Después de 50 años de infructuosa búsqueda de inteligencia extraterrestre mediante el rastreo de señales electromagnéticas captadas por radiotelescopios, o mediante el envío de mensajes al espacio que nunca recibieron respuesta, la ciencia da un paso más para descubrir si realmente estamos solos en el universo.
Una operación sin precedentes está a punto de comenzar en el Estado de Nuevo México, al oeste de Estados Unidos: 27 radiotelescopios gigantes se están alineando para barrer el 75 por ciento del universo observable de una forma exhaustiva y descubrir el menor indicio de una posible tecnología distante en alguna otra parte del universo.
Este conglomerado astronómico de última generación buscará huellas tecnológicas en el universo las 24 horas del día, 7 días de la semana, y explorará también otros fenómenos astrofísicos naturales.
SETI y VLA, unidos
El operativo es el resultado de una colaboración entre el Instituto SETI y uno de los observatorios más poderosos del mundo, el Very Large Array (VLA): sus radiotelescopios tienen 25 metros de diámetro y 209 toneladas de peso cada uno.
VLA, que se dedica a observar agujeros negros, realizar investigaciones sobre la formación del universo y estudiar estrellas jóvenes para comprender cómo se forman los planetas, alojará una interfaz nueva para ampliar la búsqueda SETI.
Mediante un acuerdo con el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO), el Instituto SETI incorporará al VLA un sistema de procesamiento de señales que analizará los datos recopilados por sus telescopios e identificará transmisiones posiblemente generadas por tecnologías extraterrestres.
Más lejos
Esta estrategia no solo ampliará, sino que irá mucho más lejos que la tecnología tradicional de SETI: la búsqueda de señales de radio generadas de manera inteligente.
El nuevo sistema permitirá detectar una variedad de huellas de posibles tecnologías extraterrestres, como la composición química de la atmósfera de un planeta, emisiones láser o estructuras que orbiten otras estrellas, entre otras.
La nueva interfaz podrá acceder a datos sin procesar de cada antena, y los enrutará a través de un nuevo y más flexible software de procesamiento de señales para buscar firmas tecnológicas en tiempo real.
El software también podrá detectar ráfagas rápidas de radio (FRB), otro posible tipo de firma tecnológica.
Los científicos de SETI consideran que una firma tecnológica es una representación de la existencia de una civilización extraterrestre tecnológicamente avanzada.
Pasando página
El Instituto SETI, creado en 1984, es el continuador del proyecto SETI, surgido en 1970 con la finalidad de buscar indicios de inteligencia fuera de nuestro planeta.
Aunque existen varios proyectos SETI, el más conocido es el SETI@Home, en el que más de cinco millones de usuarios de 200 países han participado prestando sus ordenadores para computación de señales.
Hasta la fecha, este esfuerzo de ciencia ciudadana no ha detectado ninguna señal que claramente pueda considerarse de origen extraterrestre, sin tener en cuenta la señal Wow.
El 15 de agosto de 1977, un radiotelescopio de Ohio detectó una señal de radio de origen desconocido que duró 72 segundos y procedía de la constelación de Sagitario.
A esa señal se le puso el nombre de Wow y mostró una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo, una forma de radiación electromagnética. Su secuencia fue 6EQUJ5.
El significado de esa señal, el indicio más consistente de que algo puede haber en el universo más allá de la experiencia humana, no se ha desentrañado todavía.
Una operación sin precedentes está a punto de comenzar en el Estado de Nuevo México, al oeste de Estados Unidos: 27 radiotelescopios gigantes se están alineando para barrer el 75 por ciento del universo observable de una forma exhaustiva y descubrir el menor indicio de una posible tecnología distante en alguna otra parte del universo.
Este conglomerado astronómico de última generación buscará huellas tecnológicas en el universo las 24 horas del día, 7 días de la semana, y explorará también otros fenómenos astrofísicos naturales.
SETI y VLA, unidos
El operativo es el resultado de una colaboración entre el Instituto SETI y uno de los observatorios más poderosos del mundo, el Very Large Array (VLA): sus radiotelescopios tienen 25 metros de diámetro y 209 toneladas de peso cada uno.
VLA, que se dedica a observar agujeros negros, realizar investigaciones sobre la formación del universo y estudiar estrellas jóvenes para comprender cómo se forman los planetas, alojará una interfaz nueva para ampliar la búsqueda SETI.
Mediante un acuerdo con el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO), el Instituto SETI incorporará al VLA un sistema de procesamiento de señales que analizará los datos recopilados por sus telescopios e identificará transmisiones posiblemente generadas por tecnologías extraterrestres.
Más lejos
Esta estrategia no solo ampliará, sino que irá mucho más lejos que la tecnología tradicional de SETI: la búsqueda de señales de radio generadas de manera inteligente.
El nuevo sistema permitirá detectar una variedad de huellas de posibles tecnologías extraterrestres, como la composición química de la atmósfera de un planeta, emisiones láser o estructuras que orbiten otras estrellas, entre otras.
La nueva interfaz podrá acceder a datos sin procesar de cada antena, y los enrutará a través de un nuevo y más flexible software de procesamiento de señales para buscar firmas tecnológicas en tiempo real.
El software también podrá detectar ráfagas rápidas de radio (FRB), otro posible tipo de firma tecnológica.
Los científicos de SETI consideran que una firma tecnológica es una representación de la existencia de una civilización extraterrestre tecnológicamente avanzada.
Pasando página
El Instituto SETI, creado en 1984, es el continuador del proyecto SETI, surgido en 1970 con la finalidad de buscar indicios de inteligencia fuera de nuestro planeta.
Aunque existen varios proyectos SETI, el más conocido es el SETI@Home, en el que más de cinco millones de usuarios de 200 países han participado prestando sus ordenadores para computación de señales.
Hasta la fecha, este esfuerzo de ciencia ciudadana no ha detectado ninguna señal que claramente pueda considerarse de origen extraterrestre, sin tener en cuenta la señal Wow.
El 15 de agosto de 1977, un radiotelescopio de Ohio detectó una señal de radio de origen desconocido que duró 72 segundos y procedía de la constelación de Sagitario.
A esa señal se le puso el nombre de Wow y mostró una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo, una forma de radiación electromagnética. Su secuencia fue 6EQUJ5.
El significado de esa señal, el indicio más consistente de que algo puede haber en el universo más allá de la experiencia humana, no se ha desentrañado todavía.
Las 27 antenas de radio del Very Large Array (VLA) en Socorro, Nuevo México, que buscarán huellas de tecnologías extraterrestres en el universo. Crédito: Alex Savello/NRAO
Vuelta de tuerca
Los científicos consideran que ha llegado el momento de dar una vuelta de tuerca al estado de la cuestión y trascender los límites de la experiencia SETI.
En el nuevo intento de detectar señales de inteligencia extraterrestre, los datos de los 27 radiotelescopios gigantes del VLA, configurados para escanear una vasta extensión de cielo, se procesarán a través de un superordenador especial que buscará señales distantes.
En esta ocasión la búsqueda contará con un nuevo instrumento óptico, llamado Panoseti, que podrá rastrear simultáneamente una gran zona del universo debido a su forma de domo geodésico.
Posee dos cúpulas geodésicas cubiertas con lentes de medio metro capaces de detectar señales cortas (de nanosegundos a segundos), como el destello de un láser potente y remoto. Panoseti es astronomía de alta definición.
Más esperanzados
Los astrónomos han acometido este nuevo impulso porque las perspectivas de encontrar vida inteligente fuera de la Tierra han cambiado mucho desde que comenzaron los experimentos SETI.
Desde que en los años 90 del siglo pasado se obtuvo la primera evidencia de un exoplaneta, hoy se han localizado miles de ellos más.
Según la NASA, existen al menos 4.034 candidatos a planeta identificados. De ellos, 2.335 han sido verificados como exoplanetas.
Y de los aproximadamente 50 candidatos de la zona habitable del tamaño de la Tierra, más de 30 han sido verificados. Una veintena de exoplanetas se consideran habitables.
Ahora estamos más cerca de saber si acogen a alguna civilización tecnológica.
Los científicos consideran que ha llegado el momento de dar una vuelta de tuerca al estado de la cuestión y trascender los límites de la experiencia SETI.
En el nuevo intento de detectar señales de inteligencia extraterrestre, los datos de los 27 radiotelescopios gigantes del VLA, configurados para escanear una vasta extensión de cielo, se procesarán a través de un superordenador especial que buscará señales distantes.
En esta ocasión la búsqueda contará con un nuevo instrumento óptico, llamado Panoseti, que podrá rastrear simultáneamente una gran zona del universo debido a su forma de domo geodésico.
Posee dos cúpulas geodésicas cubiertas con lentes de medio metro capaces de detectar señales cortas (de nanosegundos a segundos), como el destello de un láser potente y remoto. Panoseti es astronomía de alta definición.
Más esperanzados
Los astrónomos han acometido este nuevo impulso porque las perspectivas de encontrar vida inteligente fuera de la Tierra han cambiado mucho desde que comenzaron los experimentos SETI.
Desde que en los años 90 del siglo pasado se obtuvo la primera evidencia de un exoplaneta, hoy se han localizado miles de ellos más.
Según la NASA, existen al menos 4.034 candidatos a planeta identificados. De ellos, 2.335 han sido verificados como exoplanetas.
Y de los aproximadamente 50 candidatos de la zona habitable del tamaño de la Tierra, más de 30 han sido verificados. Una veintena de exoplanetas se consideran habitables.
Ahora estamos más cerca de saber si acogen a alguna civilización tecnológica.