El ingeniero argentino Luis Campos ha desarrollado un dispositivo de comunicación que permite “oír” a las personas sordas o hipoacúsicas.
En realidad, más que oír, los usuarios de este tecnología sienten, ya que el equipo trabaja empleando las vibraciones que emiten los sonidos. Estas vibraciones son captadas por un micrófono de solapa y amplificadas y transmitidas a un receptor y un vibrador que se colocan en la yema del dedo.
El vibrador y el receptor están conectados entre sí por medio de un circuito que puede comprender un medio informático, una PC, un amplificador de señal o cualquier otro medio que procese señales captadas por el receptor.
Mediante su empleo, la persona asocia cada vibración que recibe por medio del vibrador a una letra, palabra o sonido, o combinación de varios de ellos, llegando a interpretar claramente lo que le dicen o los sonidos de un entorno habitual en muy poco tiempo.
Apenas se requiere de un breve período de aprendizaje, como lo demuestran los ensayos. Este dispositivo resulta de suma utilidad en especial en los casos en los que ni el implante ni el audífono sirven y puede ser aplicado a personas sordas que también padezcan de ceguera. En esos casos, la persona escribe en el teclado Braille y la computadora le devuelve a través del vibrador, las señales correspondientes a lo escrito.
El dispositivo es también aplicable a un teléfono celular o de línea, en donde el vibrador estaría fijado a una parte del teléfono que sea accesible al usuario.
«Las personas no sólo aprenden rápidamente a identificar palabras muy parecidas sino que he visto cómo pueden incluso identificar el sonido de una flauta, diferenciándolo del de un piano», dice Campos, que es director del Centro Argentino de Medios Alternativos de Comunicación (CAMAC).
En realidad, más que oír, los usuarios de este tecnología sienten, ya que el equipo trabaja empleando las vibraciones que emiten los sonidos. Estas vibraciones son captadas por un micrófono de solapa y amplificadas y transmitidas a un receptor y un vibrador que se colocan en la yema del dedo.
El vibrador y el receptor están conectados entre sí por medio de un circuito que puede comprender un medio informático, una PC, un amplificador de señal o cualquier otro medio que procese señales captadas por el receptor.
Mediante su empleo, la persona asocia cada vibración que recibe por medio del vibrador a una letra, palabra o sonido, o combinación de varios de ellos, llegando a interpretar claramente lo que le dicen o los sonidos de un entorno habitual en muy poco tiempo.
Apenas se requiere de un breve período de aprendizaje, como lo demuestran los ensayos. Este dispositivo resulta de suma utilidad en especial en los casos en los que ni el implante ni el audífono sirven y puede ser aplicado a personas sordas que también padezcan de ceguera. En esos casos, la persona escribe en el teclado Braille y la computadora le devuelve a través del vibrador, las señales correspondientes a lo escrito.
El dispositivo es también aplicable a un teléfono celular o de línea, en donde el vibrador estaría fijado a una parte del teléfono que sea accesible al usuario.
«Las personas no sólo aprenden rápidamente a identificar palabras muy parecidas sino que he visto cómo pueden incluso identificar el sonido de una flauta, diferenciándolo del de un piano», dice Campos, que es director del Centro Argentino de Medios Alternativos de Comunicación (CAMAC).
Ventajas adicionales
En Argentina, 29 personas utilizan ya este aparato no invasivo que, después de un período de adaptación, les proporciona una mayor independencia. La claridad del sonido, según los usuarios, es una de sus principales ventajas.
Otra ventaja es el precio, ya que cuesta 45.000 pesos (alrededor de 2.700 euros), frente a los 70.000 pesos (4.200 euros) que cuesta el implante especial para sordos.
Además, este dispositivo se diferencia de los implantes en que es compatible con todos los tipos de sordera y su inventor adapta de forma individualizada el dispositivo para las necesidades de cada usuario.
En Argentina viven 70.000 sordos y 380.000 personas afectadas por problemas auditivos.
En Argentina, 29 personas utilizan ya este aparato no invasivo que, después de un período de adaptación, les proporciona una mayor independencia. La claridad del sonido, según los usuarios, es una de sus principales ventajas.
Otra ventaja es el precio, ya que cuesta 45.000 pesos (alrededor de 2.700 euros), frente a los 70.000 pesos (4.200 euros) que cuesta el implante especial para sordos.
Además, este dispositivo se diferencia de los implantes en que es compatible con todos los tipos de sordera y su inventor adapta de forma individualizada el dispositivo para las necesidades de cada usuario.
En Argentina viven 70.000 sordos y 380.000 personas afectadas por problemas auditivos.