El telescopio especial Hubble de la NASA y la ESA ha fotografiado la nunca vista desintegración de un asteroide, que se fragmentó en hasta diez piezas pequeñas.
Aunque ya se había visto cómo los núcleos de los cometas se desintegran al acercarse al Sol, hasta ahora no se había conocido un fenómeno parecido para el caso de los asteroides. Además, el objeto celeste desintegrado, conocido como P/2013 R3, tampoco había sido observado con anterioridad en el cinturón de asteroides.
"Se trata de una roca. Verla desmoronarse ante nuestros ojos ha sido bastante asombroso", explica David Jewitt, de la Universidad de California en los Ángeles (EEUU), en un comunicado de la web del Hubble de la ESA. Jewit ha sido el director de la presente investigación.
Diez fragmentos, y diez colas
El asteroide desintegrado fue identificado por vez primera como un objeto extraño y difuso, el pasado 15 de septiembre de 2013, por los instrumentos de rastreo del espacio Catalina y Pan- STARRS.
El uno de octubre, observaciones de seguimiento realizadas sobre él con el Telescopio Keck de Mauna Kea, Hawai, revelaron además tres cuerpos moviéndose al unísono, integrados en una nube de polvo que tenía casi el mismo diámetro que la Tierra.
Estas observaciones despertaron el interés de los astrónomos, que decidieron analizar el asteroide en profundidad con el telescopio Hubble, que tiene una resolución superior.
Así se constató que lo que en realidad había eran diez objetos distintos, cada uno de ellos con una cola de polvo similar a la de los cometas. Los cuatro fragmentos rocosos de mayor envergadura tienen hasta 200 metros de radio, alrededor de dos veces la longitud de un campo de fútbol.
Los datos de Hubble mostraron además que esos fragmentos se están alejando unos de otros a un ritmo de 1,5 kilómetros por hora, esto es, más despacio que una persona al pasear.
Aunque ya se había visto cómo los núcleos de los cometas se desintegran al acercarse al Sol, hasta ahora no se había conocido un fenómeno parecido para el caso de los asteroides. Además, el objeto celeste desintegrado, conocido como P/2013 R3, tampoco había sido observado con anterioridad en el cinturón de asteroides.
"Se trata de una roca. Verla desmoronarse ante nuestros ojos ha sido bastante asombroso", explica David Jewitt, de la Universidad de California en los Ángeles (EEUU), en un comunicado de la web del Hubble de la ESA. Jewit ha sido el director de la presente investigación.
Diez fragmentos, y diez colas
El asteroide desintegrado fue identificado por vez primera como un objeto extraño y difuso, el pasado 15 de septiembre de 2013, por los instrumentos de rastreo del espacio Catalina y Pan- STARRS.
El uno de octubre, observaciones de seguimiento realizadas sobre él con el Telescopio Keck de Mauna Kea, Hawai, revelaron además tres cuerpos moviéndose al unísono, integrados en una nube de polvo que tenía casi el mismo diámetro que la Tierra.
Estas observaciones despertaron el interés de los astrónomos, que decidieron analizar el asteroide en profundidad con el telescopio Hubble, que tiene una resolución superior.
Así se constató que lo que en realidad había eran diez objetos distintos, cada uno de ellos con una cola de polvo similar a la de los cometas. Los cuatro fragmentos rocosos de mayor envergadura tienen hasta 200 metros de radio, alrededor de dos veces la longitud de un campo de fútbol.
Los datos de Hubble mostraron además que esos fragmentos se están alejando unos de otros a un ritmo de 1,5 kilómetros por hora, esto es, más despacio que una persona al pasear.
Causa subyacente
El asteroide P/2013 R3 comenzó a dividirse a principios del año pasado, pero las últimas imágenes tomadas muestran que nuevas piezas todavía siguen emergiendo de él, algo que nunca antes se había observado.
"Esto es una cosa muy extraña", reconoce Jessica Agarwal, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar de Alemania, y coautora del estudio. "La desintegración podría tener muchas causas distintas, pero las observaciones del Hubble son lo suficientemente detalladas como para que podamos identificar el proceso que es realmente responsable".
El continuo descubrimiento de más fragmentos de asteroide señala que es poco probable que el P/2013 R3 se haya desintegrado como consecuencia de una colisión con otro asteroide. De haber sido así, la desintegración habría sido instantánea y violenta.
También es poco probable que el asteroide se esté desmoronando por la presión de los hielos que, en su interior, se estuviesen calentando y evaporando. El objeto en cuestión es demasiado frío como para que sus hielos sublimen de manera significativa, y es de suponer que el P/2013 R3 ha mantenido su distancia del Sol, de casi 480 millones de kilómetros, durante gran parte de la vida del
Sistema Solar.
Esto deja un escenario en el que el asteroide se estaría desintegrando debido a un sutil efecto de la luz solar sobre él. Esta luz habría causado un aumento lento de si velocidad de rotación a lo largo del tiempo.
La posibilidad de desintegración por este fenómeno de aceleración de la rotación -conocido como efecto YORP - ha sido discutida por los científicos desde hace varios años pero, hasta ahora, nunca se había observado de manera fiable.
Condiciones necesarias
Para que la desintegración haya sido posible, el P/2013 R3 debe tener un débil interior fracturado, probablemente como resultado de numerosas colisiones antiguas y no destructivas con otros asteroides.
Se cree que la mayoría de los asteroides pequeños han sido severamente dañados de esta manera, generando en ellos una estructura interna que sería como una "pila de escombros". Probablemente, el propio P/2013 R3 sea el producto de la rotura por colisión de un cuerpo más grande, acaecida en algún momento de los últimos mil millones de años.
"Este es el último de una serie de descubrimientos de asteroides extraños, entre los que se encuentra el asteroide P/2013 P5 ”, explica Agarwal. Este otro cuerpo celeste, descubierto por el telescopio Pan-STARRS el 27 de agosto de 2013, tiene seis colas parecidas a cometas que se sospecha son flujos de material expulsados por el propio asteroide.
Estos hallazgos indicarían “que el Sol puede jugar un papel importante en la desintegración de estos pequeños cuerpos del Sistema Solar, al ejercer presión sobre ellos a través de su luz”, añade la investigadora.
El material remanente del P/2013 R3, con un peso de 200.000 toneladas , proporcionará una fuente rica de meteoroides en el futuro (los meteroides son cuerpos menores del Sistema Solar de entre 100 µm y 50 m de diámetro, como máximo). La mayoría de ellos se precipitarán finalmente contra el Sol, pero una pequeña fracción de esos residuos algún día podría atravesar el cielo terrestre en forma de meteoros.
El asteroide P/2013 R3 comenzó a dividirse a principios del año pasado, pero las últimas imágenes tomadas muestran que nuevas piezas todavía siguen emergiendo de él, algo que nunca antes se había observado.
"Esto es una cosa muy extraña", reconoce Jessica Agarwal, del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar de Alemania, y coautora del estudio. "La desintegración podría tener muchas causas distintas, pero las observaciones del Hubble son lo suficientemente detalladas como para que podamos identificar el proceso que es realmente responsable".
El continuo descubrimiento de más fragmentos de asteroide señala que es poco probable que el P/2013 R3 se haya desintegrado como consecuencia de una colisión con otro asteroide. De haber sido así, la desintegración habría sido instantánea y violenta.
También es poco probable que el asteroide se esté desmoronando por la presión de los hielos que, en su interior, se estuviesen calentando y evaporando. El objeto en cuestión es demasiado frío como para que sus hielos sublimen de manera significativa, y es de suponer que el P/2013 R3 ha mantenido su distancia del Sol, de casi 480 millones de kilómetros, durante gran parte de la vida del
Sistema Solar.
Esto deja un escenario en el que el asteroide se estaría desintegrando debido a un sutil efecto de la luz solar sobre él. Esta luz habría causado un aumento lento de si velocidad de rotación a lo largo del tiempo.
La posibilidad de desintegración por este fenómeno de aceleración de la rotación -conocido como efecto YORP - ha sido discutida por los científicos desde hace varios años pero, hasta ahora, nunca se había observado de manera fiable.
Condiciones necesarias
Para que la desintegración haya sido posible, el P/2013 R3 debe tener un débil interior fracturado, probablemente como resultado de numerosas colisiones antiguas y no destructivas con otros asteroides.
Se cree que la mayoría de los asteroides pequeños han sido severamente dañados de esta manera, generando en ellos una estructura interna que sería como una "pila de escombros". Probablemente, el propio P/2013 R3 sea el producto de la rotura por colisión de un cuerpo más grande, acaecida en algún momento de los últimos mil millones de años.
"Este es el último de una serie de descubrimientos de asteroides extraños, entre los que se encuentra el asteroide P/2013 P5 ”, explica Agarwal. Este otro cuerpo celeste, descubierto por el telescopio Pan-STARRS el 27 de agosto de 2013, tiene seis colas parecidas a cometas que se sospecha son flujos de material expulsados por el propio asteroide.
Estos hallazgos indicarían “que el Sol puede jugar un papel importante en la desintegración de estos pequeños cuerpos del Sistema Solar, al ejercer presión sobre ellos a través de su luz”, añade la investigadora.
El material remanente del P/2013 R3, con un peso de 200.000 toneladas , proporcionará una fuente rica de meteoroides en el futuro (los meteroides son cuerpos menores del Sistema Solar de entre 100 µm y 50 m de diámetro, como máximo). La mayoría de ellos se precipitarán finalmente contra el Sol, pero una pequeña fracción de esos residuos algún día podría atravesar el cielo terrestre en forma de meteoros.