La religión hace que la gente sea más generosa, altruista y prosocial, pero sólo bajo ciertas condiciones, señalan los resultados de un estudio reciente realizado por científicos de la University of British Columbia (UBC), en Vancouver, Canadá.
El análisis de las investigaciones realizadas, en las últimas tres décadas, en campos tan diversos como la antropología, la sociología, la psicología y la economía apunta a que creer en Dios anima a la gente a ser honesta y generosa, pero también que estas actitudes, en el fondo, serían interesadas.
Según publica la UCB en un comunicado, las personas religiosas tienden más que las no-religiosas a actuar de manera prosocial beneficiando a otros, incluso a cambio de un coste personal.
Prosocialidad y reputación
Pero estos comportamientos se producen sobre todo cuando aumentan la reputación de los individuos dentro de un entorno social específico, o cuando las creencias religiosas de dichos individuos han sido refrescadas recientemente.
Los psicólogos sociales de la UBC Ara Norenzayan y Azim Shariff, autores del estudio, han explicado sus descubrimientos en la revista Science, en un artículo titulado “The Origin and Evolution of Religious Prosociality” (el origen y la evolución de la prosocialidad religiosa).
En él escriben que examinaron las evidencias empíricas de la prosocialidad religiosa, así como la hipótesis que señala que las religiones facilitan los comportamientos que benefician a otras personas, y que nos cuestan algún esfuerzo.
Sociedades estables
Así, descubrieron que aunque las encuestas sociológicas revelan una relación entre la religiosidad y la prosocialidad, los experimentos que han medido la religiosidad y el comportamiento prosocial real sugieren que esta relación emerge principalmente en contextos donde la preocupación por la reputación personal es elevada, o cuando realmente se cree en la existencia de Dios y en la capacidad de éste de “controlar” lo que hacemos.
Otra idea tradicionalmente mantenida es que la religión anima a la cooperación y, por tanto, puede ser un factor que posibilita la formación de sociedades estables y duraderas. Los científicos buscaban saber si esta idea tenía realmente una base empírica que la demostrase.
Desde la perspectiva de la antropología, los datos empíricos estudiados sugirieron que hay mayor cooperación en las sociedades religiosas que en las no-religiosas, especialmente cuando la supervivencia del grupo está en peligro.
Los experimentos económicos indicaron que la religiosidad incrementa los niveles de confianza entre los individuos, mientras que los experimentos psicológicos demostraron que la creencia en un Dios omnisciente, moralmente preocupado, reduce los niveles de engaños y de comportamientos egoístas.
Por tanto, tal y como señala Shariff, no se podría negar que “este tipo de comportamientos virtuosos motivados por la religiosidad han jugado un papel social esencial a lo largo de la historia”. En el pasado, las diversas religiones han ayudado a hacer las sociedades más cooperativas.
Cooperación sin Dios
Pero, señala la investigación de Norenzayan y Sharriff, sin embargo, hoy día, la religión no sería el único factor que promueve la generosidad y el altruismo. Según los datos comprobados, muchos no-creyentes actuarían de manera tan prosocial como los creyentes.
A lo largo de los últimos siglos, se han generado mecanismos institucionales no-religiosos en el mundo que se han ido encargando de aplicar apoyo y cuidados sociales a los individuos y grupos que conforman las sociedades.
De hecho, en la actualidad, señala Norenzayan, las sociedades cooperativas más modernas también son las más seculares. “La gente ha encontrado maneras alternativas de ser cooperadores, sin Dios”, declaró el psicólogo.
Religión y confianza
El análisis de los datos señaló además que la religión fomenta la confianza entre las personas. “Este descubrimiento coincide con la idea de que la evidencia exterior de devoción religiosa generaría más confianza”, escriben los autores en Science.
Las evidencias sugieren asimismo que la confianza en los miembros de otros grupos religiosos es mayor cuando dichos grupos demuestran un alto grado de compromiso, es decir, que son estrictos con sus creencias.
Según publica The Vancouver Sun, Norenzayan y Shariff han señalado que su estudio no pretende defender o atacar la religión, sino que ha intentado ir más allá de las anécdotas y opiniones sobre la religión, buscando evidencias científicas sobre este tema.
Asimismo, Norenzayan afirma que el artículo de Science no contradeciría los argumentos que señalan que la religión exacerba los conflictos entre culturas porque, de hecho, la investigación señala también que la gente es más generosa y altruista con los miembros de su propia religión, y no necesariamente con el resto de la gente.
El análisis de las investigaciones realizadas, en las últimas tres décadas, en campos tan diversos como la antropología, la sociología, la psicología y la economía apunta a que creer en Dios anima a la gente a ser honesta y generosa, pero también que estas actitudes, en el fondo, serían interesadas.
Según publica la UCB en un comunicado, las personas religiosas tienden más que las no-religiosas a actuar de manera prosocial beneficiando a otros, incluso a cambio de un coste personal.
Prosocialidad y reputación
Pero estos comportamientos se producen sobre todo cuando aumentan la reputación de los individuos dentro de un entorno social específico, o cuando las creencias religiosas de dichos individuos han sido refrescadas recientemente.
Los psicólogos sociales de la UBC Ara Norenzayan y Azim Shariff, autores del estudio, han explicado sus descubrimientos en la revista Science, en un artículo titulado “The Origin and Evolution of Religious Prosociality” (el origen y la evolución de la prosocialidad religiosa).
En él escriben que examinaron las evidencias empíricas de la prosocialidad religiosa, así como la hipótesis que señala que las religiones facilitan los comportamientos que benefician a otras personas, y que nos cuestan algún esfuerzo.
Sociedades estables
Así, descubrieron que aunque las encuestas sociológicas revelan una relación entre la religiosidad y la prosocialidad, los experimentos que han medido la religiosidad y el comportamiento prosocial real sugieren que esta relación emerge principalmente en contextos donde la preocupación por la reputación personal es elevada, o cuando realmente se cree en la existencia de Dios y en la capacidad de éste de “controlar” lo que hacemos.
Otra idea tradicionalmente mantenida es que la religión anima a la cooperación y, por tanto, puede ser un factor que posibilita la formación de sociedades estables y duraderas. Los científicos buscaban saber si esta idea tenía realmente una base empírica que la demostrase.
Desde la perspectiva de la antropología, los datos empíricos estudiados sugirieron que hay mayor cooperación en las sociedades religiosas que en las no-religiosas, especialmente cuando la supervivencia del grupo está en peligro.
Los experimentos económicos indicaron que la religiosidad incrementa los niveles de confianza entre los individuos, mientras que los experimentos psicológicos demostraron que la creencia en un Dios omnisciente, moralmente preocupado, reduce los niveles de engaños y de comportamientos egoístas.
Por tanto, tal y como señala Shariff, no se podría negar que “este tipo de comportamientos virtuosos motivados por la religiosidad han jugado un papel social esencial a lo largo de la historia”. En el pasado, las diversas religiones han ayudado a hacer las sociedades más cooperativas.
Cooperación sin Dios
Pero, señala la investigación de Norenzayan y Sharriff, sin embargo, hoy día, la religión no sería el único factor que promueve la generosidad y el altruismo. Según los datos comprobados, muchos no-creyentes actuarían de manera tan prosocial como los creyentes.
A lo largo de los últimos siglos, se han generado mecanismos institucionales no-religiosos en el mundo que se han ido encargando de aplicar apoyo y cuidados sociales a los individuos y grupos que conforman las sociedades.
De hecho, en la actualidad, señala Norenzayan, las sociedades cooperativas más modernas también son las más seculares. “La gente ha encontrado maneras alternativas de ser cooperadores, sin Dios”, declaró el psicólogo.
Religión y confianza
El análisis de los datos señaló además que la religión fomenta la confianza entre las personas. “Este descubrimiento coincide con la idea de que la evidencia exterior de devoción religiosa generaría más confianza”, escriben los autores en Science.
Las evidencias sugieren asimismo que la confianza en los miembros de otros grupos religiosos es mayor cuando dichos grupos demuestran un alto grado de compromiso, es decir, que son estrictos con sus creencias.
Según publica The Vancouver Sun, Norenzayan y Shariff han señalado que su estudio no pretende defender o atacar la religión, sino que ha intentado ir más allá de las anécdotas y opiniones sobre la religión, buscando evidencias científicas sobre este tema.
Asimismo, Norenzayan afirma que el artículo de Science no contradeciría los argumentos que señalan que la religión exacerba los conflictos entre culturas porque, de hecho, la investigación señala también que la gente es más generosa y altruista con los miembros de su propia religión, y no necesariamente con el resto de la gente.