El eminente sociólogo de la religión Peter Berger, autor de libros como “La construcción social de la realidad” o “El dosel sagrado. Elementos para una sociología de la religión”, obra considerada un referente en la sociología de la religión, se preguntó hace unos años: ¿cambiarían mis convicciones morales si, un día, me convierto en ateo?
Esta cuestión, muy sorprendente para el pensador, le condujo a liderar un proyecto de investigación que implicó a diversos pensadores judíos y cristianos, y que ha culminado con la publicación de dos libros, uno de ellos a finales de este mismo año. Una de las reflexiones vertebradoras de este proyecto ha sido la preocupación por encontrar una vía intermedia entre el fundamentalismo y el relativismo, publica el Pew Forum on Religion & Public Life.
Dos caras de una misma moneda
El Pew Forum estadounidense, que es una organización independiente fundada en 2001 para promover una comprensión más profunda de aquellos temas en que se cruzan la religión y los asuntos públicos, invitó recientemente a Berger a compartir los descubrimientos derivados de su investigación con periodistas y académicos como Seyyed Hossein Nasr, profesor de estudios islámicos de la Universidad George Washington, o David Brooks, periodista del New York Times, entre otros. Posteriormente, ha publicado una transcripción de dicho encuentro.
En el evento, Peter Berger explicó en primer lugar que su proyecto, titulado “Between Relativism and Fundamentalism” (Entre el relativismo y el fundamentalismo”) ha sido recientemente culminado en el Institute on Culture, Religion and World Affairs, que el propio Berger dirige en la Universidad de Boston.
Este proyecto ha intentado definir, utilizando recursos de diferentes ramas de la tradición judeo-cristiana, una posición que eluda los extremos: el relativismo que afirma que cualquier aseveración de verdad es irrelevante o inasequible, y el fundamentalismo, cuyas alegaciones de verdad son propuestas con actitudes de una intolerancia agresiva.
En el encuentro organizado por el Pew Forum, Berger afrontó la cuestión de esta dicotomía desde la dimensión moral y política. Según él, aparentemente fundamentalismo y relativismo no tienen nada que ver entre sí, pero eso no es cierto: ambos son las dos caras de una misma moneda y las raíces de ambos se encuentran en el mismo fenómeno moderno.
Respuestas a la modernidad
La modernización ha minado progresivamente las comunidades cerradas en las que los humanos hemos vivido a lo largo de la historia; ese tipo de comunidades en las que había un alto grado de consenso sobre el conocimiento y las normas acerca de la realidad. Bajo las condiciones modernas, sin embargo, este consenso es más difícil de conseguir.
El relativismo, según Berger, puede describirse como una visión del mundo que reconoce la ausencia de consenso y, además, la celebra. El fundamentalismo, por el contrario, responde a la misma situación de escasez de certezas pero, en este caso, buscando certezas absolutas para cada aspecto de su propia concepción del mundo. El fundamentalismo puede ser tanto religioso como secular.
Por otro lado, tanto el relativismo como el fundamentalismo amenazan el orden básico de la moral, advierte el sociólogo, sin el que no puede existir sociedad alguna, y menos que ninguna una sociedad democrática.
El relativismo es una amenaza porque convierte la moral en un juego caprichoso, y el fundamentalismo es peligroso para la sociedad porque la transforma en un campo de batalla en el que se enfrentan las diversas corrientes.
Esta cuestión, muy sorprendente para el pensador, le condujo a liderar un proyecto de investigación que implicó a diversos pensadores judíos y cristianos, y que ha culminado con la publicación de dos libros, uno de ellos a finales de este mismo año. Una de las reflexiones vertebradoras de este proyecto ha sido la preocupación por encontrar una vía intermedia entre el fundamentalismo y el relativismo, publica el Pew Forum on Religion & Public Life.
Dos caras de una misma moneda
El Pew Forum estadounidense, que es una organización independiente fundada en 2001 para promover una comprensión más profunda de aquellos temas en que se cruzan la religión y los asuntos públicos, invitó recientemente a Berger a compartir los descubrimientos derivados de su investigación con periodistas y académicos como Seyyed Hossein Nasr, profesor de estudios islámicos de la Universidad George Washington, o David Brooks, periodista del New York Times, entre otros. Posteriormente, ha publicado una transcripción de dicho encuentro.
En el evento, Peter Berger explicó en primer lugar que su proyecto, titulado “Between Relativism and Fundamentalism” (Entre el relativismo y el fundamentalismo”) ha sido recientemente culminado en el Institute on Culture, Religion and World Affairs, que el propio Berger dirige en la Universidad de Boston.
Este proyecto ha intentado definir, utilizando recursos de diferentes ramas de la tradición judeo-cristiana, una posición que eluda los extremos: el relativismo que afirma que cualquier aseveración de verdad es irrelevante o inasequible, y el fundamentalismo, cuyas alegaciones de verdad son propuestas con actitudes de una intolerancia agresiva.
En el encuentro organizado por el Pew Forum, Berger afrontó la cuestión de esta dicotomía desde la dimensión moral y política. Según él, aparentemente fundamentalismo y relativismo no tienen nada que ver entre sí, pero eso no es cierto: ambos son las dos caras de una misma moneda y las raíces de ambos se encuentran en el mismo fenómeno moderno.
Respuestas a la modernidad
La modernización ha minado progresivamente las comunidades cerradas en las que los humanos hemos vivido a lo largo de la historia; ese tipo de comunidades en las que había un alto grado de consenso sobre el conocimiento y las normas acerca de la realidad. Bajo las condiciones modernas, sin embargo, este consenso es más difícil de conseguir.
El relativismo, según Berger, puede describirse como una visión del mundo que reconoce la ausencia de consenso y, además, la celebra. El fundamentalismo, por el contrario, responde a la misma situación de escasez de certezas pero, en este caso, buscando certezas absolutas para cada aspecto de su propia concepción del mundo. El fundamentalismo puede ser tanto religioso como secular.
Por otro lado, tanto el relativismo como el fundamentalismo amenazan el orden básico de la moral, advierte el sociólogo, sin el que no puede existir sociedad alguna, y menos que ninguna una sociedad democrática.
El relativismo es una amenaza porque convierte la moral en un juego caprichoso, y el fundamentalismo es peligroso para la sociedad porque la transforma en un campo de batalla en el que se enfrentan las diversas corrientes.
Búsqueda de equilibrio
Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio entre ambas concepciones de la realidad? O, ¿dónde está el centro entre ambas?, preguntó el periodista David Brook en el encuentro.
Un discípulo de Berger, Os Guiness (autor de más de 30 libros y colaborador del sociólogo en el proyecto “Between Relativism and Fundamentalism”) respondió que, en su opinión, el camino entre fundamentalismo y relativismo “es materia de la integridad individual”.
Esta “integridad individual”, según él, debería ser mostrada a la vida pública, en un contexto en que la gente pueda sincerarse sobre sus diferencias e incluso negociar con otros puntos en común, de manera cívica. Sin este intercambio, sin esta puesta en común para buscar términos medios, observó Guiness, la vía intermedia, “desaparecerá continuamente”.
El proyecto dirigido por Berger ha reunido a religiosos, a cristianos y judíos, durante un periodo de dos años. Posteriormente, entre estos pensadores fueron escritos los libros de próxima publicación anteriormente mencionados, en los que los convocados han descrito desde su perspectiva la manera en que se puede no ser ni relativista ni fundamentalista al tiempo que se es luterano, católico, cristiano ortodoxo o judío practicante.
Y, en cuanto a la pregunta inicial que dio lugar a este proyecto: “¿cambiarían mis convicciones morales si, un día, me convierto en ateo?”, Berger señaló en otro momento del encuentro organizado por el Pew Forum: no cambiarían en nada.
Peter Berger es teólogo luterano. En Tendencias21 hemos publicado otro artículo sobre una de sus conferencias más recientes, en la que explicaba que la religión ha evolucionado actualmente hacia el pluralismo, y no hacia el secularismo.
Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio entre ambas concepciones de la realidad? O, ¿dónde está el centro entre ambas?, preguntó el periodista David Brook en el encuentro.
Un discípulo de Berger, Os Guiness (autor de más de 30 libros y colaborador del sociólogo en el proyecto “Between Relativism and Fundamentalism”) respondió que, en su opinión, el camino entre fundamentalismo y relativismo “es materia de la integridad individual”.
Esta “integridad individual”, según él, debería ser mostrada a la vida pública, en un contexto en que la gente pueda sincerarse sobre sus diferencias e incluso negociar con otros puntos en común, de manera cívica. Sin este intercambio, sin esta puesta en común para buscar términos medios, observó Guiness, la vía intermedia, “desaparecerá continuamente”.
El proyecto dirigido por Berger ha reunido a religiosos, a cristianos y judíos, durante un periodo de dos años. Posteriormente, entre estos pensadores fueron escritos los libros de próxima publicación anteriormente mencionados, en los que los convocados han descrito desde su perspectiva la manera en que se puede no ser ni relativista ni fundamentalista al tiempo que se es luterano, católico, cristiano ortodoxo o judío practicante.
Y, en cuanto a la pregunta inicial que dio lugar a este proyecto: “¿cambiarían mis convicciones morales si, un día, me convierto en ateo?”, Berger señaló en otro momento del encuentro organizado por el Pew Forum: no cambiarían en nada.
Peter Berger es teólogo luterano. En Tendencias21 hemos publicado otro artículo sobre una de sus conferencias más recientes, en la que explicaba que la religión ha evolucionado actualmente hacia el pluralismo, y no hacia el secularismo.