En estos días se puede ver en la Sala Triángulo de Madrid a la compañía de teatro Rabúo con dos títulos: Códigos, dirigida y escrita por Joan Espasa, y Cancro, dirigida por la joven actriz Carlota Ferrer. Rabúo está formada por un grupo de gente joven que se ha encontrado en la R.E.S.A.D. (Real Escuela Superior de Arte Dramático) y que se ha puesto a trabajar por intereses comunes. Nació el verano del 2001 en Madrid y la integran cinco miembros: Joan Espasa, José Manuel Mora, Juan Manuel Romano, Javier Alonso y Esther Ríos. Todos son profesionales del teatro, la música, la interpretación y el cine. Intentan conjugar las distintas disciplinas de nuestro tiempo de forma coherente y reveladora.
¿De qué van ambas obras?
Códigos es una fiera revindicación de la escucha. Andres y María, Marcos y Gloria, son cuatro personajes que se enfrentan a la soledad compartiendo la palabra y cediendo la escucha. La cercanía y lo cotidiano imponen muros que nos alejan de nosotros mismos, que van anulando nuestro rostro por hacer de él una careta social con la que creemos responder a las demandas ajenas. El interior de la casa de María y el abismo donde habita Marcos son dos espacios invadidos por dos extraños que van revelando las barreras que sus inquilinos se imponen.
¿Cómo son sus personajes?
La actriz Carlota Ferrer se desdobla en los personajes de María y Gloria, José Manuel Mora interpreta a Marcos y Juan Manuel Romano da vida a Andrés. Unos personajes que recogen toda nuestra torpeza a la hora de enfrentarnos a la verdad.
¿Cómo enfocáis un tema tan impactante como el cáncer?
“X” (él) e “Y” (su novio) viven juntos. “X” está enfermo de cáncer. “Y” cuida de él. Al tiempo que vemos los últimos días de la relación, mujeres de su pasado se van acercando, llevando a cabo impúdicos ejercicios de memoria ritual que terminarán conformando el universo femenino del que se alimentó “X” y que al mismo tiempo le oprimió hasta huir.
Y formalmente, ¿cómo os enfrentáis a un texto así?
En cuanto a la forma, el núcleo generador del texto fue la llegada de un sinfín de mujeres del pasado de un amigo conocido. Luego mi mano escribió en las clases de dramaturgia de García May (director y profesor en la RESAD.) Es una pieza más del engranaje. Ahora el dramaturgo tiene que ver montado sus textos. Como dice B. M. Koltés, “aunque nuestra época no cuente con autores de la calidad de nuestros antepasados, creo que es mejor representar a un autor contemporáneo con todos sus defectos, que a diez Shakespeare”. ”. Si sostengo con valentía –y con toda mis respetos al autor inglés- lo dicho tengo el deber de reflexionar sobre la obligada contemporaneidad de la autoría actual. Estar como dramaturgo en Cancro con la dirección de Carlota Ferrer me ha obligado a una necesaria y fructífera reescritura en función de los requerimientos que el escenario demanda.
La puesta en escena de Cancro es de Carlota Ferrer, ¿qué podéis decirnos de ella?
Intenta profundizar en lo poético de la temática. Un juego de imágenes que nos conduce a la búsqueda de un lenguaje expresivo que nazca de la piel de los cuerpos, de la línea divisoria entre sueño y realidad, y que nos reconcilie, a través de los momentos extraordinarios de la vida, con la muerte. Quise hablar de la muerte con humor y sencillez y terminé hablando de amor. El amor que imita viejas formas de amor.
¿Ha cambiado en algo la vida de la compañía tras recibir José Manuel el accésit al Marqués de Bradomín con la obra Cancro?
El premio nos ha permitido -al margen de la satisfacción personal- poder llevar a cabo la puesta en escena del texto. Asimismo ha sido el catalizador necesario para constituirnos como empresa. Además, el texto se ha publicado recientemente en la editorial Ñaque.
¿Qué objetivos tenéis?
Apostar por dar cabida a nuevas voces de la dramaturgia española. Intentar impulsar el entusiasmo en lugar del victimismo, consolidar y reivindicar nuestra forma de ver el hecho teatral… que es en el fondo una experiencia emocionante y vital.
¿De qué van ambas obras?
Códigos es una fiera revindicación de la escucha. Andres y María, Marcos y Gloria, son cuatro personajes que se enfrentan a la soledad compartiendo la palabra y cediendo la escucha. La cercanía y lo cotidiano imponen muros que nos alejan de nosotros mismos, que van anulando nuestro rostro por hacer de él una careta social con la que creemos responder a las demandas ajenas. El interior de la casa de María y el abismo donde habita Marcos son dos espacios invadidos por dos extraños que van revelando las barreras que sus inquilinos se imponen.
¿Cómo son sus personajes?
La actriz Carlota Ferrer se desdobla en los personajes de María y Gloria, José Manuel Mora interpreta a Marcos y Juan Manuel Romano da vida a Andrés. Unos personajes que recogen toda nuestra torpeza a la hora de enfrentarnos a la verdad.
¿Cómo enfocáis un tema tan impactante como el cáncer?
“X” (él) e “Y” (su novio) viven juntos. “X” está enfermo de cáncer. “Y” cuida de él. Al tiempo que vemos los últimos días de la relación, mujeres de su pasado se van acercando, llevando a cabo impúdicos ejercicios de memoria ritual que terminarán conformando el universo femenino del que se alimentó “X” y que al mismo tiempo le oprimió hasta huir.
Y formalmente, ¿cómo os enfrentáis a un texto así?
En cuanto a la forma, el núcleo generador del texto fue la llegada de un sinfín de mujeres del pasado de un amigo conocido. Luego mi mano escribió en las clases de dramaturgia de García May (director y profesor en la RESAD.) Es una pieza más del engranaje. Ahora el dramaturgo tiene que ver montado sus textos. Como dice B. M. Koltés, “aunque nuestra época no cuente con autores de la calidad de nuestros antepasados, creo que es mejor representar a un autor contemporáneo con todos sus defectos, que a diez Shakespeare”. ”. Si sostengo con valentía –y con toda mis respetos al autor inglés- lo dicho tengo el deber de reflexionar sobre la obligada contemporaneidad de la autoría actual. Estar como dramaturgo en Cancro con la dirección de Carlota Ferrer me ha obligado a una necesaria y fructífera reescritura en función de los requerimientos que el escenario demanda.
La puesta en escena de Cancro es de Carlota Ferrer, ¿qué podéis decirnos de ella?
Intenta profundizar en lo poético de la temática. Un juego de imágenes que nos conduce a la búsqueda de un lenguaje expresivo que nazca de la piel de los cuerpos, de la línea divisoria entre sueño y realidad, y que nos reconcilie, a través de los momentos extraordinarios de la vida, con la muerte. Quise hablar de la muerte con humor y sencillez y terminé hablando de amor. El amor que imita viejas formas de amor.
¿Ha cambiado en algo la vida de la compañía tras recibir José Manuel el accésit al Marqués de Bradomín con la obra Cancro?
El premio nos ha permitido -al margen de la satisfacción personal- poder llevar a cabo la puesta en escena del texto. Asimismo ha sido el catalizador necesario para constituirnos como empresa. Además, el texto se ha publicado recientemente en la editorial Ñaque.
¿Qué objetivos tenéis?
Apostar por dar cabida a nuevas voces de la dramaturgia española. Intentar impulsar el entusiasmo en lugar del victimismo, consolidar y reivindicar nuestra forma de ver el hecho teatral… que es en el fondo una experiencia emocionante y vital.
Una escena de Códigos
¿Os arriesgáis tanto porque no tenéis nada que perder?
Tenemos mucho que perder, estamos invirtiendo dinero, trabajo, tiempo y mucho esfuerzo. Nos arriesgamos porque vale la pena, aunque nos queden pocas horas de sueño. (Risas.)
¿Cómo conjugáis vuestra vida con el teatro?
En subjuntivo. Es una broma. No la conjugamos. El teatro es arte y el arte es vida. Es nuestra forma de vida, no sabríamos hacerlo de otra manera.
¿Por qué pensáis que la gente no va al teatro tanto como sería de esperar?
En realidad el panorama no es tan desolador; los porcentajes de asistencia han aumentado, los espectáculos en vivo tienen una demanda creciente.
Entonces… ¿Coméis con el teatro que hacéis?
De momento, media pensión.
¿Qué tipo de obras montáis?
En las que creemos, las que nos tocan, las que nos implican. Montamos aquello que muestre nuestra forma de ver la vida.
¿Son siempre obras escritas por vosotros?
De momento sí. Nos sirve para explorar nuestros propios campos expresivos y experienciales. De hecho en Cancro tratamos el tema del cáncer. Según María Blasco “quizá el cáncer sea la expresión de que no podemos aguantar y hemos sido diseñados para vivir 30 ó 40 años”. Y en Códigos el tema fundamental es el de la incomunicación y la reivindicación de la escucha a través del diálogo.
Códigos va a estar en cartel en la sala Triángulo (c/Zurita, 20. Metro. Antón Martín) de jueves a domingo a las 22:30, del 10 al 27 de marzo. Y Cancro vuelve también a la cartelera en la misma sala Triángulo del 31 de marzo al 1 de mayo, de jueves a domingo a las 20:30.
Tenemos mucho que perder, estamos invirtiendo dinero, trabajo, tiempo y mucho esfuerzo. Nos arriesgamos porque vale la pena, aunque nos queden pocas horas de sueño. (Risas.)
¿Cómo conjugáis vuestra vida con el teatro?
En subjuntivo. Es una broma. No la conjugamos. El teatro es arte y el arte es vida. Es nuestra forma de vida, no sabríamos hacerlo de otra manera.
¿Por qué pensáis que la gente no va al teatro tanto como sería de esperar?
En realidad el panorama no es tan desolador; los porcentajes de asistencia han aumentado, los espectáculos en vivo tienen una demanda creciente.
Entonces… ¿Coméis con el teatro que hacéis?
De momento, media pensión.
¿Qué tipo de obras montáis?
En las que creemos, las que nos tocan, las que nos implican. Montamos aquello que muestre nuestra forma de ver la vida.
¿Son siempre obras escritas por vosotros?
De momento sí. Nos sirve para explorar nuestros propios campos expresivos y experienciales. De hecho en Cancro tratamos el tema del cáncer. Según María Blasco “quizá el cáncer sea la expresión de que no podemos aguantar y hemos sido diseñados para vivir 30 ó 40 años”. Y en Códigos el tema fundamental es el de la incomunicación y la reivindicación de la escucha a través del diálogo.
Códigos va a estar en cartel en la sala Triángulo (c/Zurita, 20. Metro. Antón Martín) de jueves a domingo a las 22:30, del 10 al 27 de marzo. Y Cancro vuelve también a la cartelera en la misma sala Triángulo del 31 de marzo al 1 de mayo, de jueves a domingo a las 20:30.