Larissa Tiedens
Los humanos somos los únicos seres vivos capaces de usar palabras, pero tenemos otras formas de comunicarnos con otros miembros del reino animal: el lenguaje corporal. Mientras que a un gorila le basta con golpearse el pecho para hacer notar que es el macho dominante, el equivalente humano puede ser, simplemente, ceñir el entrecejo.
La gente interactúa no verbalmente de forma constante. Pero, ¿qué impacto tiene la comunicación no verbal en la empresa? A este campo se dedica la profesora de la escuela de negocios de la Universidad de Standford Larissa Tiedens, cuya investigación más reciente ha intentado relacionar el lenguaje corporal y el liderazgo.
Tiedens sostiene que gracias a investigaciones como esta es posible mejor el liderazgo, porque desconocer el lenguaje no verbal puede ser, en un momento dado, una desventaja.
Aunque el ser humano intenta mostrar su superioridad de muchas maneras, el comportamiento no verbal es muy poderoso porque afecta a la gente con la que interactuamos en el ámbito subconsciente. “La gente nota y resiente la intimidación verbal, pero, por ejemplo, extender los brazos no se registra de la misma manera porque no se nota tanto”, comenta Tiedens en un artículo publicado en el Standford Business Magazine.
Uno de los puntos de partida para llegar a comprender cómo nos influye el lenguaje corporal ha sido estudiar qué uso hacen de él algunos animales. En concreto, el hecho de que algunas formas de comunicación no verbal puedan servir para dominar un grupo y crear una estructura jerárquica. “El comportamiento de los primates y otras especies es una gran oportunidad para reflexionar sobre qué ocurre en grupos humanos”.
Mejor con jerarquía
El profesor Frans de Waal ya demostró esta tendencia de algunas sociedades animales a crear jerarquías, en las que siempre había un sujeto dominante y otro dominado. Tiedens hizo un experimento para saber si en el ser humano también se repetía esta estructura de poder.
Para ello tomó a dos personas. A uno le fue dado desde el principio el papel de dominador y al otro de dominado, actuando sumisamente. El experimento demostró que los dos sujetos que participaron en él se sentían mejor cuando había entre ellos una estructura jerárquica, en lugar de cuando se presentaba una situación en la que los dos estaban al mismo nivel.
Tiedens estudió la relación que había entre la formación de esa estructura jerárquica y la comunicación corporal. Normalmente, la jerarquía no está muy bien vista y es tachada de antidemocrática, pero esta investigadora ve en ella muchas virtudes en el ámbito de la empresa.
“Las jerarquías definen las funciones, las responsabilidades y la división del trabajo, además aumentan la eficiencia”, comenta. Sostiene asimismo que, en situaciones que requieren una cooperación, más que una competición, los cometidos de cada persona en la organización se cumplen más rápidamente cuando hay una jerarquía. Sólo ve un pero en su teoría, y es que puede ser negativa para la creatividad.
Silicon Valley
Las empresas que empezaron en Sillicon Valley se caracterizaron por no tener una estructura, por dar voz y voto a todos los trabajadores, incluso se jactaban de ello. Sin embargo, fue inevitable que, poco a poco, se fueran abriendo en estas organizaciones estructuras jerárquicas informales.
Como recuerda Tiedens, el lenguaje corporal y las interacciones físicas puede crear líderes naturales en un grupo, que es lo que pasó en estas “startups”. Estas jerarquías, en cualquier caso, puede que no sean del todo beneficiosas para la empresa porque se desarrollan sin ningún pensamiento racional.
Hay muchos ejemplos de comportamientos dominantes que incluyen posiciones físicas que hacen aparecer a alguien por encima de los demás o más grande. Por ejemplo, sentarse sobre una mesa mientras otra persona lo hace en una silla o poner los brazos sobre las caderas. Algunas expresiones faciales también pueden ser percibidos como dominantes, especialmente aquellas que muestran enfado.
Pero también hay muchos comportamientos sumisos que están expresados corporalmente. Por ejemplo, arquear las cejas y separar los labios muestra expectación... pero también sumisión. Los brazos cruzados también se pueden interpretar como un signo de sumisión porque hace que la persona aparezca más pequeña y protegiéndose de algo.
Actuar para poder
La comunicación no verbal y la dominación tienen también sus implicaciones de género. Tiedens sostiene que los movimientos dominantes son típicamente masculinos, mientras que los gestos sumisos son más frecuentes en las mujeres. “Las mujeres son socializadas en este tipo de comportamientos”, apunta.
Para comprender mejor cómo hombres y mujeres usan la dominación, Tiedens se interesó por otros estudios realizados al respecto, como el llevado a cabo por Laurie Rudman de la Universidad de Rutgers, que llegó a la conclusión de que cuando una mujer usa un discurso agresivo tiene menos posibilidades de encontrar un trabajo. Este efecto se neutraliza, sin embargo, cuando en su discurso habla de que se preocupa por la gente.
La dominación puede ser poco recomendable en algunas situaciones, y no sólo para las mujeres. Por ejemplo en una entrevista de trabajo, cuando alguien está intentando entrar en una empresa. Igual que ocurre en el reino animal, cuando un individuo quiere entrar a formar parte de un grupo, éste se muestra en principio, sumiso. Si no fuera así, sería rechazado. Sin embargo, cuando se trata de ascender en el escalafón de la organización, Tiedens considera adecuado el comportamiento contrario: la dominación.
Tiedens no es la única profesora en la Universidad de Standford que ve un potencial enorme en el mundo de la empresa a un correcto uso del lenguaje no verbal. Así, Deborah Gruenfeld ha ideado una asignatura llamada “Actuar con poder” pensada para que los estudiantes de MBA sepan actuar para proyectar su autoridad a los demás. Gruenfeld piensa que actuar puede ser una herramienta muy útil para los alumnos porque les obliga a usar su voz, su cuerpo y su mente para cambiarse a sí mismos en una situación en la que tienen que jugar un papel determinado.
La gente interactúa no verbalmente de forma constante. Pero, ¿qué impacto tiene la comunicación no verbal en la empresa? A este campo se dedica la profesora de la escuela de negocios de la Universidad de Standford Larissa Tiedens, cuya investigación más reciente ha intentado relacionar el lenguaje corporal y el liderazgo.
Tiedens sostiene que gracias a investigaciones como esta es posible mejor el liderazgo, porque desconocer el lenguaje no verbal puede ser, en un momento dado, una desventaja.
Aunque el ser humano intenta mostrar su superioridad de muchas maneras, el comportamiento no verbal es muy poderoso porque afecta a la gente con la que interactuamos en el ámbito subconsciente. “La gente nota y resiente la intimidación verbal, pero, por ejemplo, extender los brazos no se registra de la misma manera porque no se nota tanto”, comenta Tiedens en un artículo publicado en el Standford Business Magazine.
Uno de los puntos de partida para llegar a comprender cómo nos influye el lenguaje corporal ha sido estudiar qué uso hacen de él algunos animales. En concreto, el hecho de que algunas formas de comunicación no verbal puedan servir para dominar un grupo y crear una estructura jerárquica. “El comportamiento de los primates y otras especies es una gran oportunidad para reflexionar sobre qué ocurre en grupos humanos”.
Mejor con jerarquía
El profesor Frans de Waal ya demostró esta tendencia de algunas sociedades animales a crear jerarquías, en las que siempre había un sujeto dominante y otro dominado. Tiedens hizo un experimento para saber si en el ser humano también se repetía esta estructura de poder.
Para ello tomó a dos personas. A uno le fue dado desde el principio el papel de dominador y al otro de dominado, actuando sumisamente. El experimento demostró que los dos sujetos que participaron en él se sentían mejor cuando había entre ellos una estructura jerárquica, en lugar de cuando se presentaba una situación en la que los dos estaban al mismo nivel.
Tiedens estudió la relación que había entre la formación de esa estructura jerárquica y la comunicación corporal. Normalmente, la jerarquía no está muy bien vista y es tachada de antidemocrática, pero esta investigadora ve en ella muchas virtudes en el ámbito de la empresa.
“Las jerarquías definen las funciones, las responsabilidades y la división del trabajo, además aumentan la eficiencia”, comenta. Sostiene asimismo que, en situaciones que requieren una cooperación, más que una competición, los cometidos de cada persona en la organización se cumplen más rápidamente cuando hay una jerarquía. Sólo ve un pero en su teoría, y es que puede ser negativa para la creatividad.
Silicon Valley
Las empresas que empezaron en Sillicon Valley se caracterizaron por no tener una estructura, por dar voz y voto a todos los trabajadores, incluso se jactaban de ello. Sin embargo, fue inevitable que, poco a poco, se fueran abriendo en estas organizaciones estructuras jerárquicas informales.
Como recuerda Tiedens, el lenguaje corporal y las interacciones físicas puede crear líderes naturales en un grupo, que es lo que pasó en estas “startups”. Estas jerarquías, en cualquier caso, puede que no sean del todo beneficiosas para la empresa porque se desarrollan sin ningún pensamiento racional.
Hay muchos ejemplos de comportamientos dominantes que incluyen posiciones físicas que hacen aparecer a alguien por encima de los demás o más grande. Por ejemplo, sentarse sobre una mesa mientras otra persona lo hace en una silla o poner los brazos sobre las caderas. Algunas expresiones faciales también pueden ser percibidos como dominantes, especialmente aquellas que muestran enfado.
Pero también hay muchos comportamientos sumisos que están expresados corporalmente. Por ejemplo, arquear las cejas y separar los labios muestra expectación... pero también sumisión. Los brazos cruzados también se pueden interpretar como un signo de sumisión porque hace que la persona aparezca más pequeña y protegiéndose de algo.
Actuar para poder
La comunicación no verbal y la dominación tienen también sus implicaciones de género. Tiedens sostiene que los movimientos dominantes son típicamente masculinos, mientras que los gestos sumisos son más frecuentes en las mujeres. “Las mujeres son socializadas en este tipo de comportamientos”, apunta.
Para comprender mejor cómo hombres y mujeres usan la dominación, Tiedens se interesó por otros estudios realizados al respecto, como el llevado a cabo por Laurie Rudman de la Universidad de Rutgers, que llegó a la conclusión de que cuando una mujer usa un discurso agresivo tiene menos posibilidades de encontrar un trabajo. Este efecto se neutraliza, sin embargo, cuando en su discurso habla de que se preocupa por la gente.
La dominación puede ser poco recomendable en algunas situaciones, y no sólo para las mujeres. Por ejemplo en una entrevista de trabajo, cuando alguien está intentando entrar en una empresa. Igual que ocurre en el reino animal, cuando un individuo quiere entrar a formar parte de un grupo, éste se muestra en principio, sumiso. Si no fuera así, sería rechazado. Sin embargo, cuando se trata de ascender en el escalafón de la organización, Tiedens considera adecuado el comportamiento contrario: la dominación.
Tiedens no es la única profesora en la Universidad de Standford que ve un potencial enorme en el mundo de la empresa a un correcto uso del lenguaje no verbal. Así, Deborah Gruenfeld ha ideado una asignatura llamada “Actuar con poder” pensada para que los estudiantes de MBA sepan actuar para proyectar su autoridad a los demás. Gruenfeld piensa que actuar puede ser una herramienta muy útil para los alumnos porque les obliga a usar su voz, su cuerpo y su mente para cambiarse a sí mismos en una situación en la que tienen que jugar un papel determinado.