La mente humana crea un mundo interior paralelo a la realidad exterior, pero con una existencia propia que produce la actuación del individuo y de la sociedad sobre el mundo. Este mundo interior envuelve un número de fenómenos que son característicos de la naturaleza humana: experiencia consciente, autoconciencia, sentido de los valores, pensamiento conceptual, lenguaje simbólico, arte, cultura, interés en el pasado, anticipación y preocupación por el futuro.
Muchas de estas características existen ya de forma elemental en diferentes especies animales, pero lo que es único en la naturaleza humana es la integración y elevación de estas características en un nivel complejo de sofisticación superior. La neurología puede llevar a un entendimiento “humano” del hombre, contribuyendo a crear la base de una evolución social fundada en valores, o puede también contribuir a difundir una idea mecánica, puramente computacional o robótica del hombre.
La “scientific session” denominada “Mind, human perception and social evolution”, organizada por el proyecto Sophia Iberia in Europe y la Cátedra CTR, tendrá lugar el lunes 21 de julio, a las 8.00 h. en el recinto de la Feria de Montjuich, Barcelona, en el marco de la Feria Europea de la Ciencia ESOF2008.
Contexto conceptual
Steven Rose es profesor emérito de biología y neurobiología en la Open University y la University of London. Rose ha sido colaborador habitual en The Guardian y ha intervenido comprometidamente en la opinión pública inglesa, no sólo en cuestiones estrictamente científicas. Andreas Bartels, del Max Plank Institute for Biological Cybernetics ha trabajado en The Salk Institute, en computational neurobiology, especializándose en diferentes aspectos del sistema perceptivo humano al activarse bajo la estimulación de condiciones naturales. Silke Paulmann investiga actualmente en la McGill University School of Communication Sciences and Disorders, habiéndose especializado en el estudio de la influencia de los factores emocionales en el procesamiento y la emisión del lenguaje humano.
Nos referimos al contexto conceptual en que se plantea la discusión que tendrá lugar en esta sesión científica.
Mind / Human perception / Social evolution
¿Qué es la mente humana? La respuesta depende de aportaciones interdisciplinares de diversas ciencias y disciplinas de conocimiento. Pero, desde el punto de vista científico-neurológico, ¿qué es la mente humana? Existen respuestas diferentes dentro de diferentes paradigmas neurológicos. En ellos juega un papel esencial la explicación de la sensación-percepción. El sistema cognitivo-emocional depende de sus raíces sensitivo-perceptivas; a su vez, el sistema cognitivo-emocional es la raíz del sistema de lenguaje. Pues bien, ¿qué explicación de la mente defender? Y, desde esta idea científico-neurológica de la mente, ¿cómo contribuir al progreso social? ¿Cómo entender la evolución social? ¿Cómo entender y promover la evolución social desde la idea científico-neurológica del hombre?
Mind
Explicar científicamente la mente supone partir de un explicandum (es decir, lo que debe ser explicado). El explicandum inicial se describe por fenomenología: a) de la experiencia interna (mundo interior) individual de la mente; b) de la experiencia social, o intersubjetiva, de cómo funciona objetivamente la mente humana al construir interactivamente la sociedad. Pues bien, la explicación de ese explicandum ha sido abordada por distintas ciencias y disciplinas de conocimiento. Ahora nos centramos en la neurología: ¿cómo explica la neurología nuestra experiencia individual y social de la mente?
La neurología construye su explicación de la mente a partir de las evidencias empíricas de la estructura y funcionamiento del sistema nervioso en orden a la conducta adaptativa de los organismos y del hombre. La “mente” es así el “sistema de interacción neuronal que produce y controla la conducta”. Sin embargo, ¿cómo interpretar la naturaleza profunda (la ontología) de la mente como “sistema neural”? La neurología es siempre ontológicamente monista. Pero está hoy influida por ciertos paradigmas interpretativos que en parte son excluyentes, pero en parte conciliables, según los matices. Estos paradigmas son:
Computacional. El sistema neural se interpreta desde el modelo formal del ordenador (serial o conexionista, PDP). La interpretación computacional puede matizarse como “metáfora fuerte del ordenador” y como “metáfora débil”. El sistema neural sería un computador biológico que procesa información y determina “computacionalmente” respuestas adaptativas.
Reduccionista. La interacciones causales dentro del sistema neural se entienden como las interacciones causa-efecto según el paradigma físico-químico de la mecánica clásica. El sistema neural es así un sistema determinista (como resultado de las cuatro fuerzas de la naturaleza). El “determinismo neural” (surgido de los experimentos de Libet) acaba en la negación de la libertad humana. La neurología reduccionista (fisicalismo, identismo, epifenomenalismo clásico) ha sido reforzada actualmente por su convergencia con una neurología de orientación computacional en sentido “fuerte”.
Emergentismo. Este paradigma es también monista, pero considera que la organización estructural de la materia – producida en una continuidad evolutiva de las estructuras psico-bio-físicas – ha hecho “emerger” nuevas “organizaciones sistémicas” que pueden producir nuevas formas de “ser real”: o sea, de recibir información y emitir respuestas adaptativas. Así, en los seres vivos han emergido formas de mecanicismo determinista (vg. ADN) y de interacción sistémica entre las partes (la unidad sistémica del sistema nervioso) que han producido nuevas formas de ser real: reproducción, herencia, embriogénesis dinámica, psiquismo, unidad funcional, razón humana, etc.). El emergentismo es compatible con altas dosis de computacionalismo (serial o PDP), así como con la admisión de la densa trama de mecanicismo-determinista en los seres vivos. Pero complementa estas perspectivas al pensar que existe una “causalidad descendente controladora del mecanicismo físico-químico” que depende de una nueva realidad sistemática emergida en los seres vivos: la unidad psíquica que funda la existencia de un “sujeto psíquico” consciente.
Holismo. Este nuevo paradigma, nacido en los últimos veinte años, considera que la explicación de ciertas propiedades fenomenológicas emergidas en el psiquismo (holismo experiencial o “campal” en la somatopercepción o en la visión, y la experiencia de indeterminación o libertad) podría explicarse mejor admitiendo que en el sistema nervioso no sólo se producen interacciones mecano-clásicas deterministas, sino también mecano-cuánticas (coherencia cuántica, superposición cuántica, indeterminismo cuántico y acción-a-distancia o no-localidad, es decir, efectos EPR).
¿Qué es la mente? La explicación neurológica de la mente no es evidente. Hay una discusión abierta entre distintas orientaciones explicativas. En el fondo son dos grandes paradigmas explicativos. 1) El paradigma computacional-reduccionista que acaba ofreciendo una imagen determinista, robótica, del hombre y del sistema de interacciones sociales. 2) El paradigma emergentista (ampliable hacia el holismo) que admite la emergencia de un “sujeto psíquico” con “causalidad descendente” controladora de la conducta (y de los mecanicismo físico-químico-neurales de que ésta depende).
Mente y evolución social. La explicación neurológica de la mente es una cuestión abierta. Pero debemos ser muy conscientes de que un paradigma u otro se proyectan sobre dos formas distintas de entender qué son, cómo han sido producidos y cómo debería darse la evolución del mundo interior del hombre y de las interacciones sociales fecundas y enriquecedoras. Dos concepciones, en definitiva, de cómo debería orientar la neurología el progreso y la evolución social. 1) El paradigma computacional tiene muy difícil explicar nuestra experiencia personal y social (el explicandum de que se parte en neurología). Si en efecto somos “robots”, ¿cómo deberíamos “robóticamente” orientar la evolución social? 2) Si somos organismos en los que ha emergido una “psique” que nos hace “sujetos psíquicos”, ¿cómo deberíamos entender la evolución social?
En este último caso – si esta es la imagen “emergentista” que la ciencia neurológica parece fundamentar – deberíamos entender el sistema neuronal como un sistema que integra la sensación-percepción del propio cuerpo, abierto a la conciencia del mundo objetivo externo, de tal manera que la “mente” sería el sistema integrado psico-bio-neuro-físico que produce nuestro mundo interior y permite el control de nuestro organismo para construir una vida como “sujetos psíquicos” (ya en el mundo animal) y como personas (en el mundo humano). Esta mente psico-orgánica surgiría de la sensación-percepción y, por ello, estaría unida funcionalmente a “valencias” y “valores adaptativo-vitales”, así como unida a un ámbito psíquico de emociones conectado con ese sistema de “disposiciones valorales”.
En su abstract para la sesión científica nos dice Steven Rose que "la mente es más amplia que el cerebro”. “Como personas, comenta Rose, nuestro cerebro capacita nuestra mente en el preciso sentido en que nuestras piernas nos capacitan para andar, pero la capacidad de “operar mentalmente” no es una propiedad del cerebro aislado. Nuestros cerebros están corporalizados, y nuestros cerebros y cuerpos están inmersos en el medio social. Esto significa que, a pesar de la pretensión de muchos neurólogos, la mente no puede ser simplemente reducida a un producto epifenoménico de nuestros cerebros. En mi intervención discutiré los procesos biológicos en la evolución y en el desarrollo que capacitan la actividad biosocial de nuestras mentes”.
Human perception
Los argumentos que inclinan la neurología hacia un paradigma explicativo u otro – hacia una idea u otra del hombre, computacional o emergentista – dependen de una investigación que debe responder a un orden lógico de integración de datos en teorías, partiendo de lo más fundamental. En este sentido, la teoría de la mente que integra todas las evidencias científico-neurológicas en una “arquitectura psíquica” global depende de los procesos más básicos: la sensación-percepción. El sistema nervioso ha nacido como sistema de conexión entre dos sistemas coordinados: 1) el sistema de información o estímulo (sensación, sentidos) y 2) el sistema de reacciones adaptativas óptimas (respuesta). A medida que estos dos sistemas y su coordinación se complejizan evolutivamente, se forma poco a poco la conciencia (como integración holística de la sensación-percepción) y el “sujeto psíquico” (como integración holística de las respuestas).
Sobre la base de la sensación-percepción (conciencia y “sujeto psíquico”) se forman los otros procesos funcionales de la mente o “sistema cognitivo”: atención, memoria, categorización, abstracción, imaginación, conocimiento, etc. Esto se produce ya en la mente animal. El mundo de la sensación-percepción (imágenes) reactualizado por la memoria (remembered present, Edelman) proyectado en un mundo de construcciones cognitivas en la mente, es “etiquetado” por valencias o valores orientadas al beneficio evolutivo y a la adaptación óptima, y conectado desde estas valencias con estados emocionales del organismo.
La idea científico-neurológica de la “mente” depende así de los fundamentos establecidos para llegar a una idea de la “arquitectura psíquica”: este fundamento es la teoría neurológica de la percepción, ante todo de la percepción del propio cuerpo (somatopercepción) y de la percepción visual del mundo externo (sobre todo en la especie humana).
Por tanto, ¿adónde conduce hoy la explicación científico-neurológica de la percepción? De acuerdo con lo anterior, preguntaríamos: ¿conduce a justificar un paradigma computacional-reduccionista de los procesos sensitivo-perceptivos (vg. como en David Marr y sucesores)? O, más bien, las evidencias científico-neurológicas ¿conducen a un paradigma emergentista en que los procesos sensitivo-perceptivos dependen de un “sujeto psíquico” integrador y coordinador? El problema podría quizá formularse en estos términos: ¿es posible una explicación de la percepción sin “sujeto psíquico”?
En la elección de un paradigma u otro en la teoría perceptiva influyen estos factores:
El problema de la desintegración de la imagen. El seguimiento de la señal desde la retina hasta las topologías neurales de la imagen – colículo superior, núcleo geniculado lateral y zonas corticales V1, V2 y V3, en conexión con la vía del qué (temporal) y la vía del dónde (parietal) – parecen mostrar la desintegración de los contenidos de la imagen (color, forma, movimiento, profundidad …). Tanto el análisis computacional de rasgos o la hipótesis de la transmisión de frecuencias por canales independientes (transformada directa de Fourier) parecen justificar el punto de vista de un procesamiento determinista e inconsciente de la imagen, al margen del sujeto.
El problema de la integración de la imagen. Sin embargo, la unidad fenomenológica de la experiencia visual de la imagen exige postular un proceso de integración de los patrones dispersos que contienen la imagen. ¿Dónde y cómo se produce la integración? La imagen computacional exige algoritmos de “object labeling” y de composición de la escena; la teoría de frecuencias exige una aplicación superior biológica de la transformada inversa de Fourier para integrar la imagen. Desde un punto de vista emergentista parece que el “sujeto psíquico” debe de jugar un papel decisivo en la integración de las diferentes áreas cuya activación simultánea produce en el sujeto la “experiencia visual de la imagen”.
Correlatos con el engrama del “sujeto psíquico”. Los diferentes patrones que contienen desintegradamente la imagen debieran activarse simultáneamente con el patrón de actividad neural productor de la experiencia del “sujeto psíquico”. Sólo este correlato simultáneo sería la base neural que explicara cómo el sujeto es la “topología neural” en que se produce la integración de la imagen. El problema es que no se conoce bien cuál es el patrón o engrama neural que produce la conciencia y el sujeto psíquico (el yo). Un ejemplo de la diversidad de hipótesis es la reciente discusión de Christoff Koch y Susan Greefield en American Scientific.
Correlatos con el sistema de “disposiciones valorales y emocionales”. Desde el punto de vista fenomenológico no cabe duda de que la percepción visual es la “inspeccción atentiva del universo perceptivo realizada por un sujeto psíquico”. Esta inspección está sin duda en dependencia de las “disposiciones valorales y emocionales de ese sujeto”. Se pueden investigar los indicios de que entre lo emocional y lo visual existen correlatos simultáneos (activación simultánea de áreas neurales propias de lo emocional y de lo visual). Sin embargo, el conocimiento empírico de los sistemas de conexión neural entre lo emocional y lo perceptivo (vg. visual) es todavía hoy muy incipiente.
Por tanto, ¿es posible una explicación de los sistemas perceptivos sin “sujeto psíquico”? Las teorías computacional-reduccionistas (determinismo neural) tenderían a responder afirmativamente. Pero, en el ejercicio de los sistemas perceptivos en el espacio ecológico natural – por tanto, sin encerrar al sujeto en ámbitos experimentales artificiales –, ¿es posible una explicación de la percepción sin referirla a un sujeto psíquico y a sistemas o disposiciones valorales y emocionales producidos evolutivamente?
El emergentismo respondería negativamente: no es posible una explicación de la percepción sin un “sujeto psíquico” (aunque gran parte del procesamiento de las señales que producen la imagen sea mecánico, determinista e inconsciente). En todo caso, una explicación de la mente desde la neurología, en la que la mente apareciera como instrumento funcional básico controlado por un “sujeto psíquico” (en último término por la persona humana), debería fundarse en una teoría neurológica de la percepción en que el “sujeto psíquico” fuera un factor esencial del proceso perceptivo.
Este supuesto emergentista es ya hoy congruente con una gran parte de las evidencias neurológicas, pero –dada la persistencia del paradigma alternativo computacional-reduccionista– debe producirse todavía mucha más investigación empírica para confirmar la interpretación emergentista de la mente.
Lenguaje emocional
El sistema sensitivo-perceptivo surgió evolutivamente en primer lugar. El cerebro más antiguo es un cerebro de conexión entre información (sensación) y reacciones automáticas adaptativas (respuesta). La aparición de la memoria en mamíferos superiores (cortex temporal) supuso la aparición de la memoria moderna y de un sistema de conexiones entre la experiencia en tiempo real y el pasado que dio lugar a los primeros “paquetes representativos” (remembered present, Edelman).
De esta manera fue formándose la trama cognitiva de la mente animal a partir de una combinatoria de “imágenes sensitivas”. Esta trama fue conectando con los patrones neuronales del cerebro antiguo que permitían a los animales la producción de “sensaciones emotivas”, útiles y esenciales para regular la adecuación de la conducta a una supervivencia óptima, sentida “emocionalmente”.
El desarrollo complejo superior de la mente humana supuso la aparición del lenguaje. En éste fue expresándose – en orden a la intercomunicación dentro de la especie – el mundo de las tramas cognitivas y emocionales, ya construida en el cerebro. El sistema cognitivo-emocional fue así expresándose en las tramas linguísticas de cada individuo y de los grupos sociales (Damasio). La investigación de la percepción del habla confirma el protagonismo de estos factores emocionales que están en base de la formación evolutiva de la mente desde sys raíces.
Social evolution
¿Cómo concebir el progreso y la evolución social social desde la idea de la mente producida en la neurología científica? Parece, pues, que el diseño de su evolución será distinto si se tiene una concepción robótica de la mente – computacional-reduccionista – que tenderá a entenderlo como un proceso determinista que seguirá inevitablemente su propio curso.
Por el contrario, si la “mente humana” es la estructrura funcional psico-bio-física en que un “sujeto psíquico” se apoya para construir como persona su biografía individual y social bajo la influencia de un denso sistema cognitivo-emocional, entonces la evolución social no está “cerrada por determinación”, sino que es abierta, impredictible y depende de las decisiones humanas.
Para que el progreso y la evolución social se oriente correctamente parece necesario que la neurología ofrezca a la sociedad una idea correcta de la mente. No es trivial que la sociedad evolucione consciente de que es obra de “sujetos psíquicos”, personas abiertas a la indeterminación, a la libertad, a lo impredictible y creativo, a los valores, a las disposiciones valorativas y a las emociones … No es trivial que la neurología contribuya o no a crear una neurocultura que nos haga conscientes de la responsabilidad y de la dignidad humana.
Guillermo Armengol es miembro de la Cátedra CTR
Muchas de estas características existen ya de forma elemental en diferentes especies animales, pero lo que es único en la naturaleza humana es la integración y elevación de estas características en un nivel complejo de sofisticación superior. La neurología puede llevar a un entendimiento “humano” del hombre, contribuyendo a crear la base de una evolución social fundada en valores, o puede también contribuir a difundir una idea mecánica, puramente computacional o robótica del hombre.
La “scientific session” denominada “Mind, human perception and social evolution”, organizada por el proyecto Sophia Iberia in Europe y la Cátedra CTR, tendrá lugar el lunes 21 de julio, a las 8.00 h. en el recinto de la Feria de Montjuich, Barcelona, en el marco de la Feria Europea de la Ciencia ESOF2008.
Contexto conceptual
Steven Rose es profesor emérito de biología y neurobiología en la Open University y la University of London. Rose ha sido colaborador habitual en The Guardian y ha intervenido comprometidamente en la opinión pública inglesa, no sólo en cuestiones estrictamente científicas. Andreas Bartels, del Max Plank Institute for Biological Cybernetics ha trabajado en The Salk Institute, en computational neurobiology, especializándose en diferentes aspectos del sistema perceptivo humano al activarse bajo la estimulación de condiciones naturales. Silke Paulmann investiga actualmente en la McGill University School of Communication Sciences and Disorders, habiéndose especializado en el estudio de la influencia de los factores emocionales en el procesamiento y la emisión del lenguaje humano.
Nos referimos al contexto conceptual en que se plantea la discusión que tendrá lugar en esta sesión científica.
Mind / Human perception / Social evolution
¿Qué es la mente humana? La respuesta depende de aportaciones interdisciplinares de diversas ciencias y disciplinas de conocimiento. Pero, desde el punto de vista científico-neurológico, ¿qué es la mente humana? Existen respuestas diferentes dentro de diferentes paradigmas neurológicos. En ellos juega un papel esencial la explicación de la sensación-percepción. El sistema cognitivo-emocional depende de sus raíces sensitivo-perceptivas; a su vez, el sistema cognitivo-emocional es la raíz del sistema de lenguaje. Pues bien, ¿qué explicación de la mente defender? Y, desde esta idea científico-neurológica de la mente, ¿cómo contribuir al progreso social? ¿Cómo entender la evolución social? ¿Cómo entender y promover la evolución social desde la idea científico-neurológica del hombre?
Mind
Explicar científicamente la mente supone partir de un explicandum (es decir, lo que debe ser explicado). El explicandum inicial se describe por fenomenología: a) de la experiencia interna (mundo interior) individual de la mente; b) de la experiencia social, o intersubjetiva, de cómo funciona objetivamente la mente humana al construir interactivamente la sociedad. Pues bien, la explicación de ese explicandum ha sido abordada por distintas ciencias y disciplinas de conocimiento. Ahora nos centramos en la neurología: ¿cómo explica la neurología nuestra experiencia individual y social de la mente?
La neurología construye su explicación de la mente a partir de las evidencias empíricas de la estructura y funcionamiento del sistema nervioso en orden a la conducta adaptativa de los organismos y del hombre. La “mente” es así el “sistema de interacción neuronal que produce y controla la conducta”. Sin embargo, ¿cómo interpretar la naturaleza profunda (la ontología) de la mente como “sistema neural”? La neurología es siempre ontológicamente monista. Pero está hoy influida por ciertos paradigmas interpretativos que en parte son excluyentes, pero en parte conciliables, según los matices. Estos paradigmas son:
Computacional. El sistema neural se interpreta desde el modelo formal del ordenador (serial o conexionista, PDP). La interpretación computacional puede matizarse como “metáfora fuerte del ordenador” y como “metáfora débil”. El sistema neural sería un computador biológico que procesa información y determina “computacionalmente” respuestas adaptativas.
Reduccionista. La interacciones causales dentro del sistema neural se entienden como las interacciones causa-efecto según el paradigma físico-químico de la mecánica clásica. El sistema neural es así un sistema determinista (como resultado de las cuatro fuerzas de la naturaleza). El “determinismo neural” (surgido de los experimentos de Libet) acaba en la negación de la libertad humana. La neurología reduccionista (fisicalismo, identismo, epifenomenalismo clásico) ha sido reforzada actualmente por su convergencia con una neurología de orientación computacional en sentido “fuerte”.
Emergentismo. Este paradigma es también monista, pero considera que la organización estructural de la materia – producida en una continuidad evolutiva de las estructuras psico-bio-físicas – ha hecho “emerger” nuevas “organizaciones sistémicas” que pueden producir nuevas formas de “ser real”: o sea, de recibir información y emitir respuestas adaptativas. Así, en los seres vivos han emergido formas de mecanicismo determinista (vg. ADN) y de interacción sistémica entre las partes (la unidad sistémica del sistema nervioso) que han producido nuevas formas de ser real: reproducción, herencia, embriogénesis dinámica, psiquismo, unidad funcional, razón humana, etc.). El emergentismo es compatible con altas dosis de computacionalismo (serial o PDP), así como con la admisión de la densa trama de mecanicismo-determinista en los seres vivos. Pero complementa estas perspectivas al pensar que existe una “causalidad descendente controladora del mecanicismo físico-químico” que depende de una nueva realidad sistemática emergida en los seres vivos: la unidad psíquica que funda la existencia de un “sujeto psíquico” consciente.
Holismo. Este nuevo paradigma, nacido en los últimos veinte años, considera que la explicación de ciertas propiedades fenomenológicas emergidas en el psiquismo (holismo experiencial o “campal” en la somatopercepción o en la visión, y la experiencia de indeterminación o libertad) podría explicarse mejor admitiendo que en el sistema nervioso no sólo se producen interacciones mecano-clásicas deterministas, sino también mecano-cuánticas (coherencia cuántica, superposición cuántica, indeterminismo cuántico y acción-a-distancia o no-localidad, es decir, efectos EPR).
¿Qué es la mente? La explicación neurológica de la mente no es evidente. Hay una discusión abierta entre distintas orientaciones explicativas. En el fondo son dos grandes paradigmas explicativos. 1) El paradigma computacional-reduccionista que acaba ofreciendo una imagen determinista, robótica, del hombre y del sistema de interacciones sociales. 2) El paradigma emergentista (ampliable hacia el holismo) que admite la emergencia de un “sujeto psíquico” con “causalidad descendente” controladora de la conducta (y de los mecanicismo físico-químico-neurales de que ésta depende).
Mente y evolución social. La explicación neurológica de la mente es una cuestión abierta. Pero debemos ser muy conscientes de que un paradigma u otro se proyectan sobre dos formas distintas de entender qué son, cómo han sido producidos y cómo debería darse la evolución del mundo interior del hombre y de las interacciones sociales fecundas y enriquecedoras. Dos concepciones, en definitiva, de cómo debería orientar la neurología el progreso y la evolución social. 1) El paradigma computacional tiene muy difícil explicar nuestra experiencia personal y social (el explicandum de que se parte en neurología). Si en efecto somos “robots”, ¿cómo deberíamos “robóticamente” orientar la evolución social? 2) Si somos organismos en los que ha emergido una “psique” que nos hace “sujetos psíquicos”, ¿cómo deberíamos entender la evolución social?
En este último caso – si esta es la imagen “emergentista” que la ciencia neurológica parece fundamentar – deberíamos entender el sistema neuronal como un sistema que integra la sensación-percepción del propio cuerpo, abierto a la conciencia del mundo objetivo externo, de tal manera que la “mente” sería el sistema integrado psico-bio-neuro-físico que produce nuestro mundo interior y permite el control de nuestro organismo para construir una vida como “sujetos psíquicos” (ya en el mundo animal) y como personas (en el mundo humano). Esta mente psico-orgánica surgiría de la sensación-percepción y, por ello, estaría unida funcionalmente a “valencias” y “valores adaptativo-vitales”, así como unida a un ámbito psíquico de emociones conectado con ese sistema de “disposiciones valorales”.
En su abstract para la sesión científica nos dice Steven Rose que "la mente es más amplia que el cerebro”. “Como personas, comenta Rose, nuestro cerebro capacita nuestra mente en el preciso sentido en que nuestras piernas nos capacitan para andar, pero la capacidad de “operar mentalmente” no es una propiedad del cerebro aislado. Nuestros cerebros están corporalizados, y nuestros cerebros y cuerpos están inmersos en el medio social. Esto significa que, a pesar de la pretensión de muchos neurólogos, la mente no puede ser simplemente reducida a un producto epifenoménico de nuestros cerebros. En mi intervención discutiré los procesos biológicos en la evolución y en el desarrollo que capacitan la actividad biosocial de nuestras mentes”.
Human perception
Los argumentos que inclinan la neurología hacia un paradigma explicativo u otro – hacia una idea u otra del hombre, computacional o emergentista – dependen de una investigación que debe responder a un orden lógico de integración de datos en teorías, partiendo de lo más fundamental. En este sentido, la teoría de la mente que integra todas las evidencias científico-neurológicas en una “arquitectura psíquica” global depende de los procesos más básicos: la sensación-percepción. El sistema nervioso ha nacido como sistema de conexión entre dos sistemas coordinados: 1) el sistema de información o estímulo (sensación, sentidos) y 2) el sistema de reacciones adaptativas óptimas (respuesta). A medida que estos dos sistemas y su coordinación se complejizan evolutivamente, se forma poco a poco la conciencia (como integración holística de la sensación-percepción) y el “sujeto psíquico” (como integración holística de las respuestas).
Sobre la base de la sensación-percepción (conciencia y “sujeto psíquico”) se forman los otros procesos funcionales de la mente o “sistema cognitivo”: atención, memoria, categorización, abstracción, imaginación, conocimiento, etc. Esto se produce ya en la mente animal. El mundo de la sensación-percepción (imágenes) reactualizado por la memoria (remembered present, Edelman) proyectado en un mundo de construcciones cognitivas en la mente, es “etiquetado” por valencias o valores orientadas al beneficio evolutivo y a la adaptación óptima, y conectado desde estas valencias con estados emocionales del organismo.
La idea científico-neurológica de la “mente” depende así de los fundamentos establecidos para llegar a una idea de la “arquitectura psíquica”: este fundamento es la teoría neurológica de la percepción, ante todo de la percepción del propio cuerpo (somatopercepción) y de la percepción visual del mundo externo (sobre todo en la especie humana).
Por tanto, ¿adónde conduce hoy la explicación científico-neurológica de la percepción? De acuerdo con lo anterior, preguntaríamos: ¿conduce a justificar un paradigma computacional-reduccionista de los procesos sensitivo-perceptivos (vg. como en David Marr y sucesores)? O, más bien, las evidencias científico-neurológicas ¿conducen a un paradigma emergentista en que los procesos sensitivo-perceptivos dependen de un “sujeto psíquico” integrador y coordinador? El problema podría quizá formularse en estos términos: ¿es posible una explicación de la percepción sin “sujeto psíquico”?
En la elección de un paradigma u otro en la teoría perceptiva influyen estos factores:
El problema de la desintegración de la imagen. El seguimiento de la señal desde la retina hasta las topologías neurales de la imagen – colículo superior, núcleo geniculado lateral y zonas corticales V1, V2 y V3, en conexión con la vía del qué (temporal) y la vía del dónde (parietal) – parecen mostrar la desintegración de los contenidos de la imagen (color, forma, movimiento, profundidad …). Tanto el análisis computacional de rasgos o la hipótesis de la transmisión de frecuencias por canales independientes (transformada directa de Fourier) parecen justificar el punto de vista de un procesamiento determinista e inconsciente de la imagen, al margen del sujeto.
El problema de la integración de la imagen. Sin embargo, la unidad fenomenológica de la experiencia visual de la imagen exige postular un proceso de integración de los patrones dispersos que contienen la imagen. ¿Dónde y cómo se produce la integración? La imagen computacional exige algoritmos de “object labeling” y de composición de la escena; la teoría de frecuencias exige una aplicación superior biológica de la transformada inversa de Fourier para integrar la imagen. Desde un punto de vista emergentista parece que el “sujeto psíquico” debe de jugar un papel decisivo en la integración de las diferentes áreas cuya activación simultánea produce en el sujeto la “experiencia visual de la imagen”.
Correlatos con el engrama del “sujeto psíquico”. Los diferentes patrones que contienen desintegradamente la imagen debieran activarse simultáneamente con el patrón de actividad neural productor de la experiencia del “sujeto psíquico”. Sólo este correlato simultáneo sería la base neural que explicara cómo el sujeto es la “topología neural” en que se produce la integración de la imagen. El problema es que no se conoce bien cuál es el patrón o engrama neural que produce la conciencia y el sujeto psíquico (el yo). Un ejemplo de la diversidad de hipótesis es la reciente discusión de Christoff Koch y Susan Greefield en American Scientific.
Correlatos con el sistema de “disposiciones valorales y emocionales”. Desde el punto de vista fenomenológico no cabe duda de que la percepción visual es la “inspeccción atentiva del universo perceptivo realizada por un sujeto psíquico”. Esta inspección está sin duda en dependencia de las “disposiciones valorales y emocionales de ese sujeto”. Se pueden investigar los indicios de que entre lo emocional y lo visual existen correlatos simultáneos (activación simultánea de áreas neurales propias de lo emocional y de lo visual). Sin embargo, el conocimiento empírico de los sistemas de conexión neural entre lo emocional y lo perceptivo (vg. visual) es todavía hoy muy incipiente.
Por tanto, ¿es posible una explicación de los sistemas perceptivos sin “sujeto psíquico”? Las teorías computacional-reduccionistas (determinismo neural) tenderían a responder afirmativamente. Pero, en el ejercicio de los sistemas perceptivos en el espacio ecológico natural – por tanto, sin encerrar al sujeto en ámbitos experimentales artificiales –, ¿es posible una explicación de la percepción sin referirla a un sujeto psíquico y a sistemas o disposiciones valorales y emocionales producidos evolutivamente?
El emergentismo respondería negativamente: no es posible una explicación de la percepción sin un “sujeto psíquico” (aunque gran parte del procesamiento de las señales que producen la imagen sea mecánico, determinista e inconsciente). En todo caso, una explicación de la mente desde la neurología, en la que la mente apareciera como instrumento funcional básico controlado por un “sujeto psíquico” (en último término por la persona humana), debería fundarse en una teoría neurológica de la percepción en que el “sujeto psíquico” fuera un factor esencial del proceso perceptivo.
Este supuesto emergentista es ya hoy congruente con una gran parte de las evidencias neurológicas, pero –dada la persistencia del paradigma alternativo computacional-reduccionista– debe producirse todavía mucha más investigación empírica para confirmar la interpretación emergentista de la mente.
Lenguaje emocional
El sistema sensitivo-perceptivo surgió evolutivamente en primer lugar. El cerebro más antiguo es un cerebro de conexión entre información (sensación) y reacciones automáticas adaptativas (respuesta). La aparición de la memoria en mamíferos superiores (cortex temporal) supuso la aparición de la memoria moderna y de un sistema de conexiones entre la experiencia en tiempo real y el pasado que dio lugar a los primeros “paquetes representativos” (remembered present, Edelman).
De esta manera fue formándose la trama cognitiva de la mente animal a partir de una combinatoria de “imágenes sensitivas”. Esta trama fue conectando con los patrones neuronales del cerebro antiguo que permitían a los animales la producción de “sensaciones emotivas”, útiles y esenciales para regular la adecuación de la conducta a una supervivencia óptima, sentida “emocionalmente”.
El desarrollo complejo superior de la mente humana supuso la aparición del lenguaje. En éste fue expresándose – en orden a la intercomunicación dentro de la especie – el mundo de las tramas cognitivas y emocionales, ya construida en el cerebro. El sistema cognitivo-emocional fue así expresándose en las tramas linguísticas de cada individuo y de los grupos sociales (Damasio). La investigación de la percepción del habla confirma el protagonismo de estos factores emocionales que están en base de la formación evolutiva de la mente desde sys raíces.
Social evolution
¿Cómo concebir el progreso y la evolución social social desde la idea de la mente producida en la neurología científica? Parece, pues, que el diseño de su evolución será distinto si se tiene una concepción robótica de la mente – computacional-reduccionista – que tenderá a entenderlo como un proceso determinista que seguirá inevitablemente su propio curso.
Por el contrario, si la “mente humana” es la estructrura funcional psico-bio-física en que un “sujeto psíquico” se apoya para construir como persona su biografía individual y social bajo la influencia de un denso sistema cognitivo-emocional, entonces la evolución social no está “cerrada por determinación”, sino que es abierta, impredictible y depende de las decisiones humanas.
Para que el progreso y la evolución social se oriente correctamente parece necesario que la neurología ofrezca a la sociedad una idea correcta de la mente. No es trivial que la sociedad evolucione consciente de que es obra de “sujetos psíquicos”, personas abiertas a la indeterminación, a la libertad, a lo impredictible y creativo, a los valores, a las disposiciones valorativas y a las emociones … No es trivial que la neurología contribuya o no a crear una neurocultura que nos haga conscientes de la responsabilidad y de la dignidad humana.
Guillermo Armengol es miembro de la Cátedra CTR