Universidad de Chicago
Robert J. Russell es fundador y actual director del Centre for Theology and the Natural Sciences y profesor ordinario en el Graduate Theological Union de Berkeley. La GTU es una asociación de diferentes centros de enseñanza teológica de varias confesiones religiosas o iglesias que funcionan según una peculiar estructura docente. Está integrada en la University of California at Berkeley y ocupa el lado izquierdo del campus (en el derecho está la célebre Telegraph st.).
El currículo de Russell es muy amplio. Es Ph.D. por la Universidad de California en Santa Cruz; es también M.A. en teologia por la Pacific School of Religion. Comenzó su carrera universitaria siendo docente de física en el Carleton College, donde coincidió con Ian Barbour, cuyo ejemplo siguió al iniciarse en la docencia y el estudio de las relaciones ciencia-religión. En 1981 llegó a la GTU, donde ha trabajado hasta el momento.
Como aportaciones reseñables de Russell cabe destacar, entre otras muchas cosas, la promoción de la CTNS/Vatican Observatory series on science and divine action, de la que es editor. Tambien es co-editor de la revista Theology and Science. Por último, su actuación en Science and Transcendence Advanced Research Series: Science and the Quest for Ultimate Reality merece también ser resaltada.
Discusión interdisciplinar
El CTNS de Berkeley fue fundado por Russell en 1981 al llegar a Berkeley desde el Carleton College. Su idea era que el CTNS estuviera afiliado a la GTU, de tal manera que se cumplieran tres objetivos. En primer lugar contribuir a que los graduados de la GTU salieran introducidos en el cuerpo de conceptos necesarios para entender el diálogo ciencia-religión en la era de la ciencia. En segundo, contribuir a que las diferentes denominaciones confesionales presentes en la GTU profundizaran en la comprensión de que no es posible hablar de religión sin atender a que nos hallamos en una cultura científica y tecnológica.
En tercer lugar, crear un foro de discusión interdisciplinar totalmente abierto por el que pudieran pasar los más afamados científicos, investigadores y scholars de América para participar en el diálogo sobre la imagen última y transcendente de la realidad (ultimate reality) a que hoy en día nos conduce la ciencia. Acceso a lo transcendente en que la ciencia podía también recibir impulos y sugerencias importantes desde la filosofía y la religión o teología.
Desde su fundación el CTNS ha realizado una importante labor docente en la GTU, ha organizado numerosos foros de discusión y ha dirigido importantes proyectos de docencia o investigación. Son reseñables el proyecto conjunto con el Observatorio Vaticano, ya mencionado, los proyectos financiados por The National Institute of Health que se centraron en las implicaciones teológicas y éticas del Human Genome Iniciative, y otros proyectos financiados por la Templeton Foundation. La fundación realizada por J.K. Russell ha permitido también al CTNS la instauración de beneficiosas becas de investigación para fomentar el estudio de la ciencia-religión entre el profesorado y los alumnos de la GTU.
Acercando la ciencia y la religión
Robert J. Russell presenta sus reflexiones esenciales para argumentar la necesidad y ocasión histórica actual para desarrollar el estudio de las relaciones ciencia-religión como una de las tareas pendientes de la cultura contemporánea.
Una presentación de Russell titulada Bridging Science and Religion: Why it Must be Done puede valer como un manifiesto histórico que señala una tendencia creciente no sólo de la teología, sino de sectores muy importantes de la cultura científica y filosófica norteamericana.
Este acercamiento, dado hoy como problema contemporáneo, pero social y culturalmente necesario y enriquecedor, tiene para Russell sus raíces históricas dentro de la cultura cristiana. Este es el primer punto desarrollado en su artículo. El cristianismo vivió siempre de sus propias tradiciones y vivencias religiosas en las iglesias. Pero siempre fue consciente de vivir en un ámbito cultural más amplio, distinto del cristianismo mismo, al que se debía adaptar.
Así, el cristianismo a través de nombres como Ireneo, Atanasio, Agustín, Santo Tomás y los escolásticos de la Edad Media, mostró su esfuerzo por explicarse en la cultura prevalente en su tiempo (entonces greco-aristotélica). La teología protestante hizo lo mismo con la filosofía de la ilustración hasta Kant, que también influyó profusamente en los católicos. Scheleiermacher, Ritschl, Harnack, o Troeltsch, en el diecinueve, o Barth, Tillich, Rahner o Lonergan en el XX muestran crisis e hitos de ese esfuerzo por expresar el cristianismo desde la cultura del tiempo.
Sin embargo, todos esos esfuerzos resultaron insuficientes porque la ciencia moderna desde Newton a Darwin, y más adelante, fue estableciendo unas coordenadas en el conocimiento de la realidad que iban mucho más allá de cuando estaban capacitados para entender los enfoques de las filosofías y teologías antiguas. Era una cosmovisión que parecía romper irremisiblemente con el pasado.
¿Tiene sentido la religión?
Vivimos, afirma Russell, en una era de la cápsula Apolo, de los microcomputadores, de Einstein y Crick, del Space Shuttle, del corazón artificial, del DNA y de la relatividad … ¿es posible entonces que en este mundo tan sorprendente tenga todavía un lugar, un sentido la religión? La ilustración, por el abismo creado entre ciencia y religión, produjo un desconcierto cultural importante, una fragmentación de la unidad de la cultura.
Sin embargo, circunstancias en la moderna evolución de la ciencia van a propiciar un cambio de perspectiva: ante todo los modernos cambios abismales en la misma idea científica del universo. Estos cambios, para Russell, han sido las circunstancias históricas que han permitido, incluso han reconducido lógicamente, a una reapertura de un diálogo ciencia-religión que se daba por cerrado.
Relatividad, mecánica cuántica, la cosmología del big bang, el caos y la complejidad, la ingeniería genética humana, las matemáticas transfinitas, la inteligencia artificial, entre otros, son resultados modernos que han arrinconado como obsoleta la imagen del mundo en la ilustración como un sistema cerrado de causas y efectos deterministas.
La naturaleza es hoy algo abierto, sutil, numinoso, interconectado en extremo, que no era entendido por la ciencia de hace un siglo. En este moderno universo los humanos nos sentimos más a gusto y comenzamos a pensar que quizá tengamos un destino propio unido a su misterioso destino.
Para Russell, otra circunstacia determinante para la reapertura del diálogo ciencia-religión ha sido la evolución de las ideas epistemológicas y la teoría de la ciencia. Hoy se ha superado el empirismo positivista ingénuo y sabemos que la ciencia es una interpretación compleja del mundo; pero interpretación en definitiva.
Autores como Ian Barbour, Arthur Peacocke, Nacey Murphy, Holmes Rolston, Tom Torrance, John Polkinghorne, Nicholas Wolterstorff, entre otros, han reflexionado sobre la epistemología de la ciencia y sobre la epistemología de la teología, estableciendo un campo lógico de posibles zonas de contacto y de diálogo.
Estas dos circunstancias, el cambio abismal en la imagen numinosa del mundo en la ciencia y la reflexión epistemológica que ha acercado el discurso científico al discurso religioso, son para Russell el detonante del nacimiento de una tendencia creciente en la moderna cultura: retomar el diálogo en profundidad entre ciencia y religión, ya que la sociedad está desde siglos ideológicamente escindida y todavía están socialmente planteados muchos problemas sociales, políticos, ecológicos, morales, tecnológicos … que podrían ser resueltos más fácilmente desde la cercanía entre las visiones científicas y las visiones religiosas, aunque mantiendo cada una en su campo y dentro de su autonomía.
It is time to begin a new and creative interaction between science and theology, nos dice Russell, entendiendo por ello que this, then, is the setting for the birth of the CTNS. La obra de Russell en el CTNS tiene hoy suficiente perspectiva para una valoración de fondo que, al mismo tiempo, como decíamos, se convierte en señal de una tendencia importante de la religión contemporánea, la búsqueda del diálogo riguroso con la ciencia.
Guillermo Armengol es miembro de la Cátedra CTR
El currículo de Russell es muy amplio. Es Ph.D. por la Universidad de California en Santa Cruz; es también M.A. en teologia por la Pacific School of Religion. Comenzó su carrera universitaria siendo docente de física en el Carleton College, donde coincidió con Ian Barbour, cuyo ejemplo siguió al iniciarse en la docencia y el estudio de las relaciones ciencia-religión. En 1981 llegó a la GTU, donde ha trabajado hasta el momento.
Como aportaciones reseñables de Russell cabe destacar, entre otras muchas cosas, la promoción de la CTNS/Vatican Observatory series on science and divine action, de la que es editor. Tambien es co-editor de la revista Theology and Science. Por último, su actuación en Science and Transcendence Advanced Research Series: Science and the Quest for Ultimate Reality merece también ser resaltada.
Discusión interdisciplinar
El CTNS de Berkeley fue fundado por Russell en 1981 al llegar a Berkeley desde el Carleton College. Su idea era que el CTNS estuviera afiliado a la GTU, de tal manera que se cumplieran tres objetivos. En primer lugar contribuir a que los graduados de la GTU salieran introducidos en el cuerpo de conceptos necesarios para entender el diálogo ciencia-religión en la era de la ciencia. En segundo, contribuir a que las diferentes denominaciones confesionales presentes en la GTU profundizaran en la comprensión de que no es posible hablar de religión sin atender a que nos hallamos en una cultura científica y tecnológica.
En tercer lugar, crear un foro de discusión interdisciplinar totalmente abierto por el que pudieran pasar los más afamados científicos, investigadores y scholars de América para participar en el diálogo sobre la imagen última y transcendente de la realidad (ultimate reality) a que hoy en día nos conduce la ciencia. Acceso a lo transcendente en que la ciencia podía también recibir impulos y sugerencias importantes desde la filosofía y la religión o teología.
Desde su fundación el CTNS ha realizado una importante labor docente en la GTU, ha organizado numerosos foros de discusión y ha dirigido importantes proyectos de docencia o investigación. Son reseñables el proyecto conjunto con el Observatorio Vaticano, ya mencionado, los proyectos financiados por The National Institute of Health que se centraron en las implicaciones teológicas y éticas del Human Genome Iniciative, y otros proyectos financiados por la Templeton Foundation. La fundación realizada por J.K. Russell ha permitido también al CTNS la instauración de beneficiosas becas de investigación para fomentar el estudio de la ciencia-religión entre el profesorado y los alumnos de la GTU.
Acercando la ciencia y la religión
Robert J. Russell presenta sus reflexiones esenciales para argumentar la necesidad y ocasión histórica actual para desarrollar el estudio de las relaciones ciencia-religión como una de las tareas pendientes de la cultura contemporánea.
Una presentación de Russell titulada Bridging Science and Religion: Why it Must be Done puede valer como un manifiesto histórico que señala una tendencia creciente no sólo de la teología, sino de sectores muy importantes de la cultura científica y filosófica norteamericana.
Este acercamiento, dado hoy como problema contemporáneo, pero social y culturalmente necesario y enriquecedor, tiene para Russell sus raíces históricas dentro de la cultura cristiana. Este es el primer punto desarrollado en su artículo. El cristianismo vivió siempre de sus propias tradiciones y vivencias religiosas en las iglesias. Pero siempre fue consciente de vivir en un ámbito cultural más amplio, distinto del cristianismo mismo, al que se debía adaptar.
Así, el cristianismo a través de nombres como Ireneo, Atanasio, Agustín, Santo Tomás y los escolásticos de la Edad Media, mostró su esfuerzo por explicarse en la cultura prevalente en su tiempo (entonces greco-aristotélica). La teología protestante hizo lo mismo con la filosofía de la ilustración hasta Kant, que también influyó profusamente en los católicos. Scheleiermacher, Ritschl, Harnack, o Troeltsch, en el diecinueve, o Barth, Tillich, Rahner o Lonergan en el XX muestran crisis e hitos de ese esfuerzo por expresar el cristianismo desde la cultura del tiempo.
Sin embargo, todos esos esfuerzos resultaron insuficientes porque la ciencia moderna desde Newton a Darwin, y más adelante, fue estableciendo unas coordenadas en el conocimiento de la realidad que iban mucho más allá de cuando estaban capacitados para entender los enfoques de las filosofías y teologías antiguas. Era una cosmovisión que parecía romper irremisiblemente con el pasado.
¿Tiene sentido la religión?
Vivimos, afirma Russell, en una era de la cápsula Apolo, de los microcomputadores, de Einstein y Crick, del Space Shuttle, del corazón artificial, del DNA y de la relatividad … ¿es posible entonces que en este mundo tan sorprendente tenga todavía un lugar, un sentido la religión? La ilustración, por el abismo creado entre ciencia y religión, produjo un desconcierto cultural importante, una fragmentación de la unidad de la cultura.
Sin embargo, circunstancias en la moderna evolución de la ciencia van a propiciar un cambio de perspectiva: ante todo los modernos cambios abismales en la misma idea científica del universo. Estos cambios, para Russell, han sido las circunstancias históricas que han permitido, incluso han reconducido lógicamente, a una reapertura de un diálogo ciencia-religión que se daba por cerrado.
Relatividad, mecánica cuántica, la cosmología del big bang, el caos y la complejidad, la ingeniería genética humana, las matemáticas transfinitas, la inteligencia artificial, entre otros, son resultados modernos que han arrinconado como obsoleta la imagen del mundo en la ilustración como un sistema cerrado de causas y efectos deterministas.
La naturaleza es hoy algo abierto, sutil, numinoso, interconectado en extremo, que no era entendido por la ciencia de hace un siglo. En este moderno universo los humanos nos sentimos más a gusto y comenzamos a pensar que quizá tengamos un destino propio unido a su misterioso destino.
Para Russell, otra circunstacia determinante para la reapertura del diálogo ciencia-religión ha sido la evolución de las ideas epistemológicas y la teoría de la ciencia. Hoy se ha superado el empirismo positivista ingénuo y sabemos que la ciencia es una interpretación compleja del mundo; pero interpretación en definitiva.
Autores como Ian Barbour, Arthur Peacocke, Nacey Murphy, Holmes Rolston, Tom Torrance, John Polkinghorne, Nicholas Wolterstorff, entre otros, han reflexionado sobre la epistemología de la ciencia y sobre la epistemología de la teología, estableciendo un campo lógico de posibles zonas de contacto y de diálogo.
Estas dos circunstancias, el cambio abismal en la imagen numinosa del mundo en la ciencia y la reflexión epistemológica que ha acercado el discurso científico al discurso religioso, son para Russell el detonante del nacimiento de una tendencia creciente en la moderna cultura: retomar el diálogo en profundidad entre ciencia y religión, ya que la sociedad está desde siglos ideológicamente escindida y todavía están socialmente planteados muchos problemas sociales, políticos, ecológicos, morales, tecnológicos … que podrían ser resueltos más fácilmente desde la cercanía entre las visiones científicas y las visiones religiosas, aunque mantiendo cada una en su campo y dentro de su autonomía.
It is time to begin a new and creative interaction between science and theology, nos dice Russell, entendiendo por ello que this, then, is the setting for the birth of the CTNS. La obra de Russell en el CTNS tiene hoy suficiente perspectiva para una valoración de fondo que, al mismo tiempo, como decíamos, se convierte en señal de una tendencia importante de la religión contemporánea, la búsqueda del diálogo riguroso con la ciencia.
Guillermo Armengol es miembro de la Cátedra CTR