La gente con muchos tatuajes podría no solo parecer más fuerte, sino además serlo realmente. Pero, ¿merece la pena? Imagen: PixArc. Fuente: Pixabay.
Ojo, la investigación de la que vamos a hablar a continuación podría convertirse en el argumento perfecto para aquellos y aquellas adolescentes que cada día intentan convencer a sus padres de que les dejen tatuarse.
“Lo que no mata te hace más fuerte”, dice el dicho. Y esto podría ser cierto para los tatuajes, esos dolorosos dibujos que se practica la gente en la piel por gusto.
Al menos esto es lo que señala un estudio de la Universidad de Alabama (EEUU), que además ha sido publicado por la revista American Journal of Human Biology.
Y es que, al parecer, el hecho de hacerse múltiples tatuajes puede fortalecer la respuesta inmunológica del organismo tatuado, que se volvería así más capaz de luchar contra las infecciones comunes.
Pero (y con esto los padres pueden contratacar) para que los tatuajes tengan este efecto fortalecedor hay que hacerse muchos. Si se hace uno solo, el efecto puede ser el contrario.
“Lo que no mata te hace más fuerte”, dice el dicho. Y esto podría ser cierto para los tatuajes, esos dolorosos dibujos que se practica la gente en la piel por gusto.
Al menos esto es lo que señala un estudio de la Universidad de Alabama (EEUU), que además ha sido publicado por la revista American Journal of Human Biology.
Y es que, al parecer, el hecho de hacerse múltiples tatuajes puede fortalecer la respuesta inmunológica del organismo tatuado, que se volvería así más capaz de luchar contra las infecciones comunes.
Pero (y con esto los padres pueden contratacar) para que los tatuajes tengan este efecto fortalecedor hay que hacerse muchos. Si se hace uno solo, el efecto puede ser el contrario.
Cuidado, uno solo tiene el efecto contrario
Aquí la explicación: un solo tatuaje puede, al menos temporalmente, disminuir la resistencia del cuerpo, porque hacérselo resulta físicamente agotador, por el dolor que produce.
Así que cuando terminas de sufrir, es más fácil enfermarse y coger un resfriado, debido a que las defensas se bajan como consecuencia del estrés.
Ahora bien, después de esa respuesta al estrés, el cuerpo regresa al equilibrio. Y si lo sometemos al mismo estrés una y otra vez, se va volviendo más y más fuerte. Viene a ser como coger forma de tanto ir al gimnasio o elasticidad de tanto estirar, aunque ambas cosas te hagan mucho daño inicialmente.
Este importante hallazgo fue alcanzado gracias a muestras de saliva tomadas de personas que se habían ido a tatuar a centros de tatuaje de Tuscaloosa y Leeds (dos ciudades de Alabama).
En las muestras se midieron marcadores del estado del sistema inmune, como los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo protector, o de cortisol, una hormona del estrés que se sabe limita la respuesta inmune. De estas personas también se recopiló información sobre el número de tatuajes realizados y el tiempo que habían invertido en hacérselos.
Aquí la explicación: un solo tatuaje puede, al menos temporalmente, disminuir la resistencia del cuerpo, porque hacérselo resulta físicamente agotador, por el dolor que produce.
Así que cuando terminas de sufrir, es más fácil enfermarse y coger un resfriado, debido a que las defensas se bajan como consecuencia del estrés.
Ahora bien, después de esa respuesta al estrés, el cuerpo regresa al equilibrio. Y si lo sometemos al mismo estrés una y otra vez, se va volviendo más y más fuerte. Viene a ser como coger forma de tanto ir al gimnasio o elasticidad de tanto estirar, aunque ambas cosas te hagan mucho daño inicialmente.
Este importante hallazgo fue alcanzado gracias a muestras de saliva tomadas de personas que se habían ido a tatuar a centros de tatuaje de Tuscaloosa y Leeds (dos ciudades de Alabama).
En las muestras se midieron marcadores del estado del sistema inmune, como los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo protector, o de cortisol, una hormona del estrés que se sabe limita la respuesta inmune. De estas personas también se recopiló información sobre el número de tatuajes realizados y el tiempo que habían invertido en hacérselos.