Los astrónomos han descubierto los fotones de mayor energía del universo a partir de una explosión de rayos gamma, detectada a 4.500 millones de años luz de la Tierra. Su energía es un billón de veces más intensa que la de la luz visible.
Una potente explosión nuclear tuvo lugar el pasado agosto en la superficie de una estrella de neutrones situada a 11.000 años luz, en la constelación de Sagitario. La bola de fuego lanzó en 20 segundos la misma cantidad de energía que libera nuestro Sol en 10 días.
Los astrónomos han conseguido el mayor catálogo de enanas marrones de la Vía Láctea y comprobado que son más calientes y longevas que las estrellas de la secuencia principal. Un nuevo paso para descubrir sus secretos.
Los astrónomos han descubierto el agujero negro más pequeño del Universo oculto detrás de una estrella roja gigante situada a 10.000 años luz de la Tierra: tiene solo 3,3 veces la masa del Sol y es el primero de una nueva clase de objetos celestes.
La rotación de las galaxias está sincronizada en todo el universo, siguiendo el ritmo de un concierto cósmico, incluso aunque las separen millones de años luz. Formarían parte de una red cósmica de materia oscura.
Un nuevo instrumento, montado sobre un telescopio en Arizona, ha abierto sus 5.000 ojos de fibra óptica para viajar a los primeros momentos del Universo, analizar a 35 millones de galaxias y 2,4 millones de cuásares, y explorar el misterio de la energía oscura.
Los cosmólogos han ideado un sistema para comprobar la existencia de los agujeros de gusano, esos supuestos pasadizos secretos que según la Relatividad General permitirían viajar al instante a galaxias lejanas o a un remoto pasado.
Los astrónomos han descubierto por qué los agujeros negros supermasivos crecieron rápidamente en el universo primitivo: dos discos de gas giran en su interior en sentidos opuestos y esta inestabilidad acelera su formación.
Los astrónomos han filmado un sistema de agujeros negros con un detalle sin precedentes y observado en su interior fulguraciones violentas de luz visible y de rayos X que proporcionan nuevas pistas para entender el entorno inmediato de estos enigmáticos objetos.
El Universo podría haberse formado por una materia oscura difusa que imprimió su naturaleza de onda cuántica a las primeras distribuciones de estrellas y gas. Lo confirma una sofisticada simulación que cuestiona la formación de galaxias en el universo temprano.