En los últimos meses se ha visto cómo directivos de las principales firmas financieras del mundo tenían deficiencias serias en su gestión. Ahora, mientras la economía mundial está en recesión, la pregunta es si los directivos de las firmas no financieras están preparados para aguantar el chaparrón que está cayendo. Con esto en mente, dos profesores de la Escuela de Negocios de Harvard proponen la creación de algo parecido al “Juramento Hipocrático” para depurar la gestión y las habilidades de los directivos empresariales
No ha sido una sorpresa. Las bancarrotas a las que estamos asistiendo demuestran que la gestión del riesgo ha sido inepta y que los directivos se han centrado en maximizar los beneficios a corto plazo, sin prestar atención a lo que pasaría cuando los buenos tiempos llegaran a su fin.
¿Por qué este fallo no ha pillado por sorpresa? En un artículo recién publicado en la Harvard Business Review, los profesores Rakesh Khurana y Nitin Nohria, que enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard, sostienen que el problema de los directivos de estas firmas ha sido, literalmente, su falta de profesionalidad. Comparando a los directivos con los médicos o los abogados, los autores titulan su artículo con este argumento: “Es hora de hacer el Management una auténtica profesión”.
“A diferencia de los médicos o de los abogados, los directivos no necesitan una educación formal para ejercer”, dicen. Además, no necesitan adherirse a un código de conducta universal, como ocurre con las dos profesiones antes mencionadas. Incluso si una empresa escribe sus propios códigos internos, no hay un conjunto universal de valores profesionales aceptados y sostenidos por un órgano de gobierno con el poder de censurar a los directivos que se hayan desviado de ese código.
Crítica a los MBA
Según informa “The Economist” , en este argumento, hay una crítica a los MBA, una disciplina que enseñan los propios autores del artículo, y que muchos de los directivos que hoy están fracasando estrepitosamente han recibido. Por ejemplo, Jeffrey Skillling, presidente ejecutivo de Enron, asistió a un MBA de Harvard antes de llevar a su empresa a la ruina.
Eso si, los autores reconocen que, aunque la educación de un directivo es esencial, el éxito de directivos iconoclastas como Bill Gates, podría mostrar que la falta de formación formal en Management sería una ventaja positiva para convertirse en un emprendedor exitoso. En el caso de los médicos y los abogados, hay muy pocos ejemplos de buenos profesionales que no hayan recibido una formación profesional previamente. Khurana y Nohria proponen que los puestos de dirección sean clasificados en función de la cantidad de formación requerida para desempeñarlos, de tal modo que el mercado pueda clarificar el valor de esa formación. Resulta complicado imaginar, en cualquier caso, que los emprendedores formados en “la escuela de la vida” vayan a pasar de moda, dicen los autores.
Juramento Hipocrático
Quizás más importante que un estándar educativo, sería un acuerdo general respecto a lo que constituyen sus estándares profesionales de comportamiento. En este punto, los dos profesores proponen crear una versión del Juramento Hipocrático aplicado al Management. Los médicos deben asumir este Juramento para ejercer. “Los códigos crean y sostienen un sentimiento de comunidad y obligación mutua que los miembros tienen respecto a los demás y respecto a la profesión”, sostienen.
El juramento para los directivos que ellos proponen cubre asuntos como el egoísmo (“Prometo que las consideraciones del beneficio personal nunca reemplazarán los intereses de la empresa que me ha sido encargado dirigir”) y las transparencia (“Prometo presentar mi actuación en la empresa correctamente y con transparencia a todas las parte implicadas”).
Esto tiene poco que ver con la claridad simple de la medicina (“Primero, no haré el mal”), principalmente porque es muy complicado juzgar si un directivo está haciendo bien su trabajo hasta pasado mucho tiempo. Por otro lado, estos dos profesores quieren que los directivos se comprometan a “servir el interés público aumentando el valor que su empresa crea para la sociedad”. Este es un estándar muy complicado de juzgar, ya que el trabajo de un directivo se suele medir en función básicamente de un parámetro: los beneficios.
Ahora que la opinión pública y los políticos culpan a las empresas de los males de la economía, esta llamada a la profesionalización de los directivos no podría ser más oportuna. Los líderes de las empresas y quienes mejoran sus habilidades deberían tomar su profesionalización seriamente, si quieren que la sociedad confíe en ellos.
No ha sido una sorpresa. Las bancarrotas a las que estamos asistiendo demuestran que la gestión del riesgo ha sido inepta y que los directivos se han centrado en maximizar los beneficios a corto plazo, sin prestar atención a lo que pasaría cuando los buenos tiempos llegaran a su fin.
¿Por qué este fallo no ha pillado por sorpresa? En un artículo recién publicado en la Harvard Business Review, los profesores Rakesh Khurana y Nitin Nohria, que enseñan en la Escuela de Negocios de Harvard, sostienen que el problema de los directivos de estas firmas ha sido, literalmente, su falta de profesionalidad. Comparando a los directivos con los médicos o los abogados, los autores titulan su artículo con este argumento: “Es hora de hacer el Management una auténtica profesión”.
“A diferencia de los médicos o de los abogados, los directivos no necesitan una educación formal para ejercer”, dicen. Además, no necesitan adherirse a un código de conducta universal, como ocurre con las dos profesiones antes mencionadas. Incluso si una empresa escribe sus propios códigos internos, no hay un conjunto universal de valores profesionales aceptados y sostenidos por un órgano de gobierno con el poder de censurar a los directivos que se hayan desviado de ese código.
Crítica a los MBA
Según informa “The Economist” , en este argumento, hay una crítica a los MBA, una disciplina que enseñan los propios autores del artículo, y que muchos de los directivos que hoy están fracasando estrepitosamente han recibido. Por ejemplo, Jeffrey Skillling, presidente ejecutivo de Enron, asistió a un MBA de Harvard antes de llevar a su empresa a la ruina.
Eso si, los autores reconocen que, aunque la educación de un directivo es esencial, el éxito de directivos iconoclastas como Bill Gates, podría mostrar que la falta de formación formal en Management sería una ventaja positiva para convertirse en un emprendedor exitoso. En el caso de los médicos y los abogados, hay muy pocos ejemplos de buenos profesionales que no hayan recibido una formación profesional previamente. Khurana y Nohria proponen que los puestos de dirección sean clasificados en función de la cantidad de formación requerida para desempeñarlos, de tal modo que el mercado pueda clarificar el valor de esa formación. Resulta complicado imaginar, en cualquier caso, que los emprendedores formados en “la escuela de la vida” vayan a pasar de moda, dicen los autores.
Juramento Hipocrático
Quizás más importante que un estándar educativo, sería un acuerdo general respecto a lo que constituyen sus estándares profesionales de comportamiento. En este punto, los dos profesores proponen crear una versión del Juramento Hipocrático aplicado al Management. Los médicos deben asumir este Juramento para ejercer. “Los códigos crean y sostienen un sentimiento de comunidad y obligación mutua que los miembros tienen respecto a los demás y respecto a la profesión”, sostienen.
El juramento para los directivos que ellos proponen cubre asuntos como el egoísmo (“Prometo que las consideraciones del beneficio personal nunca reemplazarán los intereses de la empresa que me ha sido encargado dirigir”) y las transparencia (“Prometo presentar mi actuación en la empresa correctamente y con transparencia a todas las parte implicadas”).
Esto tiene poco que ver con la claridad simple de la medicina (“Primero, no haré el mal”), principalmente porque es muy complicado juzgar si un directivo está haciendo bien su trabajo hasta pasado mucho tiempo. Por otro lado, estos dos profesores quieren que los directivos se comprometan a “servir el interés público aumentando el valor que su empresa crea para la sociedad”. Este es un estándar muy complicado de juzgar, ya que el trabajo de un directivo se suele medir en función básicamente de un parámetro: los beneficios.
Ahora que la opinión pública y los políticos culpan a las empresas de los males de la economía, esta llamada a la profesionalización de los directivos no podría ser más oportuna. Los líderes de las empresas y quienes mejoran sus habilidades deberían tomar su profesionalización seriamente, si quieren que la sociedad confíe en ellos.