Tendencias 21
   




Novedad y desconcierto en la filosofía del siglo XXI

¿Cuál es el fundamento último de lo real?


Para el filósofo Xavier Zubiri, el ser humano está abocado, por su inquietud teologal, a cuestionarse por el fundamento último de lo real, cuyo poder impulsa lo impulsa a la existencia. ¿Cómo se presenta dicha inquietud en el siglo XXI, cuando el cambio de la imagen del universo ha sido inmenso? Por Pedro Rubal.


Pedro Rubal
11/12/2012

El físico teórico Michio Kaku. Fuente: Wikimedia Commons.
El físico teórico Michio Kaku. Fuente: Wikimedia Commons.
En un artículo introductorio, ya publicado en Tendencias21, presentamos qué es para el filósofo Xavier Zubiri la condición teologal del hombre. Por ella, la misma esencia de la constitución humana lo vincula al poder de lo real y lo impulsa a inquirir sobre su fundamento metafísico. Es un ámbito problemático que está determinado por el problema de Dios: por la existencia o no existencia de Dios, por el teísmo o el ateísmo que son posibles posiciones ante el problema teologal de todo hombre.

En un segundo artículo, también publicado en Tendencias21, hemos comprobado cómo el problema de Dios, en la forma de creencia o increencia, ha estado presente en los grandes científicos. Nadie ha podido evadirse a la problemática teologal que hace necesario tomar una posición ante Dios.

En el tercer artículo, en la misma línea, explicábamos cómo esta inquietud teologal ha estado presente en la historia de la filosofía, especialmente en los últimos siglos. Podríamos decir que la inquietud ante el fundamento último de lo real es la razón de ser de la filosofía.

En este cuarto y conclusivo artículo, nos preguntamos qué atisbos hallamos de la forma en que la inquietud teologal del hombre haga acto de presencia en el siglo XXI. Como se explicará, el cambio de imagen del universo real ha sido inmenso. Pero ni el ateísmo ni el teísmo parecen acertar en la imaginación de los cambios que exigiría entender la forma de apertura humana a la dimensión teologal en el siglo XXI.

Al comenzar el siglo XXI, recogiendo obviamente los muchos frutos de la investigación científica en el siglo XX, ha madurado una sorprendente nueva imagen del universo y de la naturaleza humana dentro del universo. Mencionando algunos autores vamos a perfilar algunos aspectos de esa nueva imagen de la realidad.

No pretendemos una exposición completa, imposible en un artículo, sino sólo la presentación del pensamiento de algunos autores seleccionados que, en conjunto, ofrecen una penosa sensación de desconcierto. Es decir, la sensación de ausencia de las novedades que deberían producirse.

El universo que hoy conoce la ciencia es muy distinto del universo de hace unos siglos. Si la condición teologal del hombre sigue presente –como nosotros pensamos– en ese nuevo universo, debería ser pensada, bien en la forma del ateísmo o del teísmo, de una forma nueva. Exigiría cambios que no pueden eludirse. Sin embargo, frente a estos cambios que la nueva situación exigiría, tanto el ateísmo como el teísmo parecen agarrotados sin capacidad de afrontar los cambios que serían necesarios.

El desconcertante futuro de la mente

Alguien dijo que “los imperios del futuro serán imperios de la mente”. Se valdrá de la informática, la nanotecnología, la inteligencia artificial, la biotecnología y la teoría cuántica, fundamento de todas estas tecnologías. Y la ciencia, como siempre, seguirá siendo un arma de doble filo: resolverá unos problemas y creará otros. El objetivo de la informática será introducir el ordenador en nuestra vida, mientras que el de la realidad virtual será meternos a nosotros mismos dentro del mundo del ordenador.

Michio Kaku (1947), físico teórico estadounidense, creador de la teoría del campo de cuerdas, escribe: “A mediados del siglo (XXI), viviremos en un cibermundo que estará en pleno funcionamiento y fusionará el mundo real con imágenes procedentes de un ordenador” (73, FF). Sobrecoge la “realidad ampliada” del profesor Tachi: un cirujano podrá ver el interior del paciente, y unas ruinas podrán verse formando parte de lo que fueron. ¿Acaso podremos algún día controlar las máquinas haciendo uso del pensamiento solamente?

“Los tecnólogos están aportando unas visiones casi religiosas, y sus ideas evocan en cierto modo la idea misma de éxtasis” (Erie Horvitz, de Microsoft, 104, FF). También irán apareciendo errores que se han cometido en el pasado, alguno de los cuales es decisivo para estas predicciones. Kaku nos trae el siguiente ejemplo: “Un problema fundamental, que han detectado ahora los matemáticos, es que hace cincuenta años cometieron un grave error al pensar que el cerebro era un gran ordenador digital. Pero ahora resulta terriblemente obvio que no lo es” (111, FF).

Por eso los robots plantean dos problemas: reconocer patrones (no comprenden lo que ven) y usar el sentido común. Son dos componentes de la conciencia, entendida como capacidad de sentir y reconocer el entorno, autoconciencia y “capacidad de planificar el futuro estableciendo objetivos y planes, es decir, simulando el futuro y desarrollando una estrategia” (144, FF). Los animales carecen de conciencia, por eso para ellos no existe el mañana, aunque no cabe duda de que hacen cosas que van a utilizar mañana, como los nidos.

Con estas ideas como presupuestos, ¿podrá crearse una inteligencia artificial (IA)? ¿Llegarán los robots a superarnos en inteligencia? Raymond Kurzweil (1948), científico estadounidense, experto tecnólogo de sistemas de IA y eminente futurista, se empeña en introducir la singularidad en nuestra vida; pero mantiene que, con la IA, se superará lo que puede hoy esperarse de los individuos. Kurzweil scribió libros con títulos muy expresivos en este sentido, como “La era de las máquinas espirituales”, “La singularidad está cerca”, etc.

La idea de singularidad de la IA se mencionó por primera vez en 1.958 en una conversación entre dos matemáticos, Stanislaw Ulm (autor del descubrimiento que fue clave para la bomba de hidrógeno) y John von Neumann: hay un proceso muy acelerado de cambios en la tecnología y la vida humana, que parecen acusar esa singularidad; pero otros científicos son escépticos. Kurzweil está avivando un “fervor casi religioso en torno a la singularidad”. Mitch Kapor escribe: “la idea de que nos dirigimos al momento en que todo va a ser inimaginablemente diferente, obedece, en mi opinión, a un impulso religioso” (153, FF).

El desconcertante futuro dominio de la vida

Sin embargo, no hay que excluir en el futuro una especie de tienda de tejidos del cuerpo humano, con órganos nuevos que se desarrollan a partir de nuestras propias células. No podemos olvidar los fascinantes progresos en medicina, desde la practicada con superstición y brujería hasta la del siglo XIX, con la bacteriología, y de ésta la molecular. Además, lo que se espera del Genoma Humano y la Biología como ciencia de la información. Se ampliará el campo de aplicación de la bioinformática: utilización de ordenadores para escanear y analizar el genoma humano.

Incluso no hay que excluir las operaciones con telómeros, que son una especie de remates en los extremos de los cromosomas, algo así como mechas en un cilindro de dinamita. Si se logra acortar la célula dejará de reproducirse, y a esto llaman límite de Hayflick, porque pone límites al ciclo vital. Y es importante para imponer límites a las células cancerosas, porque producen una enzima, la telomerasa, que impide que los telómeros se acorten, lo que facilita la reproducción celular.

La telomerasa tal vez llegue a ser utilizada para aumentar la vida, pero convenientemente controlada, para que no genere cáncer (Léase 217-218, FF). En fin… los adelantos en medios médicos cambiarían mucho la vida de la humanidad.

¿Puede llegarse a resucitar una especie extinguida? ¿Crearía problemas éticos? Por aplicaciones cuánticas, ¿podremos desaparecer y aparecer en otra parte? Einstein dijo: “Cuánto más acertada es la teoría cuántica, más absurda parece” (250, FF). “Sin embargo, en el extraño mundo de lo cuántico, un átomo gira, en cierto sentido, hacia arriba y hacia debajo de forma simultánea (en el mundo cuántico estar en varios lugares a la vez es cosa corriente)” (270, FF).

Muchas preguntas, hoy por hoy, no tienen contestación; pero no son un imposible, según los científicos. Así, con el microscopio de fuerza atómica, se podrán manipular los átomos de uno en uno, y utilizar las nanopartículas, que pueden liberar medicamentos contra el cáncer, revolucionando los tratamientos oncológicos. Pero, claro, los adelantos científicos desencadenarán problemas colaterales: Entre los electrones está la Fuerza de van der Waals, y esto hace que algunos científicos estén en contra de la nanotecnología, como Bill Joy, creador de los Sun Microsystems, porque si se desboca acabará con los minerales de la Tierra, dejando una “plaga gris” inservible.

Se habla también de los replicantes, pero necesitan energía y no será fácil obtenerla. Otro logro sería el de los superconductores, con lo cual entraríamos en la era del magnetismo; pero es muy difícil porque hay que enfriarlos hasta casi el cero absoluto y esto exige hidrógeno líquido, que es muy caro. El LISA (Láser Interferometer Space Antenna) podría ser otro descubrimiento, una sonda que permitiría descubrir lo que, ocurrió antes del Big Bang, y así tendríamos la contestación a la pregunta por el origen primero del Universo.

Lo cierto es que cada vez vamos a vivir más ahogados en un mar de información, que habrá que procesar y valorar con un mayor derroche de sentido común y sabiduría. Se necesitará ciertamente disponer de sabiduría en grado suficiente, y esto no nos lo va a dar la nanotecnología, por ejemplo.

El desconcierto epistemológico de los filósofos

Augurar por donde van a ir las propuestas filosóficas en este siglo XXI no me parece fácil. Pero entremos en la temática de la mano de un físico norteamericano, Alan Sokal (1955), que haciéndose eco de las tonterías que leía en los libros de humanidades y ciencias sociales, cuando menos a su juicio, con la pretensión de hacerlas pasar por seria erudición, se le ocurre escribir un libro con Jean Bricmont (1952-0000), físico y filósofo de la ciencia belga, titulado “Imposturas intelectuales (Ii).

En el Prefacio de esta obra vienen a decir los autores que se refieren a Lacan, Kristeva, Irigaray, Baudillard y Deleuze, por el uso abusivo que hacen de conceptos científicos, atreviéndose incluso a decir que la ciencia es “una narración más”. Sin embargo, lo dicen hablando de lo que no entienden, extrapolando conceptos inadecuadamente, exhibiendo una erudición superficial para impresionar y manifestando frases sin sentido. Pero la actitud de estos científicos no es nueva, pues ya Mario Bunge había comentado a Heidegger, ridiculizando aquello de que “el mundo mundea, la nada nadea”.

Creo, pues, que la filosofía tendrá que bajarse con los pies a la tierra, porque hoy nuestro conocimiento, debido a sus avances, ya no parece tan seguro de que el mundo tenido por real sea tal. Lyotard salió al paso y argumentó que los físicos no sabían que las palabras se usaban de forma diferente en poesía y física. Los físicos contestaron que sí lo sabían, pero que esos libros no se vendían como novelas, sino como psicología y filosofía, y entonces tienen que ajustarse a esos patrones.

Jonathan Rée (1948), filósofo inglés, se sitúa “más allá del realismo y del antirrealismo”, como resume un artículo sobre su pensamiento. La división y hostilidad entre ciencias y letras, que vimos en Alan Sokal no parece que le haga ninguna gracia, pues ha publicado varios ensayos y artículos para explicar que las “guerras de las ciencias” “se basan más en mal entendidos que en discrepancias acerca del conocimiento científico”. Dice que permaneció impasible ante este problema porque la idea de que la ciencia es un fenómeno social no le planteó problemas a esta a través de la historia.

El progreso científico no está predeterminado como la mejor y única forma de conocimiento. “Así pues, yo sostengo –dice Rée– que la ciencia del siglo XXI podría progresar de muchas formas, y que ninguna de ellas sería la única manera posible de progresar”. Pero esta afirmación no parece concordar, por su tendencia de matiz antirrealista, con la línea de pensamiento de este filósofo que tiende al realismo. ¿Acaso el progreso científico no está fuertemente vinculado a la propia naturaleza de los objetos de investigados?

Él, ante esta pregunta, sostiene que “las únicas verdades accesibles para nosotros están insertas en contextos históricos concretos, mas no por ello son menos ciertas” (200, PF). Incluso comparte la tesis sociológica de que, aún siendo las verdades necesariamente históricas, no resultan problemáticas como verdades. Piensa que los términos “objetividad” y “relativismo” debían suprimirse en este contexto: una verdad no se hace más verdadera por añadirle la palabra “objetiva”. En cuanto al “relativismo”, si se utiliza “para describir una posición que se les antoja (a los amigos de la ciencia) totalmente opuesta a la idea de que puede existir tal cosa en el progreso científico”, entonces no parece que haya nadie que crea en ello.

John Searle (1932), filósofo norteamericano, es un realista que defiende la existencia de un mundo independiente de nosotros, y dice algo lleno de sentido común: “en filosofía cometes un terrible error si andas negando cosas que son obviamente verdaderas, tanto como si andas diciendo cosas que son obviamente falsas, y me parece obviamente falso decir que el mundo real sólo existe porque pensamos en él o porque lo construimos mentalmente.

En realidad, creo que la negación es una especie de mala fe, una especie de voluntad de poder” (188-189, PF). Afirma que todos nuestros procesos mentales son causados por procesos cerebrales. Su pensamiento se inclina a aceptar la imagen del mundo real, tal como la ciencia sin restricciones la construye.

Richard Swinburne. Fuente: Wikimedia Commons.
Richard Swinburne. Fuente: Wikimedia Commons.
El desconcierto de ateísmos y teísmos en la nueva situación

Don Cupitt (1934), filósofo inglés, que, aunque fue ordenado pastor protestante, su Dios sigue siendo real, pero no lo entiende como algo trascendente, sino como creación humana. Escribe “The Sea of Faith” (“El mar de fe”), que resume sus convicciones religiosas fundamentales: la religión es una creación humana; las prácticas religiosas son “celebraciones de valores espirituales y sociales”; la creencia platónica en otro mundo ejerció una influencia indudable en la gente y llevó a creer en cosas “como la vida después de la muerte o un Dios metafísico”; “considera falsos la vida futura, el cielo y el infierno y la resurrección de Cristo”; “todo conocimiento, incluido el religioso, es una construcción humana”; “las teorías científicas no son descubrimientos, sino invenciones”… En resumen: “Religión sin doctrina, religión sin credo, religión sin creencia en otro mundo espiritual, distinto del mundo en que vivimos: eso es lo que Cupitt se afana por conseguir” (111, PF).

Russell Stannard (1931), físico inglés, publicó “The God Experiment”, una obra en la que recoge el experimento que hace con un grupo de personas operadas del corazón. Por la mitad de ellas rezarán unos voluntarios, por la otra mitad no lo hará nadie. Pretende verificar el efecto de la oración y, por consiguiente, la existencia de Dios, aunque reconoce que la ciencia y la religión se ocupan de cuestiones diferentes.

Dice Stannard que somos “egocéntricos” y necesitamos ser “teocéntricos”. Para ello es necesario realizar un acto positivo de arrepentimiento. Piensa que la ciencia no necesita de la religión; pero sí esta de aquella. Dice que “Dios no es sólo una cosa existente más, que es luego la causa del universo”, “Dios es la fuente de toda existencia”.

No está de acuerdo con la postura de Dawkins, en cuanto afirma que el universo es una entidad cuya existencia no necesita explicación, y dice: “yo siento instintivamente que, en cuanto existe el mundo, surgen las preguntas: ¿por qué este mundo en lugar de otros?” Tiene expresiones verdaderamente sorprendentes, como cuando dice que si no logras algo con la oración, es que lo hiciste mal, “pues la característica que define a Dios, y que se manifiesta en la vida de oración, es el amor” (88, PF).

A diferencia de Don Cupitt, otros filósofos han seguido viendo el universo descrito por la ciencia moderna como una vía que sigue conduciendo hacia Dios. Este es el caso de Richard Swinburne (1934), filósofo ingles, cuya “vida ha estado consagrada a mostrar que las creencias religiosas cristianas son filosóficamente respetables, y que los argumentos basados en la existencia del universo, su orden, la existencia de los seres humanos y todo lo demás hacen probable la existencia de Dios” (113, PF).

Peter Vardy (1945), teólogo y filósofo inglés, miembro de la Sociedad Londinense para el Estudio de la Religión y miembro fundador de la Sociedad Británica de Filosofía de la Religión, y en la actualidad vicerrector del Heythrop College de la Universidad de Londres, está dedicado esencialmente a la Teología.

Afirma que los argumentos sobre la existencia de Dios sólo le interesan como filósofo; pero está más pendiente de las nuevas revisiones y del argumento ontológico. Habla de la epistemología reformada, en la que se sostiene la idea de que tenemos una estructura noética debidamente organizada, porque nos ha sido concedida la gracia de ver el mundo correctamente: “Nosotros nos basamos en la revelación y vemos el mundo correctamente, así que no intentaremos razonar con vosotros, pues eso sería teología natural,” (123, PF).

Con respecto a los antirrealistas, que pretenden defender la religión en la línea wittgensteininana, afirmando que sólo podemos comprender el lenguaje religioso desde sí mismo, ya que no es homogéneo con otro tipo de lenguajes. Vardy escribe: “Juzgar los enunciados religiosos desde un punto de vista no religioso supone, pues, un grave error. Eso incluye juzgar las afirmaciones sobre Dios como si se refirieran a una entidad del mismo orden que las personas, los árboles o los planetas” (124, PF).

Sin embargo, Alvin Plantinga (1932), filósofo analítico norteamericano, no acepta los que llama “impugnadores”, porque creen que es posible dentro de la estructura de la fe demostrar que esta es incoherente, es decir, que puede demostrarse su inconsistencia. Rahner ve en esto, claro está, algo que no es posible (demostrar la inconsistencia de la fe), y afirma que Dios “es Otro con quien podemos relacionarnos y que no es Otro que nosotros construimos. Es Otro ante quien somos responsables y de quien dependemos” (126, PF).

Sólo unos renglones para dejar constancia de algo que seguramente debía ocupar una mención especial porque representa el punto de vista que muchos teólogos siguen manteniendo.Ya desde el racionalismo de la Ilustración de planteó el problema de la Revelación, y la discusión acerca de si podía ser aceptada o debía rechazarse por su incompatibilidad con la razón moderna.

Sin embargo, una parte de la teología del siglo XX reaccionó ante esto, en una u otra forma, al afirmar que siempre se produce en el hombre una referencia implícita de Dios en toda afirmación humana Esto es lo que argumentaron algunos autores como podrían ser quizá Hegel por sus afirmaciones en la “Filosofía de la religión”, o bien Blondel con su filosofía sobre la “acción” humana, la “religación” de Zubiri, la “afirmación originaria” de Jean Nabert, las “experiencias transcendentales” tal como son estudiadas por Karl Rahner, etc.

Hablar de lo teologal en el siglo XXI, necesidad de cambios

¿Será, pues, la ciencia una nueva filosofía en este siglo? Indicios sí hay, que sean suficientemente indicativos es otra cosa. Edward Osborne Wilson (1929), biólogo norteamericano y padre de la Sociobiología, parece estar en esta línea, pero admite que la religión seguirá formando parte de la cultura dominante en el futuro, aunque “las religiones tradicionales se moderarán mediante una progresiva secularización: sus creyentes no se pueden permitir apartarse demasiado de la evolución de la cultura global” (79, PF).

Pero sobre todo me interesa resaltar un párrafo de Zubiri, porque me parece que abre un camino que la Iglesia posiblemente tenga que recorrer en el siglo XXI. Dice así: “la realidad concebida (en la revelación) es muchísimo más rica que los conceptos en que la expresamos materialmente. De aquí que una misma realidad revelada deje abierto un campo indefinido de proposiciones y juicios verdaderos que jamás lograrán agotarla” (491, PTHC).

En nuestro siglo XXI, el problema de Dios y, por tanto, de lo religioso estará ahí, porque la religación y la dimensión teologal del hombre no son algo consecutivo, en su realidad personal, sino constitutivo de la misma. Y es plausible esperar, pues, que se produzca una mejor racionalidad y una mejor razonalización de todo aquello que tenga que ver con la condición teologal del hombre ante la nueva imagen del universo. Lo religioso en general deberá formar parte de este replanteamiento de la posición del hombre en el siglo XXI ante su condición teologal. Lo religioso es una exigencia de su naturaleza y una tendencia mantenida, de una forma u otra, a través de los siglos.

Hay un proceso marcado por los tres momentos de la razón, en los que se impone la postulación intelectual de Dios, por una exigencia interna al mismo hombre, pero también partiendo de la realidad intracósmica e infrahumana, que necesariamente estará enriquecida por el progreso científico esperado y el surgimiento de nuevos planteamientos filosóficos y teológicos. Estos últimos deberán ser de gran altura y fecundidad, planteando nuevas y difíciles soluciones a problemas nuevos, en un contexto de ampliación de lo meramente racional y la subsiguiente adecuación de lo razonable. Por eso, la Iglesia no podrá dejar de dirigir, en lo suyo, este proceso generador de cambios, y es de esperar que no se quede expectante y desconcertada ante una imagen inesperada de la realidad, y ofrezca a los creyentes las pertinentes orientaciones contextualizadas, para que puedan seguir viviendo su fe en este siglo XXI.

Notas bibliográficas:

IS: Inteligencia Sentiente, X. Zubiri, Alianza Ed., Madrid, 1981; NHD: Naturaleza, Historia, Dios, Zubiri, Ed. Nacional, Madrid, 1963; HD: El hombre y Dios, Zubiri, Alianza Ed., Madrid, 1985; IR: Inteligencia y Razón, Alianza Ed., Madrid, 1983; TF: Transcendencia y Física, Gran Enc. Del Mundo, V.19 (419-424), Durvan, Bilbao; C y D: Los científico y Dios, Fernández-Rañada, Ed. Trotta, Madrid, 2008; C y A de O: La Ciencia y el Alma de Occidente, Evandro Agazzi, Tecnos, Madrid, 2.011: ED: ¿Existe Dios?, Hans Küng. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1979; DH: El drama del humanismo ateo, Henri de Lubac, Ed.Encuentro, Madrid, 2.012; B y H: Correspondencia 1925-1975. Rudolf Bultmann / Matín Heidegger, Herder, Barcelona, 2011; T-XX: La teología del siglo XX, Rosino Gibellini, Sal Terrae, Maliaño (Cantabria), 1998; FF: La física del futuro, Michio Kaku, Raandom House Mondadori, Barcelona, 2012; PF: Lo que piensan los filósofos, Juliuan Baggini y Jeremy Stangroom, Paidós, Madrid, 2011; PTHC: El problema teologal del hombre, Zubiri, Alianza Ed., Madrid, 1997, y Ii: Imposturas intelectuales, Alan Sokal y Jean Bresicmont, Paidós, Barcelona, 2006.


Pedro Rubal es filósofo, profesor de Filosofía y colaborador de la Cátedra CTR en Tendencias21. Entre otras obras ha publicado en 2010 “Evolución y Complejidad”.



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1.Publicado por Marco Antonio Morales Orellana el 12/12/2012 05:31
La triste realidad nos trae a lo caro de las medicinas, todo a aumentado, ahora ir al médico significa exámenes, ultrasonido, tomografías. Internarse en un hospital privado para muchos significa vender su casa. Si las ciencias sociales no mejoran la calidad humana toda ciencia que mejorará la salud será vana y pura ilusión. Seria factible una filosofía de los sueños y de las realidades. Puede mejorar la técnica pero en última instancia los aparatos no se pueden comer y siempre dependeremos de la agricultura. Muchas teorías son bonitas pero son usadas para ganar dinero. Creo que a Dios ni le interesan muchas cosas y sí le interesa que nos llevemos lo mejor posible y que no seamos los seres humanos los que destruyamos nosotros mismos la tierra. Problema siglo XXI grande es ecológico también.

2.Publicado por Joaquín González Álvarez el 12/12/2012 19:06
Sigo opinando que Dios es un Concepto entendiendo por tal lo que postula Pedro Abelardo en su Conceptualismo como posición intermedia entre Realismo y Nominalismo, Y creo que es un Concepto- Problema que así como desde siempre ha ocupado nuestras mentes, contnuará en ese estatus, lo que no significa de ninguna manera el final del diálogo-ciencia religión pues como ocurre con la Realidad, permitirá acercamientos que esperamos coadyuven al enriquecimiento de nuestros conocimientos y valores humanos. También puede esperarse que como predica el Budismo, con la meditación se alcance la Iluminación

3.Publicado por LEANDRO el 14/12/2012 12:31
Pedro Rubal cita a Don Cupitt, autor de libros y programas de televisión, como "El Mar de la Fe" que se difundieron en 1987. Creo que son 9 programas moy instructivos sobre esta problemática. En youtube pueden verse fragmentos de ellos en inglés. Y desde hace años busco el video en castellano. Tengo una copia de baja calidad.
Pienso que los textos de Don Cupitt están algo sesgados y posiblemente en un diálogo podríamos llegar a acuerdos..

4.Publicado por LEANDRO el 14/12/2012 13:15
La lectura de este artículo sugiere multitud de comentarios.. Uno de ellos, es el que se suscita a partir de Sokal y sus imposturas intelectuales.. Para los no muy versados, pueden ver un resumen en
http://biblioweb.sindominio.net/escepticos/imposturas.html

5.Publicado por Pedro Rubal el 21/12/2012 18:50
Amigo Sequeiros: Te agradezco mucho tus sugerencias al último artículo publicado. Me parece muy buena la información que nos das sobre el científico Alan Sokal. Evidentemente, sus afirmaciones sobre los filósofos franceses, y las llamadas Humanidades en general, son verdaderos despropósitos epistemológicos, fruto de una péxima "razonalidad" con pretensiones de "racionalidad". Pero no descarto que sean el eco de algo que iremos conociendo y que seguro que, en un estudio más profundo y documentado, posiblemente ya conoceríamos hoy en día; y esto me parece importante, porque por esa vía ( y otras más, dimanantes de un cierto "reduccionismo racionalista") hay que esperar que vengan los estímulos para aguzar las flechas de la razonabilidad en el S.XXI, y no desaprovechar la racionalidad científica. Por eso yo pienso que estos dos instrumentos del conocimiento, en filosofía y teología, se verán vigorizados en sus respectivos campos. Es lo que quiero decir cuando afirmo que la filosofía tiene que poner los pies en la realidad, con un lenguaje apropiado, porque, sin duda y como se dice en tu remisión, lo oscuro no necesariamente es garantía de profundidad.
Por supuesto, yo no tenía de ese científico más información que la relacionada en la nota bibliográfica, y lo único que pretendí es dar unas referencias que no descarto complementar y, si puedo, mejorar. Al no ser mi pretensión abordar el pensamiento de cada uno de los referidos en profundidad, que no consideré necesario con vistas al uso que iba a hacer de ellos, no consulté más documentación que la notificada. En todo caso, las "sinergias" en torno a una temática son aquí, también, de una riqueza y un valor extraordinario, y funcionan.

6.Publicado por Beatriz Basenji el 27/12/2012 01:45
"Los animales carecen de conciencia, por eso para ellos no existe el mañana, aunque no cabe duda de que hacen cosas que van a utilizar mañana, como los nidos. " Ojalá la Humanidad estuviera actualmente en el estado en que se encuentran los animales dentro del concierto Universal! Hoy no se puede afirmar rotundamente que los animales carecen de conciencia.Tengo un grupo de animales en el ámbito familiar y SABEN cuando han hecho algo que no debieran.Escuchan música y cuando alguien equivoca alguna nota, alzan la cabeza y miran ! Aunque son muy territoriales, captan que deben convivir en paz . Saben respetar el turno a la hora de alimentarse. Si recien los seres humanos van descubriendo que poseen cuerpos invisibles, ¿qué podemos saber acerca de aquellos a quienes llamamos tan alegremente ANIMALES ?

7.Publicado por Pedro Rubal el 28/12/2012 20:00
Tiene razón. No obstante, yo en estos trabajos estoy situado en el
contexto zubiriano, y aquí hablar de "conciencia" es hablar de una clase de
actos, los "conscidentes". Zubiri considera que la conciencia no existe como
algo "sustantivo" (establece una diferencia entre "substancial" y "
sustantivo", que aquí sería embarazoso explicar). Por consiguiente, cuando
yo hago referencia a esto, estoy partiendo de la definición zubiriana del
hombre/mujer, como "animal de realidades" (habería que explicarlo), no
"racional", porque considera que es "racional" porque antes es "de
realidades", no al revés. Y, por supuesto, el animal vive en un mundo de
estímulos, no de realidades, condición necesaria ésta para que sus actos
puedan ser calificados de conscientes, o no. El animal está intrínsicamente
ordenado a una respuesta; pero el estímulo no es sólo para él una impresión
estimulante, por eso tiene que habérselas con las cosas de un modo
estimúlico. El hombre, por el contrario, tiene ese enfrentamiento con las
cosas NO COMO MEROS ESTÍMULOS, SINO COMO REALIDADES, entendiendo por
realidad la manera de QUEDAR las cosas en su impresión como "mera
ACTUALIDAD", no ACTUIDAD, es decir, el sentir del animal consiste en
aprehender algo como "mero suscitante", mientras que el hombre no aprehende
las cosas como signos objetivos que desencadenan una respuesta, sino como
REALIDADES: En el animal la afección es estímulo; en el hombre es realidad,
que se le presenta como algo "otro". Articulando aquí lo psíquico
seguramente cabería afirmar que es anterior a toda consciencia, que no tiene
sustantividad ninguna, porque, como dice Zubiri "No hay ´conciencia`, sino
´actos conscientes´.Pues bien, dentro de estos mismos actos, lo que tienen
de acto realmente ejecutado es por su propia índole anterior a lo que tienen
de conscientes" . Lo psíquico como momento de una realidad irreductible as
lo físico-químico no está constituído por la conciencia: Es anterior a ella.
Pienso, pues, que en este contexto el animal carece de consciencia. En
fin..., aquí hay mucha tela que tejer y no podemos hacerlo por este medio,
en el supuesto de que yo fuera capaz de ello.
Aprovecho para agradecerle sus valiosísimas observaciones, y le deseo
un Felz Año Nuevo. Pedro Rubal.

8.Publicado por Beatriz Basenji el 07/01/2013 17:26
Profesor Rubal: Una de las mas grandes satisfacciones que he tenido este pasado año ha sido descubrir por medio de Ud. a XAVIER ZUBIRI. Comprendo la diferencia entre "substancial" y "sustantivo".Lo que realmente me admira en los animales es que, careciendo de alma individual,algunos de ellos poseen ciertos sentidos - que nosotros también poseemos - pero no los utilizamos.Le deseo un año pleno de realizaciones .

9.Publicado por hugo luchetti el 07/01/2013 19:27


DEFINICION DE CONCIENCIA "PERSONAL- MUNDIAL":

Cada vez que actuamos, pensamos, hablamos u observamos, creemos que "somos nosotros mismos" los que estamos ejerciendo ese tono vital o acciones. Pero podríamos suponer que no somos nosotros solos los que "así hacemos" sino que es nuestro "vínculo con el mundo" a través de una necesidad que nombraríamos como un "hace falta" , aquello que viene desde otro lugar concreto espacial... Domde lo que creemos como acción personal en realidad es la liga con ese lugar... De este modo definiríamos la conciencia como "contactos espaciales" o como la ligazón que tenemos con el mundo. Toda representación, forma o sonido o actitud lo serían DE ESE VINCULO O LIGA: Y esa liga o puente o pauta conectiva es lo que designamos como conciencia. De manera que la conciencia no es personal sino transpersonal, como una quinta dimensión que sobrevuela grabando o copiando al espaciotiempo. Debemos ejercitarnos en descubrir cuando tocamos algo con qué otros sucesos se liga.

10.Publicado por Joaquín González Álvarez el 08/01/2013 17:36
Sobre comentario 4 de Leandro..
Siguiendo la sugerencia pinché en el linky leí completo el contenido, pinché en un sublink, etc. y auque me fue fatigosa la lectura pues me costaba trabajo distinguir quien "hablaba" en cada momento, al llegar al final y leer el Copyright, veo que es de José Luis Torres Carbonell, un coterráneo mio de Holguín, ciudad en el extremo oriental de Cuba,ex alumno y.
muy buen amigo mío, verdadero campeón de la crítica muy bien fudamentada a la seudociencia que abusaba con desconocimiento, del glosario científico. Falleció muy joven y era un prestigioso médico nefrólogo.
Aprovecho para referirme al "oscurecimiento programado" para tratar de validar disparates, citando una anécdota sobre el famoso ecritor Eugenio (Xenius) Dors, que narra que al acabar de dictarle un largo texto a su secretaria que llamaré María, le preguntó¿está claro María?. - Clarísimo Maestro - Pues a oscurecerlo María, a oscurecerlo!.

11.Publicado por Jose el 05/02/2013 12:01
Enhorabuena por su entrada, me ha resultado muy interesante.

Le invito a entrar en el blog siguiente, espero que también le resulte interesante.

Un saludo,

Jose.Zubiri, Cinco Lecciones de Filosofia

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