Momento de la representación de "El bosque de los Grimm".
Sin ser muy amigo de la producción de los hermanos Grimm, he de reconocer que todos aquellos cuentos populares que fueron transcritos –o algo más que eso- tanto por los germanos hermanos como por Perrault y Andersen, forman ya parte del imaginario colectivo occidental.
A día de hoy, pocos saben hasta qué punto un cuento como el de Caperucita Roja pertenece a la mitología popular, a Perrault, o a los hermanos Grimm.
Pero eso es lo de menos. Lo importante es que todavía hay niños cuya imaginación echa a caminar por senderos ignotos cuando escuchan o leen esos cuentos de toda la vida.
De no ser por eso, el espléndido espectáculo de La Maquiné no tendría ningún sentido, porque El bosque de los Grimm no es un cuento vertido a imágenes, sino una cascada de imágenes que se cuela en la retina del pequeño gran espectador para sugerir otros tantos caminos a recorrer.
Como otras veces, La Maquiné ha huido de los artificios técnicos –tan asequibles a día de hoy- y se ha dejado llevar por el encanto de los objetos de fabricación propia, las marionetas artesanales y el hechizo del teatro negro, para volver a rizar el rizo contando sin contar este cuento sin palabras.
Hacer del truco un arte no es tan fácil como uno podría llegar a creer. Se puede engañar a la crítica –al fin y al cabo el crítico es alguien que se dedica a opinar de lo que cree entender- pero nadie puede engañar al público más exigente del mundo.
Los niños no pueden fundamentar una crítica ni interpretar el sentido de una función de marionetas; a los niños les importa un rábano la exégesis de una obra de teatro, pero sus risas, sus exclamaciones de asombro, o tal vez sus bostezos de aburrimiento, nunca mienten.
No hace falta esperar al aplauso para saber qué piensa el respetable. No es necesario preguntar al presunto experto, porque el experto ya ha hablado.
El ooooh con que el público envuelve las notas de piano de Ravel (Ma Mère l’Oye) es parte inseparable de la representación, y la representación se eleva a fiesta cuando una simple bolsa de plástico se transforma en el vientre del lobo feroz del que siempre renacerá la inocencia.
Jose Luis Gärtner es dramaturgo, novelista y crítico de teatro.
A día de hoy, pocos saben hasta qué punto un cuento como el de Caperucita Roja pertenece a la mitología popular, a Perrault, o a los hermanos Grimm.
Pero eso es lo de menos. Lo importante es que todavía hay niños cuya imaginación echa a caminar por senderos ignotos cuando escuchan o leen esos cuentos de toda la vida.
De no ser por eso, el espléndido espectáculo de La Maquiné no tendría ningún sentido, porque El bosque de los Grimm no es un cuento vertido a imágenes, sino una cascada de imágenes que se cuela en la retina del pequeño gran espectador para sugerir otros tantos caminos a recorrer.
Como otras veces, La Maquiné ha huido de los artificios técnicos –tan asequibles a día de hoy- y se ha dejado llevar por el encanto de los objetos de fabricación propia, las marionetas artesanales y el hechizo del teatro negro, para volver a rizar el rizo contando sin contar este cuento sin palabras.
Hacer del truco un arte no es tan fácil como uno podría llegar a creer. Se puede engañar a la crítica –al fin y al cabo el crítico es alguien que se dedica a opinar de lo que cree entender- pero nadie puede engañar al público más exigente del mundo.
Los niños no pueden fundamentar una crítica ni interpretar el sentido de una función de marionetas; a los niños les importa un rábano la exégesis de una obra de teatro, pero sus risas, sus exclamaciones de asombro, o tal vez sus bostezos de aburrimiento, nunca mienten.
No hace falta esperar al aplauso para saber qué piensa el respetable. No es necesario preguntar al presunto experto, porque el experto ya ha hablado.
El ooooh con que el público envuelve las notas de piano de Ravel (Ma Mère l’Oye) es parte inseparable de la representación, y la representación se eleva a fiesta cuando una simple bolsa de plástico se transforma en el vientre del lobo feroz del que siempre renacerá la inocencia.
Jose Luis Gärtner es dramaturgo, novelista y crítico de teatro.
Referencia:
Obra: "El bosque de los hermanos Grimm", de la compañía La Maquiné.
Lugar: Teatro Alhambra de Granada.
Fecha: 26 de mayo de 2012.
Obra: "El bosque de los hermanos Grimm", de la compañía La Maquiné.
Lugar: Teatro Alhambra de Granada.
Fecha: 26 de mayo de 2012.