Un reciente estudio llevado a cabo por McKinsey Quarterly ha delimitado cómo es el modelo de liderazgo de las mujeres y de qué manera puede influir en su carrera profesional.
Para llevar a cabo este estudio, sus autores han entrevistado a 85 mujeres de todo el mundo que han tenido éxito en su carrera empresarial. Las entrevistadas son muy dispares, ya que van desde directivas que lideran a 10.000 personas hasta empresarias que sólo dirigen a 5.
Con los datos recogidos y la literatura estudiada al respecto, McKinsey propone que el modelo de liderazgo de las mujeres tiene cinco dimensiones (muy amplias) que se relacionan entre sí: significado, gestión de la energía, marco positivo, conexión y compromiso. Estas cinco dimensiones conformarían un “modelo de liderazgo centrado”, que implicaría también sentirse bien física, intelectual, emocional y espiritualmente para obtener la fuerza necesaria para conseguir una aspiración personal o para inspirar a los demás.
En primer lugar estaría lo que llaman “significado”, que se refiere a la motivación que nos mueve. Permite a las personas descubrir sus intereses y llevarlos hasta el límite. Es, dicen los autores, “lo que hace que el corazón lata más rápido”. El significado empieza con la felicidad. Los psicólogos positivos han definido una progresión de la felicidad que va desde el placer, pasando por el compromiso, hasta el significado.
Algunas de las mujeres entrevistadas afirmaron que encontrar un significado en su vida les había ayudado a tomar nuevos caminos y a asumir riesgos personales y laborales que estaban implícitos en sus retos. Para empezar, el informe asegura que es necesario definir qué cosas tienen sentido en el día a día, qué cosas proporcionan felicidad y en qué cosas se es bueno.
La energía, crucial
Gestionar la energía es clave para los líderes hoy por hoy. El estudio afirma que el 60% de los directivos senior trabajan más de 50 horas a la semana, mientras que un 10% trabajan unas 80. En el caso de muchas mujeres (92%) con responsabilidad, además de estas largas jornadas, tienen que hacerse cargo después de su vida familiar.
McKinsey considera que el equilibrio entre trabajo y vida privada para las mujeres es una quimera, por lo que apuesta por que éstas encuentren un equilibrio en sus flujos de energía. Esto significa basar las prioridades en aquellas actividades que “energetizan”, tanto en las empresas como en casa. Es una forma de evitar el síndrome del trabajador “quemado”, que tanto sufren las mujeres.
El trabajo no tiene que ser agotador. Mihály Csikszentmihálvi, uno de los fundadores de la psicología positiva, estudió a gente de todo tipo, desde escultores a ejecutivos, y llegó a la conclusión de que aquellos que experimentaban frecuentemente la sensación de estar tan centrados en una actividad que no sienten el paso del tiempo eran más productivos y se sentían más satisfechos y plenos de energía. La clave es identificar las situaciones que nos recargan y aquellas que nos vacían. Esta autoconciencia es una vía para sólo incorporar a nuestra actividad las cosas que nos dan energía.
El punto de vista con que se ve el mundo puede marcar la diferencia profesionalmente hablando. Muchos estudios sugieren que los optimistas ven la vida más realistamente que los pesimistas. El marco positivo puede ser crucial para tomar las decisiones adecuadas en un negocio. Esto es fundamental para las mujeres, ya que tienen el doble de probabilidades de sufrir una depresión que los hombres, según el libro “The famele brain”.
Los optimistas no temen ver el mundo tal cual es, porque confían en sus posibilidades y en su capacidad para mover equipos rápidamente. Por el contrario, los pesimistas tienden a sentirse indefensos. “No importa lo pesimista que se sea por naturaleza”, dice el informe, “se puede aprender a ver las situaciones como lo hacen las personas optimistas”.
La experiencia de Andrea Jung, la presidenta de Avon, muestra lo útil que puede ser enmarcar la realidad positivamente. A finales de 2005, su empresa entró en una espiral negativa a causa de factores temporales que ella no podía explicar. Ella lideraba y creaba las estrategias y los equipos, por lo que se sentía responsable. Su decisión fue “despedirse a ella misma” un vienes por la tarde y volver un lunes convertida en una “nueva” presidenta. Se dio cuenta de que tenía que ver siempre el vaso medio lleno y recuperó un plan adoptado por su equipo de gestión, después de analizar la situación, que provocó una mejora sostenida.
Conexiones
La gente con buenas redes y mentores ascienden en los escalafones, son mejor pagados y se sienten más satisfechos. Tienen un sentimiento de pertenencia que hace que sus vidas tengan sentido. Este es el poder que tienen las conexiones, que además pueden marcar la diferencia entre ser un directivo o ser un líder. Los segundos tienen la habilidad de imaginar hacia dónde quieren ir y “reclutar” las personas y los grupos para alcanzar esa finalidad.
Pero hombres y mujeres hacen sus conexiones también de forma muy diferente. Roy Baumeister, un psicólogo social, cree que los hombres tienden a hacer redes más grandes y más superficiales que las mujeres, lo que motiva que ellos obtengan una mayor variedad de recursos y más oportunidades profesionales. Para McKinsey, efectivamente, las redes creadas por mujeres son más pequeñas pero mucho más profundas.
Hablando de establecer relaciones, el estudio pone de manifiesto la importancia que tiene para las mujeres relacionarse con colegas senior y tener mentores. Una de las causas de que, precisamente, ellas no lleguen a puestos de responsabilidad es la falta de mentores (especialmente femeninos) “que son la clave para ayudar a las mujeres a acceder a oportunidades”.
Un de las conclusiones a las llega el estudio es que las mujeres fallan con frecuencia en la reciprocidad. Los hombres comprenden de forma natural que “hay que dar antes de recibir”, pero las mujeres no. Esta tendencia dificulta que las mujeres, sobre todo si son jóvenes, encuentren mentores dentro de la empresa.
Finalmente, las mujeres entrevistadas aseguran que ellas tienen que crear su propia suerte. Se refieren a que, para conectarse a las oportunidades y hacerse dueñas de ellas, “han de escuchar primero su propia voz”.
Las mujeres que quieren prosperar en su liderazgo también tienen que hacerse dueñas de su desarrollo profesional. Mary Ma, directora financiera del fabricante de ordenadores Lenovo, dijo en una de las entrevistas que ella toma como metáfora la industria japonesa del automóvil, reorganizándose ella misma para ser más competitiva y cambiando lo que ha de ser cambiado. Ma dice que no se queja ante sus jefes o compañeros, sino que mira en su interior para ver cómo puede ser una líder más efectiva.
Este compromiso con uno mismo tiene mucho que ver con el riesgo. Las mujeres entrevistadas aceptaban el riesgo como parte de una oportunidad. Unas mostraban el coraje y la confianza para enfrentarse a ese riesgo, mientras que otras analizaban el problema para medir el riesgo y actuar en consecuencia. Algunos estudios indican que las personas que toman una decisión enfrentándose al riesgo, en lugar de evitarlo, son más felices.
Para llevar a cabo este estudio, sus autores han entrevistado a 85 mujeres de todo el mundo que han tenido éxito en su carrera empresarial. Las entrevistadas son muy dispares, ya que van desde directivas que lideran a 10.000 personas hasta empresarias que sólo dirigen a 5.
Con los datos recogidos y la literatura estudiada al respecto, McKinsey propone que el modelo de liderazgo de las mujeres tiene cinco dimensiones (muy amplias) que se relacionan entre sí: significado, gestión de la energía, marco positivo, conexión y compromiso. Estas cinco dimensiones conformarían un “modelo de liderazgo centrado”, que implicaría también sentirse bien física, intelectual, emocional y espiritualmente para obtener la fuerza necesaria para conseguir una aspiración personal o para inspirar a los demás.
En primer lugar estaría lo que llaman “significado”, que se refiere a la motivación que nos mueve. Permite a las personas descubrir sus intereses y llevarlos hasta el límite. Es, dicen los autores, “lo que hace que el corazón lata más rápido”. El significado empieza con la felicidad. Los psicólogos positivos han definido una progresión de la felicidad que va desde el placer, pasando por el compromiso, hasta el significado.
Algunas de las mujeres entrevistadas afirmaron que encontrar un significado en su vida les había ayudado a tomar nuevos caminos y a asumir riesgos personales y laborales que estaban implícitos en sus retos. Para empezar, el informe asegura que es necesario definir qué cosas tienen sentido en el día a día, qué cosas proporcionan felicidad y en qué cosas se es bueno.
La energía, crucial
Gestionar la energía es clave para los líderes hoy por hoy. El estudio afirma que el 60% de los directivos senior trabajan más de 50 horas a la semana, mientras que un 10% trabajan unas 80. En el caso de muchas mujeres (92%) con responsabilidad, además de estas largas jornadas, tienen que hacerse cargo después de su vida familiar.
McKinsey considera que el equilibrio entre trabajo y vida privada para las mujeres es una quimera, por lo que apuesta por que éstas encuentren un equilibrio en sus flujos de energía. Esto significa basar las prioridades en aquellas actividades que “energetizan”, tanto en las empresas como en casa. Es una forma de evitar el síndrome del trabajador “quemado”, que tanto sufren las mujeres.
El trabajo no tiene que ser agotador. Mihály Csikszentmihálvi, uno de los fundadores de la psicología positiva, estudió a gente de todo tipo, desde escultores a ejecutivos, y llegó a la conclusión de que aquellos que experimentaban frecuentemente la sensación de estar tan centrados en una actividad que no sienten el paso del tiempo eran más productivos y se sentían más satisfechos y plenos de energía. La clave es identificar las situaciones que nos recargan y aquellas que nos vacían. Esta autoconciencia es una vía para sólo incorporar a nuestra actividad las cosas que nos dan energía.
El punto de vista con que se ve el mundo puede marcar la diferencia profesionalmente hablando. Muchos estudios sugieren que los optimistas ven la vida más realistamente que los pesimistas. El marco positivo puede ser crucial para tomar las decisiones adecuadas en un negocio. Esto es fundamental para las mujeres, ya que tienen el doble de probabilidades de sufrir una depresión que los hombres, según el libro “The famele brain”.
Los optimistas no temen ver el mundo tal cual es, porque confían en sus posibilidades y en su capacidad para mover equipos rápidamente. Por el contrario, los pesimistas tienden a sentirse indefensos. “No importa lo pesimista que se sea por naturaleza”, dice el informe, “se puede aprender a ver las situaciones como lo hacen las personas optimistas”.
La experiencia de Andrea Jung, la presidenta de Avon, muestra lo útil que puede ser enmarcar la realidad positivamente. A finales de 2005, su empresa entró en una espiral negativa a causa de factores temporales que ella no podía explicar. Ella lideraba y creaba las estrategias y los equipos, por lo que se sentía responsable. Su decisión fue “despedirse a ella misma” un vienes por la tarde y volver un lunes convertida en una “nueva” presidenta. Se dio cuenta de que tenía que ver siempre el vaso medio lleno y recuperó un plan adoptado por su equipo de gestión, después de analizar la situación, que provocó una mejora sostenida.
Conexiones
La gente con buenas redes y mentores ascienden en los escalafones, son mejor pagados y se sienten más satisfechos. Tienen un sentimiento de pertenencia que hace que sus vidas tengan sentido. Este es el poder que tienen las conexiones, que además pueden marcar la diferencia entre ser un directivo o ser un líder. Los segundos tienen la habilidad de imaginar hacia dónde quieren ir y “reclutar” las personas y los grupos para alcanzar esa finalidad.
Pero hombres y mujeres hacen sus conexiones también de forma muy diferente. Roy Baumeister, un psicólogo social, cree que los hombres tienden a hacer redes más grandes y más superficiales que las mujeres, lo que motiva que ellos obtengan una mayor variedad de recursos y más oportunidades profesionales. Para McKinsey, efectivamente, las redes creadas por mujeres son más pequeñas pero mucho más profundas.
Hablando de establecer relaciones, el estudio pone de manifiesto la importancia que tiene para las mujeres relacionarse con colegas senior y tener mentores. Una de las causas de que, precisamente, ellas no lleguen a puestos de responsabilidad es la falta de mentores (especialmente femeninos) “que son la clave para ayudar a las mujeres a acceder a oportunidades”.
Un de las conclusiones a las llega el estudio es que las mujeres fallan con frecuencia en la reciprocidad. Los hombres comprenden de forma natural que “hay que dar antes de recibir”, pero las mujeres no. Esta tendencia dificulta que las mujeres, sobre todo si son jóvenes, encuentren mentores dentro de la empresa.
Finalmente, las mujeres entrevistadas aseguran que ellas tienen que crear su propia suerte. Se refieren a que, para conectarse a las oportunidades y hacerse dueñas de ellas, “han de escuchar primero su propia voz”.
Las mujeres que quieren prosperar en su liderazgo también tienen que hacerse dueñas de su desarrollo profesional. Mary Ma, directora financiera del fabricante de ordenadores Lenovo, dijo en una de las entrevistas que ella toma como metáfora la industria japonesa del automóvil, reorganizándose ella misma para ser más competitiva y cambiando lo que ha de ser cambiado. Ma dice que no se queja ante sus jefes o compañeros, sino que mira en su interior para ver cómo puede ser una líder más efectiva.
Este compromiso con uno mismo tiene mucho que ver con el riesgo. Las mujeres entrevistadas aceptaban el riesgo como parte de una oportunidad. Unas mostraban el coraje y la confianza para enfrentarse a ese riesgo, mientras que otras analizaban el problema para medir el riesgo y actuar en consecuencia. Algunos estudios indican que las personas que toman una decisión enfrentándose al riesgo, en lugar de evitarlo, son más felices.