Aunque la base genética del autismo está bien establecida, un creciente número de investigaciones sugiere que determinados factores ambientales podrían jugar también un papel en este trastorno del desarrollo que afecta a casi uno de cada 100 niños.

Un estudio reciente realizado por científicos de la Northwestern University de Estados Unidos, por ejemplo, sugiere que uno de estos factores ambientales de riesgo de desarrollo del autismo es un peso bajo al nacer.

La investigación se basó en parejas de gemelos en las que sólo uno de los miembros había desarrollado autismo. Los investigadores descubrieron en los casos estudiados que el peso de los niños al nacer era un firme pronosticador del autismo.

En concreto, los investigadores constataron que un peso bajo al nacer entrañaba más del triple de riesgo de desarrollar este trastorno, en parejas de gemelos idénticos en las que uno de los miembros era autista y el otro no.

Según los científicos, dado que los gemelos idénticos comparten el 100% de los genes, el hecho de que algunos desarrollen el autismo y otros no sugiere que este factor ambiental puede ser un desencadenante.

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