Carl Sagan
Carl Sagan, astrónomo, autor de libros de ciencia ficción como “Contact” y ganador del premio Pulitzer, ha vuelto a la palestra del debate entre ciencia y religión, señala The Herald Tribune en un reciente comentario.
Sagan siempre incitó a la gente para que pensara en todas las posibilidades que había entre los miles de millones de estrellas del universo, al igual que entre todas las conexiones neuronales de nuestro cerebro.
Considerado uno de los más elocuentes agnósticos de la historia, durante toda su vida defendió que la ciencia debía probar y preguntar sin límites, incluso aquellas ideas defendidas por las religiones.
Sin embargo, después de su muerte, en 1996, la sociedad norteamericana se encaminó por derroteros poco constructivos, escribe Dennis Overbye en el Tribune comentando la aparición del último libro de Sagan, editado por su viuda, al que también nos hemos referido en otro artículo.
La enseñanza de la teoría de la evolución en los colegios se ha vuelto conflictiva, la NASA intenta abandonar el telescopio espacial Hubble y el fanatismo religioso que golpeó el 11 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas ha llevado a una guerra en Oriente Medio que recuerda a las Cruzadas, señala Overbye.
Respuesta al fundamentalismo
Overbye añade que la impaciencia de Ann Druyan, editora del libro y viuda del autor, hacia el fundamentalismo religioso estadounidense, es lo que ha provocado la aparición de este libro. Sagan ha vuelto por estas razones a la palestra, ahora gracias a la publicación de The Varieties of Scientific Experience: A Personal View of the Search for God (La diversidad de la experiencia científica: una visión personal de la búsqueda de Dios), por la editorial Penguin.
Druyan, que co-escribió el programa “Cosmos” con su marido, y produjo la película “Contact”, basada en una novela de Sagan, pretendía originariamente que estas conferencias sirvieran como base para un nuevo programa de televisión llamado “Ethos”, sobre las implicaciones espirituales de la revolución científica. El programa no llegó a realizarse, por lo que las conferencias no han aparecido hasta ahora.
Según Druyan, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y tras la aparición de la resistencia a que se enseñe la teoría de la evolución en los colegios, comenzó a desaparecer un acuerdo tácito entre ciencia y religión mantenido desde la época de Galileo: el acuerdo de respetarse mutuamente.
Hace un año, Druyan buscó por esta razón las conferencias de Sagan, sorprendiéndose de lo proféticas que eran.
Conferencias de hace veinte años
El libro es por tanto un compendio de conferencias que exploran la frontera entre la ciencia y la religión, y que fueron impartidas en la universidad de Glasgow en 1985, en el marco de las llamadas “Gifford Lectures”. En ellas, el autor sugirió que la ciencia es, al menos en parte, un culto instruido.
Por otro lado, y además de hablar de la historia de la cosmología y de la inteligencia extraterrestre, Sagan advierte del peligro del fundamentalismo religioso, que en nombre del plan de Dios, podría llevarnos al Apocalipsis nuclear, explica Overbye.
Sagan señala además que la religión puede en ocasiones engendrar esperanza e incluso defender verdades sociales, pero que resulta curioso que ninguna de las naciones supuestamente cristianas haya adoptado nunca una regla de oro como base de su política exterior, mientras que en la era nuclear, la política elegida por Estados Unidos fue la de la llamada “destrucción mutua asegurada” o MAD, también conocida como "1+1=0".
Esta doctrina, concebida por John von Neumann, señalaba que cualquier uso de armamento nuclear por cualquiera de dos bandos opuestos podría resultar en la completa destrucción de ambos (atacante y defensor).
Un buscador incansable
Inicialmente tituladas “La búsqueda de lo que somos” por el propio autor, su viuda cambió el título a las conferencias, y convenció al editor de Penguin para que las publicara.
Siempre difícil de definir desde el punto de vista espiritual, porque todo lo que decía Sagan del cosmos parecía lleno de espiritualidad, en estas conferencias el autor se hace preguntas tan científicas como si Dios creó el universo, ¿por qué dejó tan escasas evidencias? ¿Por qué es Dios tan claro en la Biblia y tan oscuro en el mundo?
Al final del libro, Sagan analiza la diferencia entre ciencia y fe de esta forma: “Creo que si alguna vez alcanzamos un punto en que creemos que comprendemos a fondo quiénes somos y de dónde venimos, nos estaremos equivocando”.
La búsqueda de esta comprensión debe ser un intento continuo, según él, de aceptar el universo tal y como es realmente, no de imponerle nuestras predisposiciones emocionales. Se trata de de asumir lo que nuestra exploración de él nos descubre.
Pero, ¿qué creía Sagan de la religión y de Dios? A esa pregunta, el científico siempre contestaba que “depende de lo que se entienda por “Dios”. Según Ann Druyan, el científico, en realidad, era un devoto, pero de la búsqueda en sí misma.
Sagan siempre incitó a la gente para que pensara en todas las posibilidades que había entre los miles de millones de estrellas del universo, al igual que entre todas las conexiones neuronales de nuestro cerebro.
Considerado uno de los más elocuentes agnósticos de la historia, durante toda su vida defendió que la ciencia debía probar y preguntar sin límites, incluso aquellas ideas defendidas por las religiones.
Sin embargo, después de su muerte, en 1996, la sociedad norteamericana se encaminó por derroteros poco constructivos, escribe Dennis Overbye en el Tribune comentando la aparición del último libro de Sagan, editado por su viuda, al que también nos hemos referido en otro artículo.
La enseñanza de la teoría de la evolución en los colegios se ha vuelto conflictiva, la NASA intenta abandonar el telescopio espacial Hubble y el fanatismo religioso que golpeó el 11 de septiembre de 2001 las Torres Gemelas ha llevado a una guerra en Oriente Medio que recuerda a las Cruzadas, señala Overbye.
Respuesta al fundamentalismo
Overbye añade que la impaciencia de Ann Druyan, editora del libro y viuda del autor, hacia el fundamentalismo religioso estadounidense, es lo que ha provocado la aparición de este libro. Sagan ha vuelto por estas razones a la palestra, ahora gracias a la publicación de The Varieties of Scientific Experience: A Personal View of the Search for God (La diversidad de la experiencia científica: una visión personal de la búsqueda de Dios), por la editorial Penguin.
Druyan, que co-escribió el programa “Cosmos” con su marido, y produjo la película “Contact”, basada en una novela de Sagan, pretendía originariamente que estas conferencias sirvieran como base para un nuevo programa de televisión llamado “Ethos”, sobre las implicaciones espirituales de la revolución científica. El programa no llegó a realizarse, por lo que las conferencias no han aparecido hasta ahora.
Según Druyan, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y tras la aparición de la resistencia a que se enseñe la teoría de la evolución en los colegios, comenzó a desaparecer un acuerdo tácito entre ciencia y religión mantenido desde la época de Galileo: el acuerdo de respetarse mutuamente.
Hace un año, Druyan buscó por esta razón las conferencias de Sagan, sorprendiéndose de lo proféticas que eran.
Conferencias de hace veinte años
El libro es por tanto un compendio de conferencias que exploran la frontera entre la ciencia y la religión, y que fueron impartidas en la universidad de Glasgow en 1985, en el marco de las llamadas “Gifford Lectures”. En ellas, el autor sugirió que la ciencia es, al menos en parte, un culto instruido.
Por otro lado, y además de hablar de la historia de la cosmología y de la inteligencia extraterrestre, Sagan advierte del peligro del fundamentalismo religioso, que en nombre del plan de Dios, podría llevarnos al Apocalipsis nuclear, explica Overbye.
Sagan señala además que la religión puede en ocasiones engendrar esperanza e incluso defender verdades sociales, pero que resulta curioso que ninguna de las naciones supuestamente cristianas haya adoptado nunca una regla de oro como base de su política exterior, mientras que en la era nuclear, la política elegida por Estados Unidos fue la de la llamada “destrucción mutua asegurada” o MAD, también conocida como "1+1=0".
Esta doctrina, concebida por John von Neumann, señalaba que cualquier uso de armamento nuclear por cualquiera de dos bandos opuestos podría resultar en la completa destrucción de ambos (atacante y defensor).
Un buscador incansable
Inicialmente tituladas “La búsqueda de lo que somos” por el propio autor, su viuda cambió el título a las conferencias, y convenció al editor de Penguin para que las publicara.
Siempre difícil de definir desde el punto de vista espiritual, porque todo lo que decía Sagan del cosmos parecía lleno de espiritualidad, en estas conferencias el autor se hace preguntas tan científicas como si Dios creó el universo, ¿por qué dejó tan escasas evidencias? ¿Por qué es Dios tan claro en la Biblia y tan oscuro en el mundo?
Al final del libro, Sagan analiza la diferencia entre ciencia y fe de esta forma: “Creo que si alguna vez alcanzamos un punto en que creemos que comprendemos a fondo quiénes somos y de dónde venimos, nos estaremos equivocando”.
La búsqueda de esta comprensión debe ser un intento continuo, según él, de aceptar el universo tal y como es realmente, no de imponerle nuestras predisposiciones emocionales. Se trata de de asumir lo que nuestra exploración de él nos descubre.
Pero, ¿qué creía Sagan de la religión y de Dios? A esa pregunta, el científico siempre contestaba que “depende de lo que se entienda por “Dios”. Según Ann Druyan, el científico, en realidad, era un devoto, pero de la búsqueda en sí misma.