Ovejas con collares digitales, sensores en las riberas, y monitores de precipitaciones y caudales de los ríos podrían ser pronto una realidad con el Internet de las cosas.
Esta tecnología, que permite la comunicación objeto a objeto a través de Internet y el seguimiento de datos en tiempo real, se ha asociado por lo general con el entorno urbano y hasta ahora, el campo había sido dejado a su suerte.
El profesor de informática de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) Gordon Blair ha recibido 171.495 libras del Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas británico para liderar un nuevo proyecto en Conwy (Gales del Norte), que investigará cómo podría funcionar en el campo el Internet de las cosas.
En colaboración con socios del Centro de Ecología e Hidrología, el British Geological Survey y la Universidad de Bangor, el proyecto se puso en marcha el 1 de diciembre y tendrá una duración de 18 meses.
Problemas que van desde las inundaciones y la contaminación agrícola hasta el movimientos de los animales y la sequía podrían beneficiarse de la tecnología inteligente.
El Internet de las cosas, que coge los objetos cotidianos y los conecta a Internet, representa un cambio en la forma en que reunimos y utilizamos la información. La aplicación en el campo de esta tecnología, señala la nota de prensa de la Universidad de Lancaster, presenta desafíos -como construir una red de comunicaciones cuando hay montañas y árboles en el camino-, pero los investigadores creen que los beneficios podrían ser enormes.
Como recuerda Blair, "las ciudades han sido el centro de gran parte del auge de este tipo de tecnología, que se ha utilizado para mantener el tráfico que circula por nuestras carreteras, controlar la contaminación del aire e incluso ayudarnos a encontrar un aparcamiento en una concurrida tarde de sábado. Pero el campo se enfrenta a sus propios retos, desde cambios ambientales sutiles hasta eventos catastróficos como inundaciones. Las posibilidades de llevar la Internet de los objetos al campo son ilimitadas. El siguiente paso será identificar exactamente qué va a ser de mayor uso a corto plazo y cómo vamos a orientar el proyecto".
Esta tecnología, que permite la comunicación objeto a objeto a través de Internet y el seguimiento de datos en tiempo real, se ha asociado por lo general con el entorno urbano y hasta ahora, el campo había sido dejado a su suerte.
El profesor de informática de la Universidad de Lancaster (Reino Unido) Gordon Blair ha recibido 171.495 libras del Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas británico para liderar un nuevo proyecto en Conwy (Gales del Norte), que investigará cómo podría funcionar en el campo el Internet de las cosas.
En colaboración con socios del Centro de Ecología e Hidrología, el British Geological Survey y la Universidad de Bangor, el proyecto se puso en marcha el 1 de diciembre y tendrá una duración de 18 meses.
Problemas que van desde las inundaciones y la contaminación agrícola hasta el movimientos de los animales y la sequía podrían beneficiarse de la tecnología inteligente.
El Internet de las cosas, que coge los objetos cotidianos y los conecta a Internet, representa un cambio en la forma en que reunimos y utilizamos la información. La aplicación en el campo de esta tecnología, señala la nota de prensa de la Universidad de Lancaster, presenta desafíos -como construir una red de comunicaciones cuando hay montañas y árboles en el camino-, pero los investigadores creen que los beneficios podrían ser enormes.
Como recuerda Blair, "las ciudades han sido el centro de gran parte del auge de este tipo de tecnología, que se ha utilizado para mantener el tráfico que circula por nuestras carreteras, controlar la contaminación del aire e incluso ayudarnos a encontrar un aparcamiento en una concurrida tarde de sábado. Pero el campo se enfrenta a sus propios retos, desde cambios ambientales sutiles hasta eventos catastróficos como inundaciones. Las posibilidades de llevar la Internet de los objetos al campo son ilimitadas. El siguiente paso será identificar exactamente qué va a ser de mayor uso a corto plazo y cómo vamos a orientar el proyecto".
En España
En España también se están utilizando ya las TIC en el ámbito agrícola, como explicaron varios expertos en una jornada celebrada la semana pasada en el Instituto de la Ingeniería de España. Sin embargo, aún tienen que vencer la resistencia de muchos agricultores, que dudan de su utilidad y de su durabilidad.
Uno de los ponentes fue Ladislao Aceituno, gestor de Márketing y Desarrollo de Negocio de M2M y Soluciones Verticales en Telefónica España, que explicó que el "smart agro no es informar de los precios de mercado a los agricultores en tiempo real para que sepan a qué precios vender, ni un servicio de mensajería”. Se trata “de automatizar el aprovechamiento de la información para tomar decisiones”.
Uno de los problemas del sector agro es que “no vale cualquier tipo de dispositivo, porque va a estar a la intemperie, va a tener necesidades de alimentación distintas a las de otros procesos industriales, y las comunicaciones van a ser difíciles”.
En los proyectos que desarrolla Telefónica en el ámbito agrónomo intentan combinar el máquina-a-máquina (M2M) con el Internet de las cosas (IOT). “Podemos hacer que unas máquinas entiendan el lenguaje o protocolo de otras”. Para ello han desarrollado una plataforma, Smart Business Control, que traduce entre los protocolos de los distintos fabricantes.
Ya están trabajando en sensorización de la parcela y en automatización del riego. "Nos apoyamos en gente que realmente sabe”, aclaró Aceituno. “Nosotros ponemos lo que sabemos hacer.”
A los agricultores “hay que darles mucha garantía de que la información se va a utilizar de forma desagregada, y que no se va a compartir con otros lo que no se deba compartir”. Ya han convencido al gran transformador, y la siguiente capa son las cooperativas. “Al principio también costaba convencer a la gente para que contratara una tarifa plana”, recordó. Por el momento, señaló, el M2M es cosa de empresas, y llevarlo a pequeños agricultores sería una forma de popularizarlo, y a largo plazo extenderlas a nivel más general.
Además del potencial en la producción, este tipo de tecnologías ayudan a hacer la vida de la gente más cómoda: “No tienen que andar dos kilómetros para apagar o encender un dispositivo”, en el ejemplo que puso Aceituno. Luego, la información se le presenta al agricultor de forma sencilla “y muy visual”.
De cara al futuro, Aceituno cree que el consumo de energía de los dispositivos debe decrecer, para desplegarlos en sitios donde no llega la alimentación.
En España también se están utilizando ya las TIC en el ámbito agrícola, como explicaron varios expertos en una jornada celebrada la semana pasada en el Instituto de la Ingeniería de España. Sin embargo, aún tienen que vencer la resistencia de muchos agricultores, que dudan de su utilidad y de su durabilidad.
Uno de los ponentes fue Ladislao Aceituno, gestor de Márketing y Desarrollo de Negocio de M2M y Soluciones Verticales en Telefónica España, que explicó que el "smart agro no es informar de los precios de mercado a los agricultores en tiempo real para que sepan a qué precios vender, ni un servicio de mensajería”. Se trata “de automatizar el aprovechamiento de la información para tomar decisiones”.
Uno de los problemas del sector agro es que “no vale cualquier tipo de dispositivo, porque va a estar a la intemperie, va a tener necesidades de alimentación distintas a las de otros procesos industriales, y las comunicaciones van a ser difíciles”.
En los proyectos que desarrolla Telefónica en el ámbito agrónomo intentan combinar el máquina-a-máquina (M2M) con el Internet de las cosas (IOT). “Podemos hacer que unas máquinas entiendan el lenguaje o protocolo de otras”. Para ello han desarrollado una plataforma, Smart Business Control, que traduce entre los protocolos de los distintos fabricantes.
Ya están trabajando en sensorización de la parcela y en automatización del riego. "Nos apoyamos en gente que realmente sabe”, aclaró Aceituno. “Nosotros ponemos lo que sabemos hacer.”
A los agricultores “hay que darles mucha garantía de que la información se va a utilizar de forma desagregada, y que no se va a compartir con otros lo que no se deba compartir”. Ya han convencido al gran transformador, y la siguiente capa son las cooperativas. “Al principio también costaba convencer a la gente para que contratara una tarifa plana”, recordó. Por el momento, señaló, el M2M es cosa de empresas, y llevarlo a pequeños agricultores sería una forma de popularizarlo, y a largo plazo extenderlas a nivel más general.
Además del potencial en la producción, este tipo de tecnologías ayudan a hacer la vida de la gente más cómoda: “No tienen que andar dos kilómetros para apagar o encender un dispositivo”, en el ejemplo que puso Aceituno. Luego, la información se le presenta al agricultor de forma sencilla “y muy visual”.
De cara al futuro, Aceituno cree que el consumo de energía de los dispositivos debe decrecer, para desplegarlos en sitios donde no llega la alimentación.