Kepler-78b es un planeta extra solar en órbita alrededor de una estrella parecida al Sol, la Kepler 78, en la constelación del Cisne, a unos 400 años luz de distancia.
Ahora, dos investigaciones publicadas en la revista Nature, informan de que presenta una masa y densidad muy parecidas a las de la Tierra.
Los autores de los trabajos, uno liderado por Francesco Pepe desde la Universidad de Ginebra y otro por Andrew W. Howard desde la de Hawaii en Manoa, muestran que Kepler-78b está compuesto de hierro en el núcleo y rocas en su interior, como la Tierra. Por este motivo, se trata del exoplaneta más pequeño del que se conoce el radio y la masa con gran precisión.
Es posible encontrar otro gemelo
Kepler-78b fue observado por primera vez en agosto de 2013, por el satélite Kepler de la NASA. El satélite detectó la débil variación en la luz de la estrella causada por el paso del planeta frente a ella.
Poco después del descubrimiento, el Telescopio Nazionale Galileo (TNG) en La Palma (Canarias) apuntó a la estrella que alberga el planeta.
Luego, el equipo científico de HARPS-N, uno de los espectrógrafos más precisos del mundo instalado en el TNG, midió la ligera oscilación de la estrella causada por la presencia del planeta. Así se identificaron las características ‘terrestres’ de Kepler-78b.
Emilio Molinari, director del TNG y coautor de uno de los artículos, enfatiza la importancia del uso de HARPS-N: “Estamos muy orgullosos del desempeño del TNG y HARPS-N, porque muestra que el descubrimiento de un planeta gemelo a la Tierra es factible”, publica SINC.
Ahora, dos investigaciones publicadas en la revista Nature, informan de que presenta una masa y densidad muy parecidas a las de la Tierra.
Los autores de los trabajos, uno liderado por Francesco Pepe desde la Universidad de Ginebra y otro por Andrew W. Howard desde la de Hawaii en Manoa, muestran que Kepler-78b está compuesto de hierro en el núcleo y rocas en su interior, como la Tierra. Por este motivo, se trata del exoplaneta más pequeño del que se conoce el radio y la masa con gran precisión.
Es posible encontrar otro gemelo
Kepler-78b fue observado por primera vez en agosto de 2013, por el satélite Kepler de la NASA. El satélite detectó la débil variación en la luz de la estrella causada por el paso del planeta frente a ella.
Poco después del descubrimiento, el Telescopio Nazionale Galileo (TNG) en La Palma (Canarias) apuntó a la estrella que alberga el planeta.
Luego, el equipo científico de HARPS-N, uno de los espectrógrafos más precisos del mundo instalado en el TNG, midió la ligera oscilación de la estrella causada por la presencia del planeta. Así se identificaron las características ‘terrestres’ de Kepler-78b.
Emilio Molinari, director del TNG y coautor de uno de los artículos, enfatiza la importancia del uso de HARPS-N: “Estamos muy orgullosos del desempeño del TNG y HARPS-N, porque muestra que el descubrimiento de un planeta gemelo a la Tierra es factible”, publica SINC.
Kepler-78b es un planeta ardiente
Kepler-78b tiene un radio de tan solo 1,16 veces el radio de la Tierra, mientras la masa es 1,86 masas terrestres. Estas cantidades dan una densidad de 5,57 gramos por centímetro cúbico, lo que implica una composición rocosa y férrica.
Sin embargo, Kepler-78b tiene un periodo orbital tan corto, de apenas 8,5 horas, por lo que gira muy cerca de su estrella. Esto significa que la temperatura en la superficie del planeta debe estar entre 3.000 y 5.000 grados, lo que descarta completamente cualquier posibilidad de vida.
En palabras de los autores de la investigación, recogidas por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Kepler-78b estaría a por lo menos 2.000 grados más que la Tierra. Investigadores del MIT participaron en la primera detección de este exoplaneta.
Un exoplaneta que no debería existir
Kepler-78b es un planeta que no debería existir, según publica por su parte el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (CfA) de Estados Unidos, cuyos investigadores han participado en el segundo estudio publicado por Nature.
La razón: está tan cerca de su estrella –de hecho, sigue una de las órbitas más estrechas jamás conocidas- que en teoría no podría haberse formado ni haberse trasladado hasta donde se encuentra.
"Este planeta es un misterio", afirma el astrónomo David Latham. "No sabemos cómo se formó ni cómo llegó a donde está hoy. Lo que sí sabemos es que no va a durar para siempre”.
El gemelo de la Tierra ya está condenado: las mareas gravitacionales lo arrastrarán cada vez más cerca de su estrella y, en algún momento, se acercará tanto a ella que la fuerza de gravedad de la estrella lo romperá. Los teóricos predicen que esto ocurrirá en unos tres mil millones de años.
Curiosamente, en nuestro sistema solar podría haber existido un planeta como el Kepler-78b. De ser así, se habría destruido hace mucho tiempo sin dejar signos para los astrónomos del presente.
Kepler-78b tiene un radio de tan solo 1,16 veces el radio de la Tierra, mientras la masa es 1,86 masas terrestres. Estas cantidades dan una densidad de 5,57 gramos por centímetro cúbico, lo que implica una composición rocosa y férrica.
Sin embargo, Kepler-78b tiene un periodo orbital tan corto, de apenas 8,5 horas, por lo que gira muy cerca de su estrella. Esto significa que la temperatura en la superficie del planeta debe estar entre 3.000 y 5.000 grados, lo que descarta completamente cualquier posibilidad de vida.
En palabras de los autores de la investigación, recogidas por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Kepler-78b estaría a por lo menos 2.000 grados más que la Tierra. Investigadores del MIT participaron en la primera detección de este exoplaneta.
Un exoplaneta que no debería existir
Kepler-78b es un planeta que no debería existir, según publica por su parte el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics (CfA) de Estados Unidos, cuyos investigadores han participado en el segundo estudio publicado por Nature.
La razón: está tan cerca de su estrella –de hecho, sigue una de las órbitas más estrechas jamás conocidas- que en teoría no podría haberse formado ni haberse trasladado hasta donde se encuentra.
"Este planeta es un misterio", afirma el astrónomo David Latham. "No sabemos cómo se formó ni cómo llegó a donde está hoy. Lo que sí sabemos es que no va a durar para siempre”.
El gemelo de la Tierra ya está condenado: las mareas gravitacionales lo arrastrarán cada vez más cerca de su estrella y, en algún momento, se acercará tanto a ella que la fuerza de gravedad de la estrella lo romperá. Los teóricos predicen que esto ocurrirá en unos tres mil millones de años.
Curiosamente, en nuestro sistema solar podría haber existido un planeta como el Kepler-78b. De ser así, se habría destruido hace mucho tiempo sin dejar signos para los astrónomos del presente.
Referencias bibliográficas:
Francesco Pepe et al. An Earth-sized planet with an Earth-like density”. Nature (2013). DOI: 10.1038/nature12768.
Andrew W. Howard et al. A rocky composition for an Earth-sized exoplanet. Nature (2013). DOI: 10.1038/nature12767.
Francesco Pepe et al. An Earth-sized planet with an Earth-like density”. Nature (2013). DOI: 10.1038/nature12768.
Andrew W. Howard et al. A rocky composition for an Earth-sized exoplanet. Nature (2013). DOI: 10.1038/nature12767.