Recreación del sistema solar. Lunar and Planetary Laboratory, NASA.
Cameron Freeman, profesor de filosofía de la Universidad Flinders, en Australia, especializado en el estudio de las parábolas de Jesús, ha escrito recientemente un artículo en la revista The Global Spiral, del Instituto Metanexus, en el que propone una nueva interpretación de dichas parábolas.
Según Freeman, hoy día los teólogos se enfrentan al desafío de pensar a Dios de una manera radicalmente distinta a la de la metafísica del ser, reinante en la historia de Occidente. Para el autor, este planteamiento teológico alternativo –al que denomina la construcción de una aproximación post-metafísica a la teología- partiría de la aplicación de las propuestas del filósofo francés Jacques Derrida, pionero de la deconstrucción, a la interpretación de las parábolas de Jesús.
Derrida señalaba que el más profundo y persistente deseo de la tradición metafísica occidental ha sido desde siembre encontrar un centro fijo y permanente, alrededor del cual se colocan siempre conceptos opuestos, como el del bien y el del mal. Según Freeman, todos los metafísicos, desde Platón hasta Rouseeau, han dividido el mundo a partir de dicho centro, en positivo y negativo, puro e impuro, simple o complejo, etc…
Reinterpretar las parábolas desde la deconstrucción
Pero existe otra manera de interpretar el mundo y los textos. Gracias a la deconstrucción derridiana, que es un método de estudios de textos que busca los diversos significados de éstos, las parábolas de Jesús pueden ser entendidas de una forma distinta.
Freeman pretende “que la deconstrucción de la metafísica ayude en última instancia a formular un espacio post-metafísico que genere la posibilidad de un nuevo modo de lenguaje teológico, un lenguaje enraizado en el inicio de la tradición cristiana”.
Con este esfuerzo, el autor intenta recobrar la autenticidad del mensaje de los evangelios, demostrando que las parábolas de Jesús en realidad desestabilizan y confunden los horizontes preconcebidos de inteligibilidad establecidos por la metafísica del ser tradicional.
Para Freeman, el análisis del lenguaje del profeta aclararía que sus enseñanzas fueron radicales y sorprendentes, no basadas en la contraposición alrededor de un centro fijo, sino en la paradoja.
El análisis semántico de 27 de las paradojas de Jesús, como la del buen samaritano o la del hijo pródigo, demuestra, según el autor, que la paradoja es un patrón estable en los relatos que Jesús utilizaba para enseñar. Así, en todas ellas, los extremos se tocan, lo que inicialmente parece bien se transforma en mal o, por ejemplo, “los últimos serán los primeros”.
Lenguaje enigmático
Lo que en un contexto parece santo, de pronto se transforma en blasfemo y lo que parece blasfemo en el mismo contexto, de repente parece santo. Para Freeman, estas inversiones paradójicas quebrarían la vieja postura centrista y axial de la metafísica occidental.
Las auténticas parábolas de Jesús son enigmáticas e inquietantes, e invitan a pensar en lo imposible (para Derrida la reconstrucción era “una experiencia de lo imposible”). Las posturas contrapuestas ya no se mantienen cada una en su sitio, y la interpretación de las cosas se modifica. Para el autor, desde esta perspectiva podría establecerse una estructura paradójica que aliente las nuevas interpretaciones de los evangelios.
A través de sus parábolas, Jesús pretendía dar a conocer a sus fieles el Reino de los Cielos, que es un concepto principal del judaísmo y del cristianismo que se refiere al reinado o soberanía de Dios sobre todas las cosas.
Este Reino, señala Freeman, se metería bruscamente en la conciencia humana demandando la caída de los valores establecidos, de las opciones cerradas, de los juicios y de las conclusiones establecidos.
Por tanto, Jesús cruzaría con sus enseñanzas todas las líneas a través de sus paradojas y éstas podrían llegar a constituir un origen post-metafísico precisamente porque no constituyen origen alguno, siendo estructuralmente imposible establecer en ellas un lugar fijo, estando como están siempre abiertas a la sorpresa y al misterio.
Según Freeman, hoy día los teólogos se enfrentan al desafío de pensar a Dios de una manera radicalmente distinta a la de la metafísica del ser, reinante en la historia de Occidente. Para el autor, este planteamiento teológico alternativo –al que denomina la construcción de una aproximación post-metafísica a la teología- partiría de la aplicación de las propuestas del filósofo francés Jacques Derrida, pionero de la deconstrucción, a la interpretación de las parábolas de Jesús.
Derrida señalaba que el más profundo y persistente deseo de la tradición metafísica occidental ha sido desde siembre encontrar un centro fijo y permanente, alrededor del cual se colocan siempre conceptos opuestos, como el del bien y el del mal. Según Freeman, todos los metafísicos, desde Platón hasta Rouseeau, han dividido el mundo a partir de dicho centro, en positivo y negativo, puro e impuro, simple o complejo, etc…
Reinterpretar las parábolas desde la deconstrucción
Pero existe otra manera de interpretar el mundo y los textos. Gracias a la deconstrucción derridiana, que es un método de estudios de textos que busca los diversos significados de éstos, las parábolas de Jesús pueden ser entendidas de una forma distinta.
Freeman pretende “que la deconstrucción de la metafísica ayude en última instancia a formular un espacio post-metafísico que genere la posibilidad de un nuevo modo de lenguaje teológico, un lenguaje enraizado en el inicio de la tradición cristiana”.
Con este esfuerzo, el autor intenta recobrar la autenticidad del mensaje de los evangelios, demostrando que las parábolas de Jesús en realidad desestabilizan y confunden los horizontes preconcebidos de inteligibilidad establecidos por la metafísica del ser tradicional.
Para Freeman, el análisis del lenguaje del profeta aclararía que sus enseñanzas fueron radicales y sorprendentes, no basadas en la contraposición alrededor de un centro fijo, sino en la paradoja.
El análisis semántico de 27 de las paradojas de Jesús, como la del buen samaritano o la del hijo pródigo, demuestra, según el autor, que la paradoja es un patrón estable en los relatos que Jesús utilizaba para enseñar. Así, en todas ellas, los extremos se tocan, lo que inicialmente parece bien se transforma en mal o, por ejemplo, “los últimos serán los primeros”.
Lenguaje enigmático
Lo que en un contexto parece santo, de pronto se transforma en blasfemo y lo que parece blasfemo en el mismo contexto, de repente parece santo. Para Freeman, estas inversiones paradójicas quebrarían la vieja postura centrista y axial de la metafísica occidental.
Las auténticas parábolas de Jesús son enigmáticas e inquietantes, e invitan a pensar en lo imposible (para Derrida la reconstrucción era “una experiencia de lo imposible”). Las posturas contrapuestas ya no se mantienen cada una en su sitio, y la interpretación de las cosas se modifica. Para el autor, desde esta perspectiva podría establecerse una estructura paradójica que aliente las nuevas interpretaciones de los evangelios.
A través de sus parábolas, Jesús pretendía dar a conocer a sus fieles el Reino de los Cielos, que es un concepto principal del judaísmo y del cristianismo que se refiere al reinado o soberanía de Dios sobre todas las cosas.
Este Reino, señala Freeman, se metería bruscamente en la conciencia humana demandando la caída de los valores establecidos, de las opciones cerradas, de los juicios y de las conclusiones establecidos.
Por tanto, Jesús cruzaría con sus enseñanzas todas las líneas a través de sus paradojas y éstas podrían llegar a constituir un origen post-metafísico precisamente porque no constituyen origen alguno, siendo estructuralmente imposible establecer en ellas un lugar fijo, estando como están siempre abiertas a la sorpresa y al misterio.
Cameron Freeman. Fuente: Integrallife.
Paradoja y cristianismo del siglo XXI
A partir del análisis de las parábolas de Jesús, Freeman interpreta que existiría una matriz subyacente de un universo no estructurado, en su fundación, de manera dialéctica sino paradójica.
Una aproximación post-metafísica a la cuestión de Dios favorecería la posibilidad de que haya una auténtica fe cristiana en el siglo XXI, una fe que podría vivirse con pasión, riesgo… y sin certezas.
Desde esas paradojas, se entendería que el Reino de los Cielos nunca se podrá alcanzar porque desde siempre y ahora ya ha sido logrado; y que no se puede encontrar porque nunca se ha perdido verdaderamente.
Desde la nueva perspectiva de las enseñanzas de Jesús, escribe Freeman, se puede entender además que el Reino de los Cielos está al alcance de mentes y corazones abiertos, capaces de comprender que no somos el centro del universo (centro que establece la dialéctica entre los opuestos), sino que el universo es el centro de nosotros.
Las parábolas animan más a vivir en la contradicción y a tolerar la ambigüedad, que a buscar la Respuesta, con una certeza absoluta. Animan a abrir los corazones a la transformación de lo que conocemos. en lugar consolarnos con las certezas de la metafísica tradicional.
Según Freeman, el código semántico empleado por Jesús supone una modificación del código tradicional, con la parábola y el aforismo como fuentes de un nuevo y fresco sentido de lo real. La exhausta historia de la metafísica occidental necesita la apertura de este nuevo camino, advierte el autor.
A partir del análisis de las parábolas de Jesús, Freeman interpreta que existiría una matriz subyacente de un universo no estructurado, en su fundación, de manera dialéctica sino paradójica.
Una aproximación post-metafísica a la cuestión de Dios favorecería la posibilidad de que haya una auténtica fe cristiana en el siglo XXI, una fe que podría vivirse con pasión, riesgo… y sin certezas.
Desde esas paradojas, se entendería que el Reino de los Cielos nunca se podrá alcanzar porque desde siempre y ahora ya ha sido logrado; y que no se puede encontrar porque nunca se ha perdido verdaderamente.
Desde la nueva perspectiva de las enseñanzas de Jesús, escribe Freeman, se puede entender además que el Reino de los Cielos está al alcance de mentes y corazones abiertos, capaces de comprender que no somos el centro del universo (centro que establece la dialéctica entre los opuestos), sino que el universo es el centro de nosotros.
Las parábolas animan más a vivir en la contradicción y a tolerar la ambigüedad, que a buscar la Respuesta, con una certeza absoluta. Animan a abrir los corazones a la transformación de lo que conocemos. en lugar consolarnos con las certezas de la metafísica tradicional.
Según Freeman, el código semántico empleado por Jesús supone una modificación del código tradicional, con la parábola y el aforismo como fuentes de un nuevo y fresco sentido de lo real. La exhausta historia de la metafísica occidental necesita la apertura de este nuevo camino, advierte el autor.