Los participantes en el experimento debían determinar el destino de los personajes 3D usando un joystick. Fuente: MSU.
El denominado “dilema del tranvía” es un experimento mental ético ideado por la filósofa británica Philippa Foot para tratar de comprender mejor los mecanismos de la moral humana.
Dicho experimento presentaba el siguiente escenario: un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado.
Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. La cuestión planteada es: ¿Debería pulsarse el botón?
Ahora, un equipo de investigadores de la Michigan State UNiversity (MSU) de Estados Unidos ha desarrollado una prueba similar, pero por vez primera en un entorno virtual muy realista. Los resultados obtenidos han demostrado que la mayoría de la gente sí que pulsaría el botón.
Dispuestos a violar la ley moral
Según publica la MSU en un comunicado, los investigadores presentaron a los participantes un vagón de mercancías que iba descontrolado, a toda velocidad, hacia cinco excursionistas que caminaban por la misma vía que venía el vagón. Estos excursionistas no podían salir de la vía porque ésta se encontraba rodeada de pronunciados desfiladeros.
Sin embargo, en un punto del recorrido desbocado del vagón, había una bifurcación. En la vía alternativa abierta, se encontraba una persona que también caminaba sobre los raíles.
A los participantes se les dio la opción de redirigir el recorrido del vagón en esa misma bifurcación, para evitar que atropellase a los cinco excursionistas, aunque esto ocasionaría la muerte del sexto individuo que caminaba en solitario. Es decir, a los voluntarios se les presentó la posibilidad de matar a una persona, para salvar a otras cinco.
¿Qué hicieron ellos? La inmensa mayoría de los participantes le dio a un botón para redirigir el vagón, lo que sugiere que la gente está dispuesta a violar una ley moral, si esta violación supone minimizar los daños.
Según Carlos David Navarrete, profesor de psicología de la Michigan State University y director principal de la investigación: “Lo que hemos descubierto es que la norma de “no matar” puede ser superada por las consideraciones de un bien mayor”.
Entorno muy realista
Como especialista en psicología evolutiva, Navarrete investiga cómo llega el ser humano a establecer juicios morales o si el comportamiento de las personas se ajusta a dichos juicios.
Dicho experimento presentaba el siguiente escenario: un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado.
Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. La cuestión planteada es: ¿Debería pulsarse el botón?
Ahora, un equipo de investigadores de la Michigan State UNiversity (MSU) de Estados Unidos ha desarrollado una prueba similar, pero por vez primera en un entorno virtual muy realista. Los resultados obtenidos han demostrado que la mayoría de la gente sí que pulsaría el botón.
Dispuestos a violar la ley moral
Según publica la MSU en un comunicado, los investigadores presentaron a los participantes un vagón de mercancías que iba descontrolado, a toda velocidad, hacia cinco excursionistas que caminaban por la misma vía que venía el vagón. Estos excursionistas no podían salir de la vía porque ésta se encontraba rodeada de pronunciados desfiladeros.
Sin embargo, en un punto del recorrido desbocado del vagón, había una bifurcación. En la vía alternativa abierta, se encontraba una persona que también caminaba sobre los raíles.
A los participantes se les dio la opción de redirigir el recorrido del vagón en esa misma bifurcación, para evitar que atropellase a los cinco excursionistas, aunque esto ocasionaría la muerte del sexto individuo que caminaba en solitario. Es decir, a los voluntarios se les presentó la posibilidad de matar a una persona, para salvar a otras cinco.
¿Qué hicieron ellos? La inmensa mayoría de los participantes le dio a un botón para redirigir el vagón, lo que sugiere que la gente está dispuesta a violar una ley moral, si esta violación supone minimizar los daños.
Según Carlos David Navarrete, profesor de psicología de la Michigan State University y director principal de la investigación: “Lo que hemos descubierto es que la norma de “no matar” puede ser superada por las consideraciones de un bien mayor”.
Entorno muy realista
Como especialista en psicología evolutiva, Navarrete investiga cómo llega el ser humano a establecer juicios morales o si el comportamiento de las personas se ajusta a dichos juicios.
Este último experimento del investigador le da una nueva perspectiva al “dilema del tranvía”, un dilema moral que los filósofos han analizado durante décadas, y que ahora, ha sido observado en un experimento de comportamiento, en un entorno virtual en el que se percibían las imágenes, los sonidos y las consecuencias de las acciones, con gran realismo.
La versión simulada del “dilema del tranvía” fue presentada a los participantes en tres dimensiones. Éstos pudieron percibir en 3D las imágenes, gracias a un dispositivo que les fue colocado en la cabeza.
Por otro lado, los científicos midieron las respuestas emocionales de los participantes durante la prueba gracias a unos sensores que les fueron incorporados en la punta de los dedos.
En el mundo virtual desplegado, cada participante fue situado en un punto de una vía de tren en el que había una bifurcación. A su derecha, podían ver a cinco personas que caminaban por la vía. En el lado contrario, veían al sexto individuo, que caminaba solo sobre otro tramo de vía.
A medida que el vagón se aproximaba, a los participantes se les dio la opción de no hacer nada (permitiendo que el vagón siguiera su ruta y matara a los cinco excursionistas) o la alternativa de pulsar el botón de un joystick, para reorientar la dirección del recorrido del vagón en la bifurcación, hacia donde se encontraba el caminante solitario.
La versión simulada del “dilema del tranvía” fue presentada a los participantes en tres dimensiones. Éstos pudieron percibir en 3D las imágenes, gracias a un dispositivo que les fue colocado en la cabeza.
Por otro lado, los científicos midieron las respuestas emocionales de los participantes durante la prueba gracias a unos sensores que les fueron incorporados en la punta de los dedos.
En el mundo virtual desplegado, cada participante fue situado en un punto de una vía de tren en el que había una bifurcación. A su derecha, podían ver a cinco personas que caminaban por la vía. En el lado contrario, veían al sexto individuo, que caminaba solo sobre otro tramo de vía.
A medida que el vagón se aproximaba, a los participantes se les dio la opción de no hacer nada (permitiendo que el vagón siguiera su ruta y matara a los cinco excursionistas) o la alternativa de pulsar el botón de un joystick, para reorientar la dirección del recorrido del vagón en la bifurcación, hacia donde se encontraba el caminante solitario.
Un dispositivo colocado en la cabeza de los participantes permitió que éstos se introdujeran por completo en la recreación virtual. Fuente: MSU.
Resultados obtenidos
De los 147 participantes, 133 (más del 90%) pulsaron el botón para desviar al vagón, con el resultado de la muerte del sexto excursionista.
Catorce de los participantes, por el contrario, dejaron que el vagón siguiera su camino, y que matara a los otros cinco (11 de ellos no pulsaron el botón, mientras que otros tres sí lo pulsaron, pero luego devolvieron el joystick a su posición original).
Según Navarrete, estas reacciones son coherentes con las registradas en experimentos previos, no virtuales.
Una curiosidad detectada en este caso fue la siguiente: aquellos participantes que no le dieron al botón fueron los que sufrieron una respuesta emocional mayor a lo largo de la prueba.
Aunque la razón de esto se desconoce, Navarrete cree que podría ser porque hay gente que se paraliza cuando vive momentos de mucha ansiedad, quedando incapacitada para reaccionar.
"Creo que la aversión humana hacia la posibilidad de dañar a otros necesita ser superada por algo. El pensamiento racional a veces puede tener este efecto (por ejemplo, si se piensa en la gente que podrá salvarse), pero, para algunas personas, el incremento de la ansiedad puede resultar tan abrumador que no les permite hacer una elección utilitaria, por un bien mayor”. Los resultados de esta investigación saldrán próximamente publicados en la revista Emotion bajo el título “"Emotion and Action in a Simulated 3-D Trolley Problem".
De los 147 participantes, 133 (más del 90%) pulsaron el botón para desviar al vagón, con el resultado de la muerte del sexto excursionista.
Catorce de los participantes, por el contrario, dejaron que el vagón siguiera su camino, y que matara a los otros cinco (11 de ellos no pulsaron el botón, mientras que otros tres sí lo pulsaron, pero luego devolvieron el joystick a su posición original).
Según Navarrete, estas reacciones son coherentes con las registradas en experimentos previos, no virtuales.
Una curiosidad detectada en este caso fue la siguiente: aquellos participantes que no le dieron al botón fueron los que sufrieron una respuesta emocional mayor a lo largo de la prueba.
Aunque la razón de esto se desconoce, Navarrete cree que podría ser porque hay gente que se paraliza cuando vive momentos de mucha ansiedad, quedando incapacitada para reaccionar.
"Creo que la aversión humana hacia la posibilidad de dañar a otros necesita ser superada por algo. El pensamiento racional a veces puede tener este efecto (por ejemplo, si se piensa en la gente que podrá salvarse), pero, para algunas personas, el incremento de la ansiedad puede resultar tan abrumador que no les permite hacer una elección utilitaria, por un bien mayor”. Los resultados de esta investigación saldrán próximamente publicados en la revista Emotion bajo el título “"Emotion and Action in a Simulated 3-D Trolley Problem".