La transferencia de tecnología y conocimiento de las universidades españolas a la sociedad, mediante spin-offs por ejemplo, aún tiene mucho por mejorar si quiere ponerse al nivel de la investigación propiamente dicha, en la que España es el décimo país del mundo.
Francisco Negre, director general de Espaitec, el Parque Científico, Tecnológico y Empresarial de la Universidad Jaume I de Castellón, cree que la universidad no es capaz “de transformar en riqueza palpable”, en innovación propiamente dicha, la investigación. “En innovación no subimos de los puestos 27-47”.
El responsable del Área de Creación de Empresas de la Universidad Politécnica de Madrid, Arístides Senra es más optimista, y valora el trabajo hecho en la última década. “Se está produciendo un cambio de paradigma”, considera, y se remite a las 189 empresas que se han creado en su universidad desde 2004. “Estamos muy orgullosos, para tratarse de un entorno menos dinámico que Londres, Berlín, Boston o Silicon Valley”.
Los últimos datos de la conferencia de rectores, CRUE Universidades españolas, señalan que la crisis ha provocado cierto retroceso en la transferencia de tecnología, que se ha frenado en el último año.
Uno de los problemas que denuncian los académicos que lanzan o quieren lanzar una empresa es que se valora poco esa experiencia a la hora de actualizar los salarios (mediante los llamados sexenios), en comparación con las publicaciones en revistas científicas, por ejemplo.
“Hay quien piensa que la universidad solo debe generar conocimiento, no transferirlo”, señala Negre, que viene de la empresa privada. “Hay países donde se exige que hayan tenido empresa propia”. Senra cree, sin embargo, que no hay mucha diferencia entre España y la mayoría de países europeos, “aunque sí con EE.UU y Reino Unido. Estamos en proceso de evangelización, los papers y las patentes no son incompatibles”.
“Hay mucha incomprensión, los propios colegas no lo entienden. Crear una empresa se ve como un enriquecimiento privado con fondos públicos”, apunta Negre. De hecho, Senra considera que los sexenios no suponen incrementos excesivos en el salario, mientras que crear una empresa "sí puede dar réditos importantes”.
En todo caso, la valoración que a nivel salarial supone una spin-off no depende solo de la universidad, sino también de la regulación del Ministerio de Educación y las consejerías autonómicas, y del “reconocimiento social”, señala Negre.
Francisco Negre, director general de Espaitec, el Parque Científico, Tecnológico y Empresarial de la Universidad Jaume I de Castellón, cree que la universidad no es capaz “de transformar en riqueza palpable”, en innovación propiamente dicha, la investigación. “En innovación no subimos de los puestos 27-47”.
El responsable del Área de Creación de Empresas de la Universidad Politécnica de Madrid, Arístides Senra es más optimista, y valora el trabajo hecho en la última década. “Se está produciendo un cambio de paradigma”, considera, y se remite a las 189 empresas que se han creado en su universidad desde 2004. “Estamos muy orgullosos, para tratarse de un entorno menos dinámico que Londres, Berlín, Boston o Silicon Valley”.
Los últimos datos de la conferencia de rectores, CRUE Universidades españolas, señalan que la crisis ha provocado cierto retroceso en la transferencia de tecnología, que se ha frenado en el último año.
Uno de los problemas que denuncian los académicos que lanzan o quieren lanzar una empresa es que se valora poco esa experiencia a la hora de actualizar los salarios (mediante los llamados sexenios), en comparación con las publicaciones en revistas científicas, por ejemplo.
“Hay quien piensa que la universidad solo debe generar conocimiento, no transferirlo”, señala Negre, que viene de la empresa privada. “Hay países donde se exige que hayan tenido empresa propia”. Senra cree, sin embargo, que no hay mucha diferencia entre España y la mayoría de países europeos, “aunque sí con EE.UU y Reino Unido. Estamos en proceso de evangelización, los papers y las patentes no son incompatibles”.
“Hay mucha incomprensión, los propios colegas no lo entienden. Crear una empresa se ve como un enriquecimiento privado con fondos públicos”, apunta Negre. De hecho, Senra considera que los sexenios no suponen incrementos excesivos en el salario, mientras que crear una empresa "sí puede dar réditos importantes”.
En todo caso, la valoración que a nivel salarial supone una spin-off no depende solo de la universidad, sino también de la regulación del Ministerio de Educación y las consejerías autonómicas, y del “reconocimiento social”, señala Negre.
Los parques tecnológicos
Espaitec, como otros parques tecnológicos, aspiran a ayudar a las spin-offs de nuevo cuño a “sobrevivir y ser escalables. Tratamos de animar, de orientar, de hacer llegar que existe la posibilidad”. Para un académico, dirigir una empresa “tiene un alto nivel de exigencia”, y compatibilizarlo con la enseñanza y la investigación “es complicado. Los promotores saben mucho de su tema, pero no tienen pericia con las empresas. Les llevamos a gente con capacidad de gestión, hacemos un seguimiento, ayudamos a que entablen relaciones con empresas externas”.
El programa de Espaitec divide a las empresas según su rango de facturación (desde las que facturan menos de 1 millón a las que sobrepasan los 20), y a partir de ahí las ayuda a desarrollarse. Senra, por su parte, señala que las empresas creadas en la UPM, en el marco de concursos como ActúaUPM, tienen un “70% de supervivencia en el tercer año. Somos principalmente un lanzador de empresas, validadores. Como universidad de ingenieros y arquitectos, principalmente, nos resulta más natural el acercamiento a la empresa".
Negre plantea también la cuestión de que la financiación de la universidad no provenga solo de fondos públicos, lo que algunos consideran una "mercantilización". A su juicio, si se genera riqueza para la sociedad se produce "un círculo virtuoso". "Si hubiera más retorno, habría más inversión. Hay que invertir más, pero también mejor, no investigar el sexo de los ángeles", algo que se produce con demasiada frecuencia, en su opinión.
Espaitec, como otros parques tecnológicos, aspiran a ayudar a las spin-offs de nuevo cuño a “sobrevivir y ser escalables. Tratamos de animar, de orientar, de hacer llegar que existe la posibilidad”. Para un académico, dirigir una empresa “tiene un alto nivel de exigencia”, y compatibilizarlo con la enseñanza y la investigación “es complicado. Los promotores saben mucho de su tema, pero no tienen pericia con las empresas. Les llevamos a gente con capacidad de gestión, hacemos un seguimiento, ayudamos a que entablen relaciones con empresas externas”.
El programa de Espaitec divide a las empresas según su rango de facturación (desde las que facturan menos de 1 millón a las que sobrepasan los 20), y a partir de ahí las ayuda a desarrollarse. Senra, por su parte, señala que las empresas creadas en la UPM, en el marco de concursos como ActúaUPM, tienen un “70% de supervivencia en el tercer año. Somos principalmente un lanzador de empresas, validadores. Como universidad de ingenieros y arquitectos, principalmente, nos resulta más natural el acercamiento a la empresa".
Negre plantea también la cuestión de que la financiación de la universidad no provenga solo de fondos públicos, lo que algunos consideran una "mercantilización". A su juicio, si se genera riqueza para la sociedad se produce "un círculo virtuoso". "Si hubiera más retorno, habría más inversión. Hay que invertir más, pero también mejor, no investigar el sexo de los ángeles", algo que se produce con demasiada frecuencia, en su opinión.
La experiencia de la UMH
La Universidad Miguel Hernández de Elche tiene un modelo de spin-off en el que participan tanto investigadores de la universidad como socios industriales. "Este modelo presenta dos ventajas principales: los investigadores ya conocen el sistema universitario y sus procedimientos, y la empresa sabe identificar las necesidades del mercado para las que solicita soluciones a corto plazo", explica Tonia Salinas, directora gerente de la Fundación Quorum de la UMH, entidad gestora del Parque Científico de la universidad y su aceleradora de empresas Nau de la Innovació.
Además, la UMH trata de incentivar internamente la transferencia de tecnología vía spin-off otorgando puntos en el sistema de evaluación y desempeño a los investigadores que promueven la creación de las mismas.
La Universidad Miguel Hernández de Elche tiene un modelo de spin-off en el que participan tanto investigadores de la universidad como socios industriales. "Este modelo presenta dos ventajas principales: los investigadores ya conocen el sistema universitario y sus procedimientos, y la empresa sabe identificar las necesidades del mercado para las que solicita soluciones a corto plazo", explica Tonia Salinas, directora gerente de la Fundación Quorum de la UMH, entidad gestora del Parque Científico de la universidad y su aceleradora de empresas Nau de la Innovació.
Además, la UMH trata de incentivar internamente la transferencia de tecnología vía spin-off otorgando puntos en el sistema de evaluación y desempeño a los investigadores que promueven la creación de las mismas.