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La biología desvela nuestra responsabilidad con los seres vivos

La evaluación del progreso biológico sólo puede hacerse con criterios ontológicos


El curso de la evolución ha marcado una mayor diversidad y complejidad en las formas de vida. El biólogo, sin salir de los límites de su disciplina, puede constatar el cambio y el sentido en que se produce, pero no si se ha dado o no progreso, ya que la evaluación del progreso biológico sólo puede hacerse con criterios ontológicos. Del conocimiento de los seres vivos, y del reconocimiento de su genuina e irreductible realidad, se obtienen indicaciones inmediatas acerca de su valor, de nuestros deberes respecto a ellos y de nuestra responsabilidad. Una ontología pluralista facilita bases racionales en las que apoyar nuestros deberes para con los vivientes. Por Alfredo Marcos.


Alfredo Marcos
22/02/2006

El origen de la vida. UCSC
El origen de la vida. UCSC
Podemos preguntarnos si a lo largo del proceso evolutivo se ha dado progreso desde formas de vida inferiores a formas de vida superiores. Es tanto como preguntarnos si en el mundo se han dado novedades ontológicas genuinas, como la vida, la percepción o la conciencia, y si esto ha hecho que el mundo sea mejor, más valioso.

Es decir: ¿se ha producido un progreso en la evolución del Universo? Por supuesto, aunque logremos afirmar la realidad del progreso evolutivo, nada garantiza que este proceso siga avanzando, y tampoco creo que haya nada necesario en lo que hasta hoy ha ocurrido.

En la evolución de los seres vivos se ha dado cambio, y cambio en un cierto sentido, desde seres sencillos hasta otros más complejos, desde unos pocos tipos de formas de vida hasta una prodigiosa diversidad. Todo ello se puede afirmar sin salir del ámbito de la biología.

El sentido, como señala Ayala, no se ha mantenido en todos los momentos del curso evolutivo, y en cualquier magnitud que observemos se han dado dientes de sierra. Por ejemplo, ha habido épocas de extinciones masivas, en las cuales podemos presumir que la diversidad de la vida decreció; así sucedió al final de la era primaria y al final de la secundaria.

Pero a pesar de los altibajos, en líneas generales, el curso de la evolución ha marcado una mayor diversidad y complejidad en las formas de vida. Nos queda por saber si el cambio en cierto sentido ha sido también un cambio a mejor. Si se diese podríamos hablar con propiedad y verdad de progreso evolutivo, y extraer de ahí las consecuencias éticas oportunas.

Diversos criterios

Se han propuesto muy diversos criterios de progreso evolutivo, crecimiento de la complejidad, de la diversidad, de la biomasa, del número de individuos vivos, del número de especies, de las capacidades de algunos de los vivientes... Todos estos criterios podrían funcionar sin salir del ámbito de la biología. Pero en cada caso podríamos preguntarnos: ¿Por qué es mejor que haya más biomasa en lugar de menos? ¿Por qué es mejor que se dé más diversidad que menos? Y así sucesivamente. En conclusión, según apunta Ayala, el aspecto axiológico del cambio, si la evolución ha sido a mejor, a peor o ha sido neutral, remite a criterios extrabiológicos.

El biólogo, sin salir de los límites de sus disciplina, puede constatar el cambio y el sentido en que se produce, pero no si se ha dado o no progreso. En mi opinión, la evaluación del progreso biológico sólo puede hacerse con criterios ontológicos.

Así, ya el mismo surgimiento de un viviente, por su capacidad para tener fines y sustentar valores, puede ser tenido por un progreso en la historia del Cosmos, y en la medida en que aparecen seres con mayor autonomía, más integrados y unitarios, con una mayor flexibilidad comportamental y capacidad de anticipación y de iniciativa, con una mayor conciencia de su entorno, incluso con posibilidad de percibir y de sentir placer y dolor, y, en el extremo, seres capaces de conciencia moral y autoconciencia, en esa medida podemos considerar que se ha dado progreso evolutivo, que la naturaleza ha visto surgir en su seno seres nuevos y más valiosos.

Pues bien, cuanto más valioso es un ser, más apremiante es nuestro deber moral ante el mismo. Cabe afirmar que un viviente puede ser más valioso que cualquier ser no vivo, un animal más que una planta, y dentro de los animales se da una gradación en función de sus capacidades sensomotoras, en función de su nivel de conciencia y de su capacidad para verse afectados por algún tipo de sentimientos y emociones.

Huella primigenia

Podemos obtener conocimiento empírico sobre todo ello a partir de las investigaciones genéticas, neurofisiológicas y psicológicas. Tanto el genoma como el sistema nervioso constituyen las bases físicas de esa plasticidad y de esas capacidades, son los soportes físicos de la información y son también la base de la integración y comportamiento de cada organismo.

Hay que observar que la huella de los primeros pasos evolutivos se conserva en los organismos posteriores. Así, dependemos de la comunicación química todos los vivientes, por ejemplo para la diferenciación celular, y está presente en nuestro sistema endocrino y nervioso.

Por otro lado, la información necesaria para el desarrollo de sistemas de comunicación no deja de estar codificada en el genoma. Los sistemas nerviosos más elementales, como el de los celentéreos, están constituidos por pequeños arcos sensomotores con gran independencia entre sí.

Posteriormente surge en varias líneas evolutivas una coordinación y comunicación entre
módulos, aunque muchas funciones sigan estando repartidas en los distintos segmentos del cuerpo, como sucede en los anélidos. Más tarde surgen sistemas nerviosos más centralizados que se diversifican en una brillante radiación adaptativa. Los cordados y en especial los vertebrados son organismos cada vez más integrados, sus partes están más coordinadas, más interrelacionadas.

Responsabilidad biológica

Un estudio de la evolución del sistema nervioso desde esta perspectiva ofrecería una buena base para discutir sobre el progreso evolutivo. De aquí se sigue – como parece sensato a primera vista - que del conocimiento de los seres vivos, y del reconocimiento de su genuina e irreductible realidad, se obtienen indicaciones inmediatas acerca de su valor, de nuestros deberes respecto a ellos y de nuestra responsabilidad.

De modo más concreto, el daño o eliminación de un viviente siempre y en todo caso es una pérdida en el orden del ser y por lo tanto un mal. Por supuesto, las nociones de bien y mal sólo cobran un sentido moral en el caso de que el agente pueda tomar decisiones libres. Carece de sentido imputar el mal al león que caza o al parásito que daña a su huésped. Pero los humanos no podemos obviar el aspecto moral de nuestras decisiones.

En resumen, podemos decir que una ontología pluralista facilita bases racionales en las que apoyar nuestros deberes para con los vivientes, puesto que reconocemos que realmente existen vivientes, y que estos realmente pueden sentir, percibir, sufrir dolor y ser realmente conscientes de este sufrimiento, mientras que una ontología reduccionista es incapaz de generar argumentos racionales a favor del respeto a los vivientes, ya que considera sus características más conspicuas, incluida la capacidad perceptiva, la posibilidad de padecer dolor y la conciencia, como reductibles a procesos básicos de carácter neuronal o incluso físico-químico.

El dolor químico

El dolor sería “meramente” un fenómeno químico, o el dolor se reduciría a sus aspectos conductuales observables desde la perspectiva llamada de la tercera persona. Incluso el animal “no sería más que” un conjunto de moléculas y átomos. ¿Qué imperativo moral podría obligarnos a preservar una cierta configuración de átomos, o a impedir una pauta bioquímica, o conductual o computacional, llamémosla o no dolor?

Desde la perspectiva del reduccionismo ontológico tenemos, pues, que conformarnos con fundamentar nuestras intuiciones morales más evidentes y compartidas - “en la medida de lo posible no hay que producir dolor ni muerte” - sobre una base sentimental. Queda como única base de la moral mi sentimiento de compasión.

De hecho, tenemos la constancia histórica de que una filosofía reduccionista, como fue el positivismo, iba de la mano de una ética emotivista. Si no creemos en la irreductible realidad de la percepción y de la conciencia, difícilmente podemos dar base racional y objetiva a nuestra intuición moral de que no debemos producir gratuitamente dolor y sufrimiento a ningún viviente.






Alfredo Marcos es profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Valladolid. Ponente de la Segunda Sesión Básica del Seminario de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión, celebrada el pasado 17 de febrero en Madrid. Este texto es un resumen elaborado por nuestra Redacción a partir del Documento Marco del profesor Marcos. Se publica con autorización.



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1.Publicado por bianor el 24/02/2006 20:14
No me acuerdo del pensador que dijo lo de que el siglo XXI,será religioso o no será.La unión de ciencia y religión dos hermanas que se llevaban a matar-pienso- , es lo que hará este mundo habitable para nuestros descendientes.Como aquí se insinua la ciencia sin amor nos lleva\" la bomba\" , a la devastación.

2.Publicado por Jordi el 25/02/2006 21:11
Cuando se intenta "fabricar " tesis filocientíficas y además desde fuera de la Ciencia, ya puede estar uno preparado para las múltiples "trampas " dialécticas sobre las que se intenta sostener y proyectar "ideología".En primer lugar, cabe decir que la idea de progreso en la evolución es completamente ajena al ámbito científico. Nunca he tenido conocimiento que ninguna institución científica seria lo sostenga, aunque a título personal todo el mundo conoce casos pintorescos sobre esta cuestión.Estamos expuestos a tantos factores aleatorios, caída de asteroides, explosión de una supernova, explosión de rayos gamma, paso de un agujero negro ,etc,etc que cualquiera de ellos pondría la discusión sobre el progreso en cero, en el único lugar que conocemos donde ha surgido vida.Bajo la conclusión de que no se debe producir dolor a seres vivientes se nos intenta introducir premisas bastantes inconsistentes.Se dice: " el mismo surgimiento de un viviente, por su capacidad para tener fines y sustentar valores, puede ser tenido por un progreso en la historia del Cosmos". Ya tenemos la trampa consumada. Ahora sólo falta definir esos "valores" desde la ideología de turno. Habría que empezar por las bacterias y seguir con todo lo demás, incluídos mejillones y lapas, y así hasta llegar hasta nosotros.Es decir, "y, en el extremo, seres capaces de conciencia moral y autoconciencia, en esa medida podemos considerar que se ha dado progreso evolutivo" . Como han dicho otros, antes que yo, si estamos pensando en la especie humana volvemos a adjudicar a nuestra especie unos atributos desmesurados, que más parecen reservados a una especie extraterrestre que a la nuestra. Se olvidan nuestros condicionantes biológicos y se olvida nuestra historia. Serían necesarios varios artículos para desplegar todo ello, pero basta leer lo diarios o escuchar los noticiarios televisivos para entender la idea de "progreso humano" . O simplemente, comtemplar los "programas televisivos de ocio" para deleitarnos del enorme progreso individual habido en nuestras sociedades del bienestar.Cierto que en la historia humana ha habido momentos excelsos de creatividad, dignos de admiración, pero conviven con los más terribles y espantosos, que todos podemos recordar y que nos sitúan entre las especies más peligrosas evolucionadas.Por tanto, hay que sopesar y contrastar mucho las hipótesis para lanzarlas alegremente, cualquiera que sea el nivel en que nos situemos.

3.Publicado por luis el 26/02/2006 03:24
De acuerdo con el comentario de Bianor.-Deseo agregar que la evolución, creo nos va entregando lentamente las riendas que la conducen, a medida que vamos introyectándonos en sussecretos evolutivos, que no son otros que genoma, proteoma, biología molecular, ingeniería genética, nanotecnología, física cuántica, etc., etc.-Este parecería por ahora ser el curso de los acontecimientos evolutivos.-La gran duda es hacia donde conduce ese camino: a lograr un sertranshumano o a eliminar la especie.-Esto parece depender ahora, de nuestro libre albedríocon las reservas del caso.-Aproyemos las ciencias para mitigar, con creatividad, el sufrimiento humano.-Ciencia cosmo global.-

4.Publicado por CARLOSSEGUY el 22/02/2008 16:52
ES MERITORIO EL ESFUERZO DE LOS CIENTIFICOS, DE LOGRAR DESENTRAÑAR EL ORIGEN DE LA VIDA. PREGUNTA QUE TODOS LOS HOMBRES NOS HACEMOS ALGUNA VES EN LA VIDA.
PERO ES INUTIL TRATAR DE BUSCARLA SOLO POR EL CAMINO MATERIAL.

PODRIA QUIZAS UN COMPUTADOR BUSCAR SU ORIGEN? Y SU EVOLUCION?
EL PORQUE TIENE CHIPS. O QUE FUE LO QUE GENERO SU TRANSFORMADOR, O EL ALMA QUE LE DA VIDA LLAMADA ELECTRICIDAD?.

nUNCA LA ENCONTRARA PORQUE EL ORIGEN Y EVOLUCION DE UNA COMPUTADORA ESTA EN LA MENTE DEL HOMBRE U HOMBRES QUE LE DIERON ORIGEN.

!!ENTONCES COMO EL SER HUMANO NO SE DA CUENTA DE QUE HAY UNA MENTE O MENTES CREADORAS QUE DIERON ORIGEN A TODO LO EXISTENTE..
PODREMOS LLAMARLE DIOS O CREADOR, O ENERGIA UNIVERSAL O COMO QUERRAMOS, PERO ES ALLI DONDE DEBEMOS BUSCAR. NO PENSEMOS QUE ES EL DIOS CREADO POR LAS RELIGIONES, ( QUE SE ADUEÑARON DE ESE DIOS EGOISTAMENTE). SINO DEL CREADOR UNIVERSAL QUE NO DIO NI OTORGO CONTRATO A NINGUN HOMBRE PARA UTILIZARLO.
LA UNICA MANERA ES LA EVOLUCION DE LA INTELIGANCIA Y CUANDO ESTE MADURA PARA
ENCONTRAR LA RESPUESTA LO HALLARA DENTRO DE SI MISMO.
SOLO POR ESE CAMINO ENCONTRARA SU ORIGEN Y EL DE LA VIDA.
LOGRANDO CONOCIMIENTOS DE SU SER INTERIOR Y TRASCENDIENDO PACIENTEMENTE ETAPAS EVOLUTIVAS.