Es la primera vez que se tiene constancia de que un organismo animal es capaz de producir el dimetilsulfoniopropionato (DMSP), la sustancia química que otorga ese olor que define las aguas saladas de las dulces.
Según una noticia hecha pública por el Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS), los científicos australianos abren así una nueva vía de investigación para los corales, uno de los organismos más amenazados por el aumento de temperatura de las aguas que está provocando el calentamiento global, y el papel que pueden jugar ante esta amenaza.
"Anteriormente se pensaba que las largas concentraciones de DMSP que emanaban los arrecifes coralinos provenían de las algas simbióticas", subraya en el comunicado el jefe de la investigación, Jean-Baptiste Raina, del AIMS y la Universidad James Cook.
Protector natural
El DMSP es un compuesto químico muy conocido por los oceanógrafos. Se trata de una sustancia sulfurada muy abundante en el interior del filoplancton.
Cumple una función defensiva -protectora- de los tejidos, ya que protege las proteínas y la membrana plasmática del plancton. Asimismo, actúan como protector ante la radiación solar.
Los resultados de la investigación han demostrado que los corales también son capaces de producir este compuesto cuando la temperatura del océano aumenta. Esta producción se produce sobre todo a las horas del mediodía, cuando aumenta la radiación solar.
Gracias a sus emisiones son capaces de crear una especie de envoltorio -de capas- alrededor de las colonias coralinas que las protegen. Esta 'atmósfera' permite reflejar hacia la superficie la acción de los rayos solares, un hecho que contribuye a evitar un aumento de la temperatura y con él un mayor calentamiento del mar.
De este modo, los corales se protegen a la decoloración o blanqueamiento que provoca esa subida de las temperaturas que los acaba condenando a su desaparición.
Aún así, los investigadores australianos advierten que si se sigue sometiendo a las barreras coralinas a “situaciones estresantes” (emisiones de C02), la capacidad de producción de DMSP no será lo suficientemente rápida y en la cantidad suficiente para escapar a la muerte que provoca el aumento de la temperatura global de los océanos.
Esta sustancia, que podemos considerar como fétida, es también la responsable del característico olor de los mares.
Según una noticia hecha pública por el Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS), los científicos australianos abren así una nueva vía de investigación para los corales, uno de los organismos más amenazados por el aumento de temperatura de las aguas que está provocando el calentamiento global, y el papel que pueden jugar ante esta amenaza.
"Anteriormente se pensaba que las largas concentraciones de DMSP que emanaban los arrecifes coralinos provenían de las algas simbióticas", subraya en el comunicado el jefe de la investigación, Jean-Baptiste Raina, del AIMS y la Universidad James Cook.
Protector natural
El DMSP es un compuesto químico muy conocido por los oceanógrafos. Se trata de una sustancia sulfurada muy abundante en el interior del filoplancton.
Cumple una función defensiva -protectora- de los tejidos, ya que protege las proteínas y la membrana plasmática del plancton. Asimismo, actúan como protector ante la radiación solar.
Los resultados de la investigación han demostrado que los corales también son capaces de producir este compuesto cuando la temperatura del océano aumenta. Esta producción se produce sobre todo a las horas del mediodía, cuando aumenta la radiación solar.
Gracias a sus emisiones son capaces de crear una especie de envoltorio -de capas- alrededor de las colonias coralinas que las protegen. Esta 'atmósfera' permite reflejar hacia la superficie la acción de los rayos solares, un hecho que contribuye a evitar un aumento de la temperatura y con él un mayor calentamiento del mar.
De este modo, los corales se protegen a la decoloración o blanqueamiento que provoca esa subida de las temperaturas que los acaba condenando a su desaparición.
Aún así, los investigadores australianos advierten que si se sigue sometiendo a las barreras coralinas a “situaciones estresantes” (emisiones de C02), la capacidad de producción de DMSP no será lo suficientemente rápida y en la cantidad suficiente para escapar a la muerte que provoca el aumento de la temperatura global de los océanos.
Esta sustancia, que podemos considerar como fétida, es también la responsable del característico olor de los mares.
Patrimonio de la Humanidad en peligro
La Gran Barrera de Coral en Australia, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez debido a una mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.
Diferentes estudios aseguran que a lo largo de los últimos treinta años, la Gran Barrera ha perdido el 50% de sus corales, una pérdida que puede llegar al 80% en algunos arrecifes del mar Caribe.
"Teniendo en cuenta la disminución de los corales debido a factores de estrés antropogénico, estamos ante el peligro de que con ella se pueda desestabilizar aún más la regulación del clima local y acelerar la degradación de esta importante y diverso ecosistema", concluye uno de los investigadores.
La Gran Barrera de Coral en Australia, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez debido a una mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.
Diferentes estudios aseguran que a lo largo de los últimos treinta años, la Gran Barrera ha perdido el 50% de sus corales, una pérdida que puede llegar al 80% en algunos arrecifes del mar Caribe.
"Teniendo en cuenta la disminución de los corales debido a factores de estrés antropogénico, estamos ante el peligro de que con ella se pueda desestabilizar aún más la regulación del clima local y acelerar la degradación de esta importante y diverso ecosistema", concluye uno de los investigadores.