Imagen del Katrina
Edward Osborne Wilson es un reputado entomólogo y biólogo conocido por su trabajo en evolución y sociobiología. Profesor de la universidad de Harvard, y ganador en dos ocasiones del Premio Pulitzer por sus obras On Human Nature (1978) y The Ants, acaba además de sacar un libro titulado “The Creation: An Appeal to Save Life on Earth" (La Creación: Llamamiento a la Salvación de la Vida en la Tierra), con el que intenta “reclutar” a gente religiosa para que se implique en la recuperación y cuidado del medioambiente, señala Catholic on line.
Tal como informamos en un anterior artículo, Wilson forma parte de una coalición espontánea que reúne por un lado a evangelistas cristianos, por otro a ejecutivos de empresas que figuran en el ránking de las 500 más importantes seleccionadas por la revista Fortune, y finalmente a científicos como el biólogo Edgard O. Wilson. La finalidad de esta coalición es presionar al gobierno norteamericano para que tome medidas para combatir el cambio climático.
Profundizando en esta línea, Wilson propone en su nueva obra una alianza entre ciencia y religión que evite la extinción masiva de las especies terrestres, debida a la acción humana. Considera que ciencia y religión tienen una forma distinta de ver el mundo, con algunos puntos incluso conflictivos o irreconciliables, pero que la gente religiosa se compromete mucho con el medioambiente –por salvar la Creación-, por lo que en ese aspecto coincide con los científicos.
Dejar de lado las diferencias
La solución al problema del medioambiente es un tema crucial del siglo XXI. Por eso, Wilson, comprometido con la causa, ha escrito su nuevo libro con el formato de una serie de cartas escritas a un imaginario pastor de la iglesia baptista. Las creencias en la Creación o en la teoría de la evolución deben dejarse de lado en pos de una colaboración a favor del futuro del planeta.
Una mayoría religiosa, como la existente en Estados Unidos, con ejemplos como la llamada Southern Baptist Convention, que tiene 16 millones de miembros y 42.000 iglesias en todo el país, debería reaccionar en un mano a mano con la ciencia para salvar lo que se pueda del medio en que vivimos.
Según escribe Wilson, los 25 puntos candentes del problema medioambiental actual, podrían superarse con 30 mil millones de dólares. El autor analiza en su libro cómo la actividad humana ha acelerado la extinción masiva de las especies.
El poder de la ciencia y de la religión
Catholic on line señala asimismo que Joan Roughgarden, profesora de Biología en la Universidad de Stanford, cristiana, y autora de diversos títulos, acaba de publicar su libro “Evolution and Christian Faith: Reflections of an Evolutionary Biologist”, en el que también se habla de las amenazas del desastre ecológico debido a que en los ecosistemas todo está relacionado.
Rougharden se declara a sí misma “una bióloga evolucionista a la vez que cristiana”. Desde esta perspectiva, en su libro trata de reconciliar la teoría de la evolución con las enseñanzas bíblicas. Estudiando tanto la Biblia como la naturaleza, afirma haber encontrado continuamente ejemplos de armonía entre ambas, no de conflicto. Así, no ve por qué un cristiano no puede aceptar la ciencia.
Por lo tanto, no importa qué postura se mantenga frente al origen de la vida: el caso es que no hay que perder energía en discusiones poco relevantes, mientras el medioambiente es destruido por nuestras propias acciones. Ambos libros, señala Catholic on line, abogan por la unión entre ciencia y religión sin demora para salvar lo que se pueda.
Los dos autores consideran que la religión y la ciencia son dos fuerzas muy poderosas en nuestro mundo contemporáneo. La discusión actual sobre ciencia y fe está presente en las congregaciones regligiosas, pero los científicos no hablan de Dios en sus discursos. Sin embargo, señala Rougharden, en un campo muy concreto ambas fuerzas deben unirse y mirarse la una a la otra.
Wilson se pregunta en su libro por qué la protección de la Creación no está más respaldada por la iglesia hoy en día. Proteger la belleza y la variedad de la vida en la Tierra debe ser una labor común, que deje de lado las discusiones acerca de cómo ha llegado a existir semejante riqueza.
No es un tema nuevo
La inquietud por el medioambiente y la necesidad religiosa de salvar la Tierra han sido puestos en común en diversas ocasiones. El año pasado, por ejemplo, en el seminario sobre religión y ecología que cada año auspicia la Universidad de Harvard, se habló de las respuestas que las religiones del mundo dan al declive medioambiental terrestre, y a la demora de dichas respuestas hacia los problemas medioambientales.
Se planteó que las religiones, como formadoras de la cultura, pueden aportar inestimables replanteamientos a las cuestiones actuales. Habiendo desarrollado éticas referentes al asesinato, el suicidio o el genocidio, el siguiente reto sería plantear la ética contra la devastación biológica y ecológica a manos del hombre.
El medioambiente fue considerado, asimismo, uno de los problemas que más deberían motivar el diálogo interreligioso, para generar una causa común: el futuro de la vida de todos. Las tradiciones monoteístas (judaísmo, cristianismo, Islám) y otras tales como el hinduismo, el jainismo, el confucionismo y el budismo, levantan ya sus voces contra los daños humanos al medioambiente. Si estas voces, además, fueran de la mano de la ciencia, podrían alcanzarse muchos más objetivos frente a un enemigo común: la posibilidad de destrucción global.
Tal como informamos en un anterior artículo, Wilson forma parte de una coalición espontánea que reúne por un lado a evangelistas cristianos, por otro a ejecutivos de empresas que figuran en el ránking de las 500 más importantes seleccionadas por la revista Fortune, y finalmente a científicos como el biólogo Edgard O. Wilson. La finalidad de esta coalición es presionar al gobierno norteamericano para que tome medidas para combatir el cambio climático.
Profundizando en esta línea, Wilson propone en su nueva obra una alianza entre ciencia y religión que evite la extinción masiva de las especies terrestres, debida a la acción humana. Considera que ciencia y religión tienen una forma distinta de ver el mundo, con algunos puntos incluso conflictivos o irreconciliables, pero que la gente religiosa se compromete mucho con el medioambiente –por salvar la Creación-, por lo que en ese aspecto coincide con los científicos.
Dejar de lado las diferencias
La solución al problema del medioambiente es un tema crucial del siglo XXI. Por eso, Wilson, comprometido con la causa, ha escrito su nuevo libro con el formato de una serie de cartas escritas a un imaginario pastor de la iglesia baptista. Las creencias en la Creación o en la teoría de la evolución deben dejarse de lado en pos de una colaboración a favor del futuro del planeta.
Una mayoría religiosa, como la existente en Estados Unidos, con ejemplos como la llamada Southern Baptist Convention, que tiene 16 millones de miembros y 42.000 iglesias en todo el país, debería reaccionar en un mano a mano con la ciencia para salvar lo que se pueda del medio en que vivimos.
Según escribe Wilson, los 25 puntos candentes del problema medioambiental actual, podrían superarse con 30 mil millones de dólares. El autor analiza en su libro cómo la actividad humana ha acelerado la extinción masiva de las especies.
El poder de la ciencia y de la religión
Catholic on line señala asimismo que Joan Roughgarden, profesora de Biología en la Universidad de Stanford, cristiana, y autora de diversos títulos, acaba de publicar su libro “Evolution and Christian Faith: Reflections of an Evolutionary Biologist”, en el que también se habla de las amenazas del desastre ecológico debido a que en los ecosistemas todo está relacionado.
Rougharden se declara a sí misma “una bióloga evolucionista a la vez que cristiana”. Desde esta perspectiva, en su libro trata de reconciliar la teoría de la evolución con las enseñanzas bíblicas. Estudiando tanto la Biblia como la naturaleza, afirma haber encontrado continuamente ejemplos de armonía entre ambas, no de conflicto. Así, no ve por qué un cristiano no puede aceptar la ciencia.
Por lo tanto, no importa qué postura se mantenga frente al origen de la vida: el caso es que no hay que perder energía en discusiones poco relevantes, mientras el medioambiente es destruido por nuestras propias acciones. Ambos libros, señala Catholic on line, abogan por la unión entre ciencia y religión sin demora para salvar lo que se pueda.
Los dos autores consideran que la religión y la ciencia son dos fuerzas muy poderosas en nuestro mundo contemporáneo. La discusión actual sobre ciencia y fe está presente en las congregaciones regligiosas, pero los científicos no hablan de Dios en sus discursos. Sin embargo, señala Rougharden, en un campo muy concreto ambas fuerzas deben unirse y mirarse la una a la otra.
Wilson se pregunta en su libro por qué la protección de la Creación no está más respaldada por la iglesia hoy en día. Proteger la belleza y la variedad de la vida en la Tierra debe ser una labor común, que deje de lado las discusiones acerca de cómo ha llegado a existir semejante riqueza.
No es un tema nuevo
La inquietud por el medioambiente y la necesidad religiosa de salvar la Tierra han sido puestos en común en diversas ocasiones. El año pasado, por ejemplo, en el seminario sobre religión y ecología que cada año auspicia la Universidad de Harvard, se habló de las respuestas que las religiones del mundo dan al declive medioambiental terrestre, y a la demora de dichas respuestas hacia los problemas medioambientales.
Se planteó que las religiones, como formadoras de la cultura, pueden aportar inestimables replanteamientos a las cuestiones actuales. Habiendo desarrollado éticas referentes al asesinato, el suicidio o el genocidio, el siguiente reto sería plantear la ética contra la devastación biológica y ecológica a manos del hombre.
El medioambiente fue considerado, asimismo, uno de los problemas que más deberían motivar el diálogo interreligioso, para generar una causa común: el futuro de la vida de todos. Las tradiciones monoteístas (judaísmo, cristianismo, Islám) y otras tales como el hinduismo, el jainismo, el confucionismo y el budismo, levantan ya sus voces contra los daños humanos al medioambiente. Si estas voces, además, fueran de la mano de la ciencia, podrían alcanzarse muchos más objetivos frente a un enemigo común: la posibilidad de destrucción global.