Foto: Serghei Velusceac. Photoxpress.
La ira hacia Dios es una emoción muy antigua, y ha provocado desde siempre luchas interiores. Ahora, una investigadora de la Case Western Reserve University, de Estados Unidos, ha analizado este estado emocional desde el punto de vista psicológico.
Según publica Eurekalert, la psicólogo Julie Exline, afirma que “muchas personas experimentan ira hacia Dios”.
Exline señala, además, que: “incluso la gente que ama y respeta profundamente a Dios puede sentirse enfadada con él, de igual forma que podemos sentirnos molestos o enfadados con otras personas, incluidos nuestros seres queridos”.
Cinco estudios realizados
Exline ha realizado, en la última década, diversos estudios con cientos de personas para analizar la ira hacia Dios.
Según publican la investigadora y sus colaboradores en un artículo aparecido en el Journal of Personality and Social Psychology, Exline ha realizado a este respecto un total de cinco estudios.
En uno de ellos, fue analizado un grupo de población estadounidense; en el segundo y tercer estudio, se analizó la cuestión en un grupo de estudiantes universitarios; en el cuarto estudio se examinó a personas afligidas; y en el quinto estudio fueron analizados individuos que habían sobrevivido al cáncer.
Todas estas investigaciones iban dirigidas a temas fundamentales acerca de la ira hacia Dios: percepciones y atribuciones con la que predecirla, así como su prevalencia, y sus asociaciones y adaptaciones.
Los resultados obtenidos demostraron lo siguiente: la ira hacia Dios a menudo coincide con hechos traumáticos, como muertes, enfermedades accidentes o desastres naturales. Pero este tipo de enfado no se da sólo en situaciones extremas.
Según Exline, este sentimiento también puede aflorar cuando las personas experimentan decepciones, fracasos o daños interpersonales.
Por qué surge
La psicólogo explica que, en todos estos casos, las personas creyentes pueden llegar a ver a Dios como el responsable último de sus desgracias, y se enfadan y ven las intenciones de Dios como crueles.
Estos individuos pueden sentir que su desgracia se debe a que Dios los ha abandonado, traicionado o maltratado.
Los investigadores señalan, por otra parte, que la ira hacia Dios de un individuo puede pronosticarse con medios socio-cognitivos de predicción de la ira similares a los que se utilizan para predecir la ira hacia otras personas.
Según publica Eurekalert, la psicólogo Julie Exline, afirma que “muchas personas experimentan ira hacia Dios”.
Exline señala, además, que: “incluso la gente que ama y respeta profundamente a Dios puede sentirse enfadada con él, de igual forma que podemos sentirnos molestos o enfadados con otras personas, incluidos nuestros seres queridos”.
Cinco estudios realizados
Exline ha realizado, en la última década, diversos estudios con cientos de personas para analizar la ira hacia Dios.
Según publican la investigadora y sus colaboradores en un artículo aparecido en el Journal of Personality and Social Psychology, Exline ha realizado a este respecto un total de cinco estudios.
En uno de ellos, fue analizado un grupo de población estadounidense; en el segundo y tercer estudio, se analizó la cuestión en un grupo de estudiantes universitarios; en el cuarto estudio se examinó a personas afligidas; y en el quinto estudio fueron analizados individuos que habían sobrevivido al cáncer.
Todas estas investigaciones iban dirigidas a temas fundamentales acerca de la ira hacia Dios: percepciones y atribuciones con la que predecirla, así como su prevalencia, y sus asociaciones y adaptaciones.
Los resultados obtenidos demostraron lo siguiente: la ira hacia Dios a menudo coincide con hechos traumáticos, como muertes, enfermedades accidentes o desastres naturales. Pero este tipo de enfado no se da sólo en situaciones extremas.
Según Exline, este sentimiento también puede aflorar cuando las personas experimentan decepciones, fracasos o daños interpersonales.
Por qué surge
La psicólogo explica que, en todos estos casos, las personas creyentes pueden llegar a ver a Dios como el responsable último de sus desgracias, y se enfadan y ven las intenciones de Dios como crueles.
Estos individuos pueden sentir que su desgracia se debe a que Dios los ha abandonado, traicionado o maltratado.
Los investigadores señalan, por otra parte, que la ira hacia Dios de un individuo puede pronosticarse con medios socio-cognitivos de predicción de la ira similares a los que se utilizan para predecir la ira hacia otras personas.
Julie Exline. Fuente: Case Western Reserve University.
Estos pronosticadores incluirían factores como el sostener que Dios es responsable de causar daños severos o el atribuir a Dios crueldad; pero también factores exclusivamente personales, como la dificultad para encontrarle sentido a las cosas o el hecho de verse a uno mismo como víctima.
Los estudios de Exline constataron, además de lo mencionado, que la religiosidad y la edad tienen una relación negativa con la ira hacia Dios. Así, el primer estudio demostró que en los protestantes la ira hacia Dios era ligeramente menor que en otros grupos de personas, y en otros pudo constatarse que la gente mayor suele albergar menos ira hacia Dios que las personas jóvenes.
Por otro lado, el segundo y el tercer estudio revelaron que los ateos y los agnósticos también pueden sentir ira hacia Dios. Esto se constató particularmente en mediciones sobre experiencias del pasado o sobre imágenes de un Dios hipotético.
En general, los investigadores señalan que la ira hacia Dios es más angustiosa cuando es frecuente, intensa o crónica.
Beneficios y dificultades
Considerando todos los resultados obtenidos, explican los científicos en el Journal of Personality and Social Psychology, “estos estudios sugieren que la ira hacia Dios en una dimensión importante de la experiencia espiritual y religiosa. Esta dimensión sería, además, mensurable, general, y estaría relacionada con la adaptación a diversos contextos y poblaciones”.
Los estudios de Exline constataron, además de lo mencionado, que la religiosidad y la edad tienen una relación negativa con la ira hacia Dios. Así, el primer estudio demostró que en los protestantes la ira hacia Dios era ligeramente menor que en otros grupos de personas, y en otros pudo constatarse que la gente mayor suele albergar menos ira hacia Dios que las personas jóvenes.
Por otro lado, el segundo y el tercer estudio revelaron que los ateos y los agnósticos también pueden sentir ira hacia Dios. Esto se constató particularmente en mediciones sobre experiencias del pasado o sobre imágenes de un Dios hipotético.
En general, los investigadores señalan que la ira hacia Dios es más angustiosa cuando es frecuente, intensa o crónica.
Beneficios y dificultades
Considerando todos los resultados obtenidos, explican los científicos en el Journal of Personality and Social Psychology, “estos estudios sugieren que la ira hacia Dios en una dimensión importante de la experiencia espiritual y religiosa. Esta dimensión sería, además, mensurable, general, y estaría relacionada con la adaptación a diversos contextos y poblaciones”.
Pero, a pesar de que el enfado con Dios es una emoción muy común, incluso entre las personas no creyentes, Exline afirma que para la gente resulta difícil admitir este tipo de ira, principalmente porque le hace sentir culpable.
Este problema lo tienen en particular las personas más religiosas, que son las que tienden a creer que deben centrarse sólo en el lado positivo de la vida religiosa.
Sin embargo “la religión y la espiritualidad son como otros dominios de la vida, como el trabajo o las relaciones. Todos ellos aportan importantes beneficios, pero también pueden conllevar dificultades. La ira hacia Dios es una de estas batallas”, concluye la investigadora.
Dos nuevos estudios
Los investigadores trabajan ahora en dos nuevos estudios que se llevarán a cabo a través de Internet con las personas que deseen participar respondiendo sendas encuestas.
En uno de ellos se pregunta a los participantes sobre “el papel de Dios en el sufrimiento”, y en el otro se piden opiniones personales sobre cómo se puede afrontar la ira hacia Dios.
Este problema lo tienen en particular las personas más religiosas, que son las que tienden a creer que deben centrarse sólo en el lado positivo de la vida religiosa.
Sin embargo “la religión y la espiritualidad son como otros dominios de la vida, como el trabajo o las relaciones. Todos ellos aportan importantes beneficios, pero también pueden conllevar dificultades. La ira hacia Dios es una de estas batallas”, concluye la investigadora.
Dos nuevos estudios
Los investigadores trabajan ahora en dos nuevos estudios que se llevarán a cabo a través de Internet con las personas que deseen participar respondiendo sendas encuestas.
En uno de ellos se pregunta a los participantes sobre “el papel de Dios en el sufrimiento”, y en el otro se piden opiniones personales sobre cómo se puede afrontar la ira hacia Dios.