Para muchos lectores la música es una buena compañera, pues ayuda a introducirse en la historia, a ambientarse mejor. Hay libros para los que se proponen incluso listas oficiales, con una selección de canciones en sintonía, o bien las que escuchaba el autor en el momento de escribir. En otras ocasiones se menciona una canción en la obra, lo cual incita a escucharla.
Pero, ¿qué pasaría si se convirtiera automáticamente cada fragmento de una novela en una pieza musical? Es lo que tratan de conseguir dos investigadores a través de un sistema de Inteligencia Artificial (IA) bautizado como Transpose. La herramienta surge del proyecto de tesis de Hannah Davis, de la Universidad de Nueva York (NYU), y su colaboración con Saif Mohammad, investigador en el Consejo de Investigación Nacional de Canadá (NRC).
El resultado es un software capaz de extraer las emociones fundamentales de una novela y crear un sentimiento similar en forma de música. Para ello toma el texto escrito, analiza su estructura, gramática y contenido emocional, y lo traduce en una composición musical única.
De momento no se puede elegir entre comprar un libro u optar por su versión musical, pero los resultados iniciales reflejan de forma bastante decente el espíritu de la historia, por lo que tiempo al tiempo. El proyecto se ha presentado este mes en Suecia y Canadá.
Pero, ¿qué pasaría si se convirtiera automáticamente cada fragmento de una novela en una pieza musical? Es lo que tratan de conseguir dos investigadores a través de un sistema de Inteligencia Artificial (IA) bautizado como Transpose. La herramienta surge del proyecto de tesis de Hannah Davis, de la Universidad de Nueva York (NYU), y su colaboración con Saif Mohammad, investigador en el Consejo de Investigación Nacional de Canadá (NRC).
El resultado es un software capaz de extraer las emociones fundamentales de una novela y crear un sentimiento similar en forma de música. Para ello toma el texto escrito, analiza su estructura, gramática y contenido emocional, y lo traduce en una composición musical única.
De momento no se puede elegir entre comprar un libro u optar por su versión musical, pero los resultados iniciales reflejan de forma bastante decente el espíritu de la historia, por lo que tiempo al tiempo. El proyecto se ha presentado este mes en Suecia y Canadá.
Categorizar y trasladar
Como recoge un artículo publicado en Time, la clave de este trabajo radica en el incipiente campo de análisis de sentimientos, o en los intentos de la IA por enseñar a las computadoras para que sean capaces de detectar emociones en el texto, a menudo mediante el uso de palabras clave codificadas.
En su nivel más básico, el análisis de los sentimientos intenta categorizar el texto como positivo, negativo o neutral. Aunque incluso ese nivel de análisis puede aún dar error, por ejemplo a la hora de detectar el sarcasmo, algunos investigadores han sido mucho más ambiciosos.
Es el caso del propio Mohammad, quien previamente había creado un enorme léxico de palabras-emociones. Se trata de una base de datos con 14.000 palabras recopiladas de una forma rápida y barata a través de crowdsourcing, para lo que se reclutó a miles de personas online que debían asociar cada palabra dada a una de las ocho emociones que la mayoría de psicólogos consideran básicas -alegría, tristeza, ira, asco, expectación, sorpresa, confianza y miedo. El resultado es una base imperfecta pero robusta sobre la que montar TransProse.
El nuevo software lee el texto y, mediante el escaneo de palabras, las clasifica por un lado en los estados positivo, negativo o neutral, y a su vez en las ocho emociones básicas. La palabra dolor, por ejemplo, se clasifica como negativa; y utilizando el léxico de Mohammad también se cataloga en tristeza. Algunas palabras como maternal se codifican tanto en positivas como negativas, mientras que otras como pantalla salieron del proceso de clasificación sin vínculos significativos con ninguna de las emociones.
El programa destaca una emoción según la frecuencia con que aparezcan más palabras de la base de datos. A partir de esa información la herramienta compone una pieza musical que sigue cronológicamente el orden de la novela, dividida en principio, primera mitad, segunda media y final. Para ello recurre a la teoría de la música, asignando valores a características como tempo, clave, octava y notas.
Así, los textos con palabras más positivas en general se traducen en Do mayor, porque las claves principales se asocian con la felicidad, mientras la octava se determina según si aparecen más palabras relacionadas con tristeza o alegría. Mientras más palabras asociadas a diferentes emociones aparezcan más cambia el ritmo de la música, frente a un ritmo más monótono para reflejar una sensación dominante. Las notas consonantes reflejan alegría y calma, mientras las discordantes encarnan las partes más emocionantes de la novela.
Como recoge un artículo publicado en Time, la clave de este trabajo radica en el incipiente campo de análisis de sentimientos, o en los intentos de la IA por enseñar a las computadoras para que sean capaces de detectar emociones en el texto, a menudo mediante el uso de palabras clave codificadas.
En su nivel más básico, el análisis de los sentimientos intenta categorizar el texto como positivo, negativo o neutral. Aunque incluso ese nivel de análisis puede aún dar error, por ejemplo a la hora de detectar el sarcasmo, algunos investigadores han sido mucho más ambiciosos.
Es el caso del propio Mohammad, quien previamente había creado un enorme léxico de palabras-emociones. Se trata de una base de datos con 14.000 palabras recopiladas de una forma rápida y barata a través de crowdsourcing, para lo que se reclutó a miles de personas online que debían asociar cada palabra dada a una de las ocho emociones que la mayoría de psicólogos consideran básicas -alegría, tristeza, ira, asco, expectación, sorpresa, confianza y miedo. El resultado es una base imperfecta pero robusta sobre la que montar TransProse.
El nuevo software lee el texto y, mediante el escaneo de palabras, las clasifica por un lado en los estados positivo, negativo o neutral, y a su vez en las ocho emociones básicas. La palabra dolor, por ejemplo, se clasifica como negativa; y utilizando el léxico de Mohammad también se cataloga en tristeza. Algunas palabras como maternal se codifican tanto en positivas como negativas, mientras que otras como pantalla salieron del proceso de clasificación sin vínculos significativos con ninguna de las emociones.
El programa destaca una emoción según la frecuencia con que aparezcan más palabras de la base de datos. A partir de esa información la herramienta compone una pieza musical que sigue cronológicamente el orden de la novela, dividida en principio, primera mitad, segunda media y final. Para ello recurre a la teoría de la música, asignando valores a características como tempo, clave, octava y notas.
Así, los textos con palabras más positivas en general se traducen en Do mayor, porque las claves principales se asocian con la felicidad, mientras la octava se determina según si aparecen más palabras relacionadas con tristeza o alegría. Mientras más palabras asociadas a diferentes emociones aparezcan más cambia el ritmo de la música, frente a un ritmo más monótono para reflejar una sensación dominante. Las notas consonantes reflejan alegría y calma, mientras las discordantes encarnan las partes más emocionantes de la novela.
Aplicaciones
En la web del proyecto, los investigadores exponen el resultado de trasladar ciertas novelas a composiciones musicales. Es el caso de Las aventuras de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, a la que se asignó "confianza" como emoción más destacada, seguida de "miedo". El resultado de la traducción es una composición para piano simple y bonita pero bastante sosa en Do mayor, con unos trinos que podrían evocar a Mozart. Quienes esperen una pista o indicio de los habituales adversarios de Holmes, se sentirán decepcionados.
Al fin y al cabo se trata del comienzo de la investigación, con un software básico, “por lo que no pretendemos crear una música bonita en este momento”, señala Davis. De hecho, las composiciones se limitan a tres melodías de piano. A partir de ahora, pretenden añadir más instrumentos y generar piezas más largas y complejas, por ejemplo representando el diálogo entre diversos personajes con variación de notas.
"Hay muchas fórmulas creativas en las que se podría utilizar el traspaso de texto a música y viceversa", asegura Mohammad. Una aplicación práctica bastante útil y original estaría en las tiendas de libros online, donde un cliente podría hacer clic para escuchar el tono emocional de un libro antes de decidirse a comprarlo.
El investigador va a más al manifestar que están conectando la literatura con la música a través de las emociones, pero no descarta otros ámbitos que se podrían conectar. “Estamos limitados sólo por nuestra imaginación”, añade.
En la web del proyecto, los investigadores exponen el resultado de trasladar ciertas novelas a composiciones musicales. Es el caso de Las aventuras de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, a la que se asignó "confianza" como emoción más destacada, seguida de "miedo". El resultado de la traducción es una composición para piano simple y bonita pero bastante sosa en Do mayor, con unos trinos que podrían evocar a Mozart. Quienes esperen una pista o indicio de los habituales adversarios de Holmes, se sentirán decepcionados.
Al fin y al cabo se trata del comienzo de la investigación, con un software básico, “por lo que no pretendemos crear una música bonita en este momento”, señala Davis. De hecho, las composiciones se limitan a tres melodías de piano. A partir de ahora, pretenden añadir más instrumentos y generar piezas más largas y complejas, por ejemplo representando el diálogo entre diversos personajes con variación de notas.
"Hay muchas fórmulas creativas en las que se podría utilizar el traspaso de texto a música y viceversa", asegura Mohammad. Una aplicación práctica bastante útil y original estaría en las tiendas de libros online, donde un cliente podría hacer clic para escuchar el tono emocional de un libro antes de decidirse a comprarlo.
El investigador va a más al manifestar que están conectando la literatura con la música a través de las emociones, pero no descarta otros ámbitos que se podrían conectar. “Estamos limitados sólo por nuestra imaginación”, añade.