Fotografía de sectionz. Flickr.
En el mundo de los directivos y los líderes pueden encontrarse todo tipo de personalidades y estrategias creadas para dirigir organizaciones dando ejemplo de excelencia, comunicando los objetivos que se desean y, como en cualquier negocio, haciendo todo lo posible por obtener buenos resultados y por producir ganancias.
En cualquier parte del mundo se presenta la situación en la que los empleados de una compañía hablan sobre lo “buenos” o lo “malos” que son sus directivos en diferentes aspectos y esto tiene grandes repercusiones sobre el desempeño de cada empleado y sobre el de la empresa en general.
Hay quienes consideran que un líder debe ser “duro” y distante para que los demás lo vean con el suficiente respeto y obedezcan sus órdenes, pero también existen muchos otros que ven esa forma de pensar como obsoleta y que pueden dar testimonio de ejemplos en los que la cercanía, el apoyo, la flexibilidad, la comprensión, entre otros, han demostrado producir los mejores resultados.
Pues una nueva investigación del think-tank del Reino Unido Work Foundation llamada “Exceeding Expectation: the principles of outstanding leadership” (“Superando las expectativas: los principios de un liderazgo extraordinario”) reveló datos que contradicen esa primera creencia y se van más por la segunda.
Los más severos no siempre son los mejores
La investigación de Work Foundation consistió en dos años durante los cuales se realizaron unas 250 entrevistas cualitativas en seis empresas de alto perfil del Reino Unido (BAE Systems, EDF Energy, Guardian Media Group, Serco, Tesco y Unilever) para comparar los comportamientos de líderes percibidos como simplemente buenos y los de aquellos percibidos como extraordinarios.
Después de analizar lo que caracterizaba a los líderes extraordinarios, los autores del estudio concluyeron que, contrario a lo que muchos creen acerca de que los líderes severos y orientados exclusivamente hacia los objetivos pueden desempeñarse mejor durante las crisis, los líderes que sobrepasan las expectativas son esos que llevan un liderazgo altamente centrado en las personas.
Los investigadores afirman que los líderes más efectivos son los que piensan y actúan de forma sistémica, observando el panorama general en vez de dividirlo en partes aisladas, y que actúan teniendo a las personas como centro y como única ruta hacia un mejor desempeño, es decir, los que se enfocan en las personas y en las relaciones.
La sistémica a la que se refiere esta investigación se define como un campo emergente de la ciencia que estudia los sistemas holísticos e intenta desarrollar marcos lógico matemáticos, de ingeniería, y filosofía; en los cuales los sistemas físicos, mentales, cognitivos, sociales y metafísicos puedan ser estudiados.
Como explica en una nota de prensa el autor principal del estudio Penny Tamkin, “los líderes extraordinarios se enfocan en las personas, las actitudes y el compromiso, co-creando visión y estrategia. En vez de reuniones uno a uno centradas en las tareas, ellos buscan comprender a las personas y sus motivos”. Tamkin asegura que los líderes que están obsesionados con los números y con los objetivos necesitan cambiar sus pensamientos.
Enfoque humano
Son muchos los ejemplos de grandes seres humanos que han hecho enormes aportes a las organizaciones para las que trabajan a través de un enfoque humano y de una cercanía constructiva con los demás empleados.
En palabras de Tamkin, “en vez de desarrollar a los demás a través de formación y consejos, ellos lo hacen a través de retos y apoyo. Ellos manejan el desempeño de manera holística, ocupándose del estado de ánimo y del comportamiento de su gente así como de los objetivos organizacionales. Y en vez de ver a las personas como una de muchas prioridades, ellos ponen el énfasis principal en los asuntos de las personas”.
Por otra parte, una característica que destaca el estudio es que los líderes extraordinarios son muy seguros de sí mismos pero sin llegar a ser arrogantes, y que, además, son conscientes de sus fortalezas y de la influencia que pueden ejercer desde sus posiciones, pero que, aún así, los utilizan para el beneficio de sus organizaciones y de la gente que hace parte de estas.
Finalmente, señala Penny Tamkin: “Nuestros hallazgos aportan sugerencias sólidas de que un acercamiento que conecte a los líderes con las personas y a las personas con los propósitos define el liderazgo extraordinario. El liderazgo que se enfoca en la reciprocidad y el respeto es bueno no solamente para las personas, sino bueno también para las organizaciones”.
En cualquier parte del mundo se presenta la situación en la que los empleados de una compañía hablan sobre lo “buenos” o lo “malos” que son sus directivos en diferentes aspectos y esto tiene grandes repercusiones sobre el desempeño de cada empleado y sobre el de la empresa en general.
Hay quienes consideran que un líder debe ser “duro” y distante para que los demás lo vean con el suficiente respeto y obedezcan sus órdenes, pero también existen muchos otros que ven esa forma de pensar como obsoleta y que pueden dar testimonio de ejemplos en los que la cercanía, el apoyo, la flexibilidad, la comprensión, entre otros, han demostrado producir los mejores resultados.
Pues una nueva investigación del think-tank del Reino Unido Work Foundation llamada “Exceeding Expectation: the principles of outstanding leadership” (“Superando las expectativas: los principios de un liderazgo extraordinario”) reveló datos que contradicen esa primera creencia y se van más por la segunda.
Los más severos no siempre son los mejores
La investigación de Work Foundation consistió en dos años durante los cuales se realizaron unas 250 entrevistas cualitativas en seis empresas de alto perfil del Reino Unido (BAE Systems, EDF Energy, Guardian Media Group, Serco, Tesco y Unilever) para comparar los comportamientos de líderes percibidos como simplemente buenos y los de aquellos percibidos como extraordinarios.
Después de analizar lo que caracterizaba a los líderes extraordinarios, los autores del estudio concluyeron que, contrario a lo que muchos creen acerca de que los líderes severos y orientados exclusivamente hacia los objetivos pueden desempeñarse mejor durante las crisis, los líderes que sobrepasan las expectativas son esos que llevan un liderazgo altamente centrado en las personas.
Los investigadores afirman que los líderes más efectivos son los que piensan y actúan de forma sistémica, observando el panorama general en vez de dividirlo en partes aisladas, y que actúan teniendo a las personas como centro y como única ruta hacia un mejor desempeño, es decir, los que se enfocan en las personas y en las relaciones.
La sistémica a la que se refiere esta investigación se define como un campo emergente de la ciencia que estudia los sistemas holísticos e intenta desarrollar marcos lógico matemáticos, de ingeniería, y filosofía; en los cuales los sistemas físicos, mentales, cognitivos, sociales y metafísicos puedan ser estudiados.
Como explica en una nota de prensa el autor principal del estudio Penny Tamkin, “los líderes extraordinarios se enfocan en las personas, las actitudes y el compromiso, co-creando visión y estrategia. En vez de reuniones uno a uno centradas en las tareas, ellos buscan comprender a las personas y sus motivos”. Tamkin asegura que los líderes que están obsesionados con los números y con los objetivos necesitan cambiar sus pensamientos.
Enfoque humano
Son muchos los ejemplos de grandes seres humanos que han hecho enormes aportes a las organizaciones para las que trabajan a través de un enfoque humano y de una cercanía constructiva con los demás empleados.
En palabras de Tamkin, “en vez de desarrollar a los demás a través de formación y consejos, ellos lo hacen a través de retos y apoyo. Ellos manejan el desempeño de manera holística, ocupándose del estado de ánimo y del comportamiento de su gente así como de los objetivos organizacionales. Y en vez de ver a las personas como una de muchas prioridades, ellos ponen el énfasis principal en los asuntos de las personas”.
Por otra parte, una característica que destaca el estudio es que los líderes extraordinarios son muy seguros de sí mismos pero sin llegar a ser arrogantes, y que, además, son conscientes de sus fortalezas y de la influencia que pueden ejercer desde sus posiciones, pero que, aún así, los utilizan para el beneficio de sus organizaciones y de la gente que hace parte de estas.
Finalmente, señala Penny Tamkin: “Nuestros hallazgos aportan sugerencias sólidas de que un acercamiento que conecte a los líderes con las personas y a las personas con los propósitos define el liderazgo extraordinario. El liderazgo que se enfoca en la reciprocidad y el respeto es bueno no solamente para las personas, sino bueno también para las organizaciones”.