Tendencias 21
   




¿Es la espiritualidad una dimensión de la biología?

Andrés Moya, presidente de la Sociedad Española de Biología Evolutiva, reflexiona sobre este punto


Desde el ámbito de las ciencias de la naturaleza, empieza a hablarse de la espiritualidad como una dimensión de la realidad viva. Y eso a pesar de que el cientificismo reduccionista defiende la superioridad de las ciencias de la naturaleza sobre las humanidades. Esta postura, sin embargo, ha sido superada por Stephen Jay Gould y Edward O. Wilson. Ahora, un ensayo del genetista Andrés Moya, presidente de la Sociedad Española de Biología Evolutiva (SESBE), reflexiona sobre este punto y se sitúa en este debate abierto desde hace medio siglo. Por Leandro Sequeiros.


Leandro Sequeiros
28/07/2015

Andrés Moya. Fuente: Universidad de Valencia.
Andrés Moya. Fuente: Universidad de Valencia.
La revista Vida Nueva, en el número correspondiente al intervalo  del 14 al 20 de febrero de 2015, el número 2929, en la página 47, en el capítulo de “Libros Fe-Ciencia ” ofrece una recensión del ensayo “Biología y Espíritu ”, del genetista Andrés Moya, con el título  “Una renovada vía de diálogo”. Está firmada por José Ramón Amor. Inicia el comentario con elogios a la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad Comillas (gracias, por lo que nos toca!!!). La recensión finaliza con estas palabras: “Tal vez el punto menos estudiado sea el de la espiritualidad, por lo que – en mi opinión – lo menos acertado de esta obra es, precisamente, el título de la misma”.
 
Pero ¿es esto así? ¿Se ha marginado el tema de la espiritualidad del contenido del libro? ¿Qué concepto de espiritualidad esperaba encontrar el autor de la recensión? ¿No se trata de un caso de reduccionismo aplicado a una experiencia tan honda como es la de la espiritualidad?
 
La espiritualidad es pluriforme
 
En repetidas ocasiones hemos acudido en nuestra revista al tema siempre sugerente y pluriforme de la espiritualidad. En un reciente ensayo, Los humanos, la espiritualidad y la evolución cósmica (Les humains, la spiritualité et l’évolution cosmique) de David Molineaux, describe la espiritualidad de un modo similar al del libro que comentamos. Escribe: “Cuando se habla de espiritualidad, la tendencia habitual moderna es de suponer que se trata de una cualidad específicamente humana. Aquí quiero sugerir que es posible entender la espiritualidad en un sentido mucho más amplio, como atributo esencial de todos los seres en el Universo, desde un átomo a un alerce o a una galaxia”.
           
Y más adelante: “Para el mundo moderno en general, esta idea parece extraña: un supuesto más o menos universal de nuestra cultura es que sólo los humanos tenemos conciencia y sentir, y por ende espiritualidad. Esta percepción refleja el dualismo que heredamos de algunas vertientes de la tradición intelectual occidental, y que se expresaba con mucha nitidez en el pensamiento de René Descartes, uno de los grandes arquitectos de la cosmovisión moderna. Para el cartesianismo, sólo la mente humana es consciente; el mundo de la naturaleza obedece a leyes estrictamente mecánicas. Ni siquiera los animales tienen sensibilidad: si golpeamos a un perro, el animal emite chillidos; pero estos sonidos son como el chirriar de una máquina mal lubricada”.
           
Y prosigue: “En la ciencia contemporánea, sin embargo, están naciendo paradigmas nuevos. Basta recordar la irrupción, en el siglo XX, de la teoría de la relatividad, la física cuántica, la teoría de sistemas, y la teoría del caos. Como todos sabemos, una de las novedades científicas más fundamentales del siglo XX fue la teoría del llamado «Big Bang», la cual postula que el Universo nació hace unos 14 mil millones de años desde un punto infinitesimal y casi infinitamente denso y caliente; y que desde entonces se ha ido expandiendo, enfriando y… transformando”.
 
Recuperar la espiritualidad desde otro paradigma
 
Para intentar recuperar el sentido de la espiritualidad en un mundo pluricultural e interreligioso, acudimos al Exordio del ensayo de Andrés Moya, “Biología y Espíritu. Se trata de un extenso y denso prólogo firmado por Diego Bermejo, profesor de la Universidad de Deusto, y ya conocido de los seguidores de Tendencias21 de las Religiones en el que sitúa el texto de Andrés Moya (que puede no ser bien comprendido por no científicos) en su verdadera dimensión.     

Bermejo ha leído y estudiado detenidamente la obra filosófica de Andrés Moya y resitúa el sentido que confiere a la espiritualidad en su marco apropiado (en un reciente artículo de Tendencias21 de las Religiones, Bermejo también explica la obra de Moya).

Biografía académica

Andrés Moya cursó simultáneamente los estudios de Biología y Filosofía en la Universidad de Valencia. Obtuvo el doctorado en Biología en 1983 y el de Filosofía, con premio extraordinario, en 1988 por la misma entidad académica. En 1986 formó el grupo de Genética Evolutiva del Departamento de Genética de la Universidad de Valencia, de la cual es catedrático desde 1993.

Fue director de este departamento entre 1995 y 1998. Además, ha sido promotor del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València, el cual dirigió desde 1998 hasta 2010; del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) y del Consejo Superior de Investigación y Salud Pública de Valencia. Es miembro de varias sociedades científicas internacionales y del consejo editorial de revistas. Ha sido miembro del Consejo de la Sociedad Europea de Biología Evolutiva y es presidente de la Sociedad Española de Biología Evolutiva. Además, es miembro del Consejo Asesor de la Cátedra de Divulgación de la Ciencia de la Universidad de Valencia.

Ha recibido diversos premios y reconocimientos: premio Ciutat de Barcelona de Investigación Científica 1996; Diario Médico 2006, Diploma del Presidente de la Generalitat Valenciana por investigación biomédica 2010 y Premio Nacional de Genética 2012. Es miembro de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia desde 1998.

Además de sus publicaciones estrictamente científicas, realiza un trabajo intenso de divulgación científica a través de revistas y organismos (Mètode, SESBE) y ensayos, entre los que destacamos: Naturaleza y futuro del hombre, Pensar desde la ciencia, Evolución, Simbiosis o el presente Biología y Espíritu, cuya referencia completa puede verse en la bibiolografía final.

Andrés Moya, un científico melancólico

Con el título “Andrés Moya, un científico melancólico ”, Diego Bermejo escribe: “Die Wissenschaft denkt nicht” (“La ciencia no piensa”) sentenció Heidegger (Martin Heidegger, Was heisst Denken?, in: Id., Vorträge und Aufsätze, Neske, Stuttgart, 1997, p. 127)“ “La razón es simple: porque ha reducido la realidad a cosa y la relación del hombre con el mundo a una relación cosificante en la que no cabe ya la pregunta por el ser y su sentido, sino el cálculo objetivo. Para el filósofo alemán no se puede pensar desde la ciencia, aunque la ciencia remite necesariamente a “otro lugar”, al terreno del pensar poético. Y esta remitencia dejaría en evidencia el abismo insuperable que media entre ambos. Heidegger estaría insinuando que habría que abandonar la lógica occidental del pensar objetivante, dar cuenta del desarrollo de este modo de pensar y abrirse al ser, que no se deja demostrar sino solo mostrar, en los indicios poéticos de un lenguaje referido a sí mismo como casa propia en la que habita el ser humano. En el fondo late la cuestión de cuál es el lugar propio del pensamiento, si las ciencias o las humanidades; un viejo debate cuya solución,  intuyó Heidegger, vendría de más allá de las versiones habituales del cientificismo y del humanismo, y que Andrés Moya cree superado, gracias a Darwin y a la teoría de la evolución”.
 
Retomar el debate sobre las dos culturas
           
El punto de partida para entender rectamente el texto de Andrés Moya debe situarse en el debate abierto de hace medio siglo sobre la superación del antagonismo entre las dos culturas: la humanista y la científica. Moya apuesta por considerarse científico y humanista. Y eso es posible y necesario.
 
Siguiendo el hilo de Diego Bermejo, “Snow popularizó con la expresión “las dos culturas” el divorcio existente entre las dos mentalidades en que creía ver cristalizado el modo de ser occidental, la humanística y la científica, y apuntó a la posibilidad de una “tercera cultura”, que Brockman pensó “más allá de la revolución científica” y que superaría el puente entre las dos anteriores [C. P. Snow, The Two Cultures, Cambridge UP, Cambridge, 2001 [or. 1959]. J. Brockman, The Third Culture. Beyond the Scientific Revolution, Simon and Schuster, New York, 1995 (La tercera cultura, Busquets, Barcelona , 1996)”.
           
Desde nuestro punto de vista, las tesis de Brockman han ido derivando hacia un cientificismo reduccionista que proclama la superioridad de las ciencias de la naturaleza sobre las humanidades. De modo que las humanidades han sido abducidas por las ciencias. Pero esta postura parece haber sido superada. Primero fue superada por Stephen Jay Gould y más cercanamente por Edward O. Wilson  en su último libro “El significado de la existencia humana ”.
           
“Entre cientificismo (prosigue Bermejo) –solo materia y, por tanto, solo ciencia: superioridad y exclusividad de las “ciencias de la naturaleza” (Naturwissenschaften) en la obtención de conocimiento objetivo por medio del método científico empírico/positivo– y humanismo –solo espíritu y, por tanto, superioridad y singularidad de las “ciencias del espíritu” (Geistwissenschafen) para dotar de singularidad al ser humano respecto de los otros seres a partir del lenguaje y la simbolización– existe un territorio mestizo, propiciado por el avance de las recientes ciencias de la vida y la teoría de la evolución, que obliga a pensar desde la ciencia cuestiones que parecían patrimonio exclusivo de las humanidades: la naturaleza y sentido del ser humano y de la vida”.
 
El naturalismo parecía triunfar sobre las humanidades
           
El profesor Diego Bermejo explora el territorio de las ciencias de la naturaleza, excesivamente volcadas hacia posturas naturalistas: “La revolución copernicana que permitió someter a observación y experimento al mundo inanimado, materia muerta, explicándolo a partir de leyes físicas, ha culminado en la revolución darwiniana, que se atrevía a explicar el mundo vivo como materia viva, incluida la materia humana, a partir de leyes biológicas y evolutivas, un terreno que en principio parecía vedado a la ciencia experimental”.
           
Y continúa: “Con ello la especie humana pasaba a formar parte de la historia de la vida en unidad de destino azaroso con el resto de las especies vivas. A partir de entonces, las preguntas metafísicas sobre el ser humano y la vida pasan inexorablemente por la ciencia, por los hallazgos biológicos en biología molecular y evolutiva, biogénetica, bioquímica, neurobiología, sociobiología, psicología evolutiva, biocomputerización, etc. Y, en el ámbito de la biología, sabemos desde Dobzhanski que “nada tiene sentido sino a la luz de la teoría de la evolución” [Th. Dobzhansky, Genetics of Evolutionary Process, Columbia UP, New York, 1970: “…in biology, nothing makes sense except in the light of evolution”]”.
 
¿Ha muerto la metafísica?
           
Según Bermejo, la acusación de cientificismo dirigida contra la ciencia, con la intención de descalificarla globalmente en cuanto instancia válida para dar razón de la singular condición humana, descansa frecuentemente, además de en otras razones pertinentes, en la ignorancia proverbial que demuestran los humanistas en cuestiones de ciencia. Ignorancia similar –también urge decirlo– a la que demuestran científicos en cuestiones humanísticas, descalificadas precipitadamente como cuestiones sin sentido porque no se dejan reducir al lecho de Procusto del método empírico.
           
Nos movemos ahora en un terreno bien conocido por Bermejo que ha sido editor de un extenso volumen interdisciplinar: Pensar después de Darwin. Ciencia, filosofía y teología en diálogo (Sal Terrae, Universidad Comillas, 2014). Defender la posibilidad filosófica de un diálogo y de un encuentro entre epistemologías aparentemente irreductibles, es un reto que afronta con valentía.
           
“Contra este desencuentro, poco ilustrado, -prosigue- se multiplican en la actualidad los ejemplos de científicos que se “atreven” a hacer filosofía y de filósofos que se “convierten” a la ciencia. Andrés Moya muestra su convencimiento de que se debe y se puede superar ese hiato profundo entre las dos almas en que habría desembocado nuestra cultura occidental, a partir, sobre todo, de los avances que la biología evolutiva, y en general las ciencias de la vida, podrían proporcionar como territorio común sobre el que pensar y desde el que pensar”.

La ciencia como protofilosofía
 
El refugio tradicional en “lo inefable”, estrategia para salvar un reducto propiamente humanístico y sustraído a la ciencia positiva, se desvela y se deja explicar científicamente: “La ciencia se convierte, de forma creciente, en permanente ganadora de terreno al mar de lo inefable”, porque “desde la ciencia ″se puede interpretar″ el conocimiento general” (A. Moya, Pensar desde la ciencia, o. c., p. 71).

La inversión demandada –pensar desde la ciencia– descansa, para Moya, en la constatación creciente de que la ciencia no es “una forma más de conocimiento”, desacreditada además por la mentalidad humanística como forma particular y metodológicamente reduccionista; sino la forma esencial del conocimiento como tal y base explicativa del funcionamiento de las otras.
 
La ciencia podría convertirse en protofilosofía, en filosofía primera, que Moya denomina “metafilosofía” o “metafilosofía científica”: no una filosofía de la ciencia que otorgaría papel preponderante sobre la ciencia a la filosofía considerada como metalenguaje, sino una ciencia de la filosofía o metafilosofía científica que piensa la realidad, la verdad y el conocimiento desde la teoría/hecho de la evolución como punto de partida y clave explicativa de nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos, de nuestras ideas y de nuestros comportamientos, de nuestras teorías y sistemas culturales, éticos, artísticos y religiosos.
 
Pensamiento en evolución
           
El mismo Moya describe la evolución de su pensamiento a partir de sus últimos libros, fundamentalmente biofilosóficos, en los que pretende hacer, más que filosofía de la biología, biología de la filosofía, es decir, repensar los grandes temas humanísticos a la luz del pensamiento evolucionista.

“En Pensar desde la ciencia abogo por el pensar independiente y no cientificista desde la ciencia, reclamando para ella el interés legítimo por entrar en la arena de los grandes asuntos que siempre han interesado al pensamiento occidental. También sostengo la tesis del carácter melancólico del hombre de ciencia que, ahora, queda obviada al plantear una solución, de corte científico, al nihilismo que supone el sabernos bien totalmente determinados o bien totalmente solos. Finalmente reivindico, al igual que haré aquí de forma todavía más exigente, un cierto regreso a la ciencia académica y a la investigación independiente y públicamente costeada. En la segunda obra, Evolución: puente entre dos culturas, defiendo una vía continental, con precedentes bien conocidos en la cultura europea, de lo que sería el regreso a una unificación de saberes científicos y humanísticos. Y la teoría de la evolución es el puente ideal, probablemente el mejor de todos los posibles, para retomar de nuevo esa vieja aspiración ilustrada que debiera cristalizar en un regreso a los saberes clásicos de la educación, considerando la ciencia como el primero de ellos”.
 
En el libro Naturaleza y futuro del hombre pretende ir más allá de la naturalización darwinista y tratar de responder al nihilismo y pesimismo existencial que plantea la elevación del darwinismo o del determinismo génico dawkinsiano a tesis metafísica –el ser humano sería un mero accidente en la historia de la evolución y la vida humana una estrategia al servicio de la supervivencia de los genes– con la tesis de la transevolución y la transhumanización, es decir, un nuevo estadio en la historia de la evolución caracterizado por la capacidad, insospechada hasta ahora, de intervenir directamente en el control y dirección del proceso evolutivo planetario y humano:
 
“Sostengo, frente a tal pesimismo existencial, -escribe Moya-  la tesis de la capacidad de ese ser singular que llamamos hombre de poder subvertir su naturaleza, esté o no gobernada por tales replicadores [sc. génicos]. La historia de nuestra especie es una historia de intervencionismo progresivo, progresivamente más racional, que pone de manifiesto que ha ido dominando, en clave interna, su naturaleza y, en clave externa, la naturaleza de otros entes. La única forma de obviar, además, el nihilismo derivado de conocer que somos productos de la evolución del Universo y, dentro de él, del planeta Tierra, y que estamos aquí igual que podríamos no estar, es decidir qué vamos a hacer con nosotros mismos, con el buen entendimiento de que disponemos, y saber que dispondremos, cada vez más, de capacidad para intervenir en lo natural… Los hitos fundamentales de la cultura de nuestro tiempo nos sugieren mundos y entes radicalmente nuevos y artificiales. La evolución no es que se detenga, sino que estamos en condiciones de orientarla, e ir haciéndolo de forma progresivamente más efectiva”.
 
Biología y espíritu

Siguiendo el exordio de Diego Bermejo, diríamos que todos estos temas se continúan en el libro que presentamos, Biología y Espíritu , pero matizando tesis anteriores y acercándose a la teología y a las visiones espirituales del ser humano y del universo. Aquí Moya se encuentra cada vez más próximo a las tradiciones religiosas y espirituales por la propia evolución de su pensamiento.
 
Incorporando fenómenos como la constatación en la materia de un proceso de emergencias de complejidad ascendente, Andrés Moya termina postulando la aceptabilidad racional de una interpretación en clave de proceso de espiritualización creciente del ser humano y del universo, próxima a interpretaciones de raíz teológica (dialoga, en concreto, con Pierre Teilhard de Chardin, Theodosius Dobzhansky y Tipler), tal como él mismo deja apuntadas ya en el prólogo: “algunas de las tesis que trato aquí difieren en forma sustancial respecto de concepciones previas. La primera [tesis] tiene que ver con el papel de la ciencia y su relación con otras formas de conocimiento. Así, mientras que en el pasado sostenía la tesis de la competitividad de la ciencia con respecto a otras formas de aprehensión de la verdad o la realidad de los entes, ahora abogo por una necesaria reconciliación entre ciencia y no ciencia, reconciliación que entiendo fundamental, esencial, para dar sentido a la existencia”.
 
Y prosigue Moya: ”La segunda [tesis] está relacionada con la naturaleza de la transformación humana y su eventual evolución hacia entes progresivamente menos materiales. En obras previas he estado más próximo a la radical contingencia del ente humano, mayor que la de cualquier otro ente vivo. Ahora esbozo la posibilidad de un proceso de evolución natural de la materia hacia la complejidad, particularmente la de los entes vivos. Ciertas propiedades o características del ente humano, al igual que la emergencia en sí de la vida en su momento, podrían ser razonablemente aceptables aquí y en otros lugares del Universo”.
 
Y concluye Moya: “Finalmente, mientras que en el pasado he llevado a cabo reflexiones, con cierto soporte racional, en torno al futuro del hombre, aquí exploro la eventual convergencia que esa tesis tiene con cosmovisiones y teologías, en la medida en que unas y otras dan soporte o se apoyan en la espiritualización del ente humano y del Universo”.
 
Superar el divorcio de las dos culturas
 
Andrés Moya representa un intento serio por superar el divorcio entre las “dos culturas”. Cientista convencido pero no ingenuo y filósofo lúcido, oscila entre las dos sensibilidades, consciente tanto de los retos acuciantes que se plantea la ciencia como de los retos que la ciencia plantea. Distingue, siguiendo a Castrodezza, dos tipos de ciencia, la “ciencia faústica” y la “ciencia prometeica” [ver A. Moya, Naturaleza y futuro del hombre, o. c., pp. 21. 30. 171]
 
La ciencia faústica se caracterizaría, podríamos decir, por una desmesura epistemológica (omnisciencia) y por una supuesta neutralidad ética (omnipotencia del imperativo técnico), mientras que la ciencia prometeica se caracterizaría por una mesura epistemológica basada en el racionalismo crítico y en la responsabilidad social. Pero una cosa es reconocer en principio y explícitamente –como repite Moya– la legitimidad de una pluralidad de fuentes de conocimiento, además de la ciencia, para dar cuenta de la complejidad de la experiencia humana en el mundo, y otra es el intento de conciliación entre ellas desde la primacía de la ciencia. Aunque intenta “pensar desde la ciencia”, el topos científico condiciona el pensar. Hasta tal punto que, no solo la naturaleza, sino el futuro del ser humano se cuestionan desde la misma ciencia.
 
Moya – y seguimos a Diego Bermejo - propone los conceptos de “transevolución” y “transhumanismo” para describir el futuro del ser humano, a partir del desarrollo reciente de las tecnociencias y la potencialidad de que un proceso creciente de artificialización complete, supere, transforme, y también problematice, la naturaleza humana. La relevancia de este proceso, que conduce de la naturalización darwiniana a la desnaturalización postdarwiniana del ser humano, se intuye en las expectativas novedosas que genera la tecnociencia y que nuestro biólogo/filósofo no duda en calificar de “tercera revolución copernicana” con consecuencias extraordinarias de naturaleza ontológica para el ser humano.

Imagen: Sean Gladwell. Fuente: PhotoXpress.
Imagen: Sean Gladwell. Fuente: PhotoXpress.
Evolución y espiritualidad
           
En el presente libro, Biología y Espíritu, reconoce Moya que nos encontramos con el hecho de que la única especie capaz de reconstruir su historia evolutiva es el ser humano y, por ello, la única que se pregunta por el sentido o sinsentido de dicha consciencia.
 
Moya –si lo interpretamos correctamente, escribe Diego Bermejo– reconoce que contemplar el hecho de que la evolución natural haya engendrado la conciencia obligaría a preguntarse honestamente por la cuestión del sentido de la conciencia de esta historia que la ciencia revela, más allá (o precisamente por eso)  de que su origen haya sido natural, azaroso y selectivo.
 
¿Por qué o para qué hemos llegado a ser entes racioespirituales? ¿De qué nos sirve? ¿Qué hacer con nuestra inteligencia? Responder que la inteligencia juega un papel funcional, como cualquier otra herramienta evolucionada, al servicio de necesidades adaptativas al medio y del medio a nuestras necesidades, no es sino afirmar algo obvio.
 
Moya no renuncia a esto, fiel a la tradición filosófica, aunque repensada e interpretada desde la ciencia. ¿En qué sentido se podría hablar de trascendencia desde la propia ciencia? La ciencia trasciende, en un primer sentido, en tanto va más allá del ente concreto y desvela su verdad oculta (acepción clásica de la verdad como aletheia, desvelamiento); la ciencia trasciende, en un segundo sentido, en tanto va más allá de la esencia natural de los entes y crea deliberadamente otros (poiesis/techne, acepción tecnocientífica), trascendiendo incluso la naturaleza externa y la naturaleza propia.
 
Una ciencia seria que piensa y actúa trasciende la naturaleza, no la reproduce ni sirve a su reproducción necesariamente (otra cuestión es de si para bien o para mal). Tanto si se considera al ser humano como producto final o producto singular de la evolución, el hecho es que el hombre se rebela contra la esclavitud genética y puede intervenir incluso sobre los genes.

Ciencia, espiritualidad y sentido
 
Naturalizar el espíritu –siguiendo la interpretación que hace Diego Bermejo del hilo de pensamiento de Andrés Moya– podría significar, desde la perspectiva de la transevolución, entenderlo como materia que se autotrasciende, como espiritualización de la materia.
 
Nos encontramos aquí dentro del ámbito de las reflexiones teilhardianas que, con ocasión de los 60 años de su fallecimiento, están realizando las Asociaciones de Amigos de Teilhard, así como a las aportaciones del teólogo Philip Clayton desde sus supuestos emergentismos. En esta línea, para Moya, la espiritualidad podría entenderse como la tendencia a una complejidad creciente que conduce a la autoconciencia y la autotransformación. Matería y espíritu representan categorías complementarias dentro de una concepción monista de la realidad entendida como naturaleza viva y creativa.
 
El avance de la ciencia permite imaginar “una ciencia que progresivamente, partiendo de supuestos materialistas, devendrá menos y menos materialista”, reconoce Moya. Sin embargo, la cuestión del sentido preocupa a Moya, tanto del sentido científico como del sentido existencial que entiende como  “tensión esencial”: “La perplejidad que provoca la existencia es una constante a lo largo de la historia. El pensamiento sin asideros sobre nuestra existencia conduce a la angustia y la soledad. Tal ejercicio no va asociado a logro positivo alguno, y los logros positivos de la razón no sirven para satisfacer las inquietudes suscitadas por el pensamiento sobre el sentido de la existencia”.
 
Enfrentarse a la cuestión del sentido puede conducir para Moya a cuatro posturas: afirmar el absurdo, afirmar el sentido (desde el humanismo o desde la religión), suspender la cuestión o evitar/distraer la cuestión. Pero, en cualquier caso, “indefectiblemente estamos abocados, por la naturaleza de nuestra inteligencia, a pensar en el sentido de la vida”.
 
En escritos intimistas como éste, Pensar desde la ciencia, donde se deslizan confesiones sobre lecturas preferidas del autor, no es casual que cite a Unamuno, Kierkegaard o Nietzsche; y que considere al científico serio (él mismo) como “experimentador intimista”, imbuido de un talante trágico, condenado a la melancolía y soledad existenciales.
 
Acercamiento entre ciencia y religión
 
Siguiendo el hilo del razonamiento de Diego Bermejo, observamos un vaivén, no resuelto del todo, propio de la doble alma de científico y filósofo en que habita Moya, entre humanismo y cientismo que, más allá de declaraciones explícitas a favor de su superación, no termina de estabilizarse.
 
Pero entendemos que esa tensión es, precisamente, lo que convierte sus escritos en testimonios de una búsqueda incesante en los límites a los que la razón arroja. Reclama valores éticos en el científico y en el ejercicio de la ciencia, pero no justifica desde dónde y por qué; desde luego, no desde la misma ciencia.
 
Moya encuentra similitudes entre su postura y la de sus mentores creyentes –aunque interpretándolas desde el naturalismo ateo al que no renuncia– en el estado actual de su reflexión sobre el futuro del ser humano.
 
Quizá no sea casualidad que, convencido como está de que la ciencia prometeica (búsqueda paciente, seria y honesta de saber) no debe ceder ante la ciencia faústica (intervencionismo precipatado e irresponsable), abogue en su último escrito, y remitiéndose al pensamiento de los autores arriba citados, por un “acercamiento entre ciencia y religión”, viéndose sorprendido él mismo de encontrarse próximo a posturas evolucionistas de autores cuyas convicciones religiosas han inspirado su trabajo científico.
 
La razón que aduce es la siguiente: “¿Por qué apuesto por la tesis del acercamiento? Puede que sea debido a tener en consideración un muy sano principio en el campo de la ciencia: la generalización o el desarrollo de teorías de gran calado o capacidad explicativa. Probablemente nos proporcione una mayor satisfacción intelectual (y quién sabe si existencial también) poder dar con una explicación razonable que combine sectores alejados o contrapuestos del pensamiento en torno a las relaciones entre la materia y el espíritu, entre la ciencia y los valores”.
 
Moya no dice más (todavía), pero no dice poco. Su honestidad intelectual de científico/humanista le obliga a llevar la pregunta hasta donde la pregunta lleve. Y la cuestión final a que se ve abocado esta suerte de científico paradójicamente unamuniano, de “científico melancólico”, que es Andrés Moya, es la cuestión del sentido de la vida [A. Moya, Pensar desde la ciencia, pp. 49-51]. Moya cree en la ciencia y cree que la ciencia crea la realidad [“La realidad es producto de la ciencia”, “la ciencia es la realidad”, A. Moya, Naturaleza y futuro del hombre, o. c., p. 200], y que la creación científica de realidad otorga sentido a la vida (del científico).
 
La cuestión del sentido de la vida, resuelta científicamente, conduce únicamente a satisfacer parcial y provisoriamente una demanda “eterna” de conocimiento. Pero un mayor conocimiento no implica necesariamente más bondad o más felicidad. Puede, incluso, conducir a lo contrario, a mayor depravación moral y a mayor insatisfacción vital. La ciencia no basta para dotar de sentido, como reconoce Moya: “Puesta en toda su dimensión explicativa, la ciencia es una forma limitada, aunque sin límite reconocible, de conocimiento de la realidad. Por lo tanto, su método no puede brindar respuestas definitivas, o por lo menos definitivas para los individuos”. 
 
Y es ahí donde al científico honesto, que no renuncia a más verdad y a más sentido, le invade la melancolía. “El individuo deviene melancólico –sostiene Moya con Földényi– cuando su natural incapacidad para entender o darle sentido a su existencia se convierte en algo omnipresente”. Reconoce no saber “si afirmar que se llega a la ciencia por melancolía o que la asunción de la ciencia en toda su dimensión genera melancolía en quien la practica”.
 
Sentido, ciencia y espiritualidad
 
Al final del libro, Biología y Espíritu, según apunta Diego Bermejo, Andrés Moya apela a liberar la cuestión del sentido de encorsetamientos axiomáticos y prejuiciados de la tradición filosófica y teológica, para reconsiderarla a la luz de la ciencia, donde la espiritualidad puede encontrar ahora acomodo evolutivo:
 
“La espiritualidad es un fino logro, primero, de la evolución biológica, y luego de la cultural, pues proporciona paz, nos aleja del desasosiego. En los albores de nuestra existencia, la espiritualidad debió verse favorecida por la selección natural de un tipo de caracteres frente a esos otros generadores de comportamientos dubitativos, los que asustan por la sensación que produce la soledad de sabernos seres inteligentes, sí, pero únicos en el Universo. La espiritualidad, por el contrario, permite sentir unicidad, trascender el propio yo aislado para formar parte de un todo armonioso, alcanzar la convicción de que existe un significado para el Cosmos, con nosotros incardinados en él. ¿Quién no ha experimentado con grado diverso ese particular sentimiento? La racionalidad, al igual que la espiritualidad, tiene grados, y cada uno de nosotros bien pudiera ser una mezcla de ambos en dosis diferentes. En efecto, la distribución de espiritualidad es como la de la inteligencia: tiene base genética compleja y una fuerte componente ambiental y cultural. Por lo tanto, no debe sorprendernos la recurrencia, también, de seres poco o nada espirituales así como la de espíritus con capacidad para sostener el agnosticismo o el ateísmo, aun cuando eso comporte desasosiego y amargura en grados variables” [A. Moya, Biología y Espíritu. Cf. A. Moya, Pensar desde la ciencia, p. 69-70].
 
El “proceso de espiritualización” creciente al que estamos convocados se traduce para Moya en la capacidad de dotar de sentido a la existencia desde el poder que la ciencia pone en nuestras manos, interviniendo activamente en la configuración de nuestro futuro.
 
Pero queda sin resolver –y en esto coincidimos con Diego Bermejo- desde dónde dota la ciencia de sentido a la vida y para qué. ¿Desde el topos científico actual que provoca tanto certeza como incertidumbre? O desde el topos existencial que demanda valor y sentido, so pena de sucumbir al pesimismo o arrastrar un desasosiego melancólico incurable, si no se quiere huir de la pregunta? El “científico melancólico” hace de la perplejidad y la incertidumbre acicate para seguir buscando sentido existencial a su vocación, mientras el científico al uso se conforma con reducir el sentido de la vida a la acumulación de conocimientos.

Conclusión
 
Dialogar con A. Moya es gratificante y estimulante, precisamente por su condición híbrida de científico/filósofo. Como hombre/puente entre las dos culturas, ninguna cuestión humana le resulta ajena.

La humildad intelectual en la búsqueda por develar lo inefable, el afán denodado por buscar más verdad y la apertura sincera a completar con el acercamiento a otras formas de conocimiento y de experiencia humana de la vida los límites actuales de la ciencia, le convierten en un candidato irrenunciable para liderar en el ámbito hispano un cambio de actitud en las relaciones entre ciencia, filosofía y teología.
 
Aceptemos el reto que nos propone de pensar desde la ciencia y añadamos que ese modo de pensar debe convertirse en un pensar de otro modo. Será ahí donde el diálogo entre ciencia y religión podrá resolverse en fecundidad y sentido compartido, y donde la melancolía del científico podrá transitar, al menos algún trecho existencial, por el camino en el que naturaleza, valor y sentido se puedan reconciliar en el relato evolucionista.
 
Y finalizamos agradeciendo al profesor Diego Bermejo las reflexiones que nos brinda para entender en su justo sentido la irrupción de las dimensiones espirituales desde las reflexiones sobre la ciencia. Puede ser el inicio de una fecunda reflexión interdisciplinar que abra nuevos cauces a las tradiciones religiosas y a las corrientes de espiritualidad.


 
Leandro Sequeiros, Doctor en Ciencias Geológicas, Catedrático de Paleontología y coeditor de Tendencias21 de las Religiones, colaborador de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión.
 



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1.Publicado por Pedro Rubal el 28/07/2015 17:35
Desde un descanso veraniego y sin poder disfrutar, estos días, de las condiciones propicias para aprovecharme plenamente, en lo que me fuese posible, de las importantísimas puntualizaciones del amigo Leandro, oportunas, clarificadoras y muy necesarias para orientarnos en esta compleja temática, en la que él mismo lleva años bregando, me permito agradecerle que se haya hecho cargo de los comentarios a la interesante colaboración del Dr.Bermejo, aludida en este trabajo. Sólo, pues, unos renglones para acusar la recepción de sus aportaciones.
Sin duda, la gran formación del Dr. Moya no está, que yo sepa, en cuestión, y tiene una gran autoridad que le hace acreedor a que se le tome muy en serio; pero discrepar de algo que pueda decir, incluso desde nuestra ignorancia, matiza sus recursos pedagógicos y activa explicaciones complementarias relativamente necesarias en función de los destinatarios.
La conclusión en este trabajo, para mí, es indiscutible por fundamentada.Y, por eso, la comparto en todo.
Pienso que se entienden bien los planteamientos del Dr. Moya, y también se explica la evolución de su pensamiento científico, y, por si fuese más preciso, en el marco metacientífico, supongo que coadyuvado y catalizado por su evidenciada formación filosófica;
pero lo de la "transevolución", por ejemplo, me parece algo impreciso, puesto que ni tan siquiera se nos explica, si lo entendí bien, si se trata de una secuencia en la evolución del universo o de una meta, lo que le distancia, en mi opinión, del Punto Omega de Teilhard, y con estos hilos no creo que se zurza el sentido de nuestra existencia, deshilachado en espurias teorizaciones; mas sin que, incluso en este supuesto, su "humildad intelectual por desvelar lo inefable" se resienta absolutamente en nada.
Gracias, Leandro. Tu siempe abriéndonos caminos. Qué Dios te dé paciencia!.

2.Publicado por Leandro Sequeiros el 29/07/2015 13:13
Muchas gracias, Pedro, por tu acogida y seguimiento.. Por cierto, el último número de la revista PENSAMIENTO es monográfico sobre Zubiri.. Te interesará. Además de esto, creo que en el artículo y en el libro de Moya y en el prólogo de Diego Bermejo (que ya hemos publicado hace unas semanas) se tocan una serie de temas que sería interesante abordar a fondo en próximos artículos de Tendencias21 de las religiones. Estoy dándole forma y en estas semanas podré ofrecer aquí un avance. Sigamos adelante en esta tarea de tender puentes, dialogar quitar prejuicios. La mente debe estar abierta. Audi sapere, decía Kant y los ilustrados. Atrevámonos a pensar en un mundo en el que estas cosas no parecen tener relevancia..

3.Publicado por Joaquín González Álvarez el 29/07/2015 19:05
Coincido plenamente con lo que expresa mi amigo Pedro en su excelente comentario sobre la calidad informativa y lógica exposición del post de mi apreciado y admirado Dr. Sequeiros . Desde de no muy brillantes luces, me permito expresar algunas reflexiones sobre el interesante debate planteado, entre el enfoque humanista y el científico sobre la Evolución Biológica. Detallaré lo que pienso de algunos de los argumentos utilizados por una y otra parte.
Se califican de reduccionistas a los científicos por atenerse sólo a un frío racionalismo more geométrico, atribuyédolo a la ignorancia de las humanidades, filosofía, metafísica, teología etc. por parte de los cientificistas como los llaman peyorativamente. . Sobre ésto llamaré la atención de que podiéra decirse que los humanistas son reduccionistas en cuanto a que todo lo argumentan con elaboraciones metafísicas por ignorancia manifiesta de las ciencias naturales y exactas las cuales cursaron en sus estudios de secundaria como el que se toma un vomitivo. Los científicos merecedores de este calificativo en nuestro siglo, estudian a fondo y desprejuiciciadamente (en lo posible), la filosofía, la teología, la metafísica, pues no les es difícil asimilarlas, lo que no pueden hacer los humanistas ya que no entienden el lenguaje de las ciencias sobre todo las exactas .Asi es que cuando los humanistas exponen su Biología Evolutiva, no pueden razonar a plenitud la evolución como lo explica la Teoría de la Complejidad y la del Caos con su trasfondo matemático, que analizan las propiedades emergentes las cuales no presentan por separado los componentes, por crecimiento evolutivo de la complejidad. Es así como propiedad emergente surge la vida, y mas adelante la concienciia. Pero la conciencia no surge con las mismas cualidades en todos los humanos,
algunas cualidades como la espiritualidad sólo surge en mentes geneticamente, en su determinante ADN, que es distinto para cada individuo como las huellas digitales. De modo que s la ciencia y sus métodos la que mejor puede exponer la Biología Evolutiva. Todo lo expuesto no conduce necesariamente al ateísmo al científico de nuestra Era del Conocimiento, el científico puede creer en en una Causa de todo lo existente y de la Armonía Universal, Cusa reverencialmente misteriosa asimillable a la Divinidad. Este razonamiento si se quiere puede calificarse de metafísico, los científicos no son fundamentalistas!.






así es que cuando

4.Publicado por Beatriz BASENJI el 29/07/2015 23:58
"El “proceso de espiritualización” creciente al que estamos convocados se traduce para Moya en la capacidad de dotar de sentido a la existencia desde el poder que la ciencia pone en nuestras manos, interviniendo activamente en la configuración de nuestro futuro."

Nuestra existencia, al igual que nuestro futuro - el futuro de la Humanidad - es parte de la misma Divinidad.No es que nos hallamos en un "proceso de espiritualización" , nuestro Espíritu ha existido desde siempre y las etapas que vamos protagonizando va en camino de logros muy superiores a los actuales. La Tierra estuvo poblada de gigantes. Nos lo dice el Génesis. Esos gigantes hoy no existen, pero nos han dejado no pocas obras par desafiar nuestra inteligencia mas primitiva. Aquellos que alguna vez tuvieron oportunidad de pasar al menos unas horas, o vivir en edificios construidos según las proporciones áureas, han experimentado una dimensión distinta a aquellas que les son habituales. ¿Por qué? Porque esos recintos restablecen en nosotros las potencias espirituales que nos han sido conferidas y que, la mayoría de nosotros vive ignorando y por lo tanto no las utiliza. Cada uno de nosotros vamos por esta Vida portando el tesoro más maravilloso , pero como lo ignoramos ni siquiera le utilizamos de linterna.Hemos llegado al punto que los animales, como son seres puros, poseen vibraciones espirituales mas altas que las nuestras , que poseemos conciencia individual. Nos marchamos felices con los aportes de este artículo. Gracias, Dr. Sequeiros!

5.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 10:45
Son muy interesantes las reflexiones de mis queridos tres contertulios habituales: Beatriz, Pedro y Joaquín. Los cuatro estamos interesados en encontrar un lenguaje-puente para poder establecer diálogos y encuentros interdisciplinares.. Y no es tarea fácil. Cada uno de nosotros -y no solo los contertulios- partimos de determinados supuestos que, con frecuencia, no son fácilmente explicables. Esto no invalida que sea oportun, conveniente y necesario establecer estos puentes..

6.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 10:55
Respecto a lo que apunta el profesor Pedro Rubal, desde su retiro gallego: dice respecto a algunos conceptos del Dr. Moya: "pero lo de la "transevolución", por ejemplo, me parece algo impreciso, puesto que ni tan siquiera se nos explica, si lo entendí bien, si se trata de una secuencia en la evolución del universo o de una meta, lo que le distancia, en mi opinión, del Punto Omega de Teilhard, y con estos hilos no creo que se zurza el sentido de nuestra existencia, deshilachado en espurias teorizaciones; mas sin que, incluso en este supuesto, su "humildad intelectual por desvelar lo inefable" se resienta absolutamente en nada". Pues es verdad. El concepto de "transevolución" me parece impreciso. No se si el prefijo más adecuado debería ser "meta" (que es el preferido de Teilhard) y hablar de "metaevolución". Podría ser lo que trasciende la misma evolución. Lo que está más allá metafísicamente hablando. En el caso de Teilhard coincide con el punto Omega pero en Moya es un atractor no espiritual sino solo metafísico, en el sentido aristotélico. Tiene -creo- un cierto halo de Bergson que prescinde de la dimensión religiosa.. Pero habrá que intentar definirlo..

7.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 11:02
Comento lo que dice el profesor Joaquín González: "Se califican de reduccionistas a los científicos por atenerse sólo a un frío racionalismo more geométrico, atribuyédolo a la ignorancia de las humanidades, filosofía, metafísica, teología etc. por parte de los cientificistas como los llaman peyorativamente. . "
Es verdad. Por lo general, usamos la palabra "reduccionista" en un sentido peyorativo. Tal vez sea necesario escribir un artículo largo para T21 reivindicando la necesidad de un cierto reduccionismo. Creo que, en el fondo, todos somos reduccionistas de algo. Siempre simplificamos, porque el lenguaje es limitado. ¿Qué es ser reduccionista? Todos los somos. Y por eso continúa: Sobre ésto llamaré la atención de que podiéra decirse que los humanistas son reduccionistas en cuanto a que todo lo argumentan con elaboraciones metafísicas por ignorancia manifiesta de las ciencias naturales y exactas las cuales cursaron en sus estudios de secundaria como el que se toma un vomitivo". Y en esto tiene mucha razón.. Ninguna mente humana es tan poderosa que sea capaz de integrarlo todo.. Desde este punto de vista, la interdisciplinariedad es siempre un horizonte al que nunca llegamos del todo..
Y coincido plenamente con su conclusión: "Todo lo expuesto no conduce necesariamente al ateísmo al científico de nuestra Era del Conocimiento, el científico puede creer en en una Causa de todo lo existente y de la Armonía Universal, Causa reverencialmente misteriosa asimillable a la Divinidad. Este razonamiento si se quiere puede calificarse de metafísico, los científicos no son fundamentalistas!." Sigamos este debate veraniego..

8.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 11:08
Comento algo de lo que nos aporta Beatriz: para ella, "El “proceso de espiritualización” creciente al que estamos convocados se traduce para Moya en "la capacidad de dotar de sentido a la existencia desde el poder que la ciencia pone en nuestras manos, interviniendo activamente en la configuración de nuestro futuro." y apunta: "Nuestra existencia, al igual que nuestro futuro - el futuro de la Humanidad - es parte de la misma Divinidad".
Creo que hay ahí una intuición muy válida y que está cerca de la actual teología trinitaria que bordea también algunos contornos panteistas. De esto hemos hablado en otros artículos de Tendencias21.. Y aquí veo destellos muy de Teilhard..
Y continúa: "No es que nos hallamos en un "proceso de espiritualización" , nuestro Espíritu ha existido desde siempre y las etapas que vamos protagonizando va en camino de logros muy superiores a los actuales". Esta formulación tiene ecos teilhardianos y apunta hacia una visión positiva y constructiva del futuro.

9.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 11:17
Comentaba en esta página ayer que el libro del Dr. Moya. el prólogo de Diego Bermejo y lo que yo mismo comentaba en el artículo se presta a apuntar algunas cuestiones que lanzo a los lectores: Tal vez la primera cuestión - y que a mí mismo me preocupa desde hace años - es la de la necesidad, la posibilidad y la oportunidad de los planteamientos. En las reuniones interdisciplinares de ASINJA lo hemos tratado con rigor. Ver: https://www.upcomillas.es/images/asinja/41_jornadas_asinja%20.pdf
La complejidad de la realidad y de las ciencias obliga hoy a integrar muchos conocimientos que parecen inmiscibles.. El esfuerzo interdisciplinar debe ser hoy esencial en el diálogo de las tradiciones religiosas con la sociedad actual.. Pero ¿cómo afrontar la interdisciplinariedad? ¿Puede ser Tendencias21 una plataforma para los diálogos interdisciplinares?

10.Publicado por Leandro Sequeiros el 30/07/2015 11:22
Pero hay un segundo problema que suscita el libro de Moya: ¿qué es lo que se entiende por "espiritualidad"? En la recensión de este libro en Vida Nueva se afirma que ese es el punto débil porque no se describe lo que se entiende por "espíritu". ¿No se sale del ámbito de reflexión de un biólogo? ¿Qué se entiende por espiritualidad y por espíritu, así, con minúscula? ¿No hay un halo de platonismo encubierto? Pero ¿eso es malo? Dejo abierta la cuestión... Hay más cosas, pero las iré desgranando poco a poco para no atragantar a los lectores..

11.Publicado por Alfonso Sáenz Lorenzo el 30/07/2015 15:15
Con todos los respetos a la posiciones de cada uno y reconociendo los méritos académicos y profesionales de todos los intervinientes yo sigo sin ver que desde la ciencia se pueda "pensar de otro modo" diferente de lo que son sus métodos, todos ellos de raíz empírica. Del mismo modo que desde la filosofía o las humanidades en general no se puede renunciar la visión global de los problemas propia del entendimiento humano. Visión global que es difícilmente abordable desde cualquier tipo de empirismo o reduccionismo científico.
Otra cosa es que al hacer filosofía o metafísica se tengan en cuenta los resultados científicos, incluida la metología evolutiva, como no sigue ocurriendo con todo tipo de metafísica religiosa dogmática o que desde la propia ciencia se planteen posiciones filosóficas o metafísicas disfrazadas de ciencia y que son tan dogmáticas como las religiosas. El dogma de facto de la ciencia moderna dice que el mundo físico, material, de la materia y energía es todo lo que existe y puede existir y que, en consecuencia, todo conocimiento espiritual no es más que mitología y supersticiones. El diálogo ente las dos culturas deberá situarse entre esas dos filosofías pero a mi entender en el propio terreno de la filosofía. Tendría gracia que, al final, los defensores de la filosofía tengamos que ser los científicos profesionales.

12.Publicado por Pedro Rubal el 30/07/2015 19:47
Después de enviar un comentario a Leandro, se me ocurre decir algo acerca del "fundamentalismo de los científicos". Ciertamente, el científico, en cuanto tal, no tiene por que ser fundamentalista, o reduccionista, si así se quiere expresar; pero sí que hay un reduccionismo científico cuando se pretenden conocer todos los modos de realidad con métodos meramente científicos. Por tanto, no es un problema de la ciencia; es un problema de la actitud de algunos científicos, que nada tiene que ver con la ciencia, sino con la clase de mentalidad que los conocimientos científicos generan en ellos. Aquí se podría afirmar que existe un implícito desconocimiento de que las vías de acceso a la realidad son perspectivistas y no agotan el conocimiento ni tan siquiera de aquellas que están asignadas al conocimiento científico. Sólo los dogmatismos, científicos, filosóficos o teológicos, son terreno abonado para los reduccionismos, los absolutismos epistemológico-filosóficos y los fundamentalismos teológicos o, si se prefiere, religiosos. Y esto parece que va superándose. No obstante, como dice el amigo Leandro, todos somos algo reduccionistas, es un ejercicio de la deformación profesional que no logramos, aún, superar. Yo, por ejemplo, ya no tengo remedio como reduccionista, en alguna medida, zubiriano, seguramente porque no poseo un conocimiento suficientemente profundo del pensamiento filosófico de Zubiri, y no mido su alcance.
Saludos.
Pedro.

13.Publicado por Carlos Palacios Maldonado el 31/07/2015 02:22
Según el autor del artículo, Andrés Moya cree que la ciencia crea la realidad, y que la creación científica de la realidad otorga sentido a la vida. Al respecto registra estas frases tomadas de “Naturaleza y Futuro del Hombre”, de Moya: “La realidad es producto de la ciencia”; “la ciencia es la realidad”. Me parece totalmente equivocada esta creencia, que, además, no ofrece explicación alguna que la sustente. Creo que lo que la ciencia crea son PERCEPCIONES provisorias de la realidad, no la realidad misma. La realidad es lo que es: esto es lo único que podemos predicar sobre la naturaleza de la realidad.

La creencia de que la ciencia crea la realidad parece ser la base sobre la cual Dn. Andrés Moya levanta sus conceptos de “transevolución” y “transhumanismo”, conceptos que, a su vez, parecen descansar únicamente a lo material. En efecto, Dn. Leandro Sequeiros destaca que Moya:

“propone los conceptos de “transevolución” y “transhumanismo” para describir el futuro del ser humano, a partir del desarrollo reciente de las tecnociencias y la potencialidad de que un proceso creciente de artificialización complete, supere, transforme, y también problematice, la naturaleza humana. La relevancia de este proceso, que conduce de la naturalización darwiniana a la desnaturalización postdarwiniana del ser humano, se intuye en las expectativas novedosas que genera la tecnociencia y que nuestro biólogo/filósofo no duda en calificar de “tercera revolución copernicana” con consecuencias extraordinarias de naturaleza ontológica para el ser humano”.

Claro que estos conceptos de transevolución y transhumanismo guardan coherencia con la creencia de que la ciencia crea la realidad, pero la pregunta es: ¿es razonable pensar que esos conceptos han de basarse solo en tenociencia y artificialización? Francamente no lo creo. Acertadamente Dn. Leandro Sequeiros dice advierte que:

“Naturalizar el espíritu –siguiendo la interpretación que hace Diego Bermejo del hilo de pensamiento de Andrés Moya– podría significar, desde la perspectiva de la transevolución, entenderlo como materia que se autotrasciende, como espiritualización de la materia”.

Ahora bien, se me hace difícil entender la espiritualización de la materia a partir de procesos (tranevolución y transhumanización) que se basan solo en tecnociencia y artificialización. Creo que está faltando alguna aclaración.

Saludos

14.Publicado por Joaquín González Álvarez el 02/08/2015 19:34
Crear la Realidad?, qué es eso? . Si de la Realidad sólo se pueden plantear hipótesis de trabajo que sólo serán útiles para la investigacion mientras no presenten contradicciones o imposibilidad de explicar algo, cómo se le puede crear?. Lo que llamamos realidad es lo que nos llega através de los sentidos, conocer la realidad necesitaría ver sin ojos, palpar sin tacto, como expresó Bertrand Russel "es imposible ver lo que hay ahí afuera". Recordar el mito de la caverna de Platón o La Vida es Sueño de Calderón o el filme Matrix.

15.Publicado por Leandro Sequeiros el 03/08/2015 07:16
Hemos iniciado un fecundo diálogo sobre estos temas fronterizos entre religiones y ciencia, sobre razón y espiritualidad.. En unos dias no podré intervenir porque estoy ausente. A partir de mediados de agosto estaré otra vez en este foro..

16.Publicado por clean el 03/08/2015 22:07
El Espíritu : Es Energia que elige y entra en el cuerpo en una edad temprana (7 años).Una
guia protectora y de enseñanza de vida...?

17.Publicado por CachiBrasil el 08/08/2015 03:41
"¿Es la espiritualidad una dimensión de la biología?"... Con la primera frase pregunta de esta nota parra mi ya es suficiente, y no preciso entrar en malabarismos semánticos intelectualistas y sofisticados...
Espiritualidad: propio del espíritu. Biología: propio del cuerpo. Dimensión: medida, o aspecto de una estructura.
Si me pregunto si la espiritualidad es una dimensión de la biología estoy confundiendo los términos y precisaría estudiar el significado conceptual de espíritu y biología.
Ni la espiritualidad es una dimensión de la biología ni lo contrario. La vida humana es la estructura mayor que engloba estos conceptos y hay claras concomitancias entre ellos.

18.Publicado por Leandro Sequeiros el 10/08/2015 13:47
He estado una semana en Segovia, en un curso sobre la espiritualidad de Santa Teresa (con ocasión de los 500 años de su nacimiento en 1515). Ya estoy otra vez por aquí. Como hasta septiembre no se añade un artículo nuevo, tenemos este mes de agosto para reflexionar y discutir los contenidos del libro de Andrés Moya. Agradezco las opiniones antes expuestas.. Pero hay muchas cosas de las que tratar al hilo de su razonamiento. Creo que el tratamiento interdisciplinar puede dar mucha luz. Es muy necesario mantener una mente abierta.. Sigamos dialogando..

19.Publicado por Leandro Sequeiros el 10/08/2015 13:53
Creo que este artículo que ya publicamos en Tendencias21 puede ayudar a clarificar algunos conceptos.. Hoy, la teología de la técnica discute las fronteras, poco nítidas, entre lo natural, lo artificial y los sobrenatural..
http://www.tendencias21.net/La-linea-que-separa-lo-natural-lo-sobrenatural-y-lo-artificial-se-hace-borrosa_a10411.html

20.Publicado por Beatriz BASENJI el 11/08/2015 01:07
#11 ha publicado:" El dogma de facto de la ciencia moderna dice que el mundo físico, material, de la materia y energía es todo lo que existe y puede existir y que, en consecuencia, todo conocimiento espiritual no es más que mitología y supersticiones. " En alguna Filosofía se enseña que el Universo todo, además de ser Energía como bien lo definió Einstein, es vibración. Distintas calidades de vibración, como en la Música, desde lo mas denso a lo más sutil y si nos damos tiempo a nosotros mismos, comprobaremos que así es. Y no podemos soslayar que todo el reino animal posee órganos de comunicación, mas allá de las voces que ellos emitan en su medio natural. Cuánto más nosotros los humanos, que con nuestro pensamiento que, aunque no tengamos conciencia de ello lo estamos transmitiendo de forma contínua aunque permanezcamos en silencio. La Naturaleza toda posee los grados de sensibilidad que le corresponden. ¿Por qué unos seres se atraen y otros se rechazan? Porque las ondas que cada uno emite no son compatibles.Si la Humanidad poseyera una mayor sutileza de orden espiritual,sabríamos que nuestro aspecto visible es casi nada, en relación con el invisible.

21.Publicado por Joaquín González Álvarez el 11/08/2015 19:26
Pinché en el link del artículo del Dr. Sequeiros, veo comentarios mios y me doy cuenta de que me concentré en otros aspectos del mismo por lo cual pasé por alto lo referente a la opinión que se mantiene por el "terrible daño" que ha ocasionado la tecnología al transformar lo natural creado. Discrepo totalmente de esa idea, pienso que si no se hubieran hecho transformaciones cruciales que ha permitido la tecnología, la humanidad hubiera perecido por múltiples causas naturales que atentan contra la vida, desastres naturales como los huracanes que pueden predecirse mediante la tecnología, meteorológica, evitando grandes pérdidas humanas y materiales, enfermedades curables por los avances de la ciencia médica, coincido en su totalidad por lo expresado por Ortega y Gasset en "El hombre y la Gente".

22.Publicado por Joaquín González Álvarez el 13/08/2015 19:35
Co;





Continuación de comentario 21.
Una ley de la naturaleza, en opinión casi unánime de la comunidad científica la mas importante, es la denominada segunda ley de la termodinámica según la cual la naturaleza tiende espontaneamente al dsorden, o en términos científicos, tiende al aumento de entropía (=medida del desorden). Su manifestación la observamos a diario, cuando se vierte una vasija con agua, ésta se derrama dsordenadamente, nunca hemos visto al agua agua volver espontaneamente a la vasija. Paradójicamente el estado de equilibrio (desordenado=no ordenado termodinámico es el de máxima entropía. El orden (=equilibrio) no es espontáneo, hay que ejercer tfueza sobre sobre el sistema. Pero es el caso que un sistema en equlibrio es incapaz de ejercer trabajo, De modo que para obtener trabajo SE NECESITA DESEQUILIBRARLO. o sea SACARLO DE SU ES TADONATURAL. Supangamos un péndulo en su posición espontánea de equilibrio, así no se obtentdrá trabajo , no será útil para nada. Para lograr que se mueva , QUE HAGA TRABAJO habrá que ejercer fuerza para desequlibrarlo, SACARLO DE SU ESTADO NATURAL De modo que volviendo a los que se opnen a realizar transformaciones en lo natural creado, están votando a que por no desequilibrar( ir conta la natural entropía) los sistemas empleando la tecnología, la naturaleza se inmovilice llegándose a lo que se ha llamado Muerte Térmica del Univesrso.







.

23.Publicado por Pedro Rubal el 14/08/2015 16:04
Me parece muy interesante este comentario de D. Joaquín, porque me sugiere unha fundamentación científica del esfuerzo por mantener el habitat del hombre en la Tierra, es decir, las condiciiones ecológicas que le permitan vivir, para así poder contar en el universo, que sepamos, con un factor que neutralice (tal vez, atenúe) los efectos de la entropía, que llevaría a la Muerte Térmica del mismo. Pero para hacer esto posible, creo que también es menester que el hombre sepa muy bien hasta donde ha de "desequilibrar el sistema", ya que, en caso contrario, también pondrá en peligro su vida, seguramente abusando de la "racionalidad científica" (bomba atómica, agotamiento de reservas indispensables, seria perturbación de la necesaria "homeostasis" del sistema biológico, etc.). Y creo que también aquí conviene hacer uso de la "razonabilidad" para, aunque parezca paradójico, mantener el EQUILIBRIO DE LOS DESEQUILIBRIOS.
Me limito a esta sugerencia científica en el ámbito que ofrece el amigo Joaquín, a quien felicito por su nonagenaria lucidez.

24.Publicado por Joaquín González Álvarez el 15/08/2015 17:48
Muchas gracias amigo Pedro por tus palabras y alusión a mis noventa que te reciproco(se dice así?) porque creo que somos coetáneos En cuanto a los daños al medio. que mencionas, no son desequilibrios antientrópicos, son AGRESIONES AL MEDIOAMBIENTE.
Seguiremos el provechoso debate.

25.Publicado por Leandro Sequeiros el 20/08/2015 08:26
En estos días de descanso he estado leyendo el reciente libro del profesor Miguel García-Baró, miembro de la Cátedra Ciencia, Tecnología y Religión, titulado: Husserl y Gadamer. Fenomenología y hermenéutica [Batiscafo, Madrid, 2015]. No es un libro de investigación sino de alta divulgación. Abre la mente a nuevas formas de acercarse intelectualmente al conocimiento científico y a la reflexión sobre dimensiones de la realidad que escapan al positivismo. Lo recomiendo. El artículo de Tendencias21 que estamos comentando, cobra nuevas dimensiones leído desde la perspectiva de la fenomenología y de la hermenéutica.. Y sigo daño vueltas al problema de fondo de "Biología y Espíritu": la posibilidad de un saber interdisciplinar que integre saberes, métodos, cosmovisiones.. Las últimas páginas del libro de García Baró (que por cierto, he adquirido en un kiosko de prensa) son un precioso alegato a favor del diálogo.. muy recomendable.

26.Publicado por Leandro Sequeiros el 20/08/2015 08:37
Dice nuestro entusiasta y "joven" amigo Joaquín: "Pinché en el link del artículo del Dr. Sequeiros, veo comentarios mios y me doy cuenta de que me concentré en otros aspectos del mismo por lo cual pasé por alto lo referente a la opinión que se mantiene por el "terrible daño" que ha ocasionado la tecnología al transformar lo natural creado. Discrepo totalmente de esa idea, pienso que si no se hubieran hecho transformaciones cruciales que ha permitido la tecnología, la humanidad hubiera perecido por múltiples causas naturales que atentan contra la vida, desastres naturales como los huracanes que pueden predecirse mediante la tecnología, meteorológica, evitando grandes pérdidas humanas y materiales, enfermedades curables por los avances de la ciencia médica, coincido en su totalidad por lo expresado por Ortega y Gasset en "El hombre y la Gente". "
Estoy de acuerdo con sus apreciaciones. Soy partidario de una perspectiva positiva respecto a la tecnología.. Como teilhardiano convencido, creo que la capacidad humana para controlar la realidad natural -si se hace para beneficio de toda la humanidad, como ha insistido el papa Francisco - es algo beneficioso para el futuro. De todas formas, como he escrito en otros sitios, el llamado desarrollo sostenible se queda corto. Hay que ir a más. No se trata solo de controlar el sistema socioeconómico basado en el mercado. Es necesario- desde mi punto de vista- construir social y personalmente unos sistemas de valores (mundo del espíritu) que apuesten por otro modo de organizar el mundo económico no basado en el lucro sino en el desarrollo humano integral. Y de TODOS los seres humanos.. Es lo que se suele llamar ECODESARROLLO. Tal vez ahí haya que buscar las raíces de una nueva espiritualidad...

27.Publicado por Joaquín González Álvarez el 20/08/2015 17:04
Celebramos el esperado regreso del Dr. Sequeiros con sus análisis tan necesitados por todos. El entrecomillado de joven encierra 90 años de entusiasto bregar. Gracias al estimado amigo.

28.Publicado por Leandro Sequeiros el 21/08/2015 08:39
Buenos días a todos los contertulios. Asi vamos tejiendo una red de amistad y de compartir lo que forma parte de nuestra identidad como hombres y mujeres que buscamos respuestas racionales a las cosas..

29.Publicado por Leandro Sequeiros el 23/08/2015 11:53
Sigo dándole vueltas a tres cuestiones: una es la cuestión de los puentes entre las Ciencias humanas y las ciencias de la naturaleza. Cada una de ellas tiene su propio estatuto epistemológico. El intento de Andrés Moya es tender puentes entre la biología y las Ciencias humanas. Tal vez habla de espíritu en el sentido en que Dilthey hablaba de las Ciencias del Espíritu..
La segunda cuestión es la de las relaciones entre ciencias y tecnologías y sobre todo si la tecnología es la única vía para la plenitud humana. El avance tecnológico, ¿es per se beneficioso para la humanidad? ¿No vivimos en un mundo que sacraliza la tecnología? Tal vez haya que aplicar el criterio de San Ignacio: la tecnología es buena tanto cuanto nos ayude a alcanzar el objetivo del desarrollo humano: la armonía de los humanos con la naturaleza.
Y la tercera cuestión que dejamos abierta: el debate interdisciplinar. Hoy más que nunca es necesario un acercamiento interdisciplinar a todos los problemas.. Saber interdisciplinar que sea INTEGRADOR (no un gazpacho de saberes, sino un saber INTEGRADO)..Esto no es nada fácil. Y en ASINJA llevamos más de 40 años intentándolo. http://www.upcomillas.es/es/asinja

30.Publicado por Leandro Sequeiros el 23/08/2015 11:59
Termina el mes de agosto. Tendencias21 de las religiones vuelve muy pronto a renovar su portada y a ofrecer un artículo nuevo cada semana. Nuestro interés se centra en ofrecer diversas perspectivas que intenten- de modo interdisciplinar - acercarnos a los diversos aspectos de las tendencias de las tradiciones religiosas en el siglo XXI.. Sigamos adelante..
Ofrecemos el enlace para bajarse o adquirir los INDICES de los 500 artículos de Tendencias21.. Una visión de conjunto ilumina mucho..

31.Publicado por Joaquín González Álvarez el 24/08/2015 18:28
Motivado por lo que expresa el Dr. Sequeiros en comentario 26, sobre Teilhard y la tecnologgía, busqué el artículo publicado en Tendencias TEILHARD DE CHARDIN UNIFICÓ CIENCIA, FILOSOFÍA Y MÍSTICA del Dr. Agustín Udias Vallina, excelente ensayo que en mi opinión mostró la idea central del insigne jesuíta mucho mas aceptable para la mentalidad científica de nuestra Era, sobre todo en lo lgicamente tratado el concepto de complejidad creciente no solo en el enriquecimiento material del humano sino también en la dimensión espiritual. convergiendo e el Punto Omega Cristo Cósmico. Aparece un comentario mio en el que me refiero a la complejidad creciente y su papel en el proceso evolutivo.












teilhard

32.Publicado por Leandro Sequeiros el 25/08/2015 21:10
Gracias a todos los que han seguido estas páginas durante el mes de Agosto. El mes que en los países al norte del ecuador, pasamos calor y es tiempo de vacaciones.. Esperemos a nuevos artículos para primeros de septiembre.. Sigamos buscando..
Acabo de leer el volumen sobre PLATON que publica sobre los filósofos el diario El País. Tiene un carácter divulgativo pero creo que todos aprendemos mucho..

33.Publicado por Joaquín González Álvarez el 27/08/2015 17:24
Como cierre de mi latoso comentario 31, añado que según la Teoría de la Complejidad, en el crecimiento evolutivo de la misma van EMERGIENDO propiedades que no presentan separadamente los elementos del sistema que evoluciona. Así en la tesis evolutiva de Teillhard a partir de las partículas elementales emergerán la mineralidad terrestre . la materia orgánica, la materia biológica, la conciencia la cual en la complejidad creciente, irá emergiendo tanto lo material como lo espiritual enriquecidos hasta converger en el Punto Omega, el Cristo Cósmico.

34.Publicado por Leandro Sequeiros el 28/08/2015 18:01
Muchas gracias al profesor Joaquín González Álvarez por sus comentarios al artículo y por su entusiasmo juvenil (que está más allá de la biología). Que no falte el interés por establecer puentes.. Dice en su comentario 33, entre otras cosas: "según la Teoría de la Complejidad, en el crecimiento evolutivo de la misma van EMERGIENDO propiedades que no presentan separadamente los elementos del sistema que evoluciona"
Efectivamente. Yo también me he manifestado como EVOLUCIONISTA EMERGENTISTA. De ello he dejado constancia en muchos artículos en Tendencias21 y en otras publicaciones, como en la revista e-VOLUCIÓN, órgano de la SESBE (Sociedad Española de Biología Evolutiva) www.sesbe.org . Yo se que la comunidad científica de los biólogos evolutivos no suelen aceptarlo. Domina una tendencia que podríamos llamar "reduccionista". Así es el pensamiento de Carlos Castrodeza y de Javier Sampedro (que escribe con frecuencia en el diario El País en España). Desde mi punto de vista, la condición humana tiene una base biológica. Pero llega un momento en que la biología no lo explica todo. Y no soy dualista, sino EMERGENTISTA. La biología de la complejidad puede y debe dar muchas sorpresas.. En algunos ambientes tiene mucha fuerza la filosofía biológica de Valera y Maturana.. Pero creo que en algunas cosas son excesivos. Lo de los sistemas autopoiéticos es sugerente, pero creo que no tienen todavía fundamento científico.

35.Publicado por Leandro Sequeiros el 28/08/2015 18:07
Y continúa el Dr. González Alvarez: "Así en la tesis evolutiva de Teillhard a partir de las partículas elementales emergerán la mineralidad terrestre . la materia orgánica, la materia biológica, la conciencia la cual en la complejidad creciente, irá emergiendo tanto lo material como lo espiritual enriquecidos hasta converger en el Punto Omega, el Cristo Cósmico". Personalmente, como teilhardiano me identifico con esta formulación. Precisamente, en 2016 se cumplen 100 años de la publicación de "La Vida cósmica" y ya tengo un artículo para Tendencias21.. En ese escrito (el primero auténticamente teilhardiano, y que puede bajarse de Bubok) Teilhard ya apunta sus intuiciones. Aunque el concepto del punto Omega es posterior.. Pero esta formulación forma parte de la reflexión filosófica. No tiene el valor de teoría científica (al menos por ahora)..

36.Publicado por Leandro Sequeiros el 31/08/2015 13:51
Mañana dia 1 de septiembre es miércoles. Supongo que los amigos de Tendencias21 de las religiones nos ofrecerán un nuevo artículo para empezar el curso. Durante el curso 2014-2015 se han publicado 45 artículos largos que los lectores han sabido valorar. Esperemos que siga esta tertulia on line (perdón por el anglicismo). Y seguiremos con las sugerentes propuestas del Joaquín Gonzáles y Pedro Rubal, nuestros entusiastas contertulios. Y con ellos, a través de internet, Beatriz, Clean, CachiBrasil. Todos tenemos nuestro punto de vista y con todos los puntos de vista vamos construyendo imágenes de la realidad que nos aproximan a eso tan resbalizo, enigmático y frágil que es la verdad..

37.Publicado por clean el 13/09/2015 12:13
¿Es la espiritualidad una dimensión de la biología? Molécula recéptor de ondas que forman
los cuerpos...?

38.Publicado por clean el 13/09/2015 19:02
Las piramides son medidas del cambio de los polos por el calentamiento global...?

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