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La teoría de la evolución responde a la imagen del Dios bíblico

Dios ha creado la libertad por un universo evolutivo


La visión evolutiva expande nuestro sentido de Dios y nos hace tomar conciencia de que el cuidado divino abraza el destino del universo en su conjunto. De aquí surge que el ser humano no puede separar sus aspiraciones privadas de la suerte que corra la creación entera. En tanto las religiones han creído en un universo estático, han podido mantener una idea de destino individualista para el otro mundo aparte de éste. La evolución, sin embargo, nos dice que estamos relacionados con un universo más vasto y con una enorme historia de la vida en un prolongado proceso por llegar-a-ser. El nuevo y fresco sentido de estar-juntos con el cosmos provee a nuestra esperanza con unos nuevos y más amplios horizontes. La evolución también brinda a nuestras vidas el sentido de ser partícipes en el progresivo proceso de la historia de una creación cósmica. Por Lucio Florio.


Lucio Florio
07/12/2009

Procesión evocando a la Biblia en la ciudad belga de Mechelen ( 2005). Foto: Belgianchocolate. Everystpockphoto.
Procesión evocando a la Biblia en la ciudad belga de Mechelen ( 2005). Foto: Belgianchocolate. Everystpockphoto.
El cristianismo se remite a lo que denomina “revelación” para comprender aquello que cree. La revelación da a conocer la identidad de Dios y su plan de salvación (1). Eso constituye el núcleo de la visión cristiana de la realidad: el resto es relativo a dicho núcleo. Por consiguiente, cualquier interpretación filosófica o teoría científica es incorporable a una teología cristiana, en la medida en que no afecte ese núcleo central de percepción que es su originalidad.

La teoría evolutiva es una teoría –varias, en realidad– que intenta explicar un conjunto de hechos de la realidad natural. En cuanto tal, tiene una metodología precisa, dentro de la cual adquieren sentido sus afirmaciones. Tiene un núcleo epistémico que es preciso determinar y distinguir de otras disciplinas que operan con otros métodos y que formulan afirmaciones sobre objetos –muchas veces comunes (2) . En el caso de la/s teoría/s evolucionistas, es necesario no confundir su núcleo epistémico con el de otros campos del saber (ciencias humanas, filosofía, teología, arte) que incluso incorporan la visión evolutiva en sus propias explicaciones.

La distinción del núcleo epistemológico de la teoría evolutiva de sus repercusiones meta-científicas es indispensable para evitar conflictos estériles. Lo que Stephen Jay Gould señala para los ámbitos de la ciencia y la religión (“magisterios no superpuestos”) (3) ha de sostenerse para los diversos campos del saber como primer principio metodológico: son magisterios paralelos, es decir, explican con autoridad en el interior de sus campos metodológicos. Sólo en un segundo momento puede intentar hacerse una integración.

Aplicando esto al ámbito religioso y, en particular, a la fe bíblica, se puede afirmar que el evolucionismo, una teoría explicativa del modo de desenvolverse la vida y de la aparición de especies, en principio, no es contradictorio con la fe bíblica. Sin embargo, la historia de este siglo y medio ha mostrado numerosos y persistentes conflictos entre ambos. El mismo Charles Darwin los conoció y los vivió como un conflicto de conciencia.

¿Qué queda de la teología natural después de Darwin?

La visión que las ciencias biológicas ofrecen de la vida no es para nada pacífica. La pluralidad inmensa de individuos vegetales y animales procuran mantenerse en su ser en medio de una lucha despiadada. La teoría de Darwin logró explicitar este hecho a partir de la idea de la “lucha por las especies” o la “supervivencia del más apto”. A pesar de su impactante belleza, ni los bosques son un remanso de paz, ni los mares azules sólo un sorprendente reducto de biodiversidad, ni las montañas un reflejo de lo absoluto: hay en cada uno de sus ecosistemas una furiosa coexistencia determinada por la necesidad de alimento, de territorio y de reproducción.

De allí que cualquier referencia a la armonía de la naturaleza para remontarse hacia su fuente divina primera debe contar con esta estructura “trágica” de la vida sobre el planeta. Ni los argumentos platónicos acerca de la idea de la Belleza suprema, ni los de Tomás de Aquino sobre el Bien primero, ni incluso los más cercanos en la historia del deísmo acerca de un Dios relojero resultan significativos hoy sin una confrontación con la forma cruenta en la que se presenta la historia de los seres vivientes. El mismo Darwin, que se adhirió a la teología natural de William Paley siendo joven, renunció a ella debido a su observación empírica de la conducta de los animales. Algunos autores contemporáneos describen esto con notable agudeza. Tal es el caso de Richard Dawkins, quien rechaza la idea de un dios sádico, que se complace con este mecanismo perverso de aniquilación recíproca de individuos y especies en pos de la supervivencia (4).

Sin embargo, contra lo que podría pensarse, Darwin ha enriquecido la visión de la teología natural. Por una parte, porque al detectar que la lucha por la supervivencia constituye uno de los elementos centrales de la estructura de la vida, particularmente de la modificación de las especies, exige a la razón admitir que no sólo la perfección de la naturaleza es un camino hacia el dios arquitecto o plenitud de ser, sino que también la agresividad y la muerte son parte de ese proceso, cuyo resultado es paradójicamente bello. Esta dramaticidad inherente a la vida recuerda la contingencia de la vida no sólo en su dimensión individual, sino también en la específica.

Es decir, la vida es vulnerable y frágil, destinada a la muerte, incluso en cuanto especie. Ahora bien, la tentación de idealizar los elementos positivos del cosmos y transferirlos a Dios, eludiendo lo sombrío de este mundo, es un dato permanente en la historia del pensamiento. Tomás de Aquino ya señalaba que el mundo es contingente; de lo contrario, no sería mundo, sino precisamente algo divino. La evolución de las especies recuerda esta contingencia de la vida y permite remontarse hacia un principio pleno de dicha vida frágil y efímera.

Por otra parte, como bien ha señalado John Haught, la visión del conjunto del proceso evolutivo permite intuir los signos del creador precisamente en el todo de la naturaleza, no simplemente en sus expresiones particulares –como puede ser la perfección de un insecto (5). La visión complexiva de la historia de la vida es aún más sorprende respecto de la fuerza y la lógica impresa por un creador. La diversidad de seres vivientes supone la aparición y desaparición de especies enteras. Hay una belleza y un orden paradójicamente coincidente con la muerte de individuos y especies.

El concepto de azar merece un particular tratamiento, puesto que es uno de los elementos centrales de la teoría evolucionista neo-darwinista. Precisamente, el azar o el finalismo son cuestiones que dividen las aguas entre los darwinistas ortodoxos y los diversos intentos de conciliación con algún teísmo o, como en el caso del Intelligent Design, con algún tipo de racionalidad intrínseca al proceso evolutivo. Al menos hay que señalar que la postulación del azar por parte de la teoría evolutiva es formulada en el marco de sus posibilidades de experimentación y en cuanto variable explicativa de determinados fenómenos.

Una afirmación general sobre el todo del proceso (el azar regula como un “relojero ciego” -Dawkins-) ya es una aseveración ontológica, metafísica. En cuanto tal, excede al método científico. Sin embargo, la ciencia maneja hoy una metodología naturalista que implica en la práctica una ontología naturalística (6). Estas dejan afuera cualquier posible referencia a Dios. Por esto, la teología natural necesita reflexionar epistemológicamente para incluir críticamente la teoría evolutiva.

Los problemas con las lecturas de la Palabra de Dios

Una buena parte de las dificultades para aceptar la evolución por parte de muchos cristianos radica curiosamente en la lectura de la Biblia. No se trata, pues, de un problema con las ciencias naturales sino con las ciencias humanas. Es un conflicto básicamente hermenéutico. ¿Debe la Biblia ser leída literalmente, es decir, al pie de la letra? ¿O, más bien, ha de ser comprendida en su contexto, realizando una hermenéutica que respete el sentido literal de los textos pero que procure entender el sentido profundo que va más allá de los contornos del género y de la circunstancia en la que fueron redactados?

Esta disyuntiva, con numerosas variantes intermedias, está el arranque de la disputa entre creacionistas y evolucionistas en los EE.UU. (7) . En aquellas tierras, creacionistas son los que se atienen a la lectura literal de los textos del Génesis y los evolucionistas son básicamente los neodarwinistas. El diálogo entre ambos es casi imposible, en la medida en que se maneje una lectura literal de los textos bíblicos.

La historia de la cuestión en la Iglesia Católica es un interesante ejemplo de solución de problemas por caminos indirectos. En efecto, hasta tanto no se admitió oficialmente que las Sagradas Escrituras no debían ser leídas en forma literal, la cuestión de la evolución no se destrabó. La encíclica Divino Afflante Spiritu de Pío XII (1943) permitió salir de una comprensión literal de los textos para integrarlos en una visión en consonancia con el resto de la historia bíblica. En la actualidad, el magisterio católico sitúa al método histórico-crítico como método primero e ineludible para practicar después otros tipos de aproximaciones exegéticas.

Este método procura situar el texto en su sentido objetivo primero: dónde fue escrito, para qué, en qué género literario, etc. (8) . Los textos de creación de la Biblia, especialmente el de Gen 1,1-2,4a, son entonces comprendidos en el contexto de una historia más amplia. Se trata de una afirmación de la acción creadora del Dios que se ha experimentado en la historia. No pretenden ser textos descriptivos ni científicos, sino de fundamentación de la historia de Israel experimentada como historia de encuentro con Dios.

Historia de la creación, historia evolutiva, historia de la salvación

La teoría evolutiva ayuda a situar la historia de la vida dentro de la historia del cosmos. En la macro historia del universo se ubica este pequeño aunque complejo desarrollo de vegetales y animales, incluido el del ser humano. Es en este escenario donde se desarrolla la breve historia humana y la aún más corta historia de la interacción entre Dios y el hombre.

La Biblia narra básicamente este último segmento de la historia del cosmos. Su preocupación es la de poner de relieve la iniciativa de Dios por dialogar e interactuar con una de sus criaturas, el ser humano. El diálogo de Dios con el hombre, la invitación a entrar en un vínculo de amistad y filialidad, el rescate de su condición vulnerable por el ejercicio equivocado de su libertad, constituyen el contenido del mensaje bíblico. Al referirse a la creación del universo, los textos bíblicos no pretenden explicar el modo en que éste se produjo, sino introducir el primer peldaño en la historia de la relación entre el hombre y Dios.

La creación evolutiva es el ámbito en el que se desenvuelve la historia de la salvación. Un universo de una historia probable de 13.000 millones de años con varios millones de historia de la vida en el planeta Tierra es el medio en el que se generará lo central de la narración bíblica: el encuentro del “homo sapiens” con su creador y, para el Nuevo Testamento, la asunción de lo humano por parte del Hijo de Dios y su historia en medio de la historia del cosmos, de la vida y del hombre.

En palabras de Teilhard de Chardin: hay un proceso de cosmogénesis, donde se inserta la biogénesis, la noogénesis y, finalmente, la cristogénesis (9). Expresado a través del pensamiento de Hans Urs von Balthasar: una creación que sirve de espacio para el teodrama, es decir, el ingreso de Dios en la dramaticidad de la vida y del hombre (10) . Dios se introduce activamente en el drama viviente y humano. De alguna manera, la “historia” del universo y de la vida, en su tensión creativa, preludia la dramática historia del ser humano y, en ella, la de Dios que se integra en el teatro de la historia humana.

En la versión cristiana de la Biblia, esta historia tiene su centro en la muerte y resurrección de Cristo. Este episodio, la Pascua, afecta radicalmente al ser humano en su vínculo con Dios. Pero, al tratarse el hombre de una realidad también corporal, viviente y cósmica, el acontecimiento pascual modifica misteriosamente también el ámbito físico del universo.

La teología de la evolución enriquece la imagen de Dios

Para la Biblia, Dios es un ser esencialmente bueno, que crea el universo y el ser humano y entabla un diálogo de salvación con él. Para el Nuevo Testamento, es un ser uni-trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo) que lleva hasta el extremo de su humanización y muerte en la cruz su amor por el hombre.

¿Cómo compaginar esta imagen con la aparentemente derivada de una naturaleza signada por la competencia por la supervivencia? Paradójicamente, la biología evolutiva provoca a la teología para que ajuste mejor la imagen bíblicamente basada de Dios como amor (11) . Se trata de un Ser que da su vida divina sin reservas al cosmos. Darwin exige que pensemos nuevamente a Dios como omnipotentemente efectivo en el mundo, pero necesitamos definir más cuidadosamente qué entendemos por poder.

En efecto, el Dios cristiano no es alguien que somete y fuerza a su universo conforme a un plan rígido. Al contrario, Dios quiere que el mundo llegue a ser él mismo lo más plenamente posible. Esto significa que al mundo deba serle permitido el espacio y el tiempo para dirigirse hacia su finalidad, experimentando con varias posibilidades. Así lo expresa John Haught:

“Si Dios ama al mundo, entonces podemos asumir que Dios concede al mundo un cierto grado de libertad para experimentar con un espectro de posibilidades en su gestación” (12).

Una teología de la evolución admitirá que la evolución es experimental por naturaleza, y que el cosmos y la vida deben contar con un espacio para una cierta búsqueda libre. El hecho de que nosotros vivamos en un universo en expansión es en sí mismo indicativo de que el deseo del Creador es que el mundo tenga un margen para realizar experimentos en una independencia emergente.

Un Dios que verdaderamente ama el mundo está íntimamente relacionado con él, pero en un modo que permite al mundo permanecer distinto de Dios. El proceso de la evolución es la historia del universo examinando varios caminos para llegar a ser él mismo. El poder divino, entonces, se manifiesta como restricción de sí mismo en el amor, como un dejar ser que permita al mundo emerger como otro distinto de Dios.

Por otra parte, la perspectiva evolutiva induce a colocar la trascendencia divina no exclusivamente hacia arriba sino también hacia delante. En cierto modo, no se trata sino de ajustarse más al modelo bíblico acerca de un Dios que ha prometido realidades todavía no cumplimentadas totalmente. Una teología evolutiva piensa a Dios y sus promesas en términos de futuro del ser. Con esto se recuperaría la imagen bíblica de Dios, olvidada en ciertas especulaciones teológicas que lo ubican como una especie de abstracta realidad localizada lejos de la historia.

Además, la visión evolutiva expande nuestro sentido de Dios y nos hace tomar conciencia de que el cuidado divino abraza el destino del universo en su conjunto (13) . De aquí surge que el ser humano no puede separar sus aspiraciones privadas de la suerte que corra la creación entera. En tanto las religiones han creído en un universo estático, han podido mantener una idea de destino individualista para el otro mundo aparte de éste.

La evolución, sin embargo, nos dice que estamos relacionados con un universo más vasto y con una enorme historia de la vida en un prolongado proceso por llegar-a-ser. El nuevo y fresco sentido de estar-juntos con el cosmos provee a nuestra esperanza con unos nuevos y más amplios horizontes. La evolución también brinda a nuestras vidas el sentido de ser partícipes en el progresivo proceso de la historia de una creación cósmica.

Cristología Cósmica

En las últimas décadas se ha producido una recuperación de la cristología cósmica, presente en algunos textos del Nuevo Testamento y de la primitiva tradición teológica, pero olvidada en el último milenio y medio (14). Teilhard de Chardin fue pionero de esta recuperación al relacionar la creación evolutiva con el misterio de Cristo.

Como señalaba el jesuita francés, la evolución es santa: en tanto que el universo continúa creciendo en complejidad y en conciencia, es cristificado. Para la fe cristiana, la cristología es inseparable de la cosmología. La evolución biológica y humana –inmersa dentro de un proceso de dinamismo de todo el cosmos– está misteriosamente ligada al misterio del Verbo encarnado. Como señala Papanicolau:

“La cristología cósmica…no puede eludir el dato de que el cosmos –que ha sido creado en, por y para Cristo– posee una historia evolutiva descrita por diversas ciencias, especialmente la física y la biología. El cosmos que el creyente contempla como creación amorosa de Dios, como un todo dotado de sentido y de un fin último en la voluntad de su Creador, es una realidad presentada por las ciencias como un proceso autopoiético, en constante evolución, con mecanismos y resultados que no siempre se corresponden con la idea de sentido y finalidad” (15).



Lucio Florio es Presidente de la Fundación “Diálogo entre Ciencia y Religión”. Argentina.


Notas al pie

(1) Cf. Dei Verbum, 2, Concilio Ecuménico Vaticano II.

(2) Cfr. MICHAEL RUSE El misterio de los misterios. ¿Es la evolución una construcción social?, Tusquets, Barcelona 2001, esp. pp. 27-51 y 257-276.

(3) Cfr. STEPHEN JAY GOULD, Ciencia vs. Religión. Un falso conflicto, Crítica, Barcelona 2007.

(4) Cfr. MICHAEL RUSE, op. cit., p. 150.

(5) Reponses to 101 Questions on God and Evolution, Paulist Press, Mahwah, New Jersey, 2001, p. 48.

(6) Cfr. PIOTR BYLICA and DARIUSZ SAGAN, “God, Design, and Naturalism: Implications of Methodological Naturalism in Science for Science-Religion Relation”, Pensamiento , vol. 64 (2008), num. 242, p. 621-638.

(7) Un exhaustivo análisis en: RONALD L. NUMBERS, The Creationists. From Scientific Creationism to Intelligent Design, Harvard University Press, Cambridge-London 2006. Cfr. también MICHAEL RUSE, The Evolution-Creation Struggle, Harvard University Press, Cambridge 2005. También: DANIEL BLANCO, “Breve aproximación histórica al Creacionismo moderno. Del `Creacionismo Científico´ al `Diseño Inteligente´”, en: LUCIO FLORIO (compilador), Evolución y Cristianismo. Un diálogo posible, Dunken, Buenos Aires 2007, 25-64.

(8) El documento oficial más técnico al respecto sea el de la Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, Roma 1993. A propósito de los principios del método histórico-crítico, colocado como primario y fundamental, señala: “Es un método histórico, no solamente porque se aplica a textos antiguos (en este caso los de la Biblia) y porque se estudia su alcance histórico, sino también y sobre todo, porque procura dilucidar los procesos históricos de producción del texto bíblico, procesos diacrónicos a veces complicados y de larga duración. En las diferentes etapas de su producción, los textos de la Biblia se dirigen a diferentes categorías de oyentes o de lectores, que se encontraban en situaciones espacio-temporales diferentes. Es un método crítico, porque opera con la ayuda de criterios científicos tan objetivos como sea posible en cada uno de sus pasos (de la crítica textual al estudio crítico de la redacción), para hacer accesible al lector moderno el sentido de los textos bíblicos, con frecuencia difícil de captar. Es un método analítico que estudia el texto bíblico del mismo modo que todo otro texto de la antigüedad, y lo comenta como lenguaje humano. Sin embargo, permite al exegeta, sobre todo en el estudio crítico de la redacción de los textos, captar mejor el contenido de la revelación divina”. (I, A).

(9) Cfr. IGNACIO NÚÑEZ DE CASTRO, “The Bio-Philosophy of Teilhard de Chardin” en: CHRISTINE HELLER DEL RIEGO (editor), God Seen by Science: Anthropic Evolution of the Universe, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid 2008, pp. 99-126.

(10) Cfr. HANS URS VON BALTHASAR, Teodramática, vol. 1 Prolegómenos, Encuentro, Madrid 1990.

(11) Para lo siguiente seguimos a JOHN HAUGHT, Op.cit., p. 50 ss. El teólogo norteamericano ha publicado dos obras centrales sobre teología de la evolución: God after Darwin: a Theology of Evolution, Westview Press, Boulder 2000; Deeper than Darwin. The Prospect for Religion in the Age of Evolution, Westview Press, Boulder 2003-

(12) Reponses..., p. 50 (traducción nuestra).

(13) Cfr. Op. cit., p. 50.

(14) Cf. al respecto: JORGE PAPANICOLAU, Cristología cósmica, Epifanía, Buenos Aires, 2006; LUCIO FLORIO, “Cosmic Christology and Pneumatology. Updating a Traditional Theological Topic to Approach a Dynamic Univers”, en: KS. WALDEMAR CISTO – ZBIGNIEW KUBACKI, Sens Ludzkiej Prozygody, Wydawnictwo Rhetos, Warszawa 2008, 153-158.

(15) “Evolucionismo y cristología”, en L.FLORIO, Evolución y Cristianismo…, p. 186.





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1.Publicado por Maria el 07/12/2009 16:57
"Para la Biblia, Dios es un ser esencialmente bueno"

Usted se engaña. Ser bueno, es no mandar plagas, etc

2.Publicado por Yahvé el 07/12/2009 19:54
Este artículo, como todas las religiones monoteístas actuales, se basa en cuentos de hadas, o sea, en nada, para hacer afirmaciones de manera que parece que son irremediablemente ciertas.

Me avergüenza y me irrita enormemente como ser humano el hecho de que mi vecino, un niño de 5 años, demuestre más sentido común y soporte sus acciones sobre bases más sólidas que muchos adultos dirigentes, integrantes, ideólogos o simplemente creyentes de cualquiera de las religiones monoteístas actuales.

También resulta irritante el empecinamiento por parte de estos mismos adultos en intentar tomar como propios (o de su deidad respectiva...) los avances que va haciendo la ciencia. La ciencia, independiente, humilde e implacable, sólo necesita tiempo para brindar conocimiento. Aquello que la ciencia no puede demostrar, ella misma humildemente lo admite, y sólo pide más tiempo para investigar. Aquellas afirmaciones que hace, todos podemos ponerlas a prueba. Y no tienen estas afirmaciones más fuerza que aquello sobre lo que se apoyan, sin importar cuántos están a favor o cuán importantes sean sus cargos. Es triste que, más o menos conscientemente, las religiones intenten ir releyendo y reinterpretando sus respectivos cuentos de hadas para que encajen un poco (no hace falta demasiado, para eso está la fe) con la realidad tangible y demostrable que va mostrando la ciencia con el tiempo.

3.Publicado por Beatriz Basenji el 08/12/2009 00:09
Encuentro el Antigüo Testamento una obra muy sospechosa de autenticidad. La he considerado como una semblanza mas o menos histórica del pueblo hebreo. Los primeros 22 capítulos del llamado Genesis, parecen ser un conjunto de antiquísimos cuentos de tradicion oral, que se pierden en la noche de los tiempos.Sinceramente, el dios bíblico me parece un ser terrible, capaz de eliminar a los servidores del Templo porque no quemaron los perfumes indicados por él, con un arma que disparaba rayos mortales.
Soy creyente. Tengo una profunda FE basada en Jesús de Nazareth y la Santisima Virgen,que los percibo como nuestros aliados en nuestro paso por la Vida, al igual que muchos Santos y Santas . No me cabe la mas mínima duda que en cada uno de nosotros irradia una Partícula Divina, que si nuestro ser espiritual está en condiciones, logra su total UNION con la Divinidad. Tal vez como decía el Maestro Eckhart esto se logre una UNICA vez en nuestra existencia. Pero si se logra, no pidamos mas. Cuando esto sucede todas las teorías, quedan para la anécdota.

4.Publicado por Robert el 08/12/2009 15:08
"La religion nunca pide pruebas y siempre está segura. La ciencia nunca está segura y pide pruebas.- Prefiero la segunda"
Y con respecto a la biblia, es "la palabra de Dios" según sostienen los creyentes. Si la leyeran en forma objetiva y con la mente abierta, llegarían irremediablemente a la misma conclusión: un libro con tanta sangre, lleno de errores e incongruencias no pudo ser inspirado por un ser superior ya que éste se supone (por las innumerables cualidades otorgadas por....¡los hombres! como por ej.: omnipotente, omnibenevolente, justo, perfecto, etc, etc.) no permitiría ó inspiraría un libro así. Sólo es un libro de "leyendas primitivas" como escribió Einstein un año antes de su muerte.

5.Publicado por mvr1981 el 08/12/2009 23:09
Dado un conjunto "Naturaleza" de cardinalidad y dimensionalidad infinita (Naturaleza = Todo), NO existe otro conjunto "Dios" tal que "Dios" NO este incluido en "Naturaleza".

Nota: Naturaleza puede ser Todo, sin embargo, Dios no puede ser Todo, ya que segun las concepciones religiosas, eso seria Panteísmo.

Discusión 1:

Si existiese un conjunto "Dios" de cardinalidad y dimensionalidad infinita, el conjunto "Dios" seria el mismo conjunto "Naturaleza".

De 1. El conjunto "Dios" cumpliría con las prerrogativas religiosas que definen a Dios (omnisciencia, omnipotencia, etc..., que implican la idea de infinito). Ya que no existen variables del conjunto "Naturaleza" que no estarían bajo control de "Dios" (su voluntad seria eficaz sobre las citadas variables dado que ambos entes serian el mismo: Todo).

Discusión 2:

Si existiese un conjunto "Dios" de cardinalidad y dimensionalidad finita, el conjunto "Dios" estaría incluido estrictamente en el conjunto "Naturaleza".

Discusión 2.1:

De 2. El conjunto "Dios" no cumpliría con las prerrogativas religiosas que definen a Dios (omnisciencia, omnipotencia, etc..., que implican la idea de infinito). Ya que existen variables del conjunto "Naturaleza" que no estarían bajo control de "Dios" (su voluntad seria ineficaz sobre las citadas variables).

Conclusiones:
1) Dios es Todo, ergo, dios es omnipotente.
2) Dios NO es Todo, ergo, dios no es omnipotente.

6.Publicado por emilio el 09/12/2009 14:36
La evolución es un mecanismo cruel, terrible, un mecanismo de exterminio, dolor, miseria y muerte. Así lo entendió el propio Darwin, no pudiendo hacer suyo el Dios que permitia tal estado de cosas, pasando de la creencia sincera de su juventud a un agnosticismo formal de su madurez que más parece ateísmo. Darwin lo dice en su autobiografía, el Dios de la evolución no es un dios de amor, sino un ser cruelisimo, y él no quería saber nada de un tal dios.

Ahora, algunas religiones cristianas se han pasado al evolucionismo, en una versión de creacionismo modificada a Diseño Inteligente. Pero al hacerlo, omiten los detalles, pero Darwin conocía perfectamente los detalles, y esos muestran la máquina infernal que implica la evolución.

7.Publicado por Psicodani el 09/12/2009 16:28
Super de acuerdo con el comentario nº 2 de Yahvé

8.Publicado por elías el 10/12/2009 15:21
A mvr1981:

Su equivocación radica sustancialmente en considerar que el “Todo”, o bien es Dios, o bien es la Naturaleza. Así, Todo= Naturaleza ó Todo= Dios, con lo cual, a lo más que se podría llegar, es a identificar Naturaleza = Dios.

El problema radica precisamente, en definir, qué es ese “Todo”. Que ocurriría si ese “Todo” fuese la unidad entre la naturaleza y el fundamento que la hace Ser.
De forma que Todo = Naturaleza + el fundamento que hace Ser a la Naturaleza (Dios).

Ahora, ese Todo, no se identificaría ni con la Naturaleza ni con su fundamento (Dios). Y por lo tanto, no tendría por qué identificarse a Dios con la Naturaleza. Se podría hacer, y así, llegaríamos al panteísmo. Es más, incluso se podría (y sería lícito por parte de la razón) negar el segundo término de la ecuación (es decir, negar a Dios, o lo que es lo mismo, aceptar la pura mundanidad) y acabar abrazando el ateísmo.

De manera que:

Todo = Naturaleza (Ateísmo)
Todo = Naturaleza = Dios (Panteísmo)
Todo = Naturaleza + Fundamento (Teísmo)

Como podrá observar, todo depende, de cómo se defina ese “Todo”.

Por cierto, existen muchas formas de definir a Dios. Vaya por delante que no le culpo de que utilice la tradicional de omnisciencia, omnipotencia, etc.., pero créame, existen otras formas, y además, mucho más poéticas de definir a Dios.

9.Publicado por mvr1981 el 10/12/2009 23:18
Todo = Naturaleza + Fundamento (Teísmo)
El error es considerar que el fundamento de la Naturaleza es externo a ella.

10.Publicado por mvr1981 el 10/12/2009 23:22
La evolución.... Es como jugar Quake III... ahora, vencer a Xaero esta bravo...

11.Publicado por elías el 14/12/2009 09:33
Decir, que el error es considerar que el fundamento de la Naturaleza es externo a ello, no pasa de ser una simple afirmación. Ahora le queda a usted lo más difícil. Y es, fundamentarlo. Ánimo.

12.Publicado por elías el 14/12/2009 11:04
Simplemente comentar dos párrafos del artículo:

1.- “Sin embargo, contra lo que podría pensarse, Darwin ha enriquecido la visión de la teología natural. Por una parte, porque al detectar que la lucha por la supervivencia constituye uno de los elementos centrales de la estructura de la vida, particularmente de la modificación de las especies, exige a la razón admitir que no sólo la perfección de la naturaleza es un camino hacia el dios arquitecto o plenitud del ser, sino que también la agresividad y la muerte son parte de ese proceso, cuyo resultado es paradójicamente bello…”.

Mi primera discrepancia es con la expresión: “exige a la razón admitir”. Más bien debería decir: “permite a la razón postular”. La razón postula entre varias co-posibilidades. Una de ellas es la que se cita en el texto, pero no es, la única.

En segundo lugar, doy por sentado, que cuando se dice: “no sólo la perfección de la naturaleza es un camino hacia el dios arquitecto o plenitud del ser, sino que también la agresividad y la muerte son parte de ese proceso, cuyo resultado es paradójicamente bello…” sólo la segunda parte hace referencia a la aportación de la visión de Darwin.
Es decir, lo que aportaría la visión de Darwin a la teología natural, sería el tener en consideración que la agresividad y la muerte son parte del proceso de evolución. Mientras, que la perfección de la naturaleza y el resultado paradójicamente bello, es puesto por la teología, y no, por la visión Darwinista.

2.- “Para la biblia, Dios es un ser esencialmente bueno, que crea el Universo y el ser humano y entabla un diálogo de salvación con él. Para el Nuevo testamento, es un ser uni-trino….”.

Si cuando se dice que “crea”, lo que se quiere decir es que “fundamenta”, entonces estaría de acuerdo con la expresión “crear”. Mientras que si por “crear”, se entiende como una “creación desde la nada”, entonces, estaría en radical desacuerdo.
Y lo estaría, porque la biblia no es un tratado de metafísica, la biblia no tiene nada que decir sobre si el Universo tiene o no un principio con el tiempo, si es o no, creado desde la nada. Lo que dice la biblia es, que independiente de si el Cosmos es creado o no desde la nada, dicho Universo tiene su fundamento en Dios.

La teología sí podrá hablar de creación ex nihilo, pero dicha creación desde de la nada, no se encuentra contenida en la biblia. Igualmente, la teología podrá hablar de uni-trino, pero ésta es una doctrina metafísica, y por ende, no se deriva del Nuevo Testamento.

13.Publicado por Pedro D. el 15/12/2009 02:38
La aceptación final de la evolución biológica dentro de la religión es la evolución teísta

No confundir con el creacionismo camuflado, llamado Diseño inteligente.

14.Publicado por mvr1981 el 23/12/2009 00:19
Quizás haya alguien que se pueda imaginar dos entes infinitos y eternos ocupando el mismo espacio y tiempo... yo no.

15.Publicado por Ibrahim el 09/01/2010 01:08
mvr1981:

Entonces el problema radica en su imaginación (tal como lo expresa) y no en aquello a lo que postula su afirmación, cuya validez debería ser independiente de apreciaciones particulares, no? Además la asociación de "dos entes infinitos y eternos coexistentes" a la respuesta anterior es una atribución que merecería ser definida, porque no se desprende obviamente de lo anterior.

16.Publicado por Davalve el 11/01/2010 13:51
Muy buenas a todos,

A pesar de que no soy un entendido en temas históricos y otros temas que los que aquí escribís domináis seguramente mejor que yo, me gustaría comentar un aspecto que espero sea almenos considerado por muchos de vosotros.

Todos debemos entender, siendo neutrales, que si hay dos posturas diferentes enfrentadas es porqué ninguna de las dos responde todas las preguntas, las dos tienen fallos y por lo tanto sería bueno colaborar para la resolución de estas diferencias y la explicación a estas, en vez de discutir sin más destacando los defectos de la postura contraria. Es evidente que para esta colaboración todos debemos ampliar nuestro punto de vista y por lo menos plantearnos la postura contraria, porque quizás estemos equivocados.

Ahora me gustaría que todos reflexionarais sobre dos puntos que no tienen respuesta en cada una de las posturas. Primero como pueden explicar los que no creen en Dios ni en la divinidad de la Biblia el hecho de que en el libro de Levítico cuando Dios da la ley a su pueblo haya normas que o leyes que anteceden en muchos siglos la higiene y el conocimiento científico, haciendo incapié a rituales de limpieza después de tocar un muerto, después de hacer sus necesidades, evitando comer animales que potencialmente contagian enfermedades, cuando en aquel tiempo no se tenía conocimiento ni de que era una bacteria ni virus ni se sabía que lavandose podía prevenirse su contagio, algo que la ciencia descubrió sobre el siglo XVIII. Por otro lado, ¿Cómo pueden explicar los creyentes en la Biblia que haya tantas pruebas de la existencia del ser humano antes de la fecha que la Biblia pone como creación de Adán y Eva? y ¿cómo darle sentido a la salvación mediante Jesús si realmente no es correcto el relato de Adán y Eva? Ya que según las escrituras Jesús vino como el segundo Adán para dar su vida perfecto en cambio de la que se perdió.

La curiosidad y el conocimiento de la verdad nos debe unir no separar. Pensemos unidos para llegar al fondo de las preguntas y no debatamos por llevar la razón y defender ciegamente nuestras creencias.

Muchas gracias por leerlo si lo hacéis.

17.Publicado por Lucas el 13/01/2010 05:45
Estimado Davalve:

El cristianismo no es la única religión, o sea no es el único punto de vista en cuanto a lo divino. Del mismo modo, tampoco la Biblia, antiguo y nuevo testamento, es el único libro sagrado en el mundo. Estudie otras fuentes también. Por el ejemplo el Corán, última revelación de la espiritualidad monoteista, no entra en conflicto con la ciencia.
Sin embargo suponiendo hasta cierto límite la perspectiva cristiana, con respecto a Adán y Eva, debemos comprender que son creados como seres humanos, entiéndase humanos integralmente, esto es no solo biológicamente sino también espiritualmente, o bien con conciencia de su humanidad y sus implicaciones. Muchas de las contradicciones surgen al hacer una lectura equivocada, es decir tomar la Biblia y leerla como un libro de ciencia (tal como este término lo entendemos hoy), o del ejercicio científico sacar conclusiones teológicas. Son lenguajes distintos. Los libros sagrados son libros espirituales, se leen con una disposición distinta, reflexiva, simbólica, metafórica, etc.

un saludo cordial
Lucas

18.Publicado por Davalve el 13/01/2010 09:13
Saludos, Lucas:

Al poner el ejemplo bíclico no he querido decir que la Biblia sea la única fuente religiosa, he puesto un ejemplo con una fuente mas conocida entre nosotros, podría hacerse la misma reflexión con otros escritos espirituales. Yo no soy conocedor de todos pero sabiendo un poco sobre todas las religiones podemos darnos cuenta que hay afirmaciones en los libros sagrados que se oponen del todo a la ciencia y sin embargo hay otros datos que reflejan un conocimiento avanzado de hechos científicos que para la época no eran posibles, así que lo que debemos es encontrar la respuesta a estos puntos. Debemos pensar que si un libro lo consideramos sagrado, y por lo tanto de inspiración divina, debe ser exacto cientificamente, ya que Dios debe conocer perfectamente su creación, y si por contra no creemos que todo el escrito sea divino, no podemos confiar plenamente en ese escrito porque no sabremos distinguir entre la parte divina y la humana, entre lo correcto y lo erróneo de esa fuente escrita.

Otro punto sería la lectura que debemos hacer de estos escritos, debemos tener presente que al leerlos y creerlos tenemos un objetivo; este objetivo en religión es la salvación, la vida eterna, la felicidad eterna, todos somos egoístas al perseguir un objetivo porque en eso se basa nuestra vida, sin egoísmo no hay supervivencia, no hay un impulso para vivir, debemos perseguir un objetivo para ser felices y querer vivir. Cuando leemos un libro espiritual perseguimos un objetivo y el libro tendrá ese objetivo bien definido, y tendrá unas pautas a seguir y un sentido completo, no podemos decir que depende de la interpretación, para llegar al objetivo, a la meta, las pautas deben ser claras y todo el escrito debe estar en armonía y debe llevarnos en una única dirección independientemente de la interpretación. Por lo tanto, leer un libro sagrado, espiritual, no debe tener una predisposición distinta, sinó entender que es lo que se nos pide para lograr el objetivo y las pautas en la mayoría de estos libros son muy claras, el problema es que las queremos adaptar a nuestra manera de pensar o a lo que nos va mejor a nosotros. El error es dejarnos influir por ideas preconcevidas nuestras o intentar adaptar la lectura de libros sagrados a nuestro parecer, la interpretación es única o debe serlo si consideramos estos libros sagrados, sinó estariamos considerando que Dios se ha equivocado o no tiene las cosas claras.

Espero haberme hecho entender, ya que mi manera de escribir a veces es un poco caótica.

Gracias,

Davalve



19.Publicado por mvr1981 el 13/01/2010 23:07
Ibrahim:

Todo es uno, uno es Todo.

20.Publicado por mvr1981 el 13/01/2010 23:33
Teoría de Sistemas

"Nunca un Sistema puede igualarse con el Ambiente y seguir conservando su identidad como Sistema."

Si el Universo es un Sistema de Dios.... Cual es el Ambiente de Dios?...

a) Dios es el Sistema de un Ambiente Mayor: Dios no es Dios.
b) Dios es su propio Ambiente: Dios es el Ambiente, ergo, no es Dios.



21.Publicado por mvr1981 el 02/02/2010 01:48
http://axxon.com.ar/noticias/2010/02/yo-virus-por-que-usted-es-solo-mitad-humano/

22.Publicado por Mikel Arizaleta el 01/06/2016 15:27
Estado de la cuestión de dios

En julio de 1976 Manuel Olasagasti escribió un interesante libro, titulado “Estado de la cuestión de Dios”. Merece la pena leerlo, está publicado en Espasa-Calpe. Dice el profesor y buen traductor Sr. Olagasti: “… lo que más urge decir sobre Dios tiene que ver con la libertad y la duda. Las teologías actuales (decía en los 70) –la teología de la liberación, teología de la revolución, teología política, teología materialista-dialéctica- subrayan la liberación del hombre frente al hombre; pero dejan en segundo plano la liberación del hombre frente a Dios.
La primera liberación –del hombre frente al hombre- es la más urgente. Está suficientemente dicha a nivel de pensamiento, aunque a nivel de praxis está casi todo por hacer. La segunda –del hombre frente a Dios- no ha sido asumida lo bastante por la teología”.

La recurrente cuestión de dios está abandonando, de modo ya manifiesto, el espacio clásico de la argumentación ontoteológica sobre la existencia y naturaleza de un primer principio creador o generador de lo que hay –bien como acto puro y motor inmóvil de la materia, bien como sujeto creador ex nihilo (creacionismo o animismo cósmico), bien como alma cósmica o espíritu del mundo (panteísmo), o bien como posibles variantes de estas tres posiciones.
Por otra parte la cosmología actual científica tampoco parece ser hoy un ámbito adecuado para decidir la cuestión porque el método de las ciencias sólo trabaja sobre referentes intersubjetivamente observables y cognoscibles en términos empíricos.

El método científico, que somete la capacidad racional del ser humano a las condiciones de su recto uso en la observación y la deducción no ha permitido confirmar -ni siquiera investigar- ninguna hipótesis sobre referentes extrasensoriales. ¿Hay alguna base para la creencia en un mundo más allá de los sentidos? ¿Existen pruebas del espíritu o del alma? ¿Los procesos mentales –pensar, razonar, soñar- presentan aspectos que no pueden entenderse en términos de nuestra descripción científica convencional del mundo material? Es decir, ¿hay un mundo no material? Los creyentes –en revelaciones, biblias proféticas, palabras divinas…- aducen, frente al rigor crítico del conocimiento –que por definición siempre es científico- o bien un concepto nebuloso o imaginario de la razón o bien el incesante perfeccionamiento de nuestro saber sobre la naturaleza del mundo alegando los incesantes avances científicos como prueba de la insolvencia de la ciencia.

Sería insensato presentar o sugerir que el actual panorama suministrado por las ciencias naturales es el definitivo, seguro que seguirá modificándose…, sin embargo hemos progresado suficientemente en nuestro conocimiento del universo para tener total confianza en que cualquiera que sea la dirección que tome el progreso de la ciencia en el próximo siglo, no regresaremos al mundo irracional de las creencias ocultas y místicas, que ordinariamente existen como un residuo de la ignorante y supersticiosa infancia de la humanidad, en palabras del físico americano Victor John Stenger.

La teología ha sido escuela de sumisión para el hombre, raramente auxilio libertador; las más de las veces parapeto y condena en su lucha por una clarificación humana, racional, científica del cosmos y de su propia dignidad.

1.- El silencio a martillazos de dios frente a la rumología profética

También yo soy traductor. Y la traducción es un balcón por el que asomarse a las disputas en torno a dios a lo largo de la historia. Quizá esta breve reflexión, más resumen que ensayo, tenga para algunos cierto sabor a panfleto, les suene más a escupitajo de recorrido corto que a reflexión pausada.

En parte, sigo unas reflexiones de otro libro del autor ya citado, “Otras noticias de Dios” (Utriusque Vasconie, 2008). Pero no nos equivoquemos, ni ustedes ni yo; dios tiene un largo recorrido en la historia humana y en nuestras vidas. Y podemos hacer balance de miedos, cadenas, esperanzas, dudas, perezas y dejaciones. Y es que hoy, distinto a antaño, con dios podemos hacer lo que queramos: dejarle vivir o matarle, arrojarle de nuestras vidas, tirarle a la papelera de la historia pasada o seguir considerándole faro. Hoy ya no estamos en manos de dios, sino más bien dios está en manos de los hombres. Dios se ha vuelto indefenso. Este lenguaje hace unos años sería condena, anatema, fuego eterno, hoy en cambio es moneda corriente.

El hombre ha crecido y con él la ciencia. Y –tras la historia criminal del cristianismo- es hora de pedir papeles, de exigir credenciales y documentación verdadera a los teístas. Basta de dar gato por liebre. La interpretación alegórica, a la que se han visto obligados los teólogos por el desarrollo de la ciencia [la Pontificia Comisión Bíblica reiteró todavía en 1909 que en la Biblia no puede ponerse en duda el sentido literal histórico donde se trata de hechos narrados], puede hacer decir a cualquier texto lo que uno desee y le venga en gana. Pero hoy al humano tiene que constarle la revelación de dios para creer firmemente en él. Y como no le consta, la fe del cristiano se ha vuelto en el mejor de los casos dudosa cuando no ha perdido base. Crece la apostasía porque hay que ser leal con la verdad.

El atributo que más se puede aplicar al dios cristiano es su silencio, su silencio a martillazos. Se dice en el prólogo de la carta a los Hebreos que: “De muchas maneras habló dios a nuestros antepasados por medio de los profetas”. Pero no consta que dios se haya revelado jamás a los humanos. No hay constancia de ninguna revelación de dios, ni buena ni mala. Si Pablo, tras lo acontecido en Damasco, hubiera consultado a un experto de nuestros días, su vida posterior hubiese sido posiblemente otra. Hubiera sido diagnosticado de un trastorno, quizá de esquizofrenia o epilepsia, como muchos de los místicos de la historia de la religión. Quizá hasta Jesús mismo fue un epiléptico. Recordemos que ya Hippocrates (460-370 a. de C.) llamó a la epilepsia “la enfermedad sagrada”. Los místicos creen que han experienciado algo que está más allá de sus cuerpos, están convencidos de que sus experiencias no estaban simplemente dentro de sus propias cabezas, sino que entrañan interacciones con un mundo transcendental más allá de la experiencia sensorial normal. ¿Pero qué prueba aporta para decir que su experiencia no ha sido una ilusión o un engaño? Que el místico nos diga algo acerca del universo que él y nadie más conoce, y que eso sea confirmado por más desarrollos, y entonces empezaremos a tomar en serio su misticismo. Algo que jamás ha sucedido a pesar de los miles que han pretendido tener tales revelaciones, sus revelaciones más bien son recalco de obediencia a la ortodoxia, un remarque del pasado, de la tradición. ¡Un insistente rezad el rosario! Las experiencias místicas se remontan a los sueños y pensamientos del hombre prehistórico, que oye voces y ve visiones. Las voces hablan habitualmente en la lengua que la persona entiende. Los cristianos alucinan a Cristo o la virgen María, los budistas a Buda, los hindús ven y oyen a Krishna. No existe ningún registro de alguien que alucine acerca de neutrinos o aviones o computadoras antes del siglo XX. Ninguno puede apuntar a algún nuevo conocimiento, un hallazgo acerca del universo obtenido por primera vez durante la visión mística o epiléptica.
A la luz de la investigación histórico-crítica de las religiones, lo supuestamente revelado por dios es clasificable en el apartado de rumorología. Las comunicaciones divinas no han pasado de ser hasta ahora rumores que han corrido en el decurso de la historia. Sería bueno que los profetas de todos los tiempos y religiones, antes de arrancarse con el “dice el señor” se hubieran preguntado: ¿”dice el señor o digo yo”?

Hay teólogos y cierta corriente que dice que dios se revela en la historia; hoy más bien debiéramos decir que dios se oculta en ella, porque a medida que conocemos la historia y la naturaleza tenemos que enmendar las supuestas revelaciones divinas: Hoy no podemos creer de buena fe muchas verdades de fe. La buena fe degenera en una mala fe cuando el creyente cree con una fe no acreditada y pasa de creyente a crédulo. Con los conocimientos actuales recurrir a dios se ha convertido en una hipótesis superflua, sólo sirve para desviar el discurso intelectual de su coherencia lógica, es un deux ex machina cuyo coste exige renunciar a las exigencias de la razón en favor del deseo beato. Recurrir al milagro para explicar lo que no entendemos, o intentar en física ofrecer una explicación atribuyendo a una causa “oculta”. Y la proposición revelada siempre está expuesta a la posible amenaza de un resultado posterior de la ciencia profana. Y las religiones han querido que su dios sea locuaz y su dios les ha desautorizado siempre con su silencio. Y las religiones no han aprendido, tendrían que cambiar radicalmente y tal vez extinguirse como tales. Ninguna revelación mística nos ha dicho jamás algo sobre el universo que no pudiera haber estado siempre dentro de la cabeza del místico. Las verdades más básicas sobre el universo –su tamaño, composición, sus constituyentes, leyes fundamentales a que obedecen los constituyentes- en ninguna parte han sido ni siquiera insinuadas en las escrituras sagradas, que registran las supuestas revelaciones de los líderes religiosos y místicos de la historia.

El modelo teísta-creacionista no es sino la rutinaria prolongación de la prehistórica fantasía mítico-religiosa que protegió en cierto modo al ser humano contra la desesperación ante lo enigmático o inexplicable.

Y frente a esa delirante fantasía se alza hoy una cosmología que avala su rigor gnoseológico con las evidencias de la observación y la experimentación científicas, confirmadas por el éxito de su capacidad de predicción y de interpretación de los hechos del mundo circundante y remoto. El criterio de demarcación entre lo que es cognoscible científicamente y lo que no lo es el de la refutabilidad, el de la falseabilidad: todo enunciado que pretenda poseer validez científica debe ser falsable en el contexto de la observación empírica intersubjetiva o de la experimentación. Lo infalsable carece de significado, no es susceptible de observabilidad –es invisible- no de experimentación y testabilidad. Lo infalsable es un fictum, un producto de la imaginación, de la fantasía mítico-religiosa de la realidad. Las creencias religiosas no cumplen en cuanto tales con estos principios metodológicos, por lo que carecen de validez científica. Pero en el seno de esas creencias pueden aparecer enunciados cuyos referentes sean falsables, y en cuanto a estos enunciados las religiones caen bajo el juicio del saber científico en lo que se refiere a las pretensiones de verdad de sus supuestos contenidos informativos.

Las ciencias no entren en conflicto con las religiones en lo que concierne, por ejemplo, a la atribución de divinidad y certeza a las “revelaciones”, a las esperanzas salvíficas etc, ya que se trata de referentes infalsables ajenos a las ciencias.

Las religiones suelen incluir un cierto número de cláusulas de fe que pretenden acreditar la verdad de ciertos hechos del mundo objetivo que las ciencias han invalidado de modo concluyente al manifestarse como creencias inconciliables o contradictorias con conocimientos sólidamente establecidos por la comunidad científica. La historia universal está llena de estos conflictos entre la religión y la ciencia. Los descubrimientos científicos pueden ir incrementando la inverosimilitud de los enunciados teológicos y sus fundamentos filosóficos hasta denunciar su falsedad.

Rudolf Karl Bultmann sostiene que, tras ver que no llegaba el reino de dios: “Posiblemente Jesús se derrumbó al final”. El dios que susurraba al inicio, en el Génesis, según los exegetas veterotestamentarios; el susurro inarticulado de Yahvé se ha convertido con el tiempo, la teología, los predicadores y la Iglesia en grueso tomo de dogmática cristiana sin base real, fruto de la imaginación, prolongación de la fantasía. Muy nefasto ha resultado el paso del susurro de Yahvé a la dogmática palabra del dios actual. Ha sido mucho el destrozo causado a lo largo de la historia en la vida de las gentes.

Y termino este breve punto recordando aquella poesía de Blas de Otero, titulada “Ni él ni tú”:

A martillazos de cristal, el pecho / espera que el dolor le alumbre un llanto / de música esperanza. Y mientras tanto, / silbo en silencio, contemplando el techo. / Sábanas son el mar, navío el lecho, / sedas hinchadas a favor de espanto, / y para qué cambiar: si me levanto /surco la misma sed que si me echo. / Silba en silencio. Sin salir de casa, / silba a los cuatro vientos del olvido, / a ver si vuelve Dios. A ver qué pasa. / Qué va a pasar. Silencio a martillazos. /Un navío en el mar, y otro perdido / que iba y venía al puerto de mis brazos.

2.- Gott ist tot

Ante los revolucionarios e incesantes descubrimientos de las ciencias las iglesias, en especial la católica, van sintiendo un hondo malestar. Desde el Renacimiento las sucesivas crisis de fe en los medios creyentes fueron socavando la imagen religiosa del mundo. A partir de la obra científica de Charles Darwin, el evolucionismo destruyó las bases antropológicas del creacionismo bíblico, y con ellas la invención animista como fundamento de la vida inmortal en un más allá sobrenatural.

El 31 de octubre de 1992 Juan Pablo II confesó el error perpetrado con Galileo y rehabilitó su imagen de condena de 1616. Pero su acto de rehabilitación fue al mismo tiempo muestra de la terrible insensibilidad moral de la Iglesia romana al sólo reconocer su error científico al condenar a Galileo y no su mea culpa por la intimidación moral, la tortura psicológica y los malos tratos personales a las que le sometió. Algo tan cínico como lo pronunciado por el presidente Obama en Hiroshima hace pocos días: “Han pasado 71 años desde aquel día. Era una mañana luminosa y sin nubes. La muerte cayó del cielo y el mundo cambió”. No, no fue un fenómeno metereológico, fue un crimen, un genocidio muy humanamente pensado.
Nietzsche, en Die fröhliche Wissenschaft (la gaya ciencia), fue uno de los primeros en anunciar «Dios ha muerto», que en su boca no quiere decir literalmente que «Dios está efectivamente muerto».

Según Heidegger la muerte de dios afectaría más bien a una cierta versión filosófica de dios; el certificado de Nietzsche “Gott ist tot” sería válido para una determinada figura de Dios: el dios causa sui (causa de sí mismo, pura tautología, siendo al mismo tiempo causa y efecto), el de la ratio efficiens; es la manera de Nietzsche de decir que la idea de Dios no es capaz de actuar como fuente del código moral o teleológico (teleología). Nietzsche reconoce la crisis que la muerte de Dios representa para las consideraciones morales existentes.
La muerte de Dios no sólo es la muerte del dios-garantía-del-orden-establecido. La muerte de Dios conducirá, dice Nietzsche, no sólo al rechazo de la creencia en un orden cósmico o físico, sino también al rechazo de los valores absolutos — al rechazo de la creencia en una objetividad y una ley moral universal, que se ejerce sobre todos los individuos.

Es conocida la forma en la que Nietzsche describe a ese hombre, frenético o loco. Cierta mañana se dirige al mercado provisto de una linterna gritando a troche y moche: «¡Busco a Dios!» Allí había muchos ateos y no dejaron de reírse. Los descreídos, mirándose con sorna entre sí, se decían: «¿Se ha perdido?» «¿Se ha extraviado?». Y agregaban: «Se habrá ocultado». «O tendrá miedo». «Acaso se habrá embarcado o emigrado». Y las carcajadas seguían. Al loco no le gustó esas burlas y, precipitándose entre ellos, les espetó: «¿Qué ha sido de Dios?». Fulminándolos con la mirada agregó: «Os lo voy a decir. Lo hemos matado. Vosotros y yo lo hemos matado. Hemos dejado esta tierra sin su sol, sin su orden, sin quién pueda conducirla... ¿Hemos vaciado el mar? Vagamos como a través de una nada infinita».
Nos roza el soplo del vacío, la noche se hace más noche y más profunda, y se torna indispensable encender linternas en pleno día. Dice ese loco que se oye a los sepultureros enterrando a Dios, agregando que tal vez tengamos que oler el desagradable tufo de la putrefacción divina, pues, naturalmente, los dioses también se pudren. Y siguió diciendo que lo más sagrado y lo más profundo se ha desangrado bajo nuestro cuchillo, preguntando, al mismo tiempo, si se podría encontrar un agua capaz de limpiar la sangre del cuchillo asesino. Dicen que el loco ese día penetró en varias iglesias y entonó un requiem æternam deo. Y cuando era arrojado esgrimía reiteradamente su argumento: «¿Qué son estas iglesias, sino tumbas y monumentos fúnebres de Dios?».

Cabe preguntarse si el vacío dejado por la muerte de Dios no debe ser llenado de alguna manera. Y a mi modo de ver es el hombre el que debe tomarse el mundo en serio y también su tarea, no recurriendo a patrañas, a mitos y al hombre prehistórico como antaño.
El modelo teísta-creacionista no es sino la rutinaria prolongación de la prehistórica fantasía mítico-religiosa que protegió en cierto modo al ser humano contra la desesperación ante lo enigmático o inexplicable, dirá Gonzalo Puente Ojea en “El mito del alma”, que me sirve de orientación en esta reflexión. Importantes resultados de las ciencias tenidos ya por irreversibles son constitutivamente ajenos, cuando no incompatibles, con la interpretación religiosa del mundo en cualquiera de sus versiones, pero de un modo muy patente respecto de las creencias teístas, en la que aún vive una parte extensa de la humanidad civilizada. Las ciencias apenas dejan hoy margen factible a la concepción mítico-religiosa de la realidad. La explicación objetiva –avalada científicamente-no requiere la introducción de ningún componente inmaterial, ninguna sustancia o fundamento espiritual. La fe no autoriza a convertir los deseos en realidades. Las iglesias cristianas, y en grado superlativo la Iglesia católica romana, se enfrentan a una situación apenas sostenible ante la visión radicalmente nueva de la realidad que se deriva de los conocimientos científicos alcanzados en el curso de la modernidad. La desteologización, la desmitologización de la realidad. El mundo se explica al margen de dios. La teología es la lógica del teísmo, reposa sobre la proposición de la existencia de dios. Pero el problema con la Iglesia no es su lógica sino sus supuestos básicos. Hay que excluir del campo de la ciencia lo imaginario como mero producto de lo soñado, deseado o anhelado.

Comenzó con el animismo primitivo, en el cual todo era pensado como vivo y movido por espíritus personificados visibles, de ahí se pasó a dios y alma. Y se crea una tupida red de errores. Se sistematiza el error. La creencia en la tierra plana es tan antigua y universal como la creencia en espíritus, pero ello no hace a la tierra plana. El sol no da vueltas alrededor de la tierra porque millones de seres humanos lo pensaron a través de todas las épocas. ¿Por qué se mantiene la creencia en los sobrenatural, esa tendencia transcendental que mantiene a la humanidad en la esclavitud de las fuerzas imaginarias de la mente, pero que nutre a las instancias reales de la opresión y explotación de los débiles? ¿Por qué convertir el discurso de la razón en un alegato de la irracionalidad?

Ante los revolucionarios e incesantes descubrimientos de las ciencias, las iglesias, y la católica en lugar eminente, sienten un hondo malestar, utilizando todas las estrategias aún factibles para calmar la inquietud creciente de los creyentes mejor informados del estado actual de los conocimientos, evitando así alarmar al rebaño que siga paciendo mansamente en las marchitas praderas de los mitos heredados. Desde el Renacimiento, las sucesivas crisis de fe en los medios creyentes fueron socavando la imagen religiosa del mundo. El evolucionismo destruyó las bases antropológicas del creacionismo y con ellas la invención animista como fundamento de la vida inmortal en un más allá sobrenatural.

El animismo es una concepción primaria del mundo, que constituye el cimiento de la visión dualista de alma-cuerpo. ¿Pero cómo se generan las representaciones mentales en el cerebro humano en función de las percepciones sensoriales y sus respuestas? ¿Cómo se forjó la idea de alma en el hombre prehistórico? La idea de un alma como sustancia espiritual, incorpórea, separable e inmortal es científicamente insostenible; hunde sus raíces históricamente en la elaboración metafísica de la primitiva creencia animista en el seno de la especulación filosófica griega, que va desde Platón hasta Agustín. En la teología cristiana Tomás de Aquino acuña la versión de dicha idea en la tradición europea apoyándose en Aristóteles.

A medida que los dogmas sobre la verdadera naturaleza del ser humano y su destino hacen agua y acaban hundiéndose, la tarea de “fontanería” de los teólogos mediante expedientes ad hoc reelaboran la doctrina revelada y el aparato conceptual que la ha formado ex cathedra. La clonación genética otorga al ser humano la capacidad de producir individuos de cualquier especie viva, incluida la nuestra, retirando de la mano de dios el monopolio de la creación. Vacía una vez más el espacio de lo sagrado.

El mito antropológico cristiano de los orígenes hoy es inasumible, el evolucionismo lo ha echado por tierra. Hoy el mito del pecado original, que procede del pecado cometido por un solo Adán en contra del poligenismo, transfundido a todos por generación, produce vergüenza. ¡Un mito tan absurdo en nuestros días!

A la religión se le ha arrebato la posesión de la verdad y la explicación del mundo y se ha vuelto tarea humana; ha dejado de ser mito y revelación para volverse ciencia.

Mikel Arizaleta

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