Carlos López Blanco, nacido en Valladolid en 1959, es licenciado en Derecho por la Universidad de Valladolid, diplomado en Alta Dirección de Empresas por el IESE y Abogado del Estado. Desde los años 2002 a 2004 ocupó el cargo de Secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información.
En la actualidad Carlos López Blanco es el Presidente de ENTER, Centro de Análisis de la Sociedad de la Información y las Telecomunicaciones del Instituto de Empresa, así como Vicepresidente de la Fundación de la Innovación Bankinter, entre otras actividades.
Enter acaba de presentar el informe Digiworld2007 sobre el estado en España y en el mundo de los mercados digitales, del que informamos en un anterior artículo. En la siguiente entrevista, Carlos López Blanco comenta el contenido del informe y analiza en detalle algunos de los aspectos de la implantación de la sociedad de la información.
A partir de los datos ofrecidos en Digiworld 2007, ¿cómo define el momento actual del sector de las telecomunicaciones, tanto en España como en el mundo?
En mi opinión, hay que diferenciar entre países desarrollados, donde el sector ha alcanzado un grado notable de madurez, y economías emergentes, en las que la telefonía móvil mantiene el impulso que caracterizó aquéllos durante años anteriores. Ni que decir tiene, España se encuentra en el primero de los grupos. En términos más genéricos, creo que las telecomunicaciones atraviesan un período en cierto sentido de transición, pendientes de encontrar nuevas formas de capturar ingresos y afianzar posiciones en la cadena de valor y los nuevos modelos de negocio. La competencia se ha trasladado de los servicios al acceso: ¿qué tecnología?, ¿qué dispositivo? Y, en la disyuntiva fijo-móvil que ha caracterizado los años recientes, se está pasando de la voz a los datos como eje central. Dicho todo eso, considero que mantienen un enorme potencial de crecimiento porque su papel en la evolución de las economías es y seguirá siendo crucial.
¿Qué papel va a jugar la telefonía móvil en la evolución de un sector sujeto a profundos cambios frente a tecnologías como el wifi o wimax?
Ya he señalado antes que creo que la disyuntiva fijo-móvil se va a trasladar de la voz a los datos y, en ese sentido, las redes móviles van a jugar un papel crucial. ¿Cuáles? ¿Con qué tecnología? Sin duda, en eso estriba una de las cuestiones que sólo la respuesta del mercado puede determinar. Partiendo de lo que existe comercialmente, pienso que las redes 3G (UMTS), con la incorporación del estándar HSDPA que algunos ya llaman 3,5G, constituyen una opción inmediata para requerimientos de ancho de banda del orden de 1-2 Mb.; es decir, asimilables a las ofertas más extendidas de ADSL. Ahora bien, eso es el presente. El futuro, en cambio, se presume con requerimientos de ancho de banda muy superiores: rangos de 50-100 Mb., varias veces por encima de los 10 Mb. que ahora mismo proporcionan las escalas superiores de DSL. La realidad es que, ahora mismo, esas prestaciones sólo parecen asequibles mediante redes FTTx (fibra) en fijo y Wimax en movilidad relativa (50-70 km. de radio), pero existen otras opciones en distintas fases experimentales, como soluciones 4G o satelitales que considerar. Yo no descartaría nada y apostaría porque el papel de cada uno va a depender de cómo se acomoden los requerimientos del mercado para disponer de mayores anchos de banda y la capacidad de las distintas redes (tecnologías) para satisfacerlos.
El Internet móvil, ¿qué papel va a jugar en el desarrollo de la sociedad de la información?
Estoy convencido de que Internet ya ha comenzado a ser móvil y que su desarrollo proseguirá, al punto de que el uso de la Red acabará siendo totalmente independiente de la ubicación. Y es evidente que, siendo como es una facilidad añadida de uso, el acceso a Internet desde cualquier punto contribuirá de forma notable a extender todo lo referido a la sociedad de la información.
¿Qué papel corresponderá en el futuro a los terminales propios del Internet móvil frente al dominio actual del pc para conectarse a Internet?
Pienso que la decantación hacia uno u otro dispositivo está pendiente de determinar. Con una u otra base, al final los dispositivos de acceso móvil a Internet serán de alguna forma algo muy similar al Pc. Supongo que combinarán el tamaño, la autonomía y el tipo de necesidad que vengan a cubrir. Lógicamente, ni ahora ni en el futuro es presumible que tengan la misma utilidad un Terminal tipo BlackBerry o PDA que un laptop, por más que permitan acceder a los mismos servicios. Aún contando con el riesgo que entraña cualquier pronóstico, me atrevería a predecir una coexistencia e incluso una duplicidad de uso por parte de una misma persona.
Según la UTI, a finales del año próximo la mitad de la población mundial tendrá un teléfono móvil, pero la realidad es que la mayoría sólo lo usa para recibir llamadas debido a los precios. ¿estamos ante un “boom” falso de la expansión del móvil en el tercer mundo?
Creo que el calificativo “falso” sería excesivo, sobre todo si se cae en la tentación de generalizar. Confieso que no me consta que la mayoría sólo use el teléfono móvil para recibir llamadas, pero –admitiéndolo- es indudable que otros muchos tienen que estar llamando para que eso ocurra. Para mí, la penetración del móvil es un hecho indiscutible y, precisamente en los países del llamado tercer mundo, a menudo la única alternativa para comunicarse de buena parte de la población, dada la carencia de redes fijas desplegadas. Y, con todas las matizaciones que correspondan al grado de desarrollo de cada país, economía o mercado, no tengo dudas de que el móvil tiende a usarse cada vez para más cosas, porque lo importante es que exista la red desplegada –primero- y que cada vez más ciudadanos dispongan de un Terminal y el acceso al servicio –después-.
¿Cómo van a quedar los segmentos de telefonía fija y móvil y del tráfico de datos en los próximos años? ¿cuáles serán los dominantes?
Como decía anteriormente, nuestra previsión es que la disyuntiva fijo-móvil tiende a trasladarse de la voz a los datos. Yendo más allá, diría que el proceso será más o menos semejante al ocurrido en el terreno de la voz. Dicho de otro modo: el actual predominio del fijo en el tráfico de datos irá declinando y acabará compartido con el uso de los servicios en movilidad.
En la actualidad sólo el 1% de la población de los países pobres puede navegar por Internet por los precios de la conexión, que son 10 veces más elevados que en el mundo desarrollado por falta de competencia. ¿Cuánto tiempo más podrá durar la brecha digital?
Sinceramente, carezco de datos suficientes para compartir la afirmación respecto al precio. En todo caso, me parece que las sociedades pobres afrontan otras limitaciones bastante más graves y que sería un tanto pretencioso patrocinar que navegar por Internet puede constituir para ellas una prioridad. La bien o mal llamada brecha digital forma parte de un escenario de “brecha” mucho más amplio, complejo y doloroso que el mundo desarrollado debe contribuir a recortar. La competencia siempre es saludable, pero no creo que sea la escasez determinante en esos países.
Se habla de saturación de redes, pero todavía no ha llegado realmente el Internet 3D ni se han implantado en la red los metaversos. ¿Qué impacto previsible (y en qué plazos de tiempo) pueden tener estas tecnologías sobre el uso de Internet y en los hábitos de consumo de los internautas?
Nuestra visión al respecto es que el despliegue de nuevas redes se va haciendo cada vez más perentorio, precisamente para que los nuevos desarrollos tecnológicos sean accesibles y usables para crecientes segmentos de la población. No parece que los anchos de banda más extendidos sean propicios para Internet 3D, pero tampoco el parque de equipos más generalizado lo es. Por no mencionar que muchas versiones y usos del metaverso requieren conocimientos de programación que, por elementales que resulten a los especialistas, distan de estar generalizados, incluso en el universo de los internautas. No me atrevo a fijar plazos, pero sí estoy convencido de que redes, equipos y aplicaciones confluirán, más pronto que tarde, para hacer posible una eclosión de esos y otros usos avanzados de la Red.
Enter se ha convertido en un centro de referencia del estado de la sociedad de la información, tanto en España como en el mundo. Desde su atalaya, ¿qué diagnóstico puede realizar de ese estado y qué nos espera para los próximos años?
Es indudable que, tomando como referencia el entorno, esto es la eurozona, España discurre rezagada en términos de sociedad de la información. Ahora bien, no somos nada partidarios de la autoflagelación. En primer lugar, porque no todos los datos son desfavorables: en no pocos parámetros estamos bien situados. En segundo lugar, por los avances que se van cosechando, fruto del esfuerzo combinado de los ámbitos público y privado. Y, sobre todo, porque hoy ya casi nadie discute la importancia, mejor trascendencia, de implementar el uso de las nuevas tecnologías como factor decisivo en términos de productividad, crecimiento y, en definitiva, prosperidad y bienestar. No niego que persisten factores de inhibición o reticencia en muchos ámbitos, pero también es verdad que cuando se logra superarlos la incorporación se produce con inusitada celeridad. Niego, en definitiva, que los ciudadanos y las empresas sean particularmente reacios o refractarios al avance tecnológico y la innovación. Somos, pues, optimistas hacia el futuro, sin ocultar ni descuidar que los esfuerzos emprendidos deben continuar.
En la actualidad Carlos López Blanco es el Presidente de ENTER, Centro de Análisis de la Sociedad de la Información y las Telecomunicaciones del Instituto de Empresa, así como Vicepresidente de la Fundación de la Innovación Bankinter, entre otras actividades.
Enter acaba de presentar el informe Digiworld2007 sobre el estado en España y en el mundo de los mercados digitales, del que informamos en un anterior artículo. En la siguiente entrevista, Carlos López Blanco comenta el contenido del informe y analiza en detalle algunos de los aspectos de la implantación de la sociedad de la información.
A partir de los datos ofrecidos en Digiworld 2007, ¿cómo define el momento actual del sector de las telecomunicaciones, tanto en España como en el mundo?
En mi opinión, hay que diferenciar entre países desarrollados, donde el sector ha alcanzado un grado notable de madurez, y economías emergentes, en las que la telefonía móvil mantiene el impulso que caracterizó aquéllos durante años anteriores. Ni que decir tiene, España se encuentra en el primero de los grupos. En términos más genéricos, creo que las telecomunicaciones atraviesan un período en cierto sentido de transición, pendientes de encontrar nuevas formas de capturar ingresos y afianzar posiciones en la cadena de valor y los nuevos modelos de negocio. La competencia se ha trasladado de los servicios al acceso: ¿qué tecnología?, ¿qué dispositivo? Y, en la disyuntiva fijo-móvil que ha caracterizado los años recientes, se está pasando de la voz a los datos como eje central. Dicho todo eso, considero que mantienen un enorme potencial de crecimiento porque su papel en la evolución de las economías es y seguirá siendo crucial.
¿Qué papel va a jugar la telefonía móvil en la evolución de un sector sujeto a profundos cambios frente a tecnologías como el wifi o wimax?
Ya he señalado antes que creo que la disyuntiva fijo-móvil se va a trasladar de la voz a los datos y, en ese sentido, las redes móviles van a jugar un papel crucial. ¿Cuáles? ¿Con qué tecnología? Sin duda, en eso estriba una de las cuestiones que sólo la respuesta del mercado puede determinar. Partiendo de lo que existe comercialmente, pienso que las redes 3G (UMTS), con la incorporación del estándar HSDPA que algunos ya llaman 3,5G, constituyen una opción inmediata para requerimientos de ancho de banda del orden de 1-2 Mb.; es decir, asimilables a las ofertas más extendidas de ADSL. Ahora bien, eso es el presente. El futuro, en cambio, se presume con requerimientos de ancho de banda muy superiores: rangos de 50-100 Mb., varias veces por encima de los 10 Mb. que ahora mismo proporcionan las escalas superiores de DSL. La realidad es que, ahora mismo, esas prestaciones sólo parecen asequibles mediante redes FTTx (fibra) en fijo y Wimax en movilidad relativa (50-70 km. de radio), pero existen otras opciones en distintas fases experimentales, como soluciones 4G o satelitales que considerar. Yo no descartaría nada y apostaría porque el papel de cada uno va a depender de cómo se acomoden los requerimientos del mercado para disponer de mayores anchos de banda y la capacidad de las distintas redes (tecnologías) para satisfacerlos.
El Internet móvil, ¿qué papel va a jugar en el desarrollo de la sociedad de la información?
Estoy convencido de que Internet ya ha comenzado a ser móvil y que su desarrollo proseguirá, al punto de que el uso de la Red acabará siendo totalmente independiente de la ubicación. Y es evidente que, siendo como es una facilidad añadida de uso, el acceso a Internet desde cualquier punto contribuirá de forma notable a extender todo lo referido a la sociedad de la información.
¿Qué papel corresponderá en el futuro a los terminales propios del Internet móvil frente al dominio actual del pc para conectarse a Internet?
Pienso que la decantación hacia uno u otro dispositivo está pendiente de determinar. Con una u otra base, al final los dispositivos de acceso móvil a Internet serán de alguna forma algo muy similar al Pc. Supongo que combinarán el tamaño, la autonomía y el tipo de necesidad que vengan a cubrir. Lógicamente, ni ahora ni en el futuro es presumible que tengan la misma utilidad un Terminal tipo BlackBerry o PDA que un laptop, por más que permitan acceder a los mismos servicios. Aún contando con el riesgo que entraña cualquier pronóstico, me atrevería a predecir una coexistencia e incluso una duplicidad de uso por parte de una misma persona.
Según la UTI, a finales del año próximo la mitad de la población mundial tendrá un teléfono móvil, pero la realidad es que la mayoría sólo lo usa para recibir llamadas debido a los precios. ¿estamos ante un “boom” falso de la expansión del móvil en el tercer mundo?
Creo que el calificativo “falso” sería excesivo, sobre todo si se cae en la tentación de generalizar. Confieso que no me consta que la mayoría sólo use el teléfono móvil para recibir llamadas, pero –admitiéndolo- es indudable que otros muchos tienen que estar llamando para que eso ocurra. Para mí, la penetración del móvil es un hecho indiscutible y, precisamente en los países del llamado tercer mundo, a menudo la única alternativa para comunicarse de buena parte de la población, dada la carencia de redes fijas desplegadas. Y, con todas las matizaciones que correspondan al grado de desarrollo de cada país, economía o mercado, no tengo dudas de que el móvil tiende a usarse cada vez para más cosas, porque lo importante es que exista la red desplegada –primero- y que cada vez más ciudadanos dispongan de un Terminal y el acceso al servicio –después-.
¿Cómo van a quedar los segmentos de telefonía fija y móvil y del tráfico de datos en los próximos años? ¿cuáles serán los dominantes?
Como decía anteriormente, nuestra previsión es que la disyuntiva fijo-móvil tiende a trasladarse de la voz a los datos. Yendo más allá, diría que el proceso será más o menos semejante al ocurrido en el terreno de la voz. Dicho de otro modo: el actual predominio del fijo en el tráfico de datos irá declinando y acabará compartido con el uso de los servicios en movilidad.
En la actualidad sólo el 1% de la población de los países pobres puede navegar por Internet por los precios de la conexión, que son 10 veces más elevados que en el mundo desarrollado por falta de competencia. ¿Cuánto tiempo más podrá durar la brecha digital?
Sinceramente, carezco de datos suficientes para compartir la afirmación respecto al precio. En todo caso, me parece que las sociedades pobres afrontan otras limitaciones bastante más graves y que sería un tanto pretencioso patrocinar que navegar por Internet puede constituir para ellas una prioridad. La bien o mal llamada brecha digital forma parte de un escenario de “brecha” mucho más amplio, complejo y doloroso que el mundo desarrollado debe contribuir a recortar. La competencia siempre es saludable, pero no creo que sea la escasez determinante en esos países.
Se habla de saturación de redes, pero todavía no ha llegado realmente el Internet 3D ni se han implantado en la red los metaversos. ¿Qué impacto previsible (y en qué plazos de tiempo) pueden tener estas tecnologías sobre el uso de Internet y en los hábitos de consumo de los internautas?
Nuestra visión al respecto es que el despliegue de nuevas redes se va haciendo cada vez más perentorio, precisamente para que los nuevos desarrollos tecnológicos sean accesibles y usables para crecientes segmentos de la población. No parece que los anchos de banda más extendidos sean propicios para Internet 3D, pero tampoco el parque de equipos más generalizado lo es. Por no mencionar que muchas versiones y usos del metaverso requieren conocimientos de programación que, por elementales que resulten a los especialistas, distan de estar generalizados, incluso en el universo de los internautas. No me atrevo a fijar plazos, pero sí estoy convencido de que redes, equipos y aplicaciones confluirán, más pronto que tarde, para hacer posible una eclosión de esos y otros usos avanzados de la Red.
Enter se ha convertido en un centro de referencia del estado de la sociedad de la información, tanto en España como en el mundo. Desde su atalaya, ¿qué diagnóstico puede realizar de ese estado y qué nos espera para los próximos años?
Es indudable que, tomando como referencia el entorno, esto es la eurozona, España discurre rezagada en términos de sociedad de la información. Ahora bien, no somos nada partidarios de la autoflagelación. En primer lugar, porque no todos los datos son desfavorables: en no pocos parámetros estamos bien situados. En segundo lugar, por los avances que se van cosechando, fruto del esfuerzo combinado de los ámbitos público y privado. Y, sobre todo, porque hoy ya casi nadie discute la importancia, mejor trascendencia, de implementar el uso de las nuevas tecnologías como factor decisivo en términos de productividad, crecimiento y, en definitiva, prosperidad y bienestar. No niego que persisten factores de inhibición o reticencia en muchos ámbitos, pero también es verdad que cuando se logra superarlos la incorporación se produce con inusitada celeridad. Niego, en definitiva, que los ciudadanos y las empresas sean particularmente reacios o refractarios al avance tecnológico y la innovación. Somos, pues, optimistas hacia el futuro, sin ocultar ni descuidar que los esfuerzos emprendidos deben continuar.