Elecciones 2007 en Francia. Foto: Malias. Flickr.
Un equipo de científicos de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, ha descubierto que las creencias en Dios o en el orden político ayudan a satisfacer la misma necesidad psicológica: la de contar con una superestructura organizadora que proporcione seguridad.
Además, los investigadores han constatado que la creencia en Dios y en la política pueden ser intercambiables, es decir, que la población fortalece una u otra en función de la debilidad que perciban en ellas.
Necesidad de orden
Las elecciones son una parte corriente del panorama político de cualquier país, pero también representan un periodo de incertidumbre.
Eventos como éste pueden hacer tambalear los sentimientos de orden de los individuos de cualquier sociedad, y por tanto afectar a la necesidad de éstos de sentir que viven en un mundo ordenadamente estructurado.
Uno de los estudios realizados por los investigadores reveló que, en periodo de elecciones, la fe en Dios aumenta. Este incremento se debe a que la gente, en momentos de inestabilidad general, busca instintivamente otra entidad superior que les ayude a restablecer su sentimiento de control.
Pero en un segundo estudio se constató que, a la inversa, este mismo mecanismo también funciona: si las creencias religiosas no son fuertes, la gente tiende a buscar en las estructuras políticas una forma de asegurarse un sentimiento similar.
Antes y después de unas elecciones
Según publica la Kellogg School of Management de la Universidad Northwestern en un comunicado, los investigadores Adam Galinsky, profesor de gestión y organizaciones de dicha escuela, Aaron Kay, de la Universidad de Waterloo, y otros colaboradores de la Universidad McGill, en Canadá, llevaron a cabo una serie de mediciones con diseños experimentales, de laboratorio, de campo, dependientes e independientes.
Estas mediciones habían sido diseñadas para demostrar que determinados sistemas externos de control pueden compensarse unos a otros.
En un primer estudio longitudinal de campo, llevado a cabo en Malasia, los investigadores analizaron el sentimiento de estabilidad gubernamental y la fe en un Dios controlador tanto antes como después de las elecciones.
Antes de éstas, la inestabilidad política era percibida como alta. En ese momento, se comprobó que la gente era más propicia a creer en un Dios controlador que inmediatamente después de las elecciones, una vez que el sentimiento de estabilidad política había sido restaurado.
Además, los investigadores han constatado que la creencia en Dios y en la política pueden ser intercambiables, es decir, que la población fortalece una u otra en función de la debilidad que perciban en ellas.
Necesidad de orden
Las elecciones son una parte corriente del panorama político de cualquier país, pero también representan un periodo de incertidumbre.
Eventos como éste pueden hacer tambalear los sentimientos de orden de los individuos de cualquier sociedad, y por tanto afectar a la necesidad de éstos de sentir que viven en un mundo ordenadamente estructurado.
Uno de los estudios realizados por los investigadores reveló que, en periodo de elecciones, la fe en Dios aumenta. Este incremento se debe a que la gente, en momentos de inestabilidad general, busca instintivamente otra entidad superior que les ayude a restablecer su sentimiento de control.
Pero en un segundo estudio se constató que, a la inversa, este mismo mecanismo también funciona: si las creencias religiosas no son fuertes, la gente tiende a buscar en las estructuras políticas una forma de asegurarse un sentimiento similar.
Antes y después de unas elecciones
Según publica la Kellogg School of Management de la Universidad Northwestern en un comunicado, los investigadores Adam Galinsky, profesor de gestión y organizaciones de dicha escuela, Aaron Kay, de la Universidad de Waterloo, y otros colaboradores de la Universidad McGill, en Canadá, llevaron a cabo una serie de mediciones con diseños experimentales, de laboratorio, de campo, dependientes e independientes.
Estas mediciones habían sido diseñadas para demostrar que determinados sistemas externos de control pueden compensarse unos a otros.
En un primer estudio longitudinal de campo, llevado a cabo en Malasia, los investigadores analizaron el sentimiento de estabilidad gubernamental y la fe en un Dios controlador tanto antes como después de las elecciones.
Antes de éstas, la inestabilidad política era percibida como alta. En ese momento, se comprobó que la gente era más propicia a creer en un Dios controlador que inmediatamente después de las elecciones, una vez que el sentimiento de estabilidad política había sido restaurado.
Adam Galinsky. Fuente: Kellogg School of Management.
Extremismo religioso y desorden político
En un segundo estudio, los científicos estudiaron a personas cuyos grados de religiosidad eran diversos.
De esta forma, comprobaron que aquellos participantes que tendían a creer que los científicos habían demostrado que Dios no intervenía en los asuntos mundanos mostraban niveles más altos de apoyo al gobierno, en comparación con otros participantes que tendían a creer que Dios jugaba un papel intervencionista en el mundo.
Para Galinsky, estos resultados pueden tener importantes implicaciones para la comprensión de la formación y de la fuerza de las creencias religiosas.
Kay añade que: “Aunque sin duda existen múltiples causas que originan las creencias religiosas, una de ellas podría ser el hecho de que la inestabilidad política provoque que la gente necesite más a Dios u otras entidades religiosas para satisfacer la necesidad de orden y control en sus vidas”.
Teniendo esto en cuenta, Kay concluye que las creencias religiosas fuertes, una gran implicación religiosa e, incluso, el extremismo religioso serían más propios de países en los que los gobiernos y otras instituciones seculares son menos estables.
Creencias compensatorias
Según explican los autores del estudio en un artículo publicado por el Journal of Personality and Social Psychology, la presente investigación parte de constataciones anteriores acerca de la flexibilidad de la confianza humana para dirigirse a fuentes de control diversas, tanto internas como externas.
Todas ellas tendrían un único fin: asegurar la creencia de que el mundo no funciona de manera aleatoria o al azar. Por otro lado, los científicos también tuvieron en consideración estudios previos que habían demostrado que cuando el control personal se ve amenazado, las personas tienden más a defender sistemas de control externos, como Dios o el gobierno.
Estas perspectivas teóricas sugerían que las creencias en Dios y en los sistemas gubernamentales, aunque en apariencia separadas, podrían tener una relación una con otra, tal y como se ha demostrado finalmente: la fe reducida en una de ellas provoca un aumento en la otra, y viceversa.
Los resultados obtenidos por los investigadores de la Universidad Northwestern concuerdan en parte con los de otras investigaciones, como el estudio llevado a cabo por la Universidad de York, en Toronto, en el que se reveló que la ansiedad y la incertidumbre pueden propiciar el fanatismo religioso, o la investigación de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), cuyos resultados sugieren que la crisis financiera global podría potenciar un aumento de la religiosidad en el mundo.
En un segundo estudio, los científicos estudiaron a personas cuyos grados de religiosidad eran diversos.
De esta forma, comprobaron que aquellos participantes que tendían a creer que los científicos habían demostrado que Dios no intervenía en los asuntos mundanos mostraban niveles más altos de apoyo al gobierno, en comparación con otros participantes que tendían a creer que Dios jugaba un papel intervencionista en el mundo.
Para Galinsky, estos resultados pueden tener importantes implicaciones para la comprensión de la formación y de la fuerza de las creencias religiosas.
Kay añade que: “Aunque sin duda existen múltiples causas que originan las creencias religiosas, una de ellas podría ser el hecho de que la inestabilidad política provoque que la gente necesite más a Dios u otras entidades religiosas para satisfacer la necesidad de orden y control en sus vidas”.
Teniendo esto en cuenta, Kay concluye que las creencias religiosas fuertes, una gran implicación religiosa e, incluso, el extremismo religioso serían más propios de países en los que los gobiernos y otras instituciones seculares son menos estables.
Creencias compensatorias
Según explican los autores del estudio en un artículo publicado por el Journal of Personality and Social Psychology, la presente investigación parte de constataciones anteriores acerca de la flexibilidad de la confianza humana para dirigirse a fuentes de control diversas, tanto internas como externas.
Todas ellas tendrían un único fin: asegurar la creencia de que el mundo no funciona de manera aleatoria o al azar. Por otro lado, los científicos también tuvieron en consideración estudios previos que habían demostrado que cuando el control personal se ve amenazado, las personas tienden más a defender sistemas de control externos, como Dios o el gobierno.
Estas perspectivas teóricas sugerían que las creencias en Dios y en los sistemas gubernamentales, aunque en apariencia separadas, podrían tener una relación una con otra, tal y como se ha demostrado finalmente: la fe reducida en una de ellas provoca un aumento en la otra, y viceversa.
Los resultados obtenidos por los investigadores de la Universidad Northwestern concuerdan en parte con los de otras investigaciones, como el estudio llevado a cabo por la Universidad de York, en Toronto, en el que se reveló que la ansiedad y la incertidumbre pueden propiciar el fanatismo religioso, o la investigación de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos), cuyos resultados sugieren que la crisis financiera global podría potenciar un aumento de la religiosidad en el mundo.