Las primeras imágenes que ha enviado la sonda New Horizons a la Tierra poco antes de su momento de mayor acercamiento a la superficie de Plutón han resultado una sorpresa enorme para los astrónomos: el ecuador del planeta enano está señoreado por una serie de montañas de formación “reciente” en términos astrogeológicos, pues apenas tiene 100 millones de años.
“Estamos ante una de las superficies más jóvenes que hayamos visto en el sistema solar”, afirma Jeff Moore, jefe del equipo de Geología, Geofísica y Creación de Imágenes (GGI) del Centro de Investigación Ames de la NASA. Las estimaciones sobre la edad de las montañas se basan en la ausencia de cráteres en la superficie del planeta, algo que solo se explica mediante una intensa actividad geológica.
Esa actividad resulta un misterio para los astrónomos y, afirma Moore, “podría llevarnos a replantear qué es lo que impulsa la actividad geológica de otros mundos helados”. En los satélites de los gigantes gaseosos la actividad geológica la produce el calentamiento derivado de la interacción gravitacional; Plutón, sin embargo, no tiene cerca ningún cuerpo con el tamaño suficiente como para producir ese efecto, con lo que debe de existir algún mecanismo que aún se desconoce.
Una fisonomía muy llamativa
En cuanto al material que constituye estas formaciones montañosas de unos 3.500 de altura, tampoco hay una confirmación al respecto, pero los investigadores creen que se trata de agua helada presente en el lecho de roca.
Los materiales más abundantes en la superficie de Plutón son metano e hidrógeno en forma helada; sin embargo, ninguno de ellos es lo bastante fuerte como para dar lugar a formaciones montañosas. Sí podrían crearlas materiales más firmes, como el agua helada que “con las temperaturas plutonianas se comporta como si fuera roca”, explica Bill McKinnon, del equipo de GGI.
Estas formaciones montañosas vienen a completar una superficie que, desde la primera aproximación de la sonda New Horizons ya supuso una sorpresa para los científicos. Una parte importante de la fisonomía de Plutón la domina una estructura conocida por su forma como “El Corazón”, que ya apuntaba a esa actividad geológica ante la ausencia de impactos y marcas de cráteres en su superficie.
“Estamos ante una de las superficies más jóvenes que hayamos visto en el sistema solar”, afirma Jeff Moore, jefe del equipo de Geología, Geofísica y Creación de Imágenes (GGI) del Centro de Investigación Ames de la NASA. Las estimaciones sobre la edad de las montañas se basan en la ausencia de cráteres en la superficie del planeta, algo que solo se explica mediante una intensa actividad geológica.
Esa actividad resulta un misterio para los astrónomos y, afirma Moore, “podría llevarnos a replantear qué es lo que impulsa la actividad geológica de otros mundos helados”. En los satélites de los gigantes gaseosos la actividad geológica la produce el calentamiento derivado de la interacción gravitacional; Plutón, sin embargo, no tiene cerca ningún cuerpo con el tamaño suficiente como para producir ese efecto, con lo que debe de existir algún mecanismo que aún se desconoce.
Una fisonomía muy llamativa
En cuanto al material que constituye estas formaciones montañosas de unos 3.500 de altura, tampoco hay una confirmación al respecto, pero los investigadores creen que se trata de agua helada presente en el lecho de roca.
Los materiales más abundantes en la superficie de Plutón son metano e hidrógeno en forma helada; sin embargo, ninguno de ellos es lo bastante fuerte como para dar lugar a formaciones montañosas. Sí podrían crearlas materiales más firmes, como el agua helada que “con las temperaturas plutonianas se comporta como si fuera roca”, explica Bill McKinnon, del equipo de GGI.
Estas formaciones montañosas vienen a completar una superficie que, desde la primera aproximación de la sonda New Horizons ya supuso una sorpresa para los científicos. Una parte importante de la fisonomía de Plutón la domina una estructura conocida por su forma como “El Corazón”, que ya apuntaba a esa actividad geológica ante la ausencia de impactos y marcas de cráteres en su superficie.
La estructura conocida como "El Corazón" ocupa buena parte de la superficie del planeta. Imagen: Image Credit: NASA/APL/SwRI
Una misión más allá de Plutón
Aunque estas características superficiales constituyen las imágenes más relevantes que haya enviado la sonda New Horizons, no son los únicos descubrimientos que esta ha permitido: por ejemplo, una espectrografía realizada ha permitido descubrir los cambios en las proporciones de metano y nitrógeno presentes en la constitución helada del planeta.
Plutón, además, no será el único cuerpo que estudie la sonda. Ya se han recibido en la Tierra las primeras imágenes cercanas del satélite principal del planeta enano, Caronte; asimismo, se han realizado las primeras observaciones “cercanas” (a casi 650.000 kilómetros) del prácticamente desconocido satélite Hydra.
La misión de la NASA, la más exitosa (no solo per se, sino también en cuanto a repercusión mediática) que haya desarrollado en los últimos tiempos, no se detendrá ahí. Después de un viaje que comenzara a mediados de 2006, pocos meses antes de que Plutón abandonara la categoría de planeta, y tras nueve años buscando su objetivo, dejará atrás este para seguir avanzando hasta los confines del sistema solar, donde estudiará varios objetos del cinturón de Kuiper (KBOs).
Se espera que la misión concluya en torno a 2026, diez años después del final de la misión principal, aunque las estimaciones más positivas esperan que se puedan recoger datos sobre la heliosfera hasta 2038, cuando la sonda se encuentre a 100 Unidades Astronómicas (unos 15.000.000.000 kilómetros) del Sol.
Aunque estas características superficiales constituyen las imágenes más relevantes que haya enviado la sonda New Horizons, no son los únicos descubrimientos que esta ha permitido: por ejemplo, una espectrografía realizada ha permitido descubrir los cambios en las proporciones de metano y nitrógeno presentes en la constitución helada del planeta.
Plutón, además, no será el único cuerpo que estudie la sonda. Ya se han recibido en la Tierra las primeras imágenes cercanas del satélite principal del planeta enano, Caronte; asimismo, se han realizado las primeras observaciones “cercanas” (a casi 650.000 kilómetros) del prácticamente desconocido satélite Hydra.
La misión de la NASA, la más exitosa (no solo per se, sino también en cuanto a repercusión mediática) que haya desarrollado en los últimos tiempos, no se detendrá ahí. Después de un viaje que comenzara a mediados de 2006, pocos meses antes de que Plutón abandonara la categoría de planeta, y tras nueve años buscando su objetivo, dejará atrás este para seguir avanzando hasta los confines del sistema solar, donde estudiará varios objetos del cinturón de Kuiper (KBOs).
Se espera que la misión concluya en torno a 2026, diez años después del final de la misión principal, aunque las estimaciones más positivas esperan que se puedan recoger datos sobre la heliosfera hasta 2038, cuando la sonda se encuentre a 100 Unidades Astronómicas (unos 15.000.000.000 kilómetros) del Sol.