El día de Todos los Santos de 2003 ha pasado a los anales de la historia solar. En el transcurso de dos semanas, los físicos solares fueron testigos del episodio más prolongado de actividad solar del que se tiene constancia desde que los satélites conquistaron el firmamento.
La sonda espacial Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO), de la ESA (Agencia Espacial Europea) y la NASA, lo registró todo. Su telescopio ultravioleta capturó el momento álgido del fenómeno el 4 de noviembre de 2003 a las 19:29 GMT (20:29 en la península ibérica), desvelando una abrasadora erupción solar que emanaba de la región activa 10486.
Una erupción solar es la liberación espontánea de energía asociada con la reconexión de las líneas del campo magnético del Sol para adoptar una configuración más estable.
En la erupción que se puede ver en la imagen, el Sol liberó una cantidad de energía equivalente a un billón de bombas atómicas como la de Hiroshima en cuestión de minutos. La intensidad del destello cegó a la cámara en la zona en la que aparece una mancha blanca horizontal.
La secuencia de eventos, informa la ESA en una nota de prensa, comenzó a finales de octubre cuando una mancha solar gigantesca, con un diámetro diez veces superior al de nuestro planeta, apareció por el limbo occidental del Sol, seguida por otra mancha de un tamaño similar. Las dos regiones activas surcaron la cara visible del Sol, generando erupciones de forma casi diaria. Esta imagen muestra una de las erupciones provocadas por la segunda mancha.
La sonda espacial Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO), de la ESA (Agencia Espacial Europea) y la NASA, lo registró todo. Su telescopio ultravioleta capturó el momento álgido del fenómeno el 4 de noviembre de 2003 a las 19:29 GMT (20:29 en la península ibérica), desvelando una abrasadora erupción solar que emanaba de la región activa 10486.
Una erupción solar es la liberación espontánea de energía asociada con la reconexión de las líneas del campo magnético del Sol para adoptar una configuración más estable.
En la erupción que se puede ver en la imagen, el Sol liberó una cantidad de energía equivalente a un billón de bombas atómicas como la de Hiroshima en cuestión de minutos. La intensidad del destello cegó a la cámara en la zona en la que aparece una mancha blanca horizontal.
La secuencia de eventos, informa la ESA en una nota de prensa, comenzó a finales de octubre cuando una mancha solar gigantesca, con un diámetro diez veces superior al de nuestro planeta, apareció por el limbo occidental del Sol, seguida por otra mancha de un tamaño similar. Las dos regiones activas surcaron la cara visible del Sol, generando erupciones de forma casi diaria. Esta imagen muestra una de las erupciones provocadas por la segunda mancha.
Clasificación
Las erupciones solares se clasifican en función de la energía que liberan en la banda de los rayos X.
Hay tres categorías principales: C, M y X, subdivididas a su vez en 10 clases. Las erupciones M1 son diez veces más potentes que las C1, y la intensidad de las de clase X1 es diez veces superior a la de las M1, o cien veces la de las C1.
Esta erupción fue tan potente que rebasó el límite superior de la categoría X, la clase X10. Los análisis revelan que alcanzó el nivel X28, es decir, fue 28 veces más potente que una erupción de clase X1.
En este evento el Sol emitió unos mil millones de toneladas de materia con una velocidad de 2.300 km/s – unos impresionantes 8,2 millones de kilómetros por hora.
Las erupciones solares se clasifican en función de la energía que liberan en la banda de los rayos X.
Hay tres categorías principales: C, M y X, subdivididas a su vez en 10 clases. Las erupciones M1 son diez veces más potentes que las C1, y la intensidad de las de clase X1 es diez veces superior a la de las M1, o cien veces la de las C1.
Esta erupción fue tan potente que rebasó el límite superior de la categoría X, la clase X10. Los análisis revelan que alcanzó el nivel X28, es decir, fue 28 veces más potente que una erupción de clase X1.
En este evento el Sol emitió unos mil millones de toneladas de materia con una velocidad de 2.300 km/s – unos impresionantes 8,2 millones de kilómetros por hora.