Tendencias 21
   




Reconocer la consciencia y el espíritu, un experimento mental necesario

La cuestión urge en el contexto actual, tal y como se desprende de las palabras del ecoteólogo Leonardo Boff


Consciencia: esa palabra de la que algunos afirman desconocer el significado por tratarse de algo que no puede ser estudiado ni definido científicamente. Sin embargo, la consciencia ocupa siempre el centro, y nos lleva a hablar de espíritu y de espiritualidad: Si en el universo no hubiese surgido jamás la consciencia, ni en la Tierra ni en parte alguna, a ningún nivel, ni el más elemental, ¿acaso entonces “algo sería”?, cabe preguntarse. Este experimento mental -no muy distinto de los que le encantaban a Einstein- tiene su interés. Les invito a planteárselo, en un contexto en que la cuestión urge, tal y como se desprende de las palabras del ecoteólogo Leonardo Boff. Por José Luis San Miguel de Pablos.


José Luis San Miguel de Pablos
13/10/2015

Imagen: artM. Fuente: stock.xchng.
Imagen: artM. Fuente: stock.xchng.
Que la consciencia (mi, tu, nuestra consciencia) ocupa siempre el centro, en realidad es obvio. Pero ya Brecht dijo eso de “malos tiempos aquellos en los que hay que demostrar lo evidente”. Y como referirse al espíritu y a la espiritualidad implica tener que enfrentarse a numerosos malentendidos, qué mejor introducción que explicar lo más clara y escuetamente posible qué entiendo yo por “espíritu”, término clave del que se deriva el de espiritualidad.

El espíritu no es una sustancia, una cosa que entró en el embrión o que fue creada en el momento de la concepción. No es una entidad etérea independiente, hecha de otra clase más sutil de materia, que entra y sale del organismo. No es nada de eso. Es simplemente la luz de ser. Es idéntico a la consciencia. De cualquier ser humano, pero no sólo, también de los animales y de todo ser vivo.

Es el marco subjetivo básico, a-yóico, es decir, tanto pre-yóico como trans-yóico, como el filósofo Ken Wilber deja perfectamente claro, el marco dentro del cual se despliega el pensamiento sin ser el pensamiento, en el que se sienten las emociones sin ser las emociones, y en el que se experimentan las sensaciones sin ser las sensaciones, análogamente a la modulación que el paso de una cinta fílmica produce en la luz del proyector que, portándola, no es la película.

Es pues la luz básica de(l) ser, que se halla detrás de la totalidad de la experiencia como un testigo silencioso. Como un testigo sin el cual ni el pensamiento [1] ni la emoción ni las sensaciones ni el mismísimo yo, tendrían existencia.

Como tampoco el bien ni el mal

El espíritu, el ser-consciencia, es tan importante que en realidad… es lo único importante. El reconocimiento de esta obviedad supone recuperar la espiritualidad, que consiste simplemente en saber -con un saber vivencial, no meramente intelectual- que en el centro de todo está el ser-consciencia: aquello en ausencia de lo cual cabe dudar razonablemente de que “algo” exista.

Porque, vamos a ver, ¿si en el universo no hubiese surgido jamás la consciencia, ni en la Tierra ni en parte alguna, a ningún nivel, ni el más elemental, acaso entonces “algo sería”? ¿Habría realmente algo? Este experimento mental -no muy distinto de los que le encantaba imaginar a Einstein- tiene su interés. Les invito a planteárselo.

Hay otro experimento -este visual y muy interesante pese a ser trivial- que deseo evocar también. Para nosotros, seres conscientes, el universo tiene, desde luego, un centro. ¿No lo percibimos acaso como una esfera, la esfera celeste, cuyo centro geométrico es nuestro propio punto de vista? 

Físicamente, el universo carece de centro, pero los focos de consciencia que somos, todos y cada uno, y todos juntos sobre el insignificante punto que es el planeta que habitamos, le imponemos uno. Surge pues, por distintos caminos, una visión filosófica que sitúa en el centro de todo al ser-consciencia, y a esta visión la llamo noocentrismo. A mi modo de ver, la perspectiva que establece es infinitamente más coherente con la búsqueda de la emancipación -o de la liberación- así personal como social o colectiva, que la que haya podido proporcionar alguna vez el materialismo filosófico.

Acerca de este último, yo diría de entrada que nunca una concepción del mundo tan bloqueante en el fondo  ha sido objeto de tal veneración por tantos filósofos e  intelectuales. Quizás convenga aquí recordar el poderoso arquetipo de la mater materia, la madre oscura y opaca que protege del deslumbramiento por la luz de la consciencia, por la toma de conciencia de la consciencia misma. Es la rocosa caverna platónica que nos preserva del miedo a ser, hermano del miedo a la libertad y del miedo a la muerte, que se trata de conjurar asimismo mediante al culto idolátrico al tener (dinero, cosas, objetos).

Pero, se dirá, de lo que se trataba con el materialismo era de dejar atrás el teísmo y la superstición, y de recuperar el contacto con la realidad. Intentos fallidos, en ese caso. Porque el dios teísta, dios exterior y “otro”, está tan fuera del ser autovivenciado como la “coseidad” de la materia. Y en cuanto a “superstición”, no deja de ser un concepto relativo que hace referencia a todo aquello que proscribe, en una determinada época, la epistemología positivista (o alternativamente, lo proscrito como “falso” por una dogmática aceptada, religiosa o de otro tipo). En cuanto a la capacidad de reforzar el contacto con la realidad, es cierto que el materialismo se confunde frecuentemente con el realismo y que una de sus principales justificaciones se sirve de esta confusión.

Hay que decir entonces que el materialismo conecta con una forma de realismo ingenuo que presupone una idea de la materia: la de que, existente per se, es una realidad ajena totalmente a la consciencia, desde la cual el sujeto la percibe, y eventualmente cree en ella, en la materia, como potencia generadora primaria, y también de la consciencia.

No deja de haber quien, desde una espiritualidad laica, quisiera salvar, en alguna medida, el materialismo filosófico relacionándolo con el panteísmo spinoziano, habida cuenta que las interpretaciones materialistas de Spinoza tienen sus partidarios. Pero el Absoluto del filósofo de Amsterdam se despliega en infinitos modos de los que la materia -lo extenso- es uno y la consciencia otro, quedando abierto el misterio inabarcable de una natura naturans tan insondable como los infinitos universos que postulan no pocos físicos. Y está, por lo demás, la siguiente sentencia spinoziana, que cito tanto en mi Filosofía de la Naturaleza como en La rebelión de la consciencia:

Dos cosas que nada tienen en común no pueden ser causa la una de la otra [2].
Por mucho que el emergentismo radicalizado pretenda otra cosa, estoy plenamente de acuerdo con el pulidor de lentes judío: si absolutamente nada de lo nuevo que nace estuviese ya presente, aunque solo fuera oscuramente, en aquello que lo engendra, esa génesis no podría tener lugar. Algo relacionado ontológicamente con lo engendrado tiene que preexistir en su fuente.

Aplicado esto a la relación entre materia y consciencia, diríamos que algo de la naturaleza esencial de la consciencia tiene que subyacer en la materia si se postula que aquella nace de esta, o lo que es lo mismo, la materia no puede ser completamente ajena a la consciencia como da por supuesto el materialismo moderno, sino que se hace necesario admitir un cierto panpsiquismo, o mejor, un prepsiquismo universal.

Se pasa entonces del materialismo en su sentido actual, que presupone una materia avital y ciega, al materismo (vida y psiquismo elementalísimo coextensivos con la materia o/y su raíz, la energía) de un Leibniz, un La Mettrie, un  Diderot y la tradición alquímica tan valorada por Jung. Se comprende también así, mucho mejor, al Teilhard de El corazón de la materia que, sin esta aproximación que creo era también la suya, resulta ininteligible.  Pero ciertamente este materismo no tiene mucho que ver con lo que, desde el siglo XIX, se entiende por materialismo.

El materialismo

¿Cómo caracterizaríamos al materialismo de los últimos dos siglos? Como noofóbico, desde el momento que su incomprensión de la consciencia, le lleva a despreciarla y, en el límite, a negarla. Y ello desde la exaltación de lo absolutamente no-consciente, que pretende que es la auténtica realidad y que identifica con la materia. Siendo, por tanto, lo aconsciente, lo “ciego”, la realidad primaria, y la luz interior del ser  “mera ilusión” destinada a desvanecerse en el momento en que la materia, que produce esa ilusión [3] se desorganice, se entiende el punto de vista de Hans Jonas diciendo que la modernidad cientificista y materialista apuesta por lo muerto (lo ciego e inerte) en lugar de hacerlo por lo vivo (lo auto-finalizado y con interioridad) [4].

¿Tiene esta afirmación alguna consecuencia práctica o todo esto no es más que una discusión sobre el sexo de los ángeles?  Para unos determinados seres, los animales superiores, no cabe la más mínima duda que la ha tenido y la sigue teniendo. Reducidos por Descartes a autómatas compuestos por piezas de materia inerte que, sabiamente ensambladas [5], producen sus movimientos, gemidos y demás efectos curiosos, ha habido que esperar al año 2012 para que los máximos especialistas mundiales en neurociencias, reunidos en un congreso, declararan solemnemente que “los animales sienten y sufren, ya que, al igual que nosotros, poseen consciencia” [6].

Consciencia: esa palabra de la que algunos afirman desconocer el significado por tratarse de algo que no puede ser estudiado ni definido científicamente. Consciencia: término clave en orden a una reestructuración del derecho, que no podrá eludir mucho más tiempo reorientarse hacia lo que siempre nos ha estado rondando que era su auténtica finalidad: ayudar a la eliminación de todo sufrimiento gratuito, contribuir normativamente a minimizar el sufrimiento ¿de quién? obviamente de cualesquiera seres capaces de experimentarlo, de los seres conscientes y por tanto sintientes, que no son solo los humanos, como la sociedad civil de las regiones más libres y avanzadas del mundo empezó a comprender desde hace ya algún  tiempo (antes en todo caso que la mayoría de los científicos y filósofos) y poco a poco va consiguiendo que esa comprensión se traduzca en normas legales.

Un naturalisno que espiritualiza

El materialismo en versión mecanicista no sólo ha sido durante siglos la lente paradigmática a través de la que se entendía el mundo animal. También la sociedad, cada vez más dependiente en exclusiva de una economía para la que las personas no cuentan, sino que solo lo hacen parámetros y abstracciones matemáticas que tratan de formalizar la idea (previa) de que todo depende de la mecánica que impone el egoísmo posesivista, una mecánica que anula literalmente al ser real. Lo he dicho en La rebelión de la consciencia y lo repito ahora: el materialismo es la filosofía natural del capitalismo.

Creo que debo insistir en esto, especialmente de cara a quienes siguen creyendo que el materialismo es una postura filosófica progresista. Porque, aunque históricamente haya podido serlo, esa asociación no se puede seguir manteniendo. Ciertamente hay y seguirá habiendo materialistas filosóficos, pero la ecuación  materialismo teórico = izquierda política, que todavía muchos dan por buena, se ha hecho insostenible.

De hecho, el materialismo práctico más grosero es lo que exhibe hoy el capitalismo, especialmente el neo, que desprecia olímpicamente el sufrimiento que viven aquellos a los que excluye  o considera “material desechable”: los mayores   -improductivos y que “viven demasiado”-, las masas de emigrantes que huyen del hambre, las condiciones infrahumanas de todo tipo y la desertización de sus países, acelerada enormemente por un calentamiento global causado precisamente por el “progreso” materialista promovido en guerra abierta con una naturaleza que se había desacralizado previamente (cómo no…, si considerarla sagrada era cosa de pueblos primitivos y salvajes).

Se dirá que se trata de materialismo práctico y no teórico o filosófico, pero esto no se sostiene. ¿Es que este capitalismo extremo no se apoya acaso sobre dos pilares teóricos que son la quintaesencia del materialismo filosófico?  El primero, una visión del mundo objetualista para la que no hay más que “cosas” susceptibles, por tanto, de convertirse en mercancías, tengan vida o no la tengan.

El segundo, una antropología plana que debe mucho a una cierta teoría de la inteligencia artificial que en el fondo ignora la consciencia o subjetividad, que no es procesamiento de información sino puro silencio de ser, y que tiene como consecuencia lógica considerar al ser humano como conductualmente manipulable, como un robot especialmente complejo, sí, pero en todo caso programable disponiendo de la tecnología adecuada, en función de los intereses de los “amos”.

Por otro lado, hoy la lucha por la emancipación se reespiritualiza al hacerse búsqueda de liberación integral del ser humano y de la naturaleza, inextricablemente vinculados el uno y la otra. Aquellas denuncias, claramente abusivas, de toda sensibilidad romántica, entendida en bloque como prefascismo por Georg Luckacs y otros intelectuales marxistas en los años cincuenta y sesenta [7], chocan actualmente con la evidencia del idealismo y ¡claro que sí ! el romanticismo -nada incompatibles con un sentido de la realidad claramente superior al de “la otra parte” neoliberal- de las renovadas visiones del mundo que se orientan a quebrar las cadenas exteriores e interiores, y de las fuerzas sociales y políticas emergentes que las incorporan.

Consciencia y alma pasan de ser términos sospechosos, que se asocian a las creencias supersticiosas de campesinos y pequeñoburgueses atrasados, a convertirse en referentes importantes de la resistencia creciente a la mecanización y la deshumanización que impone el sistema, aparte de ser la vida universal (también la del planeta) y la dimensión espiritual nociones esenciales e irrenunciable para numerosos pueblos de los hasta hace poco llamados “primitivos”, que siguen existiendo y que luchan por la pervivencia de sus modos de vida, que casi siempre se desarrolla en unión estrecha con un mundo natural “encantado”, animado por un ánima viviente que sienten comunicable, comunicativa y operativa, y que le hace ser sujeto de derechos.

Para estas sociedades arcaicas (en el sentido original de “arcaico”, que viene de arjé, lo primordial y fundamentador) la consciencia, el espíritu, es, en efecto, lo esencial  y  la fuente de todo derecho, así del hombre como de la naturaleza. Hasta el punto que al serles reconocida la plenitud de su personalidad política y cultural por las nuevas constituciones de Bolivia y Ecuador, han hecho pasar a esta nociones tan suyas como la de los derechos intrínsecos de la Pacha Mama, la Madre Tierra. Hay teólogos latinoamericanos, Leonardo Boff el primero, que piensan que este reconocimiento auténticamente revolucionario ha tenido su influencia en la magnífica encíclica  Laudato si  del papa Francisco.

Antes de concluir, no puedo dejar de mencionar el surgimiento reciente de grupos o círculos de Espiritualidad Progresista y Laica en el seno de alguna de las nuevas fuerzas políticas últimamente aparecidas en España, siguiendo una tónica que ya apuntó en el movimiento 15-M. Independientemente del juicio que cada uno tenga sobre dichas fuerzas, creo que este hecho, junto a eventos como el Encuentro de Espiritualidad llevado a cabo el pasado mes de abril por uno de tales círculos y  celebrado en una parroquia del barrio madrileño de Vallecas, es un signo claro de los nuevos tiempos, que obligan a la izquierda política a arrumbar uno de sus tabúes. No parece posible que pueda eludir tomar ese nuevo camino, en el que el centro pase a ser ocupado de manera explícita por el ser-consciencia, habida cuenta de la pujanza de una Teología de la Liberación que hoy es más espiritual que en sus comienzos, demasiado influidos quizá por un marxismo que arrastraba el lastre del materialismo. Y valga como broche de este artículo, y como prueba de esta re-evolución (recuperación de una evolución demasiado tiempo bloqueaada), la carta que Leonardo Boff envió al Círculo de Espiritualidad al que antes he hecho mención, el pasado mes de junio:

Leonardo Boff. Fuente: Agência Brasil.
Leonardo Boff. Fuente: Agência Brasil.
"Queridos compañeros y compañeras:

A pesar de estar físicamente lejos, estoy muy cerca de todos ustedes, porque caminamos en la misma  ruta y dirección: construir un tipo de sociedad no existente todavía pero que, ciertamente, urge construir. Esta sociedad deberá estar a la altura de los retos que vive la humanidad en el presente, una humanidad que ha crecido en consciencia, que siente la ciudadanía planetaria y que rechaza las formas políticas dominantes. (…)  Nos merecemos una sociedad en la que todos y todas quepan. Y nos proponemos construirla, para que la mayoría de las personas sean agentes participativos de lo nuevo posible, donde en el centro se sitúe la vida humana, la vida de la naturaleza y la vida de la Madre Tierra. Estamos hartos del desarrollo meramente material, porque no somos meros animales hambrientos. Queremos un desarrollo humano-espiritual que esté en armonía con el propio corazón, con las demás personas, con la naturaleza, con la gran Pachamama,  y también con la Suprema Realidad hecha de amor y ternura. Estamos convencidos de que el paradigma civilizatorio vigente ya no nos puede proporcionar  horizonte alguno de esperanza. Nos propone siempre más de lo mismo, algo que ya no funciona y que nos lleva a un camino sin retorno. Y queremos vivir, no sufrir. Queremos valorar el trabajo como expresión de la creatividad humana y de la autorrealización. (…)
Queremos entender la Tierra viva como nuestra Casa Común, como nos lo ha recordado, de manera tan profunda y bella, el Papa Francisco. Queremos sentir y experimentar que todos los habitantes de esta Casa Común somos hermanos y hermanas que nos amamos, y que juntos podemos transformar la tragedia anunciada en una crisis purificadora. Esta crisis nos puede permitir un salto de calidad, un salto con rumbo a una sociedad en la que sea menos difícil amar, ser solidario, compasivo y  fraternal. Queremos realizar el sueño ya anunciado en los años treinta del siglo pasado por ese gran precursor de un mundo nuevo: el palentólogo, teólogo, místico y jesuita PierreTeilhard de Chardin:

«El tiempo de las naciones pasó. Importa ahora construir la Tierra».

Desde España, Grecia, Portugal, Brasil y todas las partes del mundo queremos construir esa Tierra de todos y para todos. En esa dirección confluyen las líneas de fuerza del proceso evolucionario planetario. Estamos predispuestos a ser agentes de esta nueva historia y de una nueva humanidad. Sabemos que pesan nubes negras sobre nuestra Madre Tierra capaces de producir grandes devastaciones. Pero creemos en las palabras del libro de la Sabiduría, en el cual el Creador de todas las cosas nos revela: «Amo todas las cosas que he creado y no odio a ninguna. Las amo porque soy el soberano y apasionado amante de la vida». (Sab 11, 26). Un Dios, que es un apasionado amante de la vida, no permitirá que nuestra vida desaparezca de la faz de la Tierra. Vivimos para brillar, porque este es el propósito del universo y el designio del Creador. Unidos y hermanados por este sueño bueno, sigamos luchando y cantando, porque hemos de triunfar". Leonardo Boff, ecoteólogo.

Notas:

[1] Pensado y vivenciado, no  imitado pero no vivenciado,  como en la inteligencia artificial.
[2] Ética, 1ª parte, proposición 3ª.
[3] Cabe desde luego preguntarse quién sufre esa ilusión.
[4] En El Principio Vida, Trotta, 2000.
[5] Por el dios artesano (o relojero) de Descartes mismo y de Newton.
[6] Manifiesto elaborado en el congreso celebrado en Cambridge (Reino Unido) en julio de 2012. Resumiendo sus conclusiones, Philip Low, promotor del manifiesto, investigador de primera línea del cerebro  y  profesor en el MIT y en la Universidad de Stanford, aseveró: “Todos los mamíferos y aves, al menos, tienen consciencia”.
[7] En su ensayo El asalto a la razón.


 José Luis San Miguel de Pablos, Universidad Comillas y colaborador de Tendencias21 de las Religiones.



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1.Publicado por Joaquín González Álvarez el 13/10/2015 19:35
Formidable ensayo del Dr. San Miguel de Pablos, no estoy de acuerdo con ciertos crterios muy posiblemente por no haberlos entendido bien, pero tormidable ensayo que seguiré estudiando.

2.Publicado por clean el 13/10/2015 22:48
1° La consciencia que nace del Amor: Se forma de la realidad vivida,crea el alma luz
de vida Espíritual conocimiento Universal.

2°La consciencia natural: Forma el conocimiento y ego de vida.cada cual hace lo que mejor
le parece.

3° El tiempo de las naciones pasó. Importa ahora construir la Tierra: (Mt 13:36-46;Mt 13:1-9;
Mt 24:30.)

3.Publicado por Beatriz BASENJI el 14/10/2015 02:51
No se puede decir mejor ni con mayor claridad. Gracias por esta joya única.

4.Publicado por Pedro Rubal el 14/10/2015 11:31
Quiero simplemente resaltar algunas ideas "aletargadas" en el subconsciente colectivo, que salen aquí a la palestra, con una precisión y efecto sugerente invidiable.
En primer lugar, y contribuyerndo a la brevedad y concesión del autor en la medida de mis posibilidades, lo de la CARACTERÍSTICA NOOFÓBICA del materialismo al uso, es, además de un recurso argumental, una implícita invitación a profundizar en esta importante paradoja de las actitiudes meramentre materialistas.
Segundo, se apuntan razones para minimizar el sufimiento de los animales, con apoyo en los avances de la neurociencia, sin caer en exageraciones, una cuestión que viene debatiéndose con más o menos acierto y necesita de esta clase de fundamentaciones.
Tercero, claro que es insostenible la ecuación MATERIALISMO TEÓRICO=IZQUIERDA POLÍTICA. Es curioso: ¡un NEOCAPITALISMO DES-CONCIENCIADO aprovechándose de la más indignante materialización de la vida y haciendo alarde de elevada espiritualización, en compañía de no pocos incensantes, sigue entrando bajo palio en las cancillerías!.
Cuarto, sinceramente, creo que los dos párrafos del ecoteólogo Leonardo Boff ponen en duda aquello que dice el Duque de LEVIS: "Es más fácil juzgar el talento de un hombre por sus preguntas que por sus respuestas". Porque a Boff, en consonancia con el Papa Francisco, se le puede juzgar por las respuestas, y por su "coraje para tener talento" (Georg BRANDES).
Saludos y gracias, D. José Luis.

5.Publicado por Carlos M. Palacios M. el 15/10/2015 00:12
Ciertamente la espiritualidad es lo más importante de la complexión humana. Coincido entonces con la preeminencia que le da el autor a la espiritualidad frente al materialismo. Por eso mismo creo que la reflexión filosófica no debe constreñirse a lo material, o a análisis parciales descontextualizados como cuando se enfatiza que el materialismo es la “filosofía natural del capitalismo”. De ninguno los “ismos” ensayados por la humanidad para desarrollar y manejar la sociedad, como capitalismo, socialismo, comunismo y fascismo, puede decirse que es el mejor, a duras penas que es el menos malo. La reflexión filosófica puede y debe analizarlos puntualmente, sin sesgos ideológicos, elevándose sobre todos ellos, siempre en busca de la verdad total, global, cósmica.

6.Publicado por José Luis San Miguel de Pablos el 16/10/2015 10:42
Gracias por todos vuestros comentarios y observaciones, especialmente bienvenidos al tratarse de un artículo que, como el ensayo cuya tesis principal resume ("La rebelión de la consciencia", Kairós), está escrito, claramente, para provocar una discusión que creo necesaria. Un par de comentarios por mi parte a dos de los intervinientes:

- Lo que dices, Pedro, sobre mi caracterización del materialismo como noofóbico llama a distinguir entre los matices de una postura filosófica internamente muy plural, como lo es el materialismo. Solo el "extremo" es propiamente noofóbico, ya que contiene las posturas "negacionistas" que, radicalizando el epifenomenismo, llegan a afirmar que la consciencia es "una ilusión" (ante lo que yo me limito a preguntar: ¿de quién?, ¿de qué ser obviamente consciente?). A la mayoría de los materialistas el hecho central de la consciencia simplemente les desconcierta y no saben bien qué hacer con él. Los materistas como creo que lo era Teilhard, son otra cosa completamente diferente. El tema de los animales es para mí, y cada vez más personas, importante, porque si son seres conscientes habrá que tenerlo en cuenta, necesariamente, en el derecho de alguna forma. La polémica polarizada entre los animalistas radicales y los antropocentristas estrictos ha estado demasiado tiempo muy empobrecida y "partisanizada, y había que darle un giro racional y compasivo a la vez.

- Agradezco a Carlos Palacios su matiz crítico, que resalta un aspecto del artículo que no se puede eludir: su matiz socio-político. El artículo no pretende una universalidad transversal absoluta, ya que tiene en cuenta la polaridad socialmente existente entre posicionamientos ideológicos, y se sitúa dentro de ella. No pretende, pues, ser totalmente neutral. Se dirige e interpela, muy especialmente, a las personas que, en el espectro político, se sitúan a la izquierda y creen por añadidura que el materialismo filosófico es la cosmovisión más coherente en su caso. Pero claro que están también los demás ! A esas personas mi máximo respeto, por supuesto, pero el artículo (y el libro en que se inspira) no ha sido escrito pensando fundamentalmente en ellas. Solo les pido que admitan por su parte el pluralismo existente y que no se molesten por el "engagement" evidente de este escrito. Pero disiento en relación a lo de la falta de contextualización, ya que sí que he intentado tener en cuenta, y mucho, el contexto global, y es por eso precisamente por lo que soy tan crítico con el modelo de desarrollo neocapitalista.

7.Publicado por dr. roberto tullett el 19/10/2015 01:47
Conciencia es el "software" del cerebro. Espíritu no existe, nunca pudieron demostrar su existencia. Nota muy tendenciosa y para nada científica...parece escrita por sor Alegría.

8.Publicado por José Luis San Miguel de Pablos el 19/10/2015 11:14
Aun no siendo católico, prefiero mil veces a sor Alegría que a quienes, por fidelidad a los más bloquentes prejuicios pseudocientíficos, niegan no ya mi espíritu -y el de cualquier otro- sino mi ser y el ser del otro, colaborando, no sé si consciente o inconscientemente (¿pero qué más les dará, si la consciencia-espíritu les estorba tanto...?) a que el designio fundamental del sistema esclavizador se lleve a cabo: conseguir que todos nos creamos robots a piues juntillas, es decir puro software, finalmente "reprogramable".

No es preciso en absoluto demostrar el espíritu -el ser-consciencia- ya que SE VIVE DIRECTAMENTE, es el eje central e inmediato, y es PARA y DESDE ÉL que se demuestra todo lo demás. La incompletud del llamado racionalismo salta a la vista de cualquiera que reflexione solo un minuto.

9.Publicado por Leandro Sequeiros el 19/10/2015 11:43
Es muy denso y sugerente el artículo de José Luis San Miguel.. Toca muchos de los temas que desde Tendencias21 intentamos sugerir a los lectores. Tiene el acierto de saber describir metafóricamente muchos estados de la conciencia para los que no tenemos todavía un vocabulario.. y solo la metáfora es un lenguaje que sugiere y remite.
Tal vez pueda completar su artículo que escribimos hace un tiempo sobre el naturalismo. Creo que urge a los filósofos y sociólogos de la ciencia un diálogo sosegado e interdisciplinar sobre estas cuestiones. Solemos manejar demasiados tópicos. Y la realidad nos supera y no es fácil definir las cosas. Muchas cuestiones son inconmensurables (en el sentido de Thomas S. Kuhn): nos faltan palabras para comparar las cosas unas con otras. Y solo nos queda el asombro ante un universo misterioso.

10.Publicado por CachiBrasil el 19/10/2015 19:04
Excelente nota en su conjunto, especialmente en lo referente al sistema económico-político imperante y sus negaciones anticuadas como el llamado "Materialismo histórico".
Pero en algo más particular, el autor de la nota no consigue dar una definición de consciencia y la identifica con el ser o con el espíritu.
La consciencia, a diferencia del espíritu, nace con el ser, pero no es él. Puede definirse a la consciencia como un componente, o "aparato", del psiquismo. Aparato este que tiene como función registrar y estructurar toda la información externa e interna que llega al psiquismo a través de los 5 sentidos externos y de los 2 sentidos interrnos, el cenestésico (registro de las sensaciones internas) y el kinestésico (registro de la posición del cuerpo en el espacio).
La consciencia también opera con las informaciones permanentes llegadas de la memoria, estructurando estas con las llegadas por los sentidos. Es esta acción de la consciencia la que determina la visión de la realidad.
E espíritu ya es un tema más complejo, en el cual no voy ahora a incursionar.

11.Publicado por Carlos M. Palacios M. el 20/10/2015 02:23
Alcance a mi comentario Nº 5.

Cuando dije que de ninguno de los “ismos” ensayados por la humanidad (capitalismo, socialismo, comunismo) podría decirse que es el mejor, sino solo que es el menos malo, estaba considerando que cualquiera de ellos podría funcionar razonablemente bien si existiera un superior y generalizado desarrollo espiritual individual. En ese momento no creí necesario abundar en detalles, pero ahora me doy cuenta que había tocado un tema que sí lo ameritaba. Por ello, y con las debidas disculpas, dado que este es un diálogo más bien filosófico, a continuación me voy a permitir explicar brevemente mi posición en términos más “pedestres”.

Lo organizacional-social no puede reemplazar al desarrollo de lo espiritual-individual; de nada valdría una perfecta organización social si no hay desarrollo espiritual individual. Como dijera Gandhi: “Soñar con sistemas tan perfectos en que nadie necesite ser bueno”. O Jung, cuando en 1916 decía que “Los grandes problemas de la humanidad nunca se resolvieron por leyes generales, sino siempre únicamente por renovación de la actitud del individuo, O León Tolstoi con su conocido pensamiento: “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. O José María Velasco Ibarra, ex presidente del Ecuador: “¿queréis revolución?, hacedla primero en vuestros corazones”.

Por otra parte, el ejemplo personal juega un papel importantísimo en esta temática. Lo ilustran estas palabras supuestamente grabadas en el sepulcro de un obispo anglicano en una catedral de Inglaterra: “Cuando yo era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. Cuando me hice más viejo y más sabio, descubrí que el mundo no cambiaría: entonces restringí mis ambiciones, y resolví cambiar solamente mi país. Pero el país también me parecía inmutable. En el ocaso de la vida, en una última y desesperada tentativa, quise cambiar a mi familia, pero ellos no se interesaron en absoluto, arguyendo que yo siempre repetía los mismos errores. En mi lecho de muerte, por fin, descubrí que si yo hubiera empezado por corregir mis errores y cambiarme a mí mismo, mi ejemplo podría haber transformado a mi familia. El ejemplo de mi familia tal vez contagiara a la vecindad, y así yo hubiera sido capaz de mejorar mi barrio, mi ciudad, el país y -¿quién sabe?- cambiar el mundo”. O estas otras palabras del papa Francisco dichas luego de destacar que es muy noble cuidar la naturaleza mediante pequeños ejemplos cotidianos (Laudato Si): “No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente”.

Lo cierto es que si no surge la respuesta personal en muchos, concretados en también muchos ejemplos concretos, alcanzar metas de racionalidad colectiva se torna un imposible. Cada “ismo” seguirá teniendo los pies de barro, que en su momento los harán colapsar. Incluso campañas masivas de concientización apenas logran cambiar las actitudes de una reducida minoría si no hay la respuesta individual masiva y adecuada. Esa insuficiente respuesta personal es el problema fundamental al que se enfrenta la humanidad, y es en lo que estaba pensando cuando escribí mi comentario.

Saludos, y mis disculpas otra vez por apartarme de la línea de elevada reflexión que caracteriza los diálogos de TR21.

12.Publicado por Leandro Sequeiros el 20/10/2015 10:31
Muchas gracias a Carlos Palacios por sus reflexiones muy atinadas.. Creo que vivimos en un mundo en el que una gran mayoría de la población no está interesada por estas cosas. Simplemente, intenta sobrevivir. En un mar de exceso de información que lleva a vivir ensordecido por tanto ruido y sin capacidad de silencio interior..
Pero luego hay un grupo más reducido que, tras luchar contra la corriente de consumismo, intenta vivirse desde dentro. Intenta este grupo sentir y gustar internamente de las cosas.. como diría San Ignacio de Loyola.. Pero aquí es donde situamos el debate. Dentro del grupo de los "concienciados" (con conciencia) unos creen que primero hay que cuidarse el propio interior y luego trabajar por los demás. Otros, sin embargo, creen que hay que transformar el mundo aunque por dentro se encuentren insatisfechos.. ¿Cómo vivir una tercera via? ¿Cómo vivirse interiormente y al mismo tiempo estar en la lucha por la liberación? Este es un problema muy antiguo. San Ignacio (o mejor su secretario Polanco) habla de ser "contemplativos en la acción". Lo cual no es nada fácil.. Y Teilhard de Chardin, "es necesario ir al cielo con todo el gusto de la Tierra".
Tal vez sea el reto que se plantea el Círculo de Espiritualidad de Podemos y la "Iniciativa cambio personal-justicia global", y otros grupos no muy mayoritarios en nuestra sociedad.

13.Publicado por clean el 20/10/2015 20:51
Porque todos buscan lo suyo propio. Hay ministros que predican, enseñan, pastorean o esc riben, no por un genuino interes en la difusion del evangelio, sino por sus propios intereses, su gloria, su prestigio y su ambicion egoista...?(Fil 2:21;Ro 2:29.)

14.Publicado por clean el 20/10/2015 21:30
Mirad que nadie os engañe.(Mr 13:5; Mt24:5;24:11.)Nota...?

15.Publicado por CachiBrasil el 21/10/2015 15:44
Interesante el comentario de Leandro Sequeiros porque tocó un punto importante: ¿Que hay que hacer primero: Transformar la propia conciencia para después, con este nuevo hombre transformar la sociedad para construir la justicia; o primero transformar la sociedad para luego poder transformar la conciencia de cada uno?... El amigo Leandro no encontró la respuesta y nos remite a Ignacio de Loyola y a una bella metáfora de Teilhard de Chardin. El tema en cuestión es muy antiguo, sí, pero tuvo enorme y claro destaque en la década de los 60, que oponía a los "espiritualistas" y a los "guerrilleristas". La opción es vana, porque ¿Por qué una cosa primera y la otra después?... Silo, pensador argentino fundador del Humanismo Universalista, respondió que el camino era la "Revolución simultánea", proponiendo la No-Violencia Activa como metodología para transformar el sistema. Y la búsqueda de lo Profundo en cada ser humano para encontrar la morada de lo Sagrado. Es una buena sugerencia que los lectores conozcan su obra escrita en el site www.silo.net.

16.Publicado por José Luis San Miguel de Pablos el 22/10/2015 00:37
Gracias por tan interesantes y enriquecedores comentarios. Agradezco especialmente tu entrada en liza, Leandro... Y la verdad es que estoy completamente de acuerdo con usted, D. Carlos Palacios. Así es, lo esencial es sin duda la transformación personal, sin esto los cambios en la "res publica" siempre salen o acaban mal. Claro, por eso yo propondría hablar menos de revolución y más de re-evolución, es decir, de desbloquear procesos evolutivos fundamentales que se dirían bloqueados salvo en lo tecnológico (pero no creo que baste).

Me parece que Leandro ha dado el "toque" que completa, en forma de preguntas sugeridas: ¿con el cambio interior basta? ¿todo lo demás, la sanación de un mundo gravemente enfermo, va a venir por añadidura? ¿y si el mal que atenaza al mundo es tan grande que dificulta en exceso los procesos individuales? ¿no serán, lo individual y lo social, dos niveles distintos e interconectados? Preguntas que creo pertinentes.

17.Publicado por CachiBrasil el 23/10/2015 04:44
Claro Leandro... como Ud. dice: "¿No serán, lo individual y lo social, dos niveles distintos e interconectados?"... Yo lo diría así: Lo interno individual y lo externo social, son dos aspectos de la estructura de lo humano que, como tales, operan no según la ley de causa-efecto, sino de la ley de concomitncia. Son elementos complementarios, por lo que no corresponde decir cual primero y cual después, sino comprender que operan en simultaneidad y sin postergaciones de uno u otro.

18.Publicado por CachiBrasil el 23/10/2015 04:46
Perdón, mi comentario anterior era dirigido a José Luis y no a Leandro.

19.Publicado por José Luis el 08/08/2016 23:31
Entiendo que de lo emergente debe existir
algo en el estadio interior, una semilla. Es verdad. Pero existen fenómenos que no implican una semilla previa, por ejemplo, el lenguaje. Y de eso no podemos deducir que exista lenguaje en el universo. ¿Donde está el lenguaje previo del universo que da lugar al lenguaje humano.?. Es una simple reflexión.

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