Hace mucho tiempo que los móviles dejaron de ser un dispositivo para realizar llamadas. Hoy, se han convertido en pequeños ordenadores personales que disponen de reproductores de música digital, mapas o navegadores de Internet. Investigadores del Palo Alto Research Center han dado un paso más en el desarrollo de los dispositivos móviles al crear una herramienta informática que los convierte en asistentes personales con criterio suficiente como para recomendarnos cosas concretas de nuestra vida diaria.
El software se llama Magitti, y toma toda la información de la que dispone sobre nosotros para hacernos indicaciones sobre qué cosas podemos hacer. Así, tiene en cuenta la hora, dónde nos encontramos, qué recomendaciones nos hizo en el pasado e incluso los mensajes de texto que recibimos y mandamos desde el terminal.
Sus creadores lo han ideado de tal manera que, cuando una persona abre un móvil en el que se ha instalado previamente la aplicación Magitti, éste hace, inmediatamente, una recomendación respecto a, por ejemplo, un restaurante en el que comer.
Esta herramienta ha sido desarrollada por PARC para la empresa japonesa Dai Nippon Printing y es sólo un ejemplo de la tendencia creciente de hacer dispositivos móviles más inteligentes. En el caso de Magitti, esta inteligencia va un poco más allá, porque es capaz de aprender de la persona que lo está usando.
La particularidad de este software es que cuanto más tiempo pasa con nosotros y más interactuamos con él, más sabe sobre nuestras costumbres. Eso quiere decir, que sus recomendaciones son cada vez más acertadas y van variando según nosotros vamos cambiando.
El software emplea algoritmos de inteligencia artificial. Si el dueño del móvil quisiera comer en un restaurante barato, el software compararía la localización GPS de restaurantes asequibles y haría su correspondiente recomendación.
El software se llama Magitti, y toma toda la información de la que dispone sobre nosotros para hacernos indicaciones sobre qué cosas podemos hacer. Así, tiene en cuenta la hora, dónde nos encontramos, qué recomendaciones nos hizo en el pasado e incluso los mensajes de texto que recibimos y mandamos desde el terminal.
Sus creadores lo han ideado de tal manera que, cuando una persona abre un móvil en el que se ha instalado previamente la aplicación Magitti, éste hace, inmediatamente, una recomendación respecto a, por ejemplo, un restaurante en el que comer.
Esta herramienta ha sido desarrollada por PARC para la empresa japonesa Dai Nippon Printing y es sólo un ejemplo de la tendencia creciente de hacer dispositivos móviles más inteligentes. En el caso de Magitti, esta inteligencia va un poco más allá, porque es capaz de aprender de la persona que lo está usando.
La particularidad de este software es que cuanto más tiempo pasa con nosotros y más interactuamos con él, más sabe sobre nuestras costumbres. Eso quiere decir, que sus recomendaciones son cada vez más acertadas y van variando según nosotros vamos cambiando.
El software emplea algoritmos de inteligencia artificial. Si el dueño del móvil quisiera comer en un restaurante barato, el software compararía la localización GPS de restaurantes asequibles y haría su correspondiente recomendación.
Inteligencia artificial
Al mismo tiempo que los móviles se hacen más potentes, con incorporaciones como el GPS o los acelerómetros, los investigadores buscan nuevos algoritmos de inteligencia artificial para que los datos que tiene o recoge el terminal tengan sentido. Microsoft, Intel, Nokia o el MIT ya trabajan en este tipo de aplicaciones que dotan de “inteligencia” a los celulares.
Como explica Technology Review, la herramienta creada por los investigadores de PARC construye en un servidor modelos de grupos de datos que predicen algo que le gustaría hacer a su dueño, basándose en comportamientos del pasado.
Magitti toma datos del GPS del teléfono (posiciones geográficas donde ha estado el dueño), estudia los mensajes cortos de texto y los e-mails, mira los eventos recogidos en la agenda y los manda al servidor.
Los mensajes de texto son especialmente importantes por son bits de información que incluyen muchas veces referencias sobre planes futuros. Por ejemplo, si el dueño del terminal recibe un mensaje de texto de un amigo quedando en un restaurante donde se puede comer sushi, el software recoge esa información y lo pone en la lista de recomendaciones más probables.
El problema de la privacidad
La idea de almacenar información personal, como dónde hemos estado, plantea un problema de privacidad. Los investigadores de PARC lo tuvieron también en cuenta cuando hicieron este sistema. Por eso, los mensajes de texto sólo se mantienen en el servidor durante un tiempo determinado. En última instancia, hay un intercambio entre privacidad y conveniencia. Sus creadores creen que cuando los usuarios se den cuenta de los beneficios de un sistema como éste, el tema de la privacidad quedará en un segundo plano a favor de la utilidad.
Magitti no tiene todavía todos sus problemas técnicos resueltos, sobre todo en lo referente a la fiabilidad. Uno de esos problemas es que algunas de las categorías que la gente usa para sus actividades son todavía un poco ambiguas. Por ejemplo “comprar” puede significar ir al mercado o ir a una tienda de ropa. “Comer” puede significar hacerlo sentado en un buen restaurante o, sencillamente, tomarse un bocadillo.
El software será probado con personas adultas en Tokio durante la primavera de 2008. Dependiendo de la respuesta que tenga, será puesto a disposición de más gente. El mercado de telefonía móvil norteamericano también entre en los planes de sus desarrolladores. El problema de los Estados Unidos es que tiene varios operadores y muchos fabricantes, por lo que su despliegue sería complicado.
Al mismo tiempo que los móviles se hacen más potentes, con incorporaciones como el GPS o los acelerómetros, los investigadores buscan nuevos algoritmos de inteligencia artificial para que los datos que tiene o recoge el terminal tengan sentido. Microsoft, Intel, Nokia o el MIT ya trabajan en este tipo de aplicaciones que dotan de “inteligencia” a los celulares.
Como explica Technology Review, la herramienta creada por los investigadores de PARC construye en un servidor modelos de grupos de datos que predicen algo que le gustaría hacer a su dueño, basándose en comportamientos del pasado.
Magitti toma datos del GPS del teléfono (posiciones geográficas donde ha estado el dueño), estudia los mensajes cortos de texto y los e-mails, mira los eventos recogidos en la agenda y los manda al servidor.
Los mensajes de texto son especialmente importantes por son bits de información que incluyen muchas veces referencias sobre planes futuros. Por ejemplo, si el dueño del terminal recibe un mensaje de texto de un amigo quedando en un restaurante donde se puede comer sushi, el software recoge esa información y lo pone en la lista de recomendaciones más probables.
El problema de la privacidad
La idea de almacenar información personal, como dónde hemos estado, plantea un problema de privacidad. Los investigadores de PARC lo tuvieron también en cuenta cuando hicieron este sistema. Por eso, los mensajes de texto sólo se mantienen en el servidor durante un tiempo determinado. En última instancia, hay un intercambio entre privacidad y conveniencia. Sus creadores creen que cuando los usuarios se den cuenta de los beneficios de un sistema como éste, el tema de la privacidad quedará en un segundo plano a favor de la utilidad.
Magitti no tiene todavía todos sus problemas técnicos resueltos, sobre todo en lo referente a la fiabilidad. Uno de esos problemas es que algunas de las categorías que la gente usa para sus actividades son todavía un poco ambiguas. Por ejemplo “comprar” puede significar ir al mercado o ir a una tienda de ropa. “Comer” puede significar hacerlo sentado en un buen restaurante o, sencillamente, tomarse un bocadillo.
El software será probado con personas adultas en Tokio durante la primavera de 2008. Dependiendo de la respuesta que tenga, será puesto a disposición de más gente. El mercado de telefonía móvil norteamericano también entre en los planes de sus desarrolladores. El problema de los Estados Unidos es que tiene varios operadores y muchos fabricantes, por lo que su despliegue sería complicado.