Ubicación de la corteza cerebral. Fuente: Wikimedia Commons.
Pensar en Dios puede ayudar a las personas religiosas a sentirse menos alteradas cuando comenten errores, pero puede tener justo el efecto contrario en las personas ateas.
Esto es lo que revela un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Psychological Science, editada por la Association for Psychological Science (APS), de Estados Unidos.
Comprender los efectos de la fe
Michael Inzlicht, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough y uno de los autores del presente estudio, explica en un comunicado de dicha universidad que, dado que el 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa, para los psicólogos resulta importante comprender porqué la gente tiene estas creencias, explorar las funciones de la fe y, en definitiva, comprender para qué sirve.
Según los investigadores, la religión suele relacionarse con la posibilidad de darle una significación y un orden al mundo, pero aún no está claro si las creencias religiosas pueden realmente ayudar a las personas a sentir menos ansiedad y estrés.
Con la intención de aclarar estas cuestiones sobre religión y bienestar humano, los investigadores de la Universidad de Toronto realizaron ya en 2009 un estudio en el que analizaron la actividad de la amígdala cingulada anterior del cerebro en función de la religiosidad de los participantes.
En la presente investigación, los psicólogos han medido un tipo de ondas cerebrales relacionadas con las respuestas humanas de defensa ante errores (las señales de negatividad relacionada con error o error-related negativity (ERN), mientras los participantes en el estudio cometían fallos en una prueba.
De esta forma, pudo constatarse que aquellas personas que habían sido preparadas con pensamientos religiosos antes del test presentaron respuestas cerebrales menos acusadas ante sus propios errores que las personas que no habían sido condicionadas de esta manera previamente.
Estas respuestas neuronales menos acusadas permitieron a los participantes afrontar los contratiempos sin perder su equilibrio, y reaccionar con menos ansiedad a sus propios fallos, afirman los científicos.
Influencia consciente e inconsciente
En su experimento, los psicólogos pidieron a los participantes que escribieran sobre religión y, también, que realizaran una tarea de palabras revueltas, en la que se incluían términos relacionados con Dios.
Posteriormente, los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes, mientras éstos completaban una tarea informatizada, escogida porque proporcionaba una alta tasa de errores.
Los resultados de los registros demostraron que cuando se imprimía en la gente ideas sobre religión y Dios, consciente (escribir sobre Dios) o inconscientemente (tarea de palabras revueltas), su actividad cerebral al cometer errores se reducía en un área cerebral conocida como corteza cingulada anterior (ACC).
Esto es lo que revela un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de Toronto Scarborough, en Canadá, y cuyos resultados han aparecido publicados en la revista Psychological Science, editada por la Association for Psychological Science (APS), de Estados Unidos.
Comprender los efectos de la fe
Michael Inzlicht, investigador de la Universidad de Toronto Scarborough y uno de los autores del presente estudio, explica en un comunicado de dicha universidad que, dado que el 85% de la población mundial tiene algún tipo de creencia religiosa, para los psicólogos resulta importante comprender porqué la gente tiene estas creencias, explorar las funciones de la fe y, en definitiva, comprender para qué sirve.
Según los investigadores, la religión suele relacionarse con la posibilidad de darle una significación y un orden al mundo, pero aún no está claro si las creencias religiosas pueden realmente ayudar a las personas a sentir menos ansiedad y estrés.
Con la intención de aclarar estas cuestiones sobre religión y bienestar humano, los investigadores de la Universidad de Toronto realizaron ya en 2009 un estudio en el que analizaron la actividad de la amígdala cingulada anterior del cerebro en función de la religiosidad de los participantes.
En la presente investigación, los psicólogos han medido un tipo de ondas cerebrales relacionadas con las respuestas humanas de defensa ante errores (las señales de negatividad relacionada con error o error-related negativity (ERN), mientras los participantes en el estudio cometían fallos en una prueba.
De esta forma, pudo constatarse que aquellas personas que habían sido preparadas con pensamientos religiosos antes del test presentaron respuestas cerebrales menos acusadas ante sus propios errores que las personas que no habían sido condicionadas de esta manera previamente.
Estas respuestas neuronales menos acusadas permitieron a los participantes afrontar los contratiempos sin perder su equilibrio, y reaccionar con menos ansiedad a sus propios fallos, afirman los científicos.
Influencia consciente e inconsciente
En su experimento, los psicólogos pidieron a los participantes que escribieran sobre religión y, también, que realizaran una tarea de palabras revueltas, en la que se incluían términos relacionados con Dios.
Posteriormente, los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes, mientras éstos completaban una tarea informatizada, escogida porque proporcionaba una alta tasa de errores.
Los resultados de los registros demostraron que cuando se imprimía en la gente ideas sobre religión y Dios, consciente (escribir sobre Dios) o inconscientemente (tarea de palabras revueltas), su actividad cerebral al cometer errores se reducía en un área cerebral conocida como corteza cingulada anterior (ACC).
Michael Inzlicht. Fuente: Universidad de Toronto.
Este área del cerebro está asociada a diversas funciones, como la regulación de los estados de atención o de alerta cuando algo va mal, incluidos los fallos que cometemos.
Por ejemplo, un estudio realizado en 2005 por científicos de la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos) demostró que la ACC advierte de los errores cometidos, antes incluso de que el sujeto haya tomado la decisión equivocada.
Por otro lado, la corteza cingulada anterior, que es la parte frontal de la corteza cingulada o córtex cingulado del cerebro, parece jugar un papel clave en la regulación de la presión sanguínea y de la frecuencia cardiaca, así como en otras funciones de tipo cognitivo racional, como la anticipación a la recompensa, la capacidad de tomar decisiones, la empatía o la emoción.
No reduce el estrés en ateos
Esta reducción de las señales neuronales procedentes de la corteza cingulada anterior no fue detectado, sin embargo, en el caso de los ateos, afirman los investigadores: cuando a éstos se les imprimieron de manera inconsciente ideas relacionadas con Dios, la corteza cingulada anterior de estos participantes incrementó su actividad en lugar de reducirla.
Los científicos sugieren que, para las personas religiosas, pensar en Dios puede suponer una forma de ordenación del mundo, que alivie la ansiedad que provoca la aparición de eventos aparentemente aleatorios en él.
Por el contrario, para los ateos, los pensamientos sobre Dios pueden contradecir los esquemas de sentido con los que éstos viven, por lo que para ellos las ideas de Dios pueden ser una fuente de estrés.
Universos de sentido y salud
Inzlicht explica que: “pensar sobre Dios calma cuando se está bajo presión. Reduce el estrés que produce cometer errores. Creemos que este hecho puede ayudarnos a comprender algunos descubrimientos realmente interesantes sobre las personas que son religiosas. Aunque no sea de manera inequívoca, algunas evidencias sugieren que estas personas viven más y tienden a ser más felices y saludables”.
Una de estas evidencias la aportó un estudio realizado en 2006 con 192 personas por científicos del Departamento de Psicología del Albion College de Michigan (Estados Uniddos), en el que se demostró que la religiosidad puede generar actitudes de satisfacción vital.
Por otro lado, un estudio realizado también en 2006 por científicos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC) reveló que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.
Inzlicht señala, sin embargo, que los ateos pueden proporcionarse el mismo efecto positivo que supone para los creyentes pensar en Dios, simplemente reflexionando sobre su propio sistema de creencias. Según el científico: “creemos que esto puede ocurrir (la reducción del estrés) con cualquier universo de sentido que proporcione una estructura y ayude a la gente a comprender su mundo”.
Por ejemplo, un estudio realizado en 2005 por científicos de la Universidad de Washington en Saint Louis (Estados Unidos) demostró que la ACC advierte de los errores cometidos, antes incluso de que el sujeto haya tomado la decisión equivocada.
Por otro lado, la corteza cingulada anterior, que es la parte frontal de la corteza cingulada o córtex cingulado del cerebro, parece jugar un papel clave en la regulación de la presión sanguínea y de la frecuencia cardiaca, así como en otras funciones de tipo cognitivo racional, como la anticipación a la recompensa, la capacidad de tomar decisiones, la empatía o la emoción.
No reduce el estrés en ateos
Esta reducción de las señales neuronales procedentes de la corteza cingulada anterior no fue detectado, sin embargo, en el caso de los ateos, afirman los investigadores: cuando a éstos se les imprimieron de manera inconsciente ideas relacionadas con Dios, la corteza cingulada anterior de estos participantes incrementó su actividad en lugar de reducirla.
Los científicos sugieren que, para las personas religiosas, pensar en Dios puede suponer una forma de ordenación del mundo, que alivie la ansiedad que provoca la aparición de eventos aparentemente aleatorios en él.
Por el contrario, para los ateos, los pensamientos sobre Dios pueden contradecir los esquemas de sentido con los que éstos viven, por lo que para ellos las ideas de Dios pueden ser una fuente de estrés.
Universos de sentido y salud
Inzlicht explica que: “pensar sobre Dios calma cuando se está bajo presión. Reduce el estrés que produce cometer errores. Creemos que este hecho puede ayudarnos a comprender algunos descubrimientos realmente interesantes sobre las personas que son religiosas. Aunque no sea de manera inequívoca, algunas evidencias sugieren que estas personas viven más y tienden a ser más felices y saludables”.
Una de estas evidencias la aportó un estudio realizado en 2006 con 192 personas por científicos del Departamento de Psicología del Albion College de Michigan (Estados Uniddos), en el que se demostró que la religiosidad puede generar actitudes de satisfacción vital.
Por otro lado, un estudio realizado también en 2006 por científicos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC) reveló que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.
Inzlicht señala, sin embargo, que los ateos pueden proporcionarse el mismo efecto positivo que supone para los creyentes pensar en Dios, simplemente reflexionando sobre su propio sistema de creencias. Según el científico: “creemos que esto puede ocurrir (la reducción del estrés) con cualquier universo de sentido que proporcione una estructura y ayude a la gente a comprender su mundo”.