Oración en la Universidad de Duke.
Dos estudios científicos acerca de la conveniencia o no de la actitud religiosa para el mantenimiento y mejora de la salud han dado resultados contradictorios. El primero de los estudios fue realizado por el Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC), en Estados Unidos. El segundo lo realizaron expertos de diferentes instituciones norteamericanas, como el Mind/Body Medical Institute, el Beth Israel Deaconess Medical Center, y la Harvard Medical School.
Según un comunicado de la universidad de Pittsburgh, la primera investigación muestra que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.
Estas tres medidas pueden por igual aumentar la esperanza de vida entre tres y cinco años de media, lo que significa que las tres prácticas son igual de importantes para asegurarse una larga vida.
A pesar de eso, los autores de este estudio advierten de que no debe sustituirse el ejercicio físico ni las medicinas por la religión. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista especializada Journal of the American Board of Family Medicine.
El autor de esta investigación ha sido Daniel Hall, un sacerdote episcopal residente de cirugía general de la UPMC, cuya investigación ha dejado los siguientes resultados concretos: el ejercicio físico regular es lo más efectivo para la salud, puesto que puede sumar entre 3 y 5,1 años a la esperanza de vida. Los medicamentos sumarían entre 2,1 y 3,7 años, y la actividad religiosa semanal entre 1,8 y 3,1 años.
Hall afirma sin embargo que la religión no puede ser considerada un modo de terapia médica, y que no debe interferir con las decisiones clínicas. Aún así, debe tenerse en cuenta que puede haber relación entre las creencias y la práctica médica.
Efectos de la oración
El segundo estudio se dirigió a medir los efectos de la oración en pacientes hospitalizados en seis centros médicos de Estados Unidos y sometidos a cirugía coronaria. Se trata del denominado Study of the Therapeutic Effects of Intercessory Prayer (Estudio de los Efectos Terapéuticos de la Oración Mediadora), publicado en el número de marzo del American Heart Journal.
En este segundo estudio no se mostraron efectos positivos en la salud de los pacientes por los que se rezó, en comparación con otro grupo de pacientes controlados por los que no rezó nadie. Esta metodología formó parte de la propia investigación.
Incluso las mediciones demostraron que aquellos pacientes a los que se les informó de que se estaba rezando por ellos tuvieron mayores complicaciones médicas en su recuperación que aquellos pacientes por los que también se había rezado, pero que no sabían si alguien oraba por ellos o no.
La investigación, al igual que la anteriormente mencionada, intentó concretar los efectos de la oración en individuos enfermos, así como calcular si los pacientes que supieran que alguien rezaba por ellos podía marcar una diferencia en su salud. Para ello, se reclutó a un total de 1.802 pacientes que esperaban cirugía cardiaca en seis centros médicos y se los dividió aleatoriamente en tres grupos.
Durante catorce días
Todos fueron avisados de que iban a ser incluidos en una investigación clínica, y dieron su permiso para participar. El primero de los grupos recibió la hipotética ayuda de las oraciones de terceras personas, después de que se les avisara de que podían o no recibirla. Al segundo grupo nadie le rezó, pero se les dijo que terceras personas podían o no rezar por ellos.
Finalmente, por el tercer grupo sí se oró, pero a éstos se les dijo la verdad, que sí que rezarían por su pronta recuperación. Los creyentes que trataron de ayudar a estas personas con sus rezos también se dividieron en tres grupos, dos de ellos católicos y uno protestante.
Durante casi dos semanas, los grupos de oradores rogaron a Dios por la salud de estas personas, antes de que fueran operados. Pidieron que las operaciones fueran exitosas, que se recuperaran pronto y que no hubiese complicaciones. Las personas que rezaron no conocían a ninguno de los enfermos, y sólo se les facilitó su nombre de pila.
Los resultados se midieron en función del número de complicaciones médicas que surgieron en cada uno de los casos. Sólo la mitad de los enfermos tuvieron complicaciones post-quirúrgicas, pero significativamente el mayor de los porcentaje (59%) se dio entre los pacientes por los que se había rezado y que, además, sabían que se había rezado por ellos.
Otros estudios
No es la primera vez que se realizan estudios, con resultados dispares, respecto a la influencia que pueden ejercer las creencias y prácticas religiosas en los estados de salud, un tema que despierta creciente interés tanto en la comunidad científica como en diferentes ámbitos religiosos.
La Fundación Templeton, por ejemplo, creada en 1987 con la finalidad de destacar la importancia de las cuestiones morales y éticas para la vida, desarrolla una línea de investigaciones específicas sobre la relación entre espiritualidad y salud.
Asimismo, la llamada Office of Prayer Research (Oficina de Investigación sobre la Oración), una organización dedicada a la investigación de los efectos de la oración en la salud, señala que el interés de las comunidades médicas y científicas acerca de la relación entre la oración y sus efectos ha crecido en los últimos años.
Esta organización estima que hasta ahora se han realizado aproximadamente unos 275 estudios acerca de los efectos (positivos o negativos) de la oración. Algunos de ellos han señalado que la oración no ejerce ningún efecto en los pacientes. Otros, sin embargo, parecen demostrar que la oración es un poderoso agente en la ayuda al restablecimiento de la salud de los enfermos.
De éstas y otras investigaciones se desprende que existen numerosas dificultades para medir la capacidad o incapacidad real de la oración para ayudar a otras personas en relación con su estado de salud, pero ello no impide que se sigan experimentando nuevos métodos que permitan una aproximación más rigurosa a este tipo de episodios.
Catorce de los más importantes estudios realizados han sido publicados por la Office of Prayer Research, que pretende ser una fuente de información al respecto para todo tipo de público.
Nuestra revista también publicó en 2001 los resultados de otro estudio realizado por el Centro para el Estudio de la Religión, la Espiritualidad y la Salud del Centro Médico de la Universidad de Duke, según el cual las creencias y prácticas religiosas pueden influir en nuestro cuerpo físico a través de mecanismos científicos conocidos, y quizá desconocidos también, según Harold G. Koenig.
Según un comunicado de la universidad de Pittsburgh, la primera investigación muestra que el aumento de la esperanza de vida que se deriva de una actividad religiosa semanal es comparable a los beneficios que genera para la salud el ejercicio físico regular o el consumo de medicamentos para reducir el colesterol.
Estas tres medidas pueden por igual aumentar la esperanza de vida entre tres y cinco años de media, lo que significa que las tres prácticas son igual de importantes para asegurarse una larga vida.
A pesar de eso, los autores de este estudio advierten de que no debe sustituirse el ejercicio físico ni las medicinas por la religión. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista especializada Journal of the American Board of Family Medicine.
El autor de esta investigación ha sido Daniel Hall, un sacerdote episcopal residente de cirugía general de la UPMC, cuya investigación ha dejado los siguientes resultados concretos: el ejercicio físico regular es lo más efectivo para la salud, puesto que puede sumar entre 3 y 5,1 años a la esperanza de vida. Los medicamentos sumarían entre 2,1 y 3,7 años, y la actividad religiosa semanal entre 1,8 y 3,1 años.
Hall afirma sin embargo que la religión no puede ser considerada un modo de terapia médica, y que no debe interferir con las decisiones clínicas. Aún así, debe tenerse en cuenta que puede haber relación entre las creencias y la práctica médica.
Efectos de la oración
El segundo estudio se dirigió a medir los efectos de la oración en pacientes hospitalizados en seis centros médicos de Estados Unidos y sometidos a cirugía coronaria. Se trata del denominado Study of the Therapeutic Effects of Intercessory Prayer (Estudio de los Efectos Terapéuticos de la Oración Mediadora), publicado en el número de marzo del American Heart Journal.
En este segundo estudio no se mostraron efectos positivos en la salud de los pacientes por los que se rezó, en comparación con otro grupo de pacientes controlados por los que no rezó nadie. Esta metodología formó parte de la propia investigación.
Incluso las mediciones demostraron que aquellos pacientes a los que se les informó de que se estaba rezando por ellos tuvieron mayores complicaciones médicas en su recuperación que aquellos pacientes por los que también se había rezado, pero que no sabían si alguien oraba por ellos o no.
La investigación, al igual que la anteriormente mencionada, intentó concretar los efectos de la oración en individuos enfermos, así como calcular si los pacientes que supieran que alguien rezaba por ellos podía marcar una diferencia en su salud. Para ello, se reclutó a un total de 1.802 pacientes que esperaban cirugía cardiaca en seis centros médicos y se los dividió aleatoriamente en tres grupos.
Durante catorce días
Todos fueron avisados de que iban a ser incluidos en una investigación clínica, y dieron su permiso para participar. El primero de los grupos recibió la hipotética ayuda de las oraciones de terceras personas, después de que se les avisara de que podían o no recibirla. Al segundo grupo nadie le rezó, pero se les dijo que terceras personas podían o no rezar por ellos.
Finalmente, por el tercer grupo sí se oró, pero a éstos se les dijo la verdad, que sí que rezarían por su pronta recuperación. Los creyentes que trataron de ayudar a estas personas con sus rezos también se dividieron en tres grupos, dos de ellos católicos y uno protestante.
Durante casi dos semanas, los grupos de oradores rogaron a Dios por la salud de estas personas, antes de que fueran operados. Pidieron que las operaciones fueran exitosas, que se recuperaran pronto y que no hubiese complicaciones. Las personas que rezaron no conocían a ninguno de los enfermos, y sólo se les facilitó su nombre de pila.
Los resultados se midieron en función del número de complicaciones médicas que surgieron en cada uno de los casos. Sólo la mitad de los enfermos tuvieron complicaciones post-quirúrgicas, pero significativamente el mayor de los porcentaje (59%) se dio entre los pacientes por los que se había rezado y que, además, sabían que se había rezado por ellos.
Otros estudios
No es la primera vez que se realizan estudios, con resultados dispares, respecto a la influencia que pueden ejercer las creencias y prácticas religiosas en los estados de salud, un tema que despierta creciente interés tanto en la comunidad científica como en diferentes ámbitos religiosos.
La Fundación Templeton, por ejemplo, creada en 1987 con la finalidad de destacar la importancia de las cuestiones morales y éticas para la vida, desarrolla una línea de investigaciones específicas sobre la relación entre espiritualidad y salud.
Asimismo, la llamada Office of Prayer Research (Oficina de Investigación sobre la Oración), una organización dedicada a la investigación de los efectos de la oración en la salud, señala que el interés de las comunidades médicas y científicas acerca de la relación entre la oración y sus efectos ha crecido en los últimos años.
Esta organización estima que hasta ahora se han realizado aproximadamente unos 275 estudios acerca de los efectos (positivos o negativos) de la oración. Algunos de ellos han señalado que la oración no ejerce ningún efecto en los pacientes. Otros, sin embargo, parecen demostrar que la oración es un poderoso agente en la ayuda al restablecimiento de la salud de los enfermos.
De éstas y otras investigaciones se desprende que existen numerosas dificultades para medir la capacidad o incapacidad real de la oración para ayudar a otras personas en relación con su estado de salud, pero ello no impide que se sigan experimentando nuevos métodos que permitan una aproximación más rigurosa a este tipo de episodios.
Catorce de los más importantes estudios realizados han sido publicados por la Office of Prayer Research, que pretende ser una fuente de información al respecto para todo tipo de público.
Nuestra revista también publicó en 2001 los resultados de otro estudio realizado por el Centro para el Estudio de la Religión, la Espiritualidad y la Salud del Centro Médico de la Universidad de Duke, según el cual las creencias y prácticas religiosas pueden influir en nuestro cuerpo físico a través de mecanismos científicos conocidos, y quizá desconocidos también, según Harold G. Koenig.