratas igualitarias brotadas de los labios de unos nuevos ricos que dicen no creer en el sistema, pero participan y se benefician de esta ley de la selva. Si el pez grande se come al pequeño, no hay más remedio que pasarse al bando de los peces grandes. Es como vivir en Palancares de Eresma y hacerse socio del Real Madrid o del Barcelona.
Yo.- Puede que esa sea la esencia de una propuesta que, en principio, nos presenta a una panda de amiguetes que, paulatinamente, se van revelando como lo que son: un puñado de hipócritas.
Medea.- ¿Y tú crees que nosotros, los de la clase media tirando a baja, tenemos algo de eso?
Yo.- No lo descartaría. Tal vez no en la misma medida, pero aquí, en esta sociedad donde cada uno juega a quererse mucho a sí mismo, todos sabemos
mirar para otro lado cuando conviene. Si alguien tiene que reventar, por lo menos que no me toque a mí.
Medea.- Mientras no nos salpique...
Medea.- A su madre, e incluso a ellos mismos. El éxito lleva implícita la pérdida del fuero interno. Lo de triunfar en este mundo nunca sale de balde.
Yo.- Pero lo que a mí me interesa de la obra es lo bien que funciona una propuesta deliberadamente desestructurada sobre una apariencia realista. A poco que te guste el teatro, te darás cuenta de lo eficiente que puede llegar a ser la ruptura de los discursos lineales. Todo eso de la narración tradicional por medio de un planteamiento, un nudo y un desenlace, acaba adormeciendo la conciencia y el juicio del espectador.
Medea.- Ahí está la gracia de la función; en la capacidad de un equipo actoral para llevarnos del despacho a la playa sin salir del mismo sitio.
Yo.- Y en sacarte unas risas de la hiel sin caer en la sal gorda.
Medea.- Porque nos reímos del discurso, y no con el discurso. Me refiero a esas peroratas igualitarias brotadas de los labios de unos nuevos ricos que dicen no creer en el sistema, pero participan y se benefician de esta ley de la selva. Si el pez grande se come al pequeño, no hay más remedio que pasarse al bando de los peces grandes. Es como vivir en Palancares de Eresma y hacerse socio del Real Madrid o del Barcelona.
Yo.- Puede que esa sea la esencia de una propuesta que, en principio, nos presenta a una panda de amiguetes que, paulatinamente, se van revelando como lo que son: un puñado de hipócritas.
Medea.- ¿Y tú crees que nosotros, los de la clase media tirando a baja, tenemos algo de eso?
Yo.- No lo descartaría. Tal vez no en la misma medida, pero aquí, en esta sociedad donde cada uno juega a quererse mucho a sí mismo, todos sabemos
mirar para otro lado cuando conviene. Si alguien tiene que reventar, por lo menos que no me toque a mí.
Medea.- Mientras no nos salpique...
Referencia:
Título: AVENTURA!
Autor: ALFREDO SANZOL
Compañía: T de TEATRE
Lugar: Teatro Alhambra
Días: 10 y 11 de enero.
Título: AVENTURA!
Autor: ALFREDO SANZOL
Compañía: T de TEATRE
Lugar: Teatro Alhambra
Días: 10 y 11 de enero.