El manejo del dolor pediátrico no es fácil, sobre todo entre los más pequeños. A menudo, los métodos de evaluación existentes no son del todo exactos, principalmente ante la dificultad de comunicación propia de la edad, lo que genera un sufrimiento innecesario por falta de un tratamiento adecuado.
Conseguir una evaluación más precisa es el objetivo de un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina en la Universidad de California San Diego (UCSD), en Estados Unidos, para lo que han creado y probado un software que permite evaluar de forma automática el dolor en los niños en un entorno clínico a través de técnicas de reconocimiento facial.
Según explica la UCSD en un comunicado, los investigadores utilizaron el software para analizar las expresiones faciales relacionadas con el dolor registradas en vídeos realizados a 50 jóvenes, con edades comprendidas entre cinco y 18 años, que se habían sometido a apendicectomías laparoscópicas. En base a este análisis, junto a los datos clínicos, el software proporcionó una puntuación a cada participante.
"Los métodos actuales para analizar el dolor en los niños no son los más adecuados", asegura Jeannie Huang, autor principal del estudio y profesor del Departamento de Pediatría. “Creemos que esta tecnología, que permite una medición continuada del dolor, puede conducir a un mejor tratamiento", añade.
Y es que la importancia de controlar el dolor, no sólo redunda en la comodidad del niño, sino también en su recuperación. Los estudios han demostrado que un tratamiento del dolor bajo se asocia con resultados quirúrgicos adversos, de ahí la necesidad de mejorar los métodos de evaluación.
Conseguir una evaluación más precisa es el objetivo de un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina en la Universidad de California San Diego (UCSD), en Estados Unidos, para lo que han creado y probado un software que permite evaluar de forma automática el dolor en los niños en un entorno clínico a través de técnicas de reconocimiento facial.
Según explica la UCSD en un comunicado, los investigadores utilizaron el software para analizar las expresiones faciales relacionadas con el dolor registradas en vídeos realizados a 50 jóvenes, con edades comprendidas entre cinco y 18 años, que se habían sometido a apendicectomías laparoscópicas. En base a este análisis, junto a los datos clínicos, el software proporcionó una puntuación a cada participante.
"Los métodos actuales para analizar el dolor en los niños no son los más adecuados", asegura Jeannie Huang, autor principal del estudio y profesor del Departamento de Pediatría. “Creemos que esta tecnología, que permite una medición continuada del dolor, puede conducir a un mejor tratamiento", añade.
Y es que la importancia de controlar el dolor, no sólo redunda en la comodidad del niño, sino también en su recuperación. Los estudios han demostrado que un tratamiento del dolor bajo se asocia con resultados quirúrgicos adversos, de ahí la necesidad de mejorar los métodos de evaluación.
Medición y comparación
Actualmente se utiliza la conocida como escala del dolor como herramienta de medición, en la que el propio paciente debe evaluar su dolor en una escala de cero a 10. "Pero en pediatría hay una población limitada de niños que pueden responder a esa pregunta”, señala el profesor.
En estos casos se suele recurrir a la ayuda de los padres o enfermeros, aunque varios estudios anteriores han demostrado que pueden tener dificultades para estimar con precisión el dolor (a menudo lo subestiman). Los padres suelen estar más en sintonía con los niveles de dolor de sus hijos, pero no siempre están disponibles. A ello se añade que las comprobaciones tienden a estar programadas, por lo que no siempre coinciden con momentos en los que se produce el dolor o cuando se necesita intervenir.
En el estudio, que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Pediatrics, los investigadores grabaron a los participantes en tres visitas diferentes tras la cirugía: durante las 24 horas después de la apendicectomía, un día después de la primera visita y en una consulta de seguimiento de 2 a 4 semanas después de la cirugía. Se recogieron tanto las expresiones faciales y la percepción subjetiva de los índices de dolor por parte de los participantes, como las calificaciones de los padres y enfermeros.
El equipo de investigación trato de determinar la precisión del software comparándolo con las estimaciones resultantes del informe con los datos del niño, de sus padres y los enfermeros. Para ello el prototipo utilizó los datos recogidos a través de un software anterior (Computer Expression Recognition Toolbox) del coautor del estudio Marian Bartlett, quien utiliza técnicas de Visión Artificial para analizar expresiones faciales basadas en el Sistema de Codificación de Acciones Faciales (FACS, por las siglas en inglés de Facial Action Coding System).
Se trata de una guía para clasificar diferentes expresiones teniendo en cuenta 46 movimientos de músculos faciales. Desde su desarrollo en los años setenta, su uso ha permitido identificar movimientos faciales relacionados con el dolor, pero en este proyecto se llevó un paso más allá. Con su prototipo de software, los autores del estudio traducen los datos de movimiento facial en una escala de dolor, comparándolos después con la información obtenida tanto por el propio informe del niño como por las estimaciones de los padres y enfermeros.
Actualmente se utiliza la conocida como escala del dolor como herramienta de medición, en la que el propio paciente debe evaluar su dolor en una escala de cero a 10. "Pero en pediatría hay una población limitada de niños que pueden responder a esa pregunta”, señala el profesor.
En estos casos se suele recurrir a la ayuda de los padres o enfermeros, aunque varios estudios anteriores han demostrado que pueden tener dificultades para estimar con precisión el dolor (a menudo lo subestiman). Los padres suelen estar más en sintonía con los niveles de dolor de sus hijos, pero no siempre están disponibles. A ello se añade que las comprobaciones tienden a estar programadas, por lo que no siempre coinciden con momentos en los que se produce el dolor o cuando se necesita intervenir.
En el estudio, que acaba de publicarse en la prestigiosa revista Pediatrics, los investigadores grabaron a los participantes en tres visitas diferentes tras la cirugía: durante las 24 horas después de la apendicectomía, un día después de la primera visita y en una consulta de seguimiento de 2 a 4 semanas después de la cirugía. Se recogieron tanto las expresiones faciales y la percepción subjetiva de los índices de dolor por parte de los participantes, como las calificaciones de los padres y enfermeros.
El equipo de investigación trato de determinar la precisión del software comparándolo con las estimaciones resultantes del informe con los datos del niño, de sus padres y los enfermeros. Para ello el prototipo utilizó los datos recogidos a través de un software anterior (Computer Expression Recognition Toolbox) del coautor del estudio Marian Bartlett, quien utiliza técnicas de Visión Artificial para analizar expresiones faciales basadas en el Sistema de Codificación de Acciones Faciales (FACS, por las siglas en inglés de Facial Action Coding System).
Se trata de una guía para clasificar diferentes expresiones teniendo en cuenta 46 movimientos de músculos faciales. Desde su desarrollo en los años setenta, su uso ha permitido identificar movimientos faciales relacionados con el dolor, pero en este proyecto se llevó un paso más allá. Con su prototipo de software, los autores del estudio traducen los datos de movimiento facial en una escala de dolor, comparándolos después con la información obtenida tanto por el propio informe del niño como por las estimaciones de los padres y enfermeros.
Precisión en los resultados
Según Huang, el software demostró una precisión de “buena a excelente” en la evaluación de las condiciones de dolor. En general, los resultados fueron equivalentes a las estimaciones de los padres y mejor que los de enfermeros, con una fuerte correlación con el informe de los propios pacientes. Además, el software no detectó sesgo alguno en la evaluación del dolor según el origen étnico, raza, sexo o edad entre los pacientes estudiados.
Dado que la herramienta permite "actuar en tiempo real y de forma continua", se podría utilizar para alertar a los médicos en el momento que se produce el dolor, mejorando así la intervención. Además, destaca su utilidad en ausencia de los padres, cuando no están disponibles para notificar al personal médico sobre el nivel de dolor de sus hijos.
A partir de ahí, el objetivo de los investigadores es ampliar el estudio a otros tipos de dolor clínico y en todo el rango de edad infantil. "Todavía hay que determinar si una herramienta de este tipo se puede integrar fácilmente en el flujo de trabajo clínico y por lo tanto aportar beneficios tanto a los métodos de evaluación actuales como a los propios tratamientos", señala Huang.
Según Huang, el software demostró una precisión de “buena a excelente” en la evaluación de las condiciones de dolor. En general, los resultados fueron equivalentes a las estimaciones de los padres y mejor que los de enfermeros, con una fuerte correlación con el informe de los propios pacientes. Además, el software no detectó sesgo alguno en la evaluación del dolor según el origen étnico, raza, sexo o edad entre los pacientes estudiados.
Dado que la herramienta permite "actuar en tiempo real y de forma continua", se podría utilizar para alertar a los médicos en el momento que se produce el dolor, mejorando así la intervención. Además, destaca su utilidad en ausencia de los padres, cuando no están disponibles para notificar al personal médico sobre el nivel de dolor de sus hijos.
A partir de ahí, el objetivo de los investigadores es ampliar el estudio a otros tipos de dolor clínico y en todo el rango de edad infantil. "Todavía hay que determinar si una herramienta de este tipo se puede integrar fácilmente en el flujo de trabajo clínico y por lo tanto aportar beneficios tanto a los métodos de evaluación actuales como a los propios tratamientos", señala Huang.